S I E T E | K A R M A 🎭
«Aquella escena no quería perdérmela por nada. Pero a medida que más las miraba, más me intrigaba saber porqué su relación había cambiado y porqué, a sí misma, se llamaba antagonista»
Maverick.
En aquella fría ciudad todos sus habitantes terminaban convirtiéndose en seres incapaces de relacionarse. Aunque la ciudad no era en si el motivo principal, el siglo en el que vivíamos, las nuevas tecnologías, el vivir tan ajetreados, era uno de los miles de motivos por el cual ya casi nadie intercambiaba una mirada frente a un semáforo en rojo.
Los ojos de aquellas personas estaban pendientes a su móvil, sin importar que la persona que tuviesen al lado, ajenas a todo como ellos, fuese el amor de su vida, el futuro mejor amigo o su futuro vecino.
Daba igual todo aquello porque ahora todos éramos esclavos del móvil. Desde que el teléfono consiguió desencadenarse, ahora éramos nosotros quienes no podíamos vivir sin aquel pequeño aparato.
Así se encontraba, ignorando las normas de que los móviles no eran permitidos, la gran mayoría los utilizaba en los pasillos, siendo ajenos a todo lo que les rodeaba.
Una joven rubia llamada Milly, era una de las pocas personas que apenas utilizaba su móvil. No porque no tuviese uno propio o no utilizase las redes. Las utilizaba, pero no vivía para subir una imagen desesperadamente y saber que opinaban los demás, prefería que la vida la sorprendiera, ver todo lo que le rodeaba, ser ajena a esa esclavitud de las nuevas tecnologías.
Había tomado como ley de vida lo que su madre, alguna vez, le llegó a decir junto a su hermana mayor. Y es que la de cosas hermosas que podíamos perdernos por no levantar la mirada de una pantalla.
Quería vivir la vida, aunque no fuese al límite, pero sí ver todo por sus propios ojos y no por una pantalla. Quería disfrutarlo en cada momento, porque nunca se sabía que podría ocurrir en un futuro.
Milly, caminando nerviosa hacia el teatro, dejó sus cosas sobre la mesa para respirar profundamente para lo que se vendría aquel día y para prepararse por la persona que tendría que enfrentarse. Mirando el escenario, adorando aquellas vistas que le dejaba el teatro, una de las cosas que más amaba en ese mundo, descubrió a alguien acostado en el suelo en medio de aquel escenario.
Escuchando música metido en su propia burbuja, un joven rubio movía los dedos que tenía sobre su estómago al ritmo de la música.
Y dicha rubia caminó enfadada hacia aquel joven, no tolerando ver como Maverick ignoraba por completo donde se encontraba.
El joven no le importó lo más mínimo lo que ella podría decirle, pero cuando notó a alguien a su lado y abrió los ojos, descubrió unas piernas largas y desnudas cerca de su rostro. Abriendo los ojos por completo, sonrió al descubrir de quien eran esas perfectas piernas.
Movió su mirada para poder ver mejor aquellas vistas que tenía desde el suelo y viendo que aquella mujer llevaba una falda de lo más elegante por encima de sus rodillas, consiguiendo que elevase la ceja, intrigado. Pero no pudo ver más allá ya que aquellas piernas estaban algo lejos de sus ojos.
—Jamás pensé tener esas vistas en el teatro —contestó sin molestarse en quitar los auriculares de sus oídos.
Milly, con los brazos cruzados frente a su jersey rojo, dijo;
—¿Otra vez aquí? —Su tono de voz dejaba mucho que desear.
Maverick volvió a cerrar los ojos, acomodándose en el suelo para contestar;
—Estoy arrestado varios días.
La joven suspiró, negando con la cabeza sin comprender nada, cuando por el rabillo del ojo, pudo ver a su profesora de teatro acercándose a la mesa.
Desde que la vio, Milly caminó hacia ella para hablar, pero su profesora Ortega se le adelantó;
—Hoy tenemos el casting para el personaje femenino protagonista, Milly. ¿Estás lista? —preguntó con una sonrisa en su rostro.
Milly, sabiendo que ella había escrito aquella obra de teatro, estaba nerviosa por ese motivo, pero también por otro que se acercaría pronto.
