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T R E I N T A Y C I N C O | C I C A T R I C E S 🎭

«Me estaba enamorando de él y no me había dado cuenta»

Milly.

Mientras la tarde de sábado su hermana mayor se encontraba a solas en el cuarto de su cuarto con su vecino, Milly necesitaba estar sola, alejada de todo y tener un momento consigo misma.

Aquella tarde de sábado era bastante frío, se notaba que noviembre estaba ahí y que el solo había sido escondido por las mismas nubes de aquella ciudad, con la diferencia de que a medida que más se atardecía, las nubes daban paso al sol, que empezaba a esconderse tras el horizonte para amanecer espléndidamente al día siguiente.

Milly, que se encontraba sola en una cafetería, algo lejos de su ciudad, observaba perdida las hermosas vistas de aquel sitio desde la ventana. Observando la montaña de fondo con los enormes árboles que decoraban de manera natural aquella hermosa imagen, por no hablar de como el solo empezaba a esconderse tras esas montañas, dando un hermoso atardecer a esa joven rubia.

Había tomado el autobús y llegar a esa cafetería que estaba en mitad de la nada, en un pequeño pueblo cerca de su ciudad, simplemente para no tener que encontrarse con los amigos de Lewis. Sabía que, con lo fiesteros que eran, jamás viajarían fuera de la ciudad un fin de semana en pleno noviembre. Las fiestas eran parte de la vida de esos jóvenes amigos de Lewis. Y Milly solo quería relajarse tras estar unos días en tensión tras lo ocurrido.

Maverick, que había viajado horas para ver a su madre, decidió parar en aquella cafetería antes de volver a su casa con su querido perro Luffy.

No había mucha gente en esa cafetería, por lo que encontró rápidamente aparcamiento y entró con tranquilidad a ese lugar algo antiguo para la vida moderna en la que vivían. Pero su mirada, nada más escuchar la campanita de la puerta al abrirla, se paró frente a la joven rubia que había a escasos metros, sentada cerca de los grandes ventanales de esa cafetería y mirando hacia el paisaje hermoso, distante, distraída y con ojos llenos de ojeras por el cansancio.

Preocupado, se acercó a ella tras pedir su café. Caminó hacia esos pequeños metros que los separaban y se sentó frente a la silla que había vacía frente a la muchacha.

Milly lo miró rápidamente, abriendo sus ojos por completo mientras el café que tenía entre sus manos calentaba su piel de una manera agradable para aquel frío de noviembre.

Y la mirada que ambos se dedicaron no era de amigos... Para nada.

—Sé que algo te pasa. Te veo preocupada, asustada y en alerta desde hace unos días —murmuró, dejando su café frente a ella.

Milly observó aquella taza y, sin respuesta alguna, asintió levemente.

Observó la hora que empezaba a hacerse tarde y luego miró a la joven y dulce Milly, que estaba completamente perdida en aquella hermosa imagen de ese gran ventanal.

—¿Quieres que te lleve a casa? —Cuestionó Maverick con una mirada bastante seria, sin dar detalle de lo que sus sentimientos dictaban realmente.

Pero lejos de lo que él pensaba, ella negó con la cabeza.

—No... Mi hermana está con un hombre. —Milly sonrió, sabiendo que Jamie había hecho todo lo posible para que no la descubriera, pero Milly conocía a su hermana y la voz que ponía cuando estaba nerviosa. —No quiero molestarla y más después de todo lo que ha vivido.

Maverick estiró sus manos para tomar las de ella y darle calor en aquel lugar tan alejado de todo, ellos 2 solos, sin que nadie los conociera, sin peligro alguno. Estaban en una pequeña burbuja esperando que alguno de los 2 diese el siguiente paso, pero Maverick tan solo quería centrarse en ella no en lo que él quería.

—Puedo quedarme a tu lado todo el tiempo que necesites —afirmó, sabiendo que tenía más tiempo del que ella se imaginaba, lejos de que trabajase en un taller y por la mañana estudiase para sacar sus estudios adelante.

