D I E C I S É I S | C U L P A B I L I D A D 🎭
«Había traicionado a mi pareja y lo peor es que, a pesar de que sabía que había hecho las cosas mal, no dejaba de pensar en ese chico rubio y sentir todavía sus labios sobre los míos»
Milly.
Aquel día era uno de esos grises, que gritaba que estaba a punto de llover y que podría fastidiarte la salida que hicieras con tus personas más cercanas. Para lo que muchos sería el perfecto mal día, para otros era el día perfecto.
Milly sería una de ellas si no fuese porque tuviese su mente en otra parte.
Frente a la puerta de su piso, con la mano temblorosa tratando de encontrar la llave idónea para dicha puerta.
El beso con Maverick la había dejado con secuelas bastante severas. El temblor era uno de ellos, por no hablar del cambio de bragas que tenía planeado hacer nada más llegar a su cuarto y luego maldecirse en voz alta llamándose "infiel" por lo que había hecho. Lo peor es que todavía podía sentir las manos de ese joven entre sus piernas y no era de menos decir que deseaba volver a sentirlos.
Negó rápidamente, tratando de pensar en otras cosas que no fuese en los labios y los dedos de ese chico y trató de buscar la tonta llave que parecía estar bien escondida aquel día.
La voz de alguien hizo que se le cayesen todas las llaves al suelo y pegase un pequeño chillido que hizo acercarse más a su vecino, con la frente arrugada y sin entender qué es lo que le estaba ocurriendo a su vecina.
Milly miró a su vecino Colson, quien llevaba una bolsa de la compra en uno de sus largos brazos.
—¡Vecina! ¿Qué hay?
Ella suspiró, volviendo a buscar las llaves, hasta que dio con la correcta.
—Aquí, intentando abrir la puerta.
Colson, arrugando su frente, se apoyó en la pared con su mano libre en el bolsillo para luego decir;
—Te veo nerviosa.
Milly, con las mejillas completamente rojas, miró fugazmente a su vecino y empezó a tener mil teorías en su cabeza. Creyó que Colson debía de haberse dado de cuenta que ella le había sido infiel a Lewis, ya que él lo conocía de vista. Pero nada más lejos de la realidad.
—No, que va.
Él se acercó para ayudarla a abrir la puerta, hasta que se toma todo el valor posible para preguntarle;
—Oye... ¿Tu hermana tiene novio?
La joven rubia miró a ese hombre y, arrugando su frente, negó con la cabeza, viendo la tranquilidad en el rostro lleno de piercings de Colson.
—No, ¿por qué?
Él negó repetidas veces, antes de darse media vuelta y acercarse a su guarida.
—Por nada.
La muchacha ahora era la que estaba interesada en qué es lo que estaba escondiendo su vecino con su hermana. No hacía falta sacarse un curso para saber que ambos se estaban atrayendo y que Colson estaba más que interesado en Jamie.
Pero Milly era la única que conocía todos los secretos de Jamie, sobre todo el tema de su agorafobia junto a su psicóloga. Ella no iba a decirle a su vecino que llevaba 2 años sin salir del edificio, menos iba a ser Milly la que traicionara a su hermana por ello. Debía salir de Jamie, no de Milly.
—¿Que pasa? —Cuestionó la joven.
Colson se apoyó en la pared cerca de su piso para mirar mejor a la hermana de Jamie.
—Me gustaría conocerla, pero no es recíproco.
—¿La has invitado a salir? —Se interesó Milly.
Colson, mirando hacia un punto fijo, asintió.
—2 veces. No voy a insistirle más, no quiero molestarla.
Milly dijo algo en muy voz baja respecto a su hermana que no logró comprender Colson.