—Si... —Una vez cerca de ella y mirando a aquel joven tan insulso que se encontraba en el escenario, continuó. —Profesora, ¿el director ha castigado a ese chico varios días?
La señora Ortega miró hacia aquel joven y asintió al saber de quien se trataba.
—Si. Se peleó con otro joven y era esto o la expulsión —explicó, dejando claro la verdad.
Milly, más irritada todavía, caminó hacia aquel joven tras ver que la mentira que le había dicho anteriormente, había sido descubierta en ese mismo instante.
Maverick elevó la ceja, volviendo a mirarla. Pero lo peor fue que, al verla de aquella manera, roja del enfado, se divirtió más de lo que cabía.
—Levántate y siéntate ahí detrás —contestó Milly—. Hoy tenemos casting y no tengo tiempo para mentirosos.
—Ya lo has descubierto, ¿no? —preguntó él, levantándose del suelo, no dejando de mirarla al rostro de aquella muchacha.
Pero la mirada de odio que le dedicó Milly fue suficiente para sacarle una sonrisa de ególatra a Maverick.
Milly agarró su guion y se sentó al lado de la profesora y su compañera Susan.
Y, en un pequeño momento, cuando el joven rubio bajó del escenario, ambos muchachos se miraron, pero de una manera no muy cariñosa. Al menos por parte de Milly, porque Maverick la miraba completamente divertido.
Milly, arrugando su nariz ante la atenta mirada de Maverick, volvió su vista hacia aquel guion preparándose para lo que iba a venirle encima en la próxima hora. Y no era para menos, porque sentada justo donde se encontraba y lo poco preparada para lo que se encontraba para aquel momento, sería uno de los momentos más incómodos, posiblemente, de aquel sitio.
Y, para que mentir, la gran mayoría de los alumnos que estaban ahí sentados para ver el casting era por morbo por lo que se encontrarían en aquel encuentro entre ex amigas.
Durante aquella hora escuchando a varias chicas, de las cuales, ninguna parecía encajar en el papel ya que las frases tan complicadas que habían escritas por la propia Milly parecía ser dignas de alguien que se manejase en ese ámbito teatral. Y todos sabían que la que se iba a presentar si daría en el clavo, pareciéndoles extraño que hubiese dejado el teatro de la noche a la mañana por alguna extraña razón.
Entonces, el momento tan esperado llegó cuando una joven de cabello oscuro y ojos marrones, entró al escenario algo nerviosa, pero tratando de no mostrarlo frente a los espectadores.
Todos empezaron a cuchichear, creando un murmullo en el teatro, el cual la profesora de teatro los silenció y miró a la muchacha con una inmensa sonrisa al verla.
Pero el protagonismo lo tenían aquella joven y Milly, que estaba sentada al lado de la profesora. Y vaya si las miradas mataban. Fue tal la mirada que se dedicaron entre ellas que en la atmósfera se notó la falta de aire por aquel gesto. Pero no fue una mirada de odio... No había rencor, pero si algo inexplicable, como cuando tras los años, no te acordabas el motivo por el cual te habías enfadado con aquella persona.
En este caso si lo sabían, pero la mirada era incomprensible por perder el contacto por aquella noche.
Ambas sabían quien tenía la culpa, eso era indudable, pero había algo más en esa mirada que deseaban enterrar el hacha de guerra, bajar las espadas y tirar los escudos. Ambas tenían aquella mirada.
La joven rubia carraspeó, siendo la primera en romper el contacto visual y mirar si guion.
Y la profesora fue la única en hablar;
—¿Julianne? Que grata sorpresa verte nuevamente en el teatro —respondió con sinceridad, alegra de ver una de sus antiguas alumnas del club de teatro frente a ella, después de tanto tiempo.
Julianne, quien no había dejado de mirar a aquella joven con la que compartió tanto, asintió, respondiendo;
—Quiero darle una nueva oportunidad a lo que en su momento fue una parte importante de mi vida. —Su voz sonaba fuerte, atrevida y valiente por lo que haría.