Lo cierto es que Maverick no aspiraba a tanto, sino a lo básico. Acabar sus estudios y tener un trabajo estable en el que le diese para vivir y llegar a fin de mes. No buscaba ser astronauta, matemático, escritor o médico. No buscaba eso, sino estabilidad. Nunca quiso tener un gran trabajo que le arrastrara a años de carrera. Odiaba estudiar, no era lo suyo. Por eso para él solo quería tener una vida básica, sin complicaciones.

En cambio Milly buscaba todo lo contrario. Buscaba ser directora de teatro, trabajar en grandes obras teatrales en Broadway y estudiar una carrera artística en la idílica escuela Juilliard.

Ambos tenían planes distintos en su futuro, pero por algún motivo, ambos se conocieron antes si quiera de que el curso terminase. Quizás el destino era caprichoso, o quizás conocer cosas distintas te hacía ver el futuro de otra manera.

Ella sonrió ante la frase de él y Maverick no dijo nada, solo se quedó ahí en silencio mientras ella lo miraba y sentía algo en el estómago que le era familiar, pero esta vez con una persona distinta y de una manera más fuerte que la primera vez.

Y entonces dijo;

—He dejado a Lewis.

Maverick, que estaba tomando un trago de café, casi se atraganta y la miró sin expresión alguna en sus ojos. Milly deseaba saber que pensaba con la mirada, pero era un hombre tan indescifrable que era complicado.

—Lo dejé el jueves y... Siento que hice un error... No sé por donde ir sin que me vean los amigos de Lewis. Tengo miedo de que cuando vuelva me haga algo... Me estoy obsesionando.

Él la volvió a tomar de la mano.

—No te va a hacer nada.

—No lo conoces.

—No lo permitiré.

Ella sonrió, pero no del todo, no con la mirada.

—Estoy aterrorizada, Mav...

Maverick sin decirle nada, se levantó de su asiento, creyendo Milly que se marcharía, pero para su sorpresa se sentó en la silla vacía que había a su lado y la abrazó.

Mostró una muestra de cariño cuando Maverick apenas solía tenerlas, solo alguna vez y ella se sintió refugiada entre aquellos fuertes brazos de él.

Estaban lejos, daba igual que los demás los viesen, nadie los conocía y no había peligro, no como aquella vez en el restaurante. Esta vez era distinto.

Y fue ahí cuando, tras un largo rato abrazados y un buen rato juntos en esa cafetería, que Maverick se abrió a ella por primera vez en su vida, dejando que alguien que no fuese su familia, lo conociera.

—Mi madre sufrió malos tratos por parte de mi padre.

Milly, que se había separado de él desde hacía un largo rato para centrarse en su café, lo miró, arrugando su frente ante la barbarie que estaba escuchando.

Pero dejó que él se expresara.

—Era un niño y veía todo lo que él le hacía. Las malas palabras, lo que la obligaba a hacer, las palizas, las miradas tan feas que le tenía a ella... Odiaba ver eso y no poder hacer nada —susurró Maverick, apretando sus puños con fuerza de recordar aquella mala época, cuando era tan solo un niño.

Milly, asustada por lo que estaba escuchando, se acercó a él y, sin tocarlo, preguntó preocupada;

—¿Te pegaba?

Al ver que él tardaba en responder, ella supo que era una afirmación.

—Si... Aunque solía apagar sus cigarrillos en mi espalda para que no defendiera a mi madre, como lección —murmuró mientras dejaba su café a un lado y empezaba a juguetear con un trozo de papel que había sobre la mesa.

Milly sintió como el corazón se le estrujaba y dejó todo lo demás a un lado para mirar a ese joven que parecía el mejor en meterse en peleas, pero su pasado había sido completamente duro y doloroso.

