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T R E I N T A Y N U E V E | H A B L A R 🎭

«Había sido una estúpida todo este tiempo»

Julianne.

La noche del baile se acercaba, por lo que muchos de los estudiantes estaban deseosos de que llegase el baile de invierno. Pero no todos. Muchos no irían por el motivo que fuera y una de ellas era Milly, la cual hacía un mes que tenía claro que iría con su entonces novio. Pero todo podía cambiar en poco tiempo.

Y vaya si cambió y demasiado para Milly su vida en pocas semanas.

No iba a ir por motivos más que obvios, tampoco lo deseaba después de lo que le hicieron los amigos de Lewis.

La tarde antes a la noche del baile, Julianne y Milly habían quedado juntas en un restaurante que no solían ir, para evitar encontrarse, por el momento, con los amigos de Lewis.

No era solo una quedada de antiguas amigas, era la conversación pendiente que tenían desde hacía tiempo y, aunque ya habían tenido una parte de esa conversación hacía días, ahora se sentaban con una actitud distinta hacia el problema. Ambas, decididas a arreglarlo por completo, estaban una frente a la otra mientras tomaban un batido en aquel lugar.

Si alguien observase a ambas para saber cual estaba más nerviosa, diría que la joven de cabello oscuro, por como jugueteaba con sus dedos sobre la mesa, como empezaba a mover un mechón de pelo con nerviosismo mientras trataba de calmarse.

Era solo Milly, la que había sido su mejor amiga por muchos, muchos años. ¿Por que se ponía tan nerviosa? Pero lo cierto es que así era.

Pero la joven rubia que estaba frente a la joven tampoco se quedaba atrás.

—Dejé pasar demasiado tiempo, cuando podíamos haber tenido esta conversación antes... —murmuró Julianne, culpándose por lo que había ocurrido—. Por mi culpa.

Milly negó con la cabeza.

—No te eches la culpa de eso, Anne. Ambas hicimos cosas que no estuvieron bien... Las 2.

Julianne miró a su amiga, haciendo un gesto delicado con sus labios, peor no podía dejar de tocarse el pelo con ese nerviosismo.

Querían decirse tantas cosas, tantas... Que ni siquiera sabían por donde empezar.

Fue ahí cuando un joven de cabello rosado salió de la barra con algunas bolsas de comida como para 3 personas, cuando sus ojos azules visualizaron a ambas jóvenes, centrándose más en una de ellas.

Tanto Julianne como Milly, al verlo, lo saludaron en la distancia. Pero Elijah había tomado el camino de acercarse a ellas a saludarlas. Sobre todo a una de ellas.

Elijah, al estar entre ambas, se le empezó a notar como sus mejillas se encendieron al ver a Julianne y, algo tímido frente a ella, las saludó;

—Hola, chicas.

Milly observó al joven en cuestión y, sonriendo, dijo;

—Hola Elijah. ¿Como está tu prima?

Julianne miró al joven que era algo más alto que ella y sus ojos conectaron de la misma forma que lo hicieron el otro día cuando se conocieron. Había sido una tarde de lo más diferente para la joven, complicada, pero hablar con él, conocerlo, fue de lo más agradable que le había sucedido en tiempo. Sus ojos, azul con marrón, conectaron de la misma forma que la primera vez y eso, desde luego, que lo notó la joven rubia que estaba de espectadora.

Elijah miró a Milly con sus ojos algo brillantes y dijo;

—De mal humor como siempre.

Milly rió, pero dejó de hablar para quedarse en segundo plano, observando a esos 2 como se miraban.

Elijah se dirigió a Julianne para decirle;

—Hola Julianne.

Julianne, que desde la mala experiencia que tuvo con Lewis, no había querido saber nada de hombres, tan solo dijo un escueto;

—Hola.

El joven de cabello rosa mostró todos sus dientes hacia aquella muchacha algo más joven que él y le preguntó;

—¿Te gustaron los libros que te recomendé?

Ella sonrió, mientras que Milly se preguntó que encuentro habrían tenido aquellos 2. Podía notar algo en el aire y no frío, para nada, a pesar de estar a final de noviembre.

Milly observó las manos de Elijah, con una sujetaba las bolsas y con la otra jugueteaba con el dobladillo de su camiseta holgada como si estuviese nervioso de hablar con ambas. Pero Milly sabía que estaba nervioso de hablar con Julianne, no con las 2 a la vez.

—De momento solo me he leído uno y me ha gustado mucho —dijo Julianne, carraspeando y mirando a Milly, quien sonreía desde su posición.

—Me alegro.

Se quedaron un rato más mirándose, cuando él negó con la cabeza, sabiendo que no debería estar molestándolas. Aunque lo cierto es que no molestaba.

—Nos vemos.

