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O N C E | C O N E X I Ó N 🎭


«Podría decir que las mujeres como Milly no eran mi tipo, ni lo serían jamás, pero no podía negar que me fastidiaba y bastante verla como se metía en un bucle sin salida con aquel hombre. Y la historia siempre volvía a repetirse»

Maverick.

Jamie, quien se encontraba trabajando en la mesa del comedor, la que había cerca de la ventana donde observaba parte de la ciudad, ponía al día su horario de la semana o, al menos, fingía hacerlo. Sabía lo que se avecinaba y no quería achicarse por ello. Que no fuese capaz de salir de su piso, no significaba que no siguiera teniendo esas agallas que la definieron tanto en su pasado.

Aunque ahora, la ansiedad, la había comido bastante toda aquella valentía.

La puerta sonó y supo de quien se trataba.

Jamie miró su reloj en el portátil y negó repetidas veces al ver que llegaba tarde 20 minutos. Y, siguiendo escribiendo en el portátil, no se levantó a abrir aun sabiendo que su hermana pequeña se encontraba en el cuarto.

Milly salió de su escondite, mirando a su hermana, al cual parecía ajena a todo, pero como los búhos, tenía la vista y todos sus sentidos pendientes a lo que podría suceder con aquella persona que se encontraba esperando fuera de aquel piso.

—¿Por que no vas a abrir? —La pregunta de Milly hizo que Jamie ni se inmutase de su asiento, sin levantar la mirada de su portátil tras aquellas gafas que solía ponerse tan solo para trabajar.

Con suma tranquilidad, respondió;

—No me relaciono con nadie que provenga del infierno. —Su sarcasmo empezaba a salir a la luz, y eso significaba problemas.

Se veía a lo lejos que no le gustaba para nada el novio de su hermana, que no le trasmitía buenas vibras. Y Jamie era tan sincera que la gran mayoría de las personas podría odiarla por ello. Milly la conocía y la quería tal cual era, aunque no le gustaba que hablase de Lewis de esa manera.

—Jamie... —advirtió.

Jamie levantó la mirada, bajando sus gafas unos segundos para murmurar;

—Perdón, no puedo controlar mi sinceridad.

La joven rubia negó con la cabeza, observando como su hermana volvía a su "trabajo" con la máxima tranquilidad del mundo. Por lo que se acercó a la puerta, abriéndola para así recibir a su novio Lewis.

Lewis, con aquel cabello rizado y tan bien arreglado como acostumbraba, sonrió al ver a su novia, no lo suficiente, pero la abrazó con dulzura y se besaron. El beso fue tal, que Jamie, desde su asiento, arrugó su labio superior al verlo de lejos, asqueándola por completo.

"Mira que había hombres, hermanita" —se dijo a sí misma mientras miraba tal escena desde su asiento.

Cuando la joven pareja acabó, Lewis miró el pequeño piso de Milly con algo de disgusto, hasta que sus ojos se dirigieron hacia la mujer pelirroja que lo observaba con el mismo rostro que él miraba el piso de ambas.

La sonrisa tan fingida, tan falsa que le dedicó Jamie, era de digno premio a la peor actuación del siglo. Lewis sonrió igual que Jamie.

—Jamie —saludó desde lo lejos.

Y la joven pelirroja, sin dejar de mirarlo a los ojos, hizo un gesto con la cabeza sin molestarse en gastar una sola palabra con aquel joven. Milly no pudo evitar mirarla clavando sus ojos en su hermana mayor.

Milly y Lewis caminaron juntos hacia el cuarto de esta, cuando Jamie habló con bastante claridad.

—Milly. —Cuando su hermana pequeña la miró, esta dijo—. Puerta entreabierta.

Milly suspiró, sin poder creérselo. A pesar de tener 18 años, la que mandaba allí era su hermana Jamie. Así que no le quedaba más remedio que hacer lo que ella le decía, a pesar de que ya era mayor de edad.

—Por favor...

Negó con la cabeza mientras juntos entraban al cuarto de ella. Milly fue a cerrarla del todo, cuando la voz de su hermana sonó por todo el piso.

—¡Puerta!

Milly apretó la mandíbula con fuerza, dejando apenas unos centímetros, alejándose de la puerta y acercándose a su escritorio.