—Me prometí que no dejaría que eso le pasara a mi madre y empecé a entrenar para poder defenderla. —Maverick no la miró, necesitaba explicarse antes de hacerlo para no derrumbarse como lo había hecho otras veces cuando recordaba esa historia, cuando veía a su madre tan mal y destrozada por un hombre que se llamaba "padre". —La separó de su familia, la aisló... Mi madre es una refutada abogada y la obligó a dejar todo eso para atenderlo solo a él.

Milly no dijo nada, tratando de asimilar todo lo que le estaba contando ese muchacho.

El sol ya se había escondido tras las montañas y dejó el hermoso rastro de aquel hermoso atardecer, aquel hermoso cielo con las nubes color rosa. Ninguno observó ese paisaje que le daba la naturaleza, sino que Milly observaba a ese joven que empezaba a mostrar sentimientos en su mirada, mientras que Maverick empezaba a temblar delicadamente sus manos.

—Un día vi a mi abuelo por parte de mi madre subiendo las escaleras del juzgado. Él tiene un bufete de abogados bastante prestigioso. Estaba saliendo de clase y quería hablar con él. Ellos habían pensado que su hija se había alejado de ellos y dejado la empresa familiar porque quiso... —susurró Maverick. —Pero cuando me vio y le conté todo, la cosa cambió.

La mano de Milly sobre las suyas le hicieron sentirse como en casa, parar de temblar al menos un poco antes de continuar hablando;

—Recuerdo que fue en esta cafetería cuando le conté todo a mi abuelo de lo que vivíamos en aquel infierno de casa.

Milly lo observó, tratando de ocultar el efecto que le estaba dando al sentirse mal por él, tratando de evitar llorar frente a ese joven.

Mientras, Maverick recordaba aquella tarde como su salvación, sobre todo la de su madre. Gracias a su abuelo y a que el destino se lo puso frente a sus ojos cuando más lo necesitaba.

Antes vivían en una ciudad más alejada de donde vivía ahora Maverick y no quería volver a esa ciudad jamás porque le recordaba a la mala época que había vivido con aquel hombre, por todo lo que le hizo a su madre. Por lo que casi le hace perder por un hombre como tal.

—¿Tu madre pudo salir? —preguntó asustada Milly.

Él la miró y sonrió fugazmente.

—Gracias a mi abuelo, si. Recuerdo que entró a nuestra casa y empezó a discutir con el marido de mi madre. Incluso empezó una trifulca bastante grande, pero él había traído a la policía y nos sacó de allí —habló con temblor en su voz. —A mi madre le costó superarlo, alejarse de él... Eso es lo que él hacía, obligarte a que tengas que depender de esa persona... Pero gracias a ese año en casa de mis abuelos, a que nos alejemos de todo eso y a que ese señor estuvo en la cárcel, mi madre pudo salir.

Milly, sin dejar de tocar las manos grandes de Maverick, preguntó;

—¿No tienes miedo a que cuando salga le ocurra algo?

Él no dijo nada, pero contestó al rato;

—Murió en la cárcel. Se enfermó rápidamente y apenas pudo durar un año allí.

Ella no dijo nada.

—Mi madre le costó, pero volvió con su vida. Siguió con su trabajo de abogada en la empresa familiar y yo vivo mi vida como quiero hacerlo.

—¿Por eso tienes esa casa tan grande? —preguntó con una voz bastante baja, pero lo suficiente para que él la escuchara.

—Vivo solo con Luffy. Quería eso ya que soy mayor de edad y quiero independencia. Mi madre me ayuda y nos vemos casi todos los días... Pero quería que ella viviese su vida ahora sin preocuparse por mi.

Milly se entristeció al ver que ese joven vivía solo cada día, sin nadie a su lado por cuenta propia. Ella al menos tenía a su hermana y la quería más que a nada en el mundo. Y si, Maverick tenía a Luffy, pero alejarse de tu familia no era fácil y seguro que tendría sus momentos difíciles.

—Es tu madre, siempre se preocupará por ti.

Él sonrió, amando a su madre como lo que más quiere en el mundo. Y cuando miró a Milly, sus ojos brillaron como nunca.

