Q U I N C E | E R R Á T I C O 🎭
«No sé como habíamos llegado a esto. De ser hermanas a enemigas... Muchas veces lo pensaba y me preguntaba si realmente la culpa era mía o era de ambas. Quizás yo no era de fiar, pero ella tampoco lo fue en su momento»
Milly.
Cuando una relación amorosa se rompía, dolía, costaba pasar página. Cada uno era un mundo y, lo que quizás para una persona era poco tiempo para pasar página, para la otra podría ser un proceso doloroso, costoso de pasar página.
En las relaciones de amistad eran otros temas. La ruptura de una relación de amistad era mucho más dolorosa, más sufrida, el hueco que dejaba la otra persona era inmensa. Incluso pasar página por aquella decepción era mucho más difícil que él dejar una relación amorosa.
Tenía una explicación científica, ya que, el ser humano, tenía en su mente que era más "normal" romper con tu pareja, que con un amigo.
Sí, la persona que sabía de esto entendía por lo que sentía Milly cada vez que veía a lo que fue su mejor amiga en su época.
Julianne, que era la actriz principal en aquella obra de teatro que Milly había escrito y estaba dirigiendo junto con una compañera y la profesora, estaba ahí, cada día. Tenían que enfrentarse juntas a algo que había sucedido mucho tiempo atrás. Más incluso de lo que ninguna podría recordar.
Se encontraban aquellos alumnos en el teatro, ensayando para aquella obra de teatro que daría luz a final de año. Julianne estaba haciendo muy bien su papel, no cabía ninguna duda y Milly, desde su asiento de directora, lo aplaudía cuando podía hacerlo. Pero no era fácil tener que ver a la que fue una mejor amiga en le lado contrario, sin dirigirte la palabra exceptuando para la conversación que tenían para la clase.
Era incómodo ver aquella ruptura que todavía dolía y qué, todavía, no sabía que había sido el desencadenante.
Cuando el ensayo acabó, Milly no se esperaba que Julianne se acercase a ella, con un rostro de que iba a hablar con ella.
Todos se disponían a marcharse para irse al descanso. Muchos se dirigían a comer en la cafetería, otros al campo de béisbol. Pero aquellas chicas, las que fueron en su momento como hermanas, se encontraban solas en aquel teatro. Tenían toda la intimidad que ellas necesitasen, pero la duda de Milly, la pregunta que se estaba haciendo, todo lo que su mente imaginaba por cada paso que daba Julianne hacia ella, le hacía un mundo de algo que quizás, no era lo que esperaría,
La joven de cabello oscuro se quedó frente a ella y se observaron sin poder saber qué decirse. Milly sabía que Julianne quería hablar, por lo que esperó pacientemente, sin decir ni una sola palabra.
Y, tras un largo rato pensándoselo la joven, habló;
—Gracias por pasarme la parte del trabajo —susurró Julianne.
Milly no se relajó ante las palabras de aquella joven.
Al verla, no podía dejar de pensar en los momentos hermosos que habían vivido ambas. En lo mucho que disfrutaron estando juntas, en las cosas que vivieron, en las cosas que compartieron, en todo lo que se apoyaron.
La cosa cambió cuando empezaron siendo animadoras y, aunque parecía un recuerdo lejano, seguía en la mente de Milly.
—Sabes que si necesitas ayuda, puedes pedírmela. —La voz de Milly era dulce, esperando la respuesta de ella ante la suya.
Milly quería arreglar las cosas, pero Julianne no se dejaba. Quizás Milly no tenía la culpa completamente.
—Ya... La verdad es que no quería, pero me está costando mi parte.
La joven rubia silenció, esperando pacientemente a que Julianne le dijese que necesitaba ayuda.
—¿Podemos quedar para hacerlo juntas? —preguntó Julianne.
Y Milly pudo ver cómo el cielo se abría por aquella pregunta de Julianne.
Sonrió, mostrando todos sus dientes y sin poder evitarlo. Trataba de ocultar su felicidad por aquel inicio de ambas, pero fue difícil ocultarlo. Ella asintió rápidamente.
—Claro, Ann.
Milly, cariñosamente, llamaba a Julianne de aquella manera. Era la única que la llamaba así y no fue mentira que para Julianne fue una sorpresa escuchar aquel nombre de la boca de Milly. Dándole recuerdos de lo vivido ambas.