Aunque la puerta estuviese algo abierta, ambos estaban en una posición donde la hermana de esta no los podía ver. Por ello, Lewis sonrió, divertido.

—Parece tu madre —se burló.

Aquello no le gustó a Milly.

—No hagas bromas de eso, Lewis.

Lewis asintió, aunque no muy arrepentido y susurró;

—Ya, lo siento. ¿Comenzamos?

Milly, sonriendo, enamorada de su novio, asintió mientras se acercaba al escritorio para recoger algunos apuntes que guardaba para él.

—Mira, aquí tienes los apuntes y... —Milly dejó de hablar cuando sintió las manos de us novio por las caderas de ella, acercándose a su espalda mientras empezaba a besarla por detrás, tocándola.

A ella le gustaba, pero el pánico le empezó a entrar porque no se sentía preparada todavía.

—Lewis, vamos a estudiar —advirtió.

Pero Lewis no paraba y siguió besándola, susurrándole;

—¿De verdad pensabas que íbamos a estudiar?

Milly abrió los ojos al completo, sin comprender porque se empeñaba tanto en algo donde no era ni el momento ni el lugar. Si, llevaban un tiempo juntos, pero quería hacerlo cuando ella se sintiera preparada. No había estado nunca con un hombre y eso le entraba pavor. Que su novio la insistiese tantas veces no la ayudaba y empezaba a enfadarse por ello.

—No es el momento.

Lewis suspiró, cansado del mismo tema y volvió a murmurar;

—Lo sé. Nuestro momento será la noche del baile, pero eso no significa que no hagamos los preliminares —contestó, incitándola a que ella le hiciera ciertas cosas que aún estaba menos preparada.

Milly negó con la cabeza rápidamente, sabiendo a lo que se refería, cuando se giró y dijo contundente;

—Lewis; no.

Su novio se enfadó, podía verse su rostro algo de enfado por lo que le acababa de decir ella, pero asintió, sentándose en su cama y abriendo las piernas al completo, sin dejarle ni un solo centímetro para que ella se sentase a su lado.

Lewis era un hombre bastante chulesco, lo demostraba siempre, eso no cabía duda. Más en esos momentos que estaba con sus amigos, pero en privado también. Y no paraba de jactarse.

Milly no lo veía, estaba tan enamorada de ese chico que apenas era capaz de ver el tipo de hombre con el que compartía parte de su día a día. Muchos de lo decían, pero de nada servía.

—Estoy deseando demostrarte todo lo que sé —contestó, sonriente mientras se relamía los labios frente a ella.

Milly asintió, sonriente mientras cerraba el libro de matemáticas.

La joven se sentó en su silla, frente a él mientras pasaban ese rato juntos, antes de que Lewis se marchase, estando un tiempo fuera.

—¿Me echarás de menos? —preguntó él.

Ella mostró sus hermosos dientes a ese joven y murmuró;

—Claro, ¿te creías que no?

Lewis movió los hombros para decirle;

—Voy a estar un mes fuera por culpa de los negocios de mi padre. Eso significa un mes sin poder besarte, ni estar a tu lado...

Si, un mes podía pasar lento o rápido, pero para Milly, aunque echaría mucho de menos a su novio, también quería tener ese espacio que llevaba tiempo sin tener desde que había estado a su lado. Era una mezcla de sensaciones extraña.

—Un mes se pasa rápido —respondió Milly.

Lewis, no muy contento con la respuesta de ella, se colocó en la cama, acercando su rostro al de su novia y dijo;

—¿Tu crees? En un mes pueden pasar muchas cosas —concluyó, empezando a verse algo desilusionado porque Milly no tuviese esas ganas de estar siempre con él, como con otras mujeres con las que había estado y eso lo enfadaba. —¿Te apetece quedar esta noche con nuestros amigos?

¿Quedar con los amigos de Lewis? ¿Esos que solo paraban a mirarla para ver como le quedaba aquella ropa en el cuerpo de ella? Ella prefería mil veces quedarse en su casa, leyendo un libro o viendo una película con su hermana. Lo disfrutaba mucho más que teniendo que ver los amigos de su novio.

—¿Los del equipo de béisbol? —cuestionó y él asintió. —Lewis, no me gustan mucho tus amigos.

Ella se levantó de la silla para acercarse a la ventana.