—No pienso permitir que te ocurra algo por culpa de ese perdedor.

Ella hizo un amago al mover sus labios, pero no hizo demasiado y él la tomó de la mano.

Vio que estaba oscureciendo y no quería dejarla ahí sola.

—¿Quieres quedarte conmigo esta noche?

Milly arrugó su frente, pensándoselo bastante, sobre todo, recordando lo que pasó la última vez que fue a su piso, pero tras un largo rato y pensando que no iba a estar toda la noche en esa cafetería, terminó asintiendo.

🎭

La joven Milly acababa de avisar a su hermana mayor que esa noche dormiría fuera de casa, diciéndole que estaba todo bien y que no se preocupase.

Aunque Jamie la bombardeó a preguntas, terminó el interrogatorio haciéndole prometer que volvería temprano a casa al día siguiente.

La escena que vino después fue bastante humorística, porque cuando Maverick fue a buscar a Luffy de la casa de su vecina, este salió para abalanzarse sobre Milly, quien esperaba tras él y que no esperaba aquella muestra tan fuerte de cariño por parte de Luffy. El cual pasó de largo de Maverick, dejando con un rostro de sorpresa a ese joven rubio que observaba la escena a escasos metros.

Su vecina, riéndose de la risa, dijo;

—Me da a mi que te quiere más a ti que a Maverick.

Ella sonrió, observando como Maverick mostraba una hermosa sonrisa a esa joven y, tras despedirse de la anciana, entraron juntos al piso.

Luffy salió corriendo hacia su esquina favorita para recostarse y empezar a morder un juguete que ya tenía más que destrozado.

—¿Quieres que te prepare algo de comer? —cuestionó Maverick, quitándose la chaqueta.

—No tengo hambre. —Negó la muchacha, colocándose un mechón de pelo tras su oreja.

—Voy a darte ropa para que duermas.

Maverick desapareció en su habitación, dejando sola a Milly en el salón y esta comenzó a caminar hacia el gran ventanal donde las hermosas vistas de aquella ciudad deslumbraban a la joven que lo veía desde aquella altura. Las luces de los edificios, el mar y puerto que había cerca, dejando una hermosa imagen. Las estrellas que parecían brillar más esa noche, quizás porque el cielo estaba más despejado que nunca.

Ese piso con esas vistas eran dignas de ver. Y se preguntó como se vería desde esa altura el amanecer.

Al rato, Maverick llegó ya con su pijama puesto que consistía en solo un pantalón de deporte que le colgaba por las caderas y le entregó la ropa que podría quedarle medianamente bien a la joven.

—Te he preparado mi cama para que duermas —murmuró con una voz bastante pasiva, como si lo que le hubiese contado aquella tarde no hubiese ocurrido.

Pero Milly ya empezaba a acostumbrarse a ese hombre, a lo serio y distante que era, pero que a su vez podía llegar a ser mucho más cariñoso de lo que él quería mostrar. Y es que, en parte, que él fuese así era una parte suya, donde creaba un muro para protegerse y ya estaba tan acostumbrado que ni se daba cuenta.

Y lo cierto es que él, tras contarle su pasado a Milly, se sintió mejor que nunca, como si un peso  le hubiese quitado de encima. Y se prometió que a esa mujer que tenía a escasos metros de él, no le pasaría nada. Se lo prometió tanto a ella como a sí mismo.

—Puedo dormir en el sofá. No es mi casa —contestó la joven.

—Insisto.

Se marchó hacia la cocina, dejándola sola y ella dejó aquel pijama que él le había dado sobre el sofá que eran tan solo un jersey negro de Maverick que le quedaba bastante grande y unos pantalones largos.

Y Milly volvió con su mirada hacia aquellas vistas.

Maverick, que la observaba de lejos, juró que ella era la mujer más hermosa que había visto en su vida, haciendo que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro, aprovechando que ella no lo miraba, distraída en aquella ventana.