Pero la diferencia es que a la joven no le gustó en lo absoluto.
—No me llames así —contestó cortante, con una voz dura que no se esperaba Milly y que supo que acababa de cometer un grave error. —No tienes ese derecho. Solo te he pedido ayuda en un trabajo que debemos hacer mutuamente. Eso no significa que vaya a perdonarte y que volvamos a ser las amigas íntimas que éramos antes. —Observó el rostro de Milly, que le había cambiado al completo y ella, aprovechando, empezó a caminar para alejarse de ella antes de cambiar de opinión. —Te enviaré un mensaje para hacerlo juntas.
Julianne no había dado sino 3 pasos cuando escuchó la voz de Milly a sus espaldas en aquel eco que había en el teatro.
—¿Por que nos distanciamos?
El silencio se hizo en aquel lugar.
Los asientos estaban completamente vacíos, no había nadie, por lo que Julianne se quedó petrificada por lo que acababa de escuchar. Le costó bastante darse la vuelta para poder mirar a Milly, pero tras largos minutos, lo consiguió y la observó a aquellos ojos de la rubia.
—Muchas noches me voy a la cama pensando qué pasó realmente —contestó Milly. —Porque lo pienso y siempre me echaba la culpa por lo nuestro pero... La enemistad ya estaba de antes... —comenzó a responder, sin moverse de su sitio, mirando a la que fue su amiga y queriendo respuestas de ella. —Te fuiste distanciado de mí sin más, sin darme cuenta y, cuando quise entenderlo, ya no éramos las amigas de antes...
La única que hablaba, la única que tomó el valor de hablar de aquel tema prohibido, fue Milly. Julianne solo la miraba sorprendida, con un rostro lleno de dolor al escucharla y le costó aguantarle la mirada a la joven rubia que había frente a ella.
—Ya era mucho antes de lo que ocurrió... —continuó—. Tan antes que ni siquiera fuiste a visitarme cuando estuve aquellos meses en el hospital tan grave tras el accidente... —Aquello pareció ser el talón de Aquiles de Julianne, la cual entreabrió los labios sin saber que decirle a Milly. —Ni siquiera me acompañaste al funeral de mi madre y eso fue mucho antes de todo lo que sucedió —concluyó Milly con los ojos llorosos al recordar aquella época tan dura y tan difícil.
Julianne, que tenía el mismo rostro que ella, no habló. Pero sus lágrimas estaban a punto de salir y recorrer sus mejillas.
Milly dio un paso hacia la joven y preguntó;
—¿Sería mucho pedirte que algún día hablásemos del tema?
Julianne parpadeó muchas veces para evitar que sus lágrimas salieran de su escondite, pero había que ser estúpido para no ver que estaba a punto de llorar por recordar aquello, por recordar como la dejó sola a su mejor amiga en aquel momento tan duro, cuando más la necesitaba. Milly no tenía la culpa de aquella ruptura. No... No fue la culpable al completo de aquella hermosa amistad que tenían ellas.
Pero ella no le respondió ante la verdad de Milly, evitando la mirada y dándole la espalda para, ahora sí, derramar algunas lágrimas por ello.
—Te escribiré para el tema del trabajo —susurró con la voz a punto de romperse, sin volver a mirarla. —Adiós, Milly.
Evitó el tema y se marchó, dejando sola a Milly, peor de cómo había empezado el día y sin saber qué decirle a Julianne.
🎭
Un joven rubio caminaba por los pasillos. Necesitaba disuadirse del lugar, meterse en su burbuja donde más cómodo se sentía y escuchar su música favorita.
Lo último que quería era meterse en más problemas, como ya acostumbraba. Pero no podía evitarlo. Parecía que los problemas lo seguían por cada paso que daba. Pero antes él no era así, era un niño tranquilo, tímido e, incluso, cariñoso. La vida y precisamente, una persona cercana a él, le hizo ver la vida de diferente manera y él creyó que meterse en problemas era una solución para poder evadirse de ellos.
Maverick llegó hasta el teatro y no pudo evitar mirar hacia dentro del mismo, quizás para poder ver si cierta rubia se encontraba dentro de allí. Y, cuando lo hizo, en efecto... Milly se encontraba dentro, sola, con mucho trabajo y cansada.