—¿Por qué? ¿Por sus bromas? Solo son bromas —respondió, tratando de hacer que ella viniera esa noche con él.

—No me siento cómoda con ellos. Es solo eso —susurró, negando con la cabeza.

Lewis deseaba ver a Milly más desesperada por él, que estuviesen a todos lados juntos, que todos viesen que era su novia, de nadie más. Le ponía nervioso como ella era algo dejada en la relación, no se implicaba tanto como él. Si, se veía que estaba enamorada de él, pero Lewis quería ver los ojos de ella brillantes al verle. Y eso no sucedía.

—Bueno, ellos también vendrán con sus novias. —Le quitó importancia, esperando que ella dijese que sí. —No quiero estar solo esta noche, ya mañana me marcho y no podré estar contigo.

Él se levantó de la cama, acercándose a su novio y besándola en la mejilla. Milly lo miró y cuando él le mostró aquella hermosa sonrisa, con aquellos ojos tras aquellos rizos de su cabello, ya no pudo decirle que no.

—Vale.

Milly fue a besar a su novio, cuando escuchó la voz de su hermana;

—¡Esa puerta!

Lewis se cabreó bastante, alejándose de su novia y diciéndole;

—Joder, ¿nunca sale de casa o qué?

Milly, protegiendo a su hermana, porque Lewis no tenía porque meterse en la vida privada de ellas, contestó;

—Trabaja desde casa.

Lewis se burló, mientras decía;

—Que vida tan aburrida tiene tu hermana.

Milly, enfadándose, respondió;

—No te metas con mi hermana.

Y Lewis, al ver el carácter de su novia, prefirió no decir nada más antes de que ella se arrepintiese de lo de esa noche.

🎭

El restaurante donde el nuevo vecino de las hermanas Russell tocaba con su grupo, estaba repleto de gente para verlos actuar. Era viernes y la actuación iba a empezar. Cabía remarcar que Colson, hasta el último minuto, estuvo mirando la puerta esperando ver una manta de pelo pelirrojo entrando, pero esa esperanza desapareció cuando vio la hermana de esta con un grupo de jóvenes y ella no estaba.

Colson apretó la mandíbula mientras terminaba de hacer algunos arreglos a su guitarra eléctrica mientras sus amigos hablaban con él sobre los acordes que utilizarían.

Milly, al ver a su nuevo vecino, lo saludó desde lejos, antes de sentarse junto con su novio y los amigos de este último. El vecino tatuado le hizo una señal divertida que la hizo sonreír, cosa que a su novio no le gustó para nada.

—¿Hablas mucho con él?

Milly lo miró, sin entender porque se ponía tan celoso por tonterías y negó con la cabeza, dejando de lado el tema de que ese hombre era su nuevo vecino.

—Que va.

Colson dejó de mirar hacia la puerta para empezar el primer tema de la noche, una balada lenta, cantada por él, pegando sus gruesos labios hacia aquel micrófono y consiguiendo que todos los presentes se quedasen embobados mirándolo cantar con aquella voz fuerte que poseía.

Mientras, Milly pasó un mal rato, algo incómodo con los amigos y las novias de estos de Lewis. No dejaba de mirar hacia el círculo de amigos tan diferentes a ella en la que se encontraba. Y no pudo evitar sentirse sola delante de muchas personas.

Echaba de menos aquellos momentos con su mejor amiga, cuando iban a ese mismo lugar y disfrutaban de la música en directo los viernes por la noche.

Ella misma se decía que tenía la culpa de ello, la culpa de que esa relación de amistad se hubiese roto, pero la historia no la sabíamos al completo y quizás las cosas no eran como todos creíamos. Todo cambiaba en una simple frase y, para lo que Milly creía que había sido la culpable, quizás la culpa era de otra persona, quizás alguien externo a lo que fue en aquella relación de amistad.

Un clásico.

Milly solo era capaz de mirar hacia su alrededor, incómoda en la situación, en todo lo que había cambiado su vida en 2 años, en la de personas que había perdido por el camino y los que había encontrado al seguir adelante. A veces la vida no era lo que esperábamos, quizás era mejor o peor. Pero, fuera lo que fuese, todo no era eterno.

Al igual que lo bueno se iba, lo malo también.

Tarde o temprano.

Tardase lo que tardase.