Elijah salió despavorido del restaurante, echándose su cabello rosa hacia atrás mientras que Julianne lo observaba en silencio y a lo lejos. Pero la voz de su mejor amiga la llamó en la realidad.

—¿Y eso?

Julianne movió los hombros sin importancia para decirle;

—La semana pasada fui a una librería, por lo visto trabaja allí y me recomendó algunas novelas. Estuvimos un rato charlando.

Tomó un poco de su batido, pero la mirada de Milly estaba sobre ella con una sonrisa que no le cabía en el rostro.

—Vaya, vaya...

La joven de cabello oscuro, al comprender lo que se estaba refiriendo, negó rápidamente.

—No fue nada. Ni siquiera estoy interesada en ningún hombre a día de hoy —contestó seriamente.

Y lo cierto es que, la primera experiencia en pareja no fue nada agradable. Quizás, con eso en mente, pensaba que todos los hombres eran iguales, cuando lo cierto es que no era así. Su miedo a volver a tener novio era obvia y, por el momento, no deseaba nada de eso.

—Pues él parece que está bastante interesado en ti.

Julianne pensó en Elijah y negó con la cabeza.

—No voy a darle ilusiones.

Carraspeó, mirando a su mejor amiga y deseando sacar eso que tenía en el pecho clavado desde hacía años.

—Julianne, sé que hice mal las cosas yendo con Lewis y fue el mayor error de mi vida, pero... —comenzó Milly.

Pero la mano de Julianne, que se puso sobre las de ella, frenándola.

Milly miró a su mejor amiga y tragó costosamente, nerviosa por lo que podría decirle.

—No. No tienes la culpa de eso... Yo tampoco debí haber salido con él —susurró la joven de cabello oscuro—. Fui estúpida y encima fue un infierno el tiempo que estuve a su lado... Pero rompí yo la promesa que hicimos... Todo por un gilipollas que no se merecía ni un segundo de nuestro tiempo.

Milly, con la garganta algo atorada, observó la mano de Julianne y luego miró a la joven a los ojos. Tenían tantas cosas que decirse que era complicado saber por cual iban a empezar. Y una duda se le metió en su cabeza.

—¿Como saliste rápido de él? —preguntó Milly.

Julianne miró hacia otro lado, negando con la cabeza y respondió con toda la sinceridad posible;

—Se interesó en ti y se aburrió de mí rápidamente. Odié saber que estaba saliendo contigo, no porque estuviese enamorada de él, sino porque sabía lo que haría. Intenté decírtelo muchas veces, pero estabas enfadada conmigo y lo comprendía.

Milly suspiró y contestó;

—Lo importante que es hablar.

—Si... Es muy importante... —murmuró Julianne, que tenía algo más que decirle a Milly. No sabía ni por donde empezar, hasta que la observó a sus ojos y dijo. —Tengo algo que decirte.

Milly terminó parte de su batido, dejándolo a un lado y centrándose en su mejor amiga.

—Dime.

El silencio que hubo entre ambas fue más que obvio. Mientras que el ruido exterior del restaurante, de los clientes hablando entre ellos, del sonido de la cocina amontonando los platos, de los niños gritando... Julianne silenció, preparándose para sacarse esa espinita que tenía en su pecho.

—La razón por la que no fui a visitarte ni una sola vez al hospital, fue porque no sabía mirarte a la cara tras lo que hice... Y porque no quería ver a mi amiga de esa manera... —susurró, sintiéndose la peor persona del mundo. —Tenía miedo de pisar el hospital...

La joven que estaba frente a ella escuchándola, negó rápidamente.

—Eso es pasado.

Julianne, a pesar de que Milly se lo había perdonado, lo cierto es que a sí misma no se había perdonado hacerle eso a su mejor amiga. Incluso la culpabilidad que había sentido esos casi 3 años la había destrozado el sueño, apenas podía perdonarse a sí misma por lo que había hecho, y se sentía mejor si le echaba la culpa a ella. Pero Julianne sabía que así no eran las cosas.

—Y no sabes lo que me arrepiento por ello —murmuró.

Milly arrugó su frente y solo quería lo mejor para la joven que estaba frente a ella. Y la conocía tan bien que, cuando algo sabía que había hecho mal, no paraba de darle vueltas y vueltas. Aquella charla con el director cuando las castigaron fue como abrirle las puertas a Julianne para abrir los ojos de lo que había sucedido.

—Julianne, no te culpes. Yo no te culpo por nada. Fue algo mutuo. Las cosas ocurren, pero hablando se solucionan las cosas —susurró, preocupada por la joven que tenía frente a ella. —Solo quiero que estés bien. Que hables conmigo cuando te preocupe algo y quizás las 2 podamos solucionarlo juntas.