Se la veía agotada desde la lejanía, cosa que el joven no pudo evitar arrugar su frente al verla de aquella manera. Quitándose ambos auriculares, se acercó a ella entrando en aquel teatro. Pero, a medida que más avanzaba, podía encontrarse a Milly quien apenas parecía mantenerse por cómo estaba. Parecía triste, distante, todo lo contrario a lo que creería que se la encontraría alguna vez.
Lejos de sus diferencias, de que ella fuese una estudiante ejemplar y él el chico problemático del mismo, había algo en el ambiente cada vez que se acercaban.
Al verla a escasos metros de ella, observó cada gesto de la joven, como se tocaba el pelo mientras escribía en su pequeña libreta con una letra bastante pequeña. Sé la veía estresada, angustiada e, incluso, pudo ver un pequeño brillo en sus ojos que supo a lo que se refería.
Y, cuando ya estuvo lo suficientemente cerca, habló;
—¿Milly?
La joven hizo un gesto rápido con sus manos sobre su rostro mientras se levantaba de su asiento para mirar quién era el que le estaba hablando. Al verlo, sus ojos cambiaron a algo extraño que Maverick no supo descifrar.
—Maverick... —Su tono, algo decaído, miró hacia otro lado del lugar, evitándole la mirada a ese joven, el cual la observaba desde la lejanía.
—¿Estás bien? —preguntó, interesado en el bienestar de ella.
Milly le dio la espalda, tratando de no mirarlo y asintió, a sabiendas de que su mentira era mas que evidente.
La felicidad eran pequeños momentos del día. Hasta la cosa más insignificante hacía que tu perspectiva cambiase, o simplemente que cambiases de opinión respecto al futuro. Quizás una cena contigo mismo, conocer a alguien o pasar un pequeño momento con una persona importante, te hacía cambiar pequeñas cosas para bien o para mal.
Milly no lo aceptaba, pero cambió su felicidad por salir con un hombre como Lewis, el cual la tenía infeliz la gran mayoría de día, la hacía juntarse con gente equivocada y tener amistades falsas.
A veces valía más estar solo que con personas que no te aportaban nada en tu vida.
Milly todavía tenía mucho que aprender de la vida. Y la única manera de aprender de la vida misma, era cometiendo errores, pero sobre todo, a no volver a cometerlos en el futuro.
Maverick estaba frente a ella y podía ver esa infelicidad en su rostro. No sabía nada de su vida, de lo que había sufrido. Solo sabía que ese novio que tenía no era trigo limpio y estaba muy seguro que Lewis la estaba maltratando y ella no quería verlo. Aquello le hervía la sangre y solo quería que nunca nadie tuviese que pasar por ello... Nadie.
—Si, es solo que no quería tener que sentarme con los amigos de mi novio y me quedé aquí.
Maverick quería odiarla, quería odiar a esa chica popular por su condición en aquel lugar. Por hacerle recordar lo que esas personas le habían hecho a él en el pasado. Pero luego había algo diferente, distinto. Cada vez que la miraba, estaba cerca de ella o hablaba con ella, Milly no daba esas vibras que daban aquellos jóvenes que le habían hecho la vida imposible en el pasado.
Quizás era porque todavía no la conocía, pero también estaba viendo que quizás estaba juzgando demasiado temprano por malas experiencias que había vivido en el pasado. Y aunque las malas experiencias fuesen duras, no todos entraban en el mismo saco.
Maverick juzgaba mucho a las personas antes de conocerlas y cuando vio a esa joven rubia frente a él, tan frágil, sola y triste... Empezó a ver que quizás estaba cometiendo graves fallos al juzgarla antes de tiempo.
—¿No tienes otras amigas? —cuestionó.
Milly negó.
—Ya no tengo amigas.
Siguió sin mirarlo, por lo que Maverick se acercó a ella lentamente, cerca de aquella mesa que había lejos del escenario.
Al mirar el teatro, se imaginó que ese era el lugar perfecto para disuadirse de esos problemas, de esa soledad. Quizás era un lugar donde se sentía ella misma y no fingir lo que los demás desearan.
—Supongo que hay sitios mejores que sola en un lugar tan grande como este —contestó con un tono suave, analizando a esa joven.
Y ahí fue cuando lo miró.
Hubo algo entre ellos nuevamente, como la mañana de la biblioteca, como en las otras ocasiones. Algo que los hacía desear mirarse más continuamente.