La joven conocía muy bien a esa joven pelirroja y sabía que tener un vecino como Colson quizás la ayudase a salir un poco de su cascarón. Ya que no había sido capaz de hacerlo por sí misma. A veces, las personas cambiábamos por otras. Quizás Colson era cosa de la vida para que Jamie cambiase su forma de vivir actualmente, quizás era lo que ella necesitaba para tener valentía y enfrentarse al futuro ella sola, con el acompañamiento de todos los que la querían.
Entonces, Milly, sin decirle nada de la verdad de Jamie, prefirió hacer algo para que su hermana pudiese empezar a recuperar su facilidad en cuanto a relaciones, a crear nuevas amistades, y por consiguiente, le dijo todo aquello a Colson;
—Colson... Ella no tiene novio, ni nada por el estilo. No soy la más indicada para decírtelo, eso debe ser ella... —Él no entendió a lo que se refería, por lo que solo la escuchó atentamente. —Está muy ocupada con su trabajo desde casa, así que apenas puede salir sin pensar en el trabajo, pero eso no implica que no quiera conocerte...
Elevó la ceja, esperando que él lo pillase.
Mintió para que su hermana fuese la que se lo dijese y no nadie externo a si misma. Cuando Jamie estuviese preparada.
Y Colson empezó a entenderlo.
—¿Sugieres...?
Milly sonrió, moviendo sus hombros.
—¿Por qué no?
El hombre lleno de tatuajes, al comprenderla, asintió y no dijo nada más.
—Eso no significa que no acepte una cita contigo. Solo hay que utilizar la imaginación.
Milly entró a su piso, dejando solo y dudoso a Colson y con mil ideas para conocer a la hermana de Milly.
Probablemente, Milly tenía las mejores intenciones para su hermana, pero a Jamie no le gustaría demasiado.
Quizás esto la ayudase o quizás no. Pero de algo era seguro y es que, su vida como la conocía actualmente, estaba a punto de cambiar.
Milly cerró la puerta, cuando vio a su hermana dibujando en su tableta de trabajo, con los pelos revueltos y con sus gafas que solo se ponía para trabajar. Podría hacer cualquier cosa, gritar, hacer ese cambio de bragas que Milly necesitaba urgentemente y hacer un baile de lo más horripilante, que su hermana Jamie ni siquiera se daría de cuenta.
Pero por el rabillo del ojo, Jamie vio un movimiento de un color dorado y, al mirar, vio a su hermana con un color en su rostro parecido al cenizo, distante, callada y distraída.
—He visto difuntos con mejor expresión en su rostro que tú ahora mismo.
Milly no respondió a la frase de su hermana mayor, por lo que Jamie dejó de dibujar para atenderla a ella.
—¿Que te pasa?
Milly la observó por primera vez y negó con la cabeza.
—Nada, ¿tiene que pasarme algo?
La rubia empezó a caminar hacia su cuarto, cuando la voz de su hermana, fuerte y amplia, dijo;
—Milly Russell Sullivan, soy tu hermana mayor, te conozco mucho más de lo que te imaginas y esa cara me dice que algo ha pasado. —Silenció unos segundos antes de continuar—. ¿Es sobre el idiota de tu novio?
Básicamente, si.
—No —mintió.
Jamie se quitó las gafas para poder verla y negó con la cabeza al ver sabía que le estaba mintiendo.
—Milly, puedes decirme cualquier cosa, ya lo sabes. Te recuerdo que fuiste tu la primera a la que le confesé la misma noche que di mi primer beso.
Aquello la hizo sonreír.
Jamie sabía que fibra tocar. La conocía tan bien que, la noche que le confesó su primer beso, el rostro de su hermana 3 años mas pequeña que ella no era, para nada, agradable. Y su rostro de asco era más que obvio. Por ello, Milly sonrió.
—Y no fue necesario, era muy joven —bromeó.
