S E I S | T A T U A J E S 🎭
«Me intrigaba el nuevo vecino, pero a la vez no quería entablar mucha conversación con él»
Jamie.
Como siempre, el despertador sonó a la misma hora de siempre, pero Jamie siempre le ganaba la lucha al despertador, ya que siempre se despertaba 30 minutos antes, o la gran mayoría de ellos ni llegaba a pegar ojo en toda la noche y observaba el tono blanco del techo con desgana.
Jamie miró el despertador con enfado y lo apagó.
Soltando un fuerte suspiro, se levantó costosamente de la cama. Al tocar sus pies descalzos el frío suelo, un estremecimiento recorrió parte de su anatomía y se levantó con las mismas ganas de siempre.
Tenía muchas cosas que hacer ese día, sobre todo nuevos bocetos para el cómic que estaba creando con aquella editorial que muchas veces la agobiaba para terminar lo antes posible aquella historia.
Sin cambiar su pijama, salió de su cuarto para dirigirse a la nevera y así poder beberse un vaso de zumo. Pero la joven pelirroja escuchó mucho ruido proveniente del pasillo, cosa que la extrañó al completo ya que, en esa planta, solo vivían ellas 2. Ambas eran mayores de edad y sabía que Milly algún día la dejaría sola para irse a vivir su vida. Solo esperaba no tener que pensar en ello continuamente...
Pero su mente, la cual seguía apagada por la falta de sueño, recordó las cajas que había visto el día anterior y pensó en su nuevo vecino.
No era mentira cuando Jamie tenía mucha curiosidad por saber quien era ese nuevo vecino o vecina. Le intrigaba saber quien viviría a partir de ahora frente a su puerta después de tantos años sin tener ningún vecino en el piso que había a menos de 2 metros de su puerta.
Dejando el vaso de zumo en la mesa de la cocina, se acercó a la puerta y miró por la mirilla, pero no conseguía ver nada. Pero la casualidad de la vida, al abrir ella la puerta de su piso, hizo que su nuevo vecino también la abriera, saliendo del piso de enfrente de aquella manera.
Y de que manera.
Un chico con el cabello rubio y largo, salió sin camisa, dejando al descubierto el perfecto cuerpo que poseía, tan definido y con aquellos abdominales que podía contar de uno en uno por lo bien marcados que los tenía. Sus brazos estaban completamente tatuados y había una frase en italiano que recorría en línea debajo de su ombligo, muy por debajo de su ombligo.
Jamie tragó saliva mientras apretaba sus piernas entre ellas al ver como los pantalones de pijama de aquel hombre caían espléndidamente por las caderas, dejando ver aquella perfecta "v".
Los ojos verdosos de su nuevo vecino se clavaron en el rostro de ella y, haciendo un pequeño recorrido al cuerpo de la pelirroja, sonrió de una forma que hizo mojarse a aquella joven.
—¡Hola! Soy tu nuevo vecino —dijo animadamente con el cabello rubio revuelto y, dando 2 pasos hacia ella, extendió la mano para saludarla—. Me llamo Colson y espero no molestar mucho con mi música. Con antelación te pido disculpas —dijo simpático.
Jamie, sin decirle nada, miró la mano de aquel joven y tragó saliva. Se tomó su largo tiempo de si era buena idea o no. Bajó su mirada hacia la línea imaginaria que su mente había creado para no salir del piso y, volviendo a mirar la mano de ese joven, la tomó con delicadeza y la apretó, pero no demasiado.
—Jamie —contestó ella no muy habladora.
El joven con aquellos tatuajes tan atractivos, siguió sonriendo con el flequillo rubio esparcido por su frente y cayéndole por sus ojos. Con su mano libre, se echó el cabello rubio hacia atrás, siendo completamente atractivo para Jamie.
Sus manos, unidas todavía, hacía que la joven pelirroja sintiera una electricidad diferente, pero a la vez que conocía de antes, mucho antes de aquellos 2 años. La retiró con rapidez, extrañando al joven que se encontraba frente a ella.
—Jamie, hermoso nombre —murmuró sin borrar aquella hermosa sonrisa—. Encantado de conocerte. Si un día necesitas algo, ya sea arreglarte el televisor o si necesitas algún ingrediente, no dudes en pedírmelo —bromeó para intentar sacarle una sonrisa a aquella joven, ya que parecía completamente tensa frente a él.
Pero Jamie no sonrió para nada y asintió, sin decirle nada más.
—No eres de muchas palabras por lo que veo.
De fondo, se escuchó la voz de su hermana acercándose a la pelirroja.
—¿Quién es, Jamie?
Milly, poniéndose al lado de su hermana, vio al joven rubio que había frente a ellas y Jamie juró que la mirada de su hermana era de sorpresa al verlo.
—¿Colson?
Su nuevo vecino también tenía la misma expresión.
—Milly —contestó feliz de verla.
—¿Qué haces aquí?
—Vivo aquí —respondió Colson sin borrar aquella sonrisa de su cara.
Jamie, desconcertada, la miró.
—Oh, él es el cantante del grupo que suele tocar por la noche en el restaurante que hay cerca de la playa.
Jamie asintió sin dar mucha conversación, mientras que su nuevo vecino miraba a la pelirroja y esperaba escucharla nuevamente.
—¿Sois hermanas? —Ellas asintieron—. Se parecen mucho.
—Nos lo suelen decir —continuó hablando Milly, ya que su hermana estaba bastante callada, tratando de no mirar mucho al cuerpo semidesnudo de su nuevo vecino.
—Bueno, sigo con lo mío. Las mudanzas son lo peor. —Se despidió de ella y concluyó. —Nos vemos, vecinas.
Ellas cerraron y Milly preguntó;
—¿Por qué no has hablado mucho con él? Normalmente sueles ser habladora con los hombres —contestó, ya que antes su hermana tenía un don a la hora de hablar con ellos.
Jamie, sabiendo que ya todo había sido diferente y que el pasado no volvería, la miró enfadada y respondió;
—Las cosas han cambiado, Milly.
Y se alejó a desayunar mientras que Milly sabía que Jamie se sentía incomprendida y, aunque no desease hablar, ella estaría ahí para cuando ella más la necesitase. Siempre estaría a su lado, aunque solo fuese para estar calladas, pero siempre a su lado, dándole el espacio que necesitase.
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