Quizás era erróneo, pero ellos siguieron jugando con fuego en aquel juego de miradas.
—Ya estarán ocupados.
Maverick asintió antes de poder observar los labios de ella, nuevamente y ver lo delicados que se le veían desde ahí.
Deseó besarlos, sentirlos junto con los suyos, saber lo suaves que eran y perderse en ellos, sin pensar en nada mas sino en esa chica. No entendía porque esa joven lo atraía bastante, pero quizo descubrirlo en ese mismo momento.
Milly había entrado en la cabeza de Maverick sin permiso y eso lo traía completamente distraído.
Pero recordó que ella era la popular, la ex animadora y la que tenía novio... Aunque ese novio dejase mucho que desear. Estaba prohibida para él y era más que obvio que no eran compatibles el uno al otro. Él solo era el chico problemático, el que traía problemas y ella una joven con bastante reputación.
Decidió no pensar en ello mientras trataba de quedarse frente a esa chica, dejándole espacio.
—¿Cómo vas con la obra?
Milly apretó la mandíbula mientras miraba hacia su libreta colocada perfectamente en la mesa, esperando a que su dueña siguiera escribiendo ideas sobre cada página de ella.
—Bien. —Suspiró, con la energía por los suelos cuando volvió a mirar a Maverick y deseó hablar con él, confesar cosas que jamás le había dicho a nadie. Esa sensación de que la otra persona guardaría tus más oscuros secretos sin que te juzgase. —No es fácil ver a la que fue mi mejor amiga por años cada día sin que me dirija la palabra, pero hay cosas peores.
La mandíbula de Maverick se apretó mientras la escuchaba, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón vaquero y carraspeó, antes de hablar;
—Hay torturas mucho más duras, sí.
Quizo decirle algo más, algo que la pudiese calmar... Pero no supo que contestarle, ni mucho menos que hacer.
—¿Y tú? —La pregunta de Milly lo trajo por sorpresa.
—¿Yo qué? —respondió, dudoso.
—Tienes tantos misterios... —susurró sin dejar de mirar los ojos tan azules de Maverick. —Mentiría si dijese que no quiero conocerlos.
El joven rubio sintió como si ella lo mirase más allá, diferente a las otras chicas que solo se interesaban por él por su físico. Se sentía la gran mayoría de las veces, el muñeco de juguete de ellas. Pero cuando estaba junto a Milly no se sentía así, era diferente.
Incluso se atrevería a decir que le daba temor acercarse más a ella porque era como sentir que esa joven podía ver tu alma, descubrir los secretos que le atormentaban a Maverick y eso lo traía completamente alarmado.
¿Por qué no podía ser como las otras chicas? ¿Por qué no podía mirarlo como las otras jóvenes? Así no estaría mirando a esa chica con diferentes ojos, la seguiría odiando por ser la popular y seguirían siendo incompatibles. Pero eso no estaba pasando en ese momento.
Había una química brutal entre ellos, sobre todo desde el primer día. Pero en ese lugar, solos en el teatro y con una química sin resolver, Maverick respondió a esa joven.
—Nadie me conoce a la perfección.
—Porque no dejas que las personas te conozcan —aclaró Milly.
—Porque las personas no quieren conocerme, solo se aprovechan de mí —respondió con la mandíbula apretada.
Cada uno observó los labios del otro por unos segundos, hasta que el timbre sonó y Milly se movió con rapidez para recoger sus cosas y marcharse de allí, para poder disuadirse de las cosas que estaba sintiendo en su cuerpo junto a ese joven.
Pero en vez de huir, se chocó con el pecho duro de Maverick, sintiendo un calor inmenso que nunca había sentido en una zona muy íntima de ella. Tenerlo tan cerca no ayudaba para nada, alimentando ese calor, y se quedaron un rato así, sin moverse ninguno de los 2, con Milly atrapada entre el cuerpo de ese chico rubio y la mesa.
Y él se sintió tan excitado de tenerla tan cerca que le costó poder pensar en otra cosa que no fuese en los labios de esa chica.
—Tu novio tal vez no le guste verte cerca de mí. —La provocó.
La joven apretó sus labios, provocando más a Maverick, cosa que consiguió a la perfección sin darse cuenta.