Y, para lo que muchos podrían ser el chisme del momento, para Milly sonó como el inicio del fin de aquella guerra entre ellas. O, al menos, esa fue la sensación que le dio, pero sabía que esa frase no iba para ella, sino para el teatro, siendo literal en lo que decía.
Maverick, quien era un espectador más, miró a Milly y lo afectada que estaba con aquella joven.
Julianne actuó el papel a quien, principalmente, se iba a presentar y, tras no perder la magia que tenía en el teatro, incluso siendo una de las mejores actuaciones que había hecho y, al acabar, miró a las 3 mujeres que tenía frente a ella observando la actuación de la joven.
La profesora Ortega se acercó a Milly para decirle en voz baja;
—Ella debe ser la protagonista de tu obra teatral, Milly. Pero es tu decisión.
Milly, mirando perdida hacia algún punto, tardó en tomar su decisión. Julianne, que esperaba nerviosa, deseando marcharse del escenario, sabía que la última palabra la tenía Milly, quien era la que había escrito la obra de teatro. Creía que la iba a rechazar tras el pasado de ellas, pero Milly era imparcial, lejos de lo que había ocurrido en privado entre ellas.
Miró a su profesora decidida con su decisión y asintió.
—Tienes razón. No creo que haya nadie que lo haga mejor que ella.
La señora Ortega sonrió y miró a Julianne.
—Bien, muchas gracias por venir Julianne. —La joven asintió, bajando del escenario y no volviendo a mirar a Milly en su trayecto hacia los asientos del teatro. La profesora, levantándose de su asiento, miró a todas las jóvenes que habían participado y dijo. —Hemos acabado con el casting. Les daremos los resultados mañana. Mucha suerte y gracias por estar aquí.
Todos comenzaron a marcharse y despedirse de Milly, mientras que ella se quedó sola, sentada en aquel lugar mientras no dejaba de pensar en la frase que había dicho Julianne en el escenario.
Suspirando y asegurándose que todos se habían marchado, recogió sus cosas para luego subirse al escenario y meterse tras el telón para estar completamente sola, donde le gustaba estar, en su sitio privado cuando nadie estaba en el teatro.
Pero al llegar al lugar, se encontró a Mavercik apoyado en una columna a escasos metros de la oscuridad.
—¡Joder, vaya susto! —chilló Milly, poniendo su mano en su pecho sin esperárselo—. ¿Te dedicas a esconderte de la gente?
Maverick elevó la ceja, mirándola atentamente y contestando;
—Lo mismo te pregunto. Lo mío ya es normal.
Milly, sin dejar de mirarlo con enfado, volvió a preguntar;
—¿Hasta cuando dices que vas a estar aquí?
Maverick se quitó un auricular de su oído, sonando una música de heavy metal.
—Hasta el viernes.
Era miércoles, por lo que todavía quedaba 2 días más.
—Se me va a hacer eterno —susurró más para sí misma, por lo que Maverick no la pudo escuchar mucho.
—¿Perdón?
La joven no repitió y negó con la cabeza.
—Hasta mañana, Maverick.
Se giró, no deseando estar en ese mismo sitio con otra persona, deseando solo tener un momento para sí misma, cuando la voz de aquel rubio sonó tras ella.
—El karma se sirve en plato frío, doncella. Si dices que eres la antagonista de la historia, recibirás ese karma algún día —respondió en tono burlesco que odió por completo a Milly.
Pero cuando él creía que no le diría nada, ella respondió;
—Estoy segura de que el karma ha venido ya a mí y ahora me acompaña a cada sitio que voy.
Dejándolo solo y dudando por las cosas que siempre terminaba diciéndole aquella joven, Milly salió del teatro, pero para su mala suerte, terminó topándose con Julianne a la salida.
Julianne, fulminándola con la mirada, no le dijo absolutamente nada, pero lo que no se vio en el teatro, lo vio en los ojos de ella enfurecida por Milly antes de dejarla sola.
La rubia la observó en silencio, avergonzada mientras que la que fue su mejor amiga no le dirigía la palabra tras el casting de aquel día.
Y, cabizbaja, Milly se marchó mientras negaba con la cabeza por el día tan extraño que había tenido.
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