La vida cambiaba y nos cambiaba.

Cuando la canción lenta acabó, comenzó una canción más rockera consiguiendo que todos disfrutasen aún más con la música. Pero las cosas empeoraron y se pusieron peor cuando un joven rubio entró al restaurante.

Milly abrió por completo sus hermosos ojos al ver a Maverick entrar, con aquella tranquilidad, con su música puesta en sus oídos, viviendo en su mundo y se dirigió hacia la barra para poder llevarse comida.

Maverick no era consciente de las personas que se encontraban allí, hasta que su cabeza se giró y clavó sus ojos en los hermosos ojos de Milly. La conexión que tuvieron ambos en ese instante, la sensación de paz que tuvieron lejos de que había muchos metros de distancia, no hablaban y el sonido exterior tan alto era lo contrario a lo que muchos querrían. Pero tanto Milly como Maverick sintieron aquella paz, aquella sensación al mirarse, por una simple mirada.

Lejos de sus diferencias, Milly deseó alejarse de todos ellos e irse con ese hombre, aunque fuese simplemente para sentir esa sensación de paz que le daba, aunque luego deseara tirarlo por unas escaleras. Era una mezcla extraña, diferente...

Amor odio le llamaban.

Lewis, en cambio, le hizo una señal a sus amigos al ver a aquel chico y Milly observó la señal aquella tan repugnante que acababa de hacer su novio.

—¿Que pasa? —cuestionó la joven rubia.

—Nada. —Le quitó importancia Lewis.

2 de ellos se levantaron mientras que Lewis le susurró algo a su novia para llevársela a un rincón para hablar. Lo que más bien era para despistarla y que no viese la escena que podría montarse en aquel lugar.

Sus amigos se acercaron a Maverick, que seguía con la mirada a Milly, arrugando su frente al verlo con aquel joven. Y, cuando tuvo a aquellos 2 frente a frente, elevó la ceja sin molestarse en quitarse la música para escucharlos.

—¿Comida para llevar? —preguntó uno de ellos.

Maverick nunca solía sonreír, siempre parecía que su rostro ni se inmutaba con ninguna emoción. Esa noche no iba a ser distinta.

—¿No es obvio? —ironizó.

—Lewis no le gusta que estés cerca de su novia —contestó el otro, apoyándose en la barra.

Maverick no se movió ni un solo centímetro, lejos de que aquellos 2 no paraban de acosarlo. Sus ojos parecían no temerles y así era.

—¿Acaso es su protector? —Se burló, cada vez cayéndole peor a ese tal Lewis.

Ellos se rieron.

—Será mejor que te alejes de ella, sino quieres problemas.

La camarera le colocó la bolsa de comida frente a Maverick y este pagó a la mujer antes de recoger su comida y mirarlos nuevamente, para luego susurrarles;

—Yo que ustedes no haría eso.

—¿El que?

Maverick se acercó a ambos y continuó;

—Intimidarme. —Los ojos tan inexpresivos de Maverick les hacía ver a ambos chicos que no debían seguir por ese camino.  —No me conocen en lo absoluto para eso y ustedes son unos simples estúpidos que se creen con derecho a todo, cuando la realidad es que, cuando acabéis los estudios, no seréis nadie.

Uno de ellos le fue a levantar la mano, pero Maverick fue mucho más rápido, agarrándole fuerte la muñeca y mirándolo de una manera que asustó a ese joven.

—Se los advierto, no me conocen.

El joven, notando como Maverick apretaba fuertemente su mano, clavando incluso sus uñas hacia la piel de él, empezó a quejarse antes de que le soltase la mano, mirándolo con cara de pocas amigos.

Milly volvió, enfadada con su novio por el mismo tema de siempre, hasta que volvió a mirar a Maverick de lejos.

Los ojos de ambos volvieron a conectarse, pero esta vez, los ojos de Maverick no era para nada suaves. Enfadado con lo que acababa de presenciar, se preguntaba que hacía Milly con tíos tan estúpidos como esos, empezando por Lewis.

Le dedicó una mirada de odio que sintió hasta en sus entrañas la joven Milly y luego él se marchó, volviendo a sentirse sola la joven rubia, sin entender nada, viendo cómo se alejaba de ella. Y ella deseando irse de ese grupo, prefiriendo estar sola.

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