Julianne sintió como su pecho se ilusionaba por las palabras de su amiga y sonrió como hacía tiempo que no lo hacía.

—¿Como van las cosas con tu madre? —preguntó Milly.

Otro silencio.

Milly sabía que, cuando le preguntaba por ella y hacía una gran pausa, es que las cosas no estaban para nada bien entre ellas.

Conocía desde hacía tiempo a la madre de Julianne, una mujer con dinero, poderosa y con ganas de ganarlo todo. Pero no se caían bien, quizás por que miraba por encima del hombro a personas que no eran de su misma situación económica que la de ella y ver que su hija tenía amigos diferentes a los que ella querría, no la hacía quedar bien.

Muchas veces Milly presenció como su madre echaba la bronca a su hija por cosas tan estúpidas que eran imposibles de descifrar. Sobre todo, por ese afán de desear y obligar a su hija que estudiase la misma carrera que la suya, la idea que le metía en mente a Julianne para que fuese mejor que nadie, para que fuese la más adinerada. Pero Julianne no le hacía caso.

Hasta un punto de su vida, en el que se sintió como si no fuese ella, en esa época de la adolescencia en el que uno siempre pensaba en que quería convertirse, en las dudas de quien sería, en una época que lo pasó mal por la pérdida de una persona muy querida.

Y Julianne se abrió;

—Nada bien... Ella me incitó a dejar de hablarte —susurró, recordando esa época tan oscura de su vida. —El año que volvimos a clase tras el verano, ella me comió la cabeza de ideas de que no eras buena amiga, que no estudiaría para ser fiscal y tantas cosas... Llegué a un punto en el que quería quitármela de encima y hacía lo que me decía con tal de que me dejase tranquila. Me obligaba a no decirte nada y empecé a ignorarte... —murmuró, haciendo encajar todas las piezas del puzzle a Milly por esa época. —Sigue de esa manera, pero ya apenas hablo con mi madre a pesar de que vivamos juntas... Al menos hasta que encuentre un sitio donde vivir y un trabajo que me permita tener gastos.

—Siento que estés pasando por esa situación... Tu madre y yo nunca nos caimos bien.

—No sé porqué... Pero ella siempre le cae mal a todo el mundo. Fue una serie de errores que cometí, muchos y me han llevado por caminos que no he querido caminar. Y lo he terminado fastidiando.

La joven rubia negó, agarrando las manos de Julianne y diciéndole;

—Lo importante es el presente... Lo que haremos ahora.

Juntas, tras charlas un rato más, se perdonaron por sea época, por esos años sin hablarse y por mirarse de aquella manera. Hablando, las cosas empezaron a mejorar y verse el color que realmente era.

Y poco a poco, quizás algún día, volverían a ser las amigas que fueron.

🎭

2 jóvenes se encontraban en el coche, parados frente a un semáforo en rojo.

Él observó a la muchacha que estaba a su lado, algo distante, observando en la ventana las luces de la ciudad en la noche. Milly no paraba de darle vueltas a lo de Lewis y a como se vería su vida cambiada en esos días, al menos hasta que pudiese cambiar el rumbo de las cosas para que Lewis la dejase tranquila y no la molestase.

Pero de igual manera, saber que su vida se vería bastante dependiente por esa época, no era una idea que le gustase para nada. Quería la libertad de salir sola, de caminar sola y de poder salir sin que nadie la acompañase, pero sabía el peligro que corría. Lo sabía muy bien.

Y el joven rubio que estaba a su lado lo sabía también a la perfección

Ambos, en el coche de Maverick, estaban pensando lo mismo y él le preguntó;

—Ya sé lo que estás pensando.

Milly no lo observó, ni siquiera cambió la mirada del sitio en el que observaba y dijo;

—Soy muy obvia...

Él soltó la mano del volante para agarrar la pequeña mano de la joven, estrechándosela con dulzura, dándole tranquilidad. Todo lo contrario a Lewis.

—En circunstancias normales, te pediría ir al baile conmigo... —murmuró, cuando el semáforo se puso en verde y arrancó el coche hacia su piso. —Pero esa noche podríamos quedar los 2 solos, en mi casa o en la tuya y ver alguna película. No quiero correr riesgos contigo.

Milly sonrió levemente al escucharlo.

—Me gusta la idea.

Ambos, al mirarse unos segundos, sonrieron de aquella manera en la que ya empezaban a acostumbrarse. Se habían enamorado en tan poco tiempo, que ni siquiera Milly supo cuando empezó a sentir cosas por ese chico que tenía a su lado.

Al llegar al edificio de Maverick, ambos subieron al piso y, antes de abrir, ya se escuchaba a Luffy tras la puerta, deseando que su dueño le abriese.