—Mi novio no es nadie para decirme qué debo o no hacer.
Maverick sonrió.
—Por fin empiezas a entenderlo. —Silencio. Hubo bastante silencio después de esa frase, cuando Maverick se acercó un poco más ella, sintiendo el pequeño cuerpo de Milly pegado al suyo tan duro. —No entiendo que me pasa contigo, doncella... Me caes mal, pero de una manera diferente... Y luego...
Más silencio.
Demasiado.
Milly deseó saber que seguía en esa frase y, desesperada, preguntó;
—¿Luego qué?
No le respondió, pero la reacción de él fue completamente diferente a la que ninguno de los 2 se esperaba.
Maverick pegó sus labios sobre los de ella, tomándola y colocando sus manos sobre el rostro de aquella joven rubia. La desesperación de ambos fue más que obvia, sobre todo, porque ella se dejó besar por ese fruto prohibido, por ese chico problemático que no necesitaba en su vida. Pero le dio exactamente igual y lo agarró de sus caderas para sentirlo más en su cuerpo.
Lo que comenzó como un simple beso, acabó con un juego de lengua completamente tórrido, en aquel teatro, pegados hacia aquella mesa que podría tener un buen recuerdo de los 2.
Maverick, sin aguantar ni un segundo más, la tomó de la cintura y la colocó sobre la mesa, abriendo sus piernas para colocarse entre ellas mientras seguían con ese juego, tocándose, sintiéndose y despeinándose.
Para la misma sorpresa de Milly, la cual se dejó tocar, pudo notar que quería que Maverick la tocase e, incluso, que hiciera más cosas con ella, que le hiciera todo lo que deseara. Jamás había dejado que su novio pasara la segunda base, y Milly se lo estaba permitiendo a Maverick, cuando gimió desde lo mas hondo de su garganta al notar las manos de Maverick bajo su falda.
Maverick pegó su pelvis sobre la intimidad de ella, cubierta por su ropa interior y empezó a moverse, dejando que ella notase la dureza de él sobre aquella prenda tan dura y vaya si a Milly le fascinó aquella manera de sentirlo.
La joven separó los labios, estirando su cuello para dejar que Maverick la besara en el cuello, cosa que consiguió y empezó a gemir más alto sin poder evitarlo, sin pensar dónde estaban, sin recordar a su novio. Solo estaban ellos 2 en aquel teatro y necesitaban aquello como nunca.
—No sé como lo has hecho, pero te has metido en mi mente al completo y no logro sacarte de ahí —contestó Maverick, metiendo sus manos sobre la falda de ella, subiendo sus manos y tocándola en zonas indebidas mientras que ella estaba más que feliz por ello.
Lo animaba a tocarla, a que siguiera con su juego e, incluso, apretaba sus piernas sobre las caderas de él para que se pegase más a ella.
Pero todo cambió cuando la voz de unos chicos se escucharon fuera del teatro.
Milly lo alejó enseguida, sorprendiendo a Maverick por ese gesto y vio cómo estaba alarmada, mirando hacia la puerta del teatro y deseando que nadie los hubiese visto.
El joven de 18 apretó su mandíbula mientras que no dejaba de mirar a Milly desde aquella distancia que ella había marcado.
La joven se bajó de la mesa, recogiendo de una manera olímpicamente rápida sus cosas y colocándose el cabello algo desordenado que tenía en ese instante.
Maverick, con un rostro desencajado, vio en el rostro de ella que se sentía arrepentida, negando con la cabeza como el mayor error de su vida y había sido besar y dejarse tocar por ese chico problemático. Aquello lo hizo sentirse mal a ese joven, sintiéndose nuevamente como un juguete de usar y tirar.
—Tengo que irme... —murmuró con la voz algo afectada.
Lo dejó solo, en aquel lugar tan grande, mientras Maverick veía cómo ella se alejaba de él.
Observó algo que había sobre la mesa y volvió a mirar a Milly para llamarla, pero ya se haba ido. Se acercó hacia aquella mesa y tomó la chaqueta de ella, el cual olía perfectamente como ella. Aquello le afectó mucho más a Maverick, el cual estaba enfadado consigo mismo por dejar que aquello ocurriera y que volviesen a jugar con él, esta vez, la chica con buena reputación.
Decepcionado, se marchó del teatro no queriendo volver a saber nada de ese sitio.
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