—Quizás estemos en épocas diferentes las 2. Tengamos problemas distintos... Pero en algo coincidimos, hermanita. Tú tienes 18, estás en esa época de que estás a punto de volar, de vivir experiencia. Pero ambas no estamos en un momento feliz de nuestra vida —susurró, captando la atención de Milly. —Yo lo admito, pero tú no quieres hacerlo. Cuanto antes aceptemos algo y lo intentemos cambiar, mejor.
Jamie no se atrevía a dar el paso para salir de su piso, aunque el acto del otro día, cuando dio 2 pasos fuera de su piso, fue un principio. Incluso, ella misma le costaba dar ese paso, pero aceptaba que esa era su vida actual. Milly, en cambio, podría aceptar que no era feliz con ese tal Lewis, que podría dejarlo y estar un tiempo soltera. Pero prefería ser infeliz a estar sola y no estar enamorada.
Ambas compartían épocas, de diferente manera de ver. Ambas eran jóvenes, sobre todo Milly, que todavía le quedaba por vivir muchas cosas, muchas experiencias. Y Jamie sabía que, cuando Milly creciera mas, cumpliese más años, se daría de cuenta del error que cometió al salir con un hombre que la impedía hacer ciertas cosas. Lo sabía. Los errores eran parte de la vida, aunque no nos gustase decirlo. Y esperaba que Milly aprendiera de ellos.
La rubia no dijo nada, solo asintió y, sin esperar ni un solo comentario más de su hermana, se metió en su cuarto, a la vez que Jamie la miraba encerrarse en su cuarto.
Una vez metida en su cuarto, a solas, sintiéndose cada vez peor por cada minuto que pasaba, dejó en el suelo su mochila y se acostó en la cama boca abajo mientras pensaba en los gruesos labios de Maverick.
No ayudaba para nada pensar en él, en su cuerpo, en lo que la hacía sentir. Jamás se enamoraría de un chico cómo Maverick. Había sido un error aquel beso, quizás por lo que había pasado con Julianne y estaba algo sensible. O quizás es que su cuerpo estaba trasmitiéndole sentimientos contrarios y su cerebro le decía lo que creía correcto.
No, no era correcto haber sido infiel, pero quizás Milly se estaba comiendo la cabeza por motivos menores a los problemas que realmente podría llegar a tener en un futuro con Lewis y ella no era consciente de ello.
Su móvil sonó y los ojos de ella se abrieron por completo al conocer ese tono de llamada.
Al sentarse en la cama para mirar quién era, aparecía una videollamada de Lewis, la cual la hizo entrar más en pánico de tan solo pensar que hablaría con él.
¿Cómo podría ocultarle lo que le había hecho?
¿Qué podría hacer para que no se notase?
No quería decírselo para que no sacase la furia de él. Si por una simple discusión hacía pocas semanas había acabado con un moretón por parte de su novio en su mejilla, teniendo que ocultarlo por días con maquillaje... No quería ni imaginarse como sería si le contase que había besado a un chico y más al chico que Lewis le decía que no se acercase a él.
Contestó a la videollamada, no muy segura.
Sin un ápice de felicidad de ver a su novio tras la pantalla, sin dejar de pensar en el beso que había compartido con Maverick horas antes, saludó a Lewis.
Lewis, todo lo contrario a ella, se le veía sonriente, demasiado incluso.
—Hola, Milly... ¿Me has echado de menos estos días? —preguntó mostrando sus dientes.
El beso, los labios de Maverick, como la tocaba como nunca nadie lo había hecho y que ella se dejó completamente gustosa a que fuese él y no su novio, eso la hizo pensar si realmente lo echó de menos.
Milly, la cual miró a su novio con ojos distintos, podía incluso verse y notarse diferente frente a él. Insegura, mas de lo que se sentía con los amigos de Lewis.
Incluso, se sentía diferente más porque cuando estaba con Maverick, se sentía fuerte, segura, ella misma. Pero con Lewis era todo lo contrario. Milly, inexperta en el amor, creía que sentirse algo débil era normal en la pareja... Pero le quedaba mucho