—¿No dejaste a Luffy con tu vecina? —preguntó la joven, quien estaba al lado de Maverick.

Él empezó a girar la llave sin mirarla, cuando susurró;

—Hay alguien cuidándolo en mi piso... Y de eso quería hablarte.

Ella arrugó su frente ante lo que estaba escuchando.

¿De quien se trataba? ¿Acaso había algo más que él no le había dicho?

Sabía que Maverick no era un hombre que hablase de todo, que tampoco mostrase sus sentimientos en su rostro, pero poco a poco empezaba a abrirse a ella. Sobre todo, por la historia que le contó de su vida.

Así que, cuando escuchó su comentario, no paró de darle vueltas, deseando que él abriese la puerta.

—Quiero presentarte a alguien —murmuró.

Él abrió la puerta ante los nervios de la joven y, cuando lo abrió, un Luffy deseoso de lamer el rostro de alguien, salió corriendo de piso y se tiró sobre Milly, haciéndola caer al suelo mientras le lamía todo el rostro, babeándola por completo.

Milly rio por ello, mientras que Maverick sonreía al ver la escena, feliz porque su mejor amigo y la mujer de la que estaba enamorado se llevasen tan bien.

Y optó por ser el Maverick de siempre, bromeando;

—Luffy, me decepcionas. El que te pone de comer y te saca a pasear soy yo.

Luffy le ladró y vuelve hacia ella.

—Luffy te quiere —contestó él, ayudándola a levantarse mientras que Milly reía.

—Me alegra ver que Luffy se haya encariñado contigo.

La voz de una desconocida atrajo a Milly a la realidad, recordando lo que le acababa de decir Maverick minutos antes de la muestra de cariño de Luffy.

Ambos entraron al puso, cuando Milly vio una mujer elegante, de unos 40 años frente a ella, caminando tranquilamente. Una mujer bastante alta y hermosa. Su cabello corto y rubio le hacía dar un toque más elegante a la compostura de aquella mujer, que la observaba a pocos metros.

—¿No me presentas a tu novia, cariño? —preguntó la mujer, mirando a Milly con una sonrisa.

Maverick sonrió acercándose a ambas y dijo;

—Milly, ella es Rebecca; mi madre.

Milly la observó, algo avergonzada, quizás porque comparada al lado de esa mujer, ella llevaba una ropa de lo más normal y simple. Pero lo cierto es que Maverick se había enamorado de ella por ser como era. Y aunque no hubiesen hablado mucho de esa relación de ellos, Maverick llevaba sintiendo eso por ella desde hacía mucho más tiempo de lo que Milly se pensaba.

—Ho... hola. Encantada de...

Fue a estrecharle la mano a la mujer, pero los brazos cálidos de Rebecca la despistaron, sorprendiéndola por ello. Así, estuvieron un largo rato, mientras que los minutos pasaban.

La madre de Maverick le susurró;

—Me alegro mucho de conocerte al fin, Milly. Maverick me ha hablado tanto de ti.

—¿Ah, si? —preguntó, mirando a Maverick, quien miró hacia otro lado algo avergonzado.

—Desde hace años —recalcó Rebecca.

—¿Años? —Volvió a preguntar una sorprendida Milly.

Maverick carraspeó y se marchó hacia otro lado del piso.

—Desde que empezaron a salir ya no se ha vuelto a meter en peleas.

Milly sonrió, aunque no dejó de pensar en la pelea de hace unos día en la que se metió para defender a las 2 jóvenes. Pero de ello no le dijo nada, guardando el secreto a Maverick.

—Me gustaría que cenaras con nosotros. Voy a quedarme unos días en la casa de mi hijo y quiero conocerte un poco más —dijo con aquella hermosa sonrisa de oreja a oreja, con aquellos ojos brillantes. —Si te parece bien, claro.

Milly sonrió, haciendo sentir tranquilo a Maverick, al ver que ambas mujeres se llevaban mejor de lo que esperaba. Y más porque quería que, sabiendo la relación que tenían Milly y Maverick ahora, quería que conociera a una de las personas más importantes de su vida.

—Si. Me apetece —contestó, olvidándose de todo lo demás. De todos sus problemas que la estaban dejando sin dormir desde hacía días.

Maverick estuvo todo el tiempo a su lado, quedándose los 3 a cenar juntos, charlando de ellos y llevándose bastante bien.

No sabía que es lo que pasaría el día de mañana, pero Milly se sentía muy cómoda con Maverick, más de lo que se imaginaba y, más de alguna vez, Maverick tomó la mano de Milly bajo la mesa con dulzura, dejando de lado aquella manera de ser tan fría que tenía él o, al menos, el que la gente creía.

Si, de esa manera juntos se sentían más fuertes. Juntos se mostraban ese cariño que se habían creado en tan poco tiempo.

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