Estuvo así un largo rato la joven rubia, observando aquello mientras el chico que estaba tras suya se acercaba a ella con una taza de chocolate entre sus manos.

Una vez a su lado, y sin decirle nada, esperó a que ella lo mirase y le entregó con tranquilidad aquella taza caliente. Juntos, tomaron esa taza frente aquel enorme ventanal con aquellas increíbles vistas de la noche de esa ciudad.

—Aunque no lo creas, las malas épocas se acaban —contestó Maverick observando los rascacielos.

—Parecen eternas.

Él la miró unos segundos para contestarle la verdad;

—Porque son desagradables.

Mientras Maverick tomaba aquella taza más rápido de lo normal, Milly estuvo distraída mirando a ese hombre tan perfecto sin camiseta, con aquellos músculos que se contraían por cada movimiento que hacía, cuando vio algo en la espalda de ese joven que no se percató la otra vez y lo que vio le arrancó el alma a la joven.

Varias cicatrices de cigarrillo y una que parecía de un corte estaban por su espalda, esparcidos por esa piel. Odió ver eso con todo su ser y se sintió mal de tan solo pensar que un niño tuviese que ver aquello en su infancia, por no hablar de lo mal que lo tuvo que haber pasado aquella mujer.

Odió todo eso, pero por otra parte se tranquilizaba de saber que esa época había desaparecido entre ellos. Pero ojalá jamás lo hubiesen vivido... Ni ellos ni nadie en esa vida.

Maverick vio que Milly había dejado de beber de la taza y se la quitó para que estuviese más cómoda. Pero, pasó algo entre ellos cuando se miraron. Sentían aquella cosa que llevaban sintiendo desde que se encontraron por primera vez en aquel teatro, aquella mañana de lunes.

No lo supieron, pero ese lunes, a pesar de ser el día más odiado, se habían conocido oficialmente y lo que le cambiaron la vida por toparse juntos en el mismo aula...

Sin decirle nada, Milly lo besó, dejándose Maverick hacerse cualquier cosa por esa mujer que tenía frente a él.

No supieron como, Milly acabó de espaldas a Maverick, pegando sus pechos en aquel gran ventanal mientras su amante se encontraba tocándola por todos lados, besándola en su cuello y escuchando los gemidos de la joven mientras sus rápidas manos viajaban por la piel de la muchacha.

El cuerpo duro de Maverick se pegó a la delicada piel de la joven, dejando que ella notase el bulto que empezaba a estar duro de Maverick.

Dio gracias a que llevaba una falda, porque cuando Maverick bajó sus dedos hacia aquella prenda, subiéndosela un poco, retirando la ropa interior de la joven y empezando a dibujar círculos en su intimidad, ella sintió que todo lo demás sobraba, suspirando el nombre de su amante que le daba todo lo que ella le pedía.

Cualquiera que pudiese asomarse a los edificios que habían enfrente, podrían ver perfectamente aquella escena de esos amantes y a ellos les daba exactamente igual.

Pero mientras él seguía moviendo sus dedos en la intimidad de ella, le susurró al oído;

—No voy a hacer nada que no quieras, Milly... Acabas de dejar a Lewis.

Milly negó y se giró, besándolo nuevamente demostrándole que era lo que ella quería. Y cuando se separó, susurró;

—Yo solo te quiero a ti.

Él captó rápidamente la indirecta, tomándola para levantarla del suelo mientras que Milly volvía a besarlo. Ambos se dirigieron hacia el cuarto del joven, mientras que Luffy miraba de lejos la escena, tapándose los ojos con una de sus patas delanteras.

Maverick cerró la puerta de su cuarto, acostando a la joven rubia en su cama y, esta vez, con más intimidad en ese cuarto por la cortina verde que tapaba la ventaba, empezó a quitarle la ropa que ella llevaba puesta sin dejar que sus labios siguieran besándola.

Cuando ya Milly solo le quedaba su ropa interior, Maverick frenó, mirándola desde su altura para decirle;

—¿Vas a volver a marcharte como la otra vez? Porque no podría perdonártelo una segunda vez, Milly... La primera vez lo comprendí.

Ella se apoderó de las mejillas de él, acercándolo a su boca para susurrar;

—Esta vez no, Mav.

Él amó que ella lo llamase de esa manera y, en menos de lo que se imaginaban, terminaron con la ropa en el suelo de él, con Milly sentada sobre las piernas de Maverick, mientras que él estaba sentada en el centro de la enorme cama. Como pudo, tomó un condón que tenía en su mesita de noche y se lo entregó a ella para que fuese la que tuviese el poder esa noche, aunque Milly era bastante inexperta.

—Maverick, creo que esta posición...

—Yo te guiaré.

Ella tragó costosamente con los labios hinchados por los besos de Maverick y él tomó el envoltorio plateado para romperlo con los dientes mientras ella lo miraba completamente desnuda.

Milly, nerviosa, sacó el condón de su escondite y él le dio todo el tiempo del mundo para que se lo pusiera. Sin ser experta, la joven comenzó a colocárselo, tocándole el miembro de él, afectándole demasiado como la mano de ella se envolvía en esa piel más fina. Suspiró, tratando de que no le afectase más de la cuenta. Y una vez lo hizo, Milly lo miró sin saber como empezar.

—Ponte sobre mí, guíala hacia tu entrada y lo demás es solo mover tus caderas...

Ella agarró el miembro de Maverick con algo de fuerza, apretando sus dedos en la dureza de él, y rápidamente Maverick gimió ante ese estímulo.

—Con más delicadeza, Milly... Si la sujetas de esa manera me voy a terminar corriendo antes de lo esperado.

Ella asintió con las mejillas completamente rojas y, poco a poco, fue dejando que el miembro de él entrase en su sexo. Como pudo, se llenó de él mientras que Maverick agarraba las nalgas de ella y las estrujaba con todas sus ganas, deseando que empezara a moverse sobre él.

Diciéndole cada paso, enseñándola a moverse, Milly empezó a mover sus caderas de una manera que hacía perder por completo a Maverick. Ambos gemían en ese cuarto con aquella luz tenue de lámpara que Maverick había encendido.

El rostro de ella que ponía al gemir, por no hablar de su voz cuando sacaba algún suspiro, no ayudaba en nada a Maverick, que tenía que hacer un gran esfuerzo para que ella continuase.

Ambos, sudados por el ejercicio, Maverick habló;

—Mírame. Necesito verte —susurró con una voz bastante grave por la actividad.

Ella lo hizo sin dejar de moverse.

Sus manos se tocaban absolutamente todo, sus cuerpos estaban completamente resbaladizos, sus labios estaban ocupados con los labios del otro. Hasta que ella agarró los hombros de él, clavando sin querer sus uñas en la piel del joven y estuvo a punto de correrse ante la mirada de Maverick

—Mav... Creo... Creo que voy a... —No acabó la frase cuando un fuerte orgasmo sacudió su cuerpo ante la atenta mirada de Maverick, quien la siguió pocos segundos después, llenando aquel condón.

La joven se desplomó sobre él y Maverick, dejando recuperarse unos segundos, la acostó en su cama y luego se acomodó a su lado, mirándola.

—¿No vas a dormir? —preguntó ella con la voz entrecortada.

—Tengo miedo a despertarme y no encontrarte a mi lado —murmuró observándola, retirando el cabello rubio de ella que se había pegado en su frente por el sudor.

Ella negó.

—No voy a moverme a ningún lado.

Él se acostó en el hombro de la joven y, sonriendo, pegó su cabeza en la piel de la joven, a abrazándola, mientras que le acariciaba la espalda de él con amor.

No supieron cuánto tiempo estuvieron de esa manera, pero sí que esa noche ella se quedaría a su lado y no volvería a huir jamás de ese joven que empezaba a amar como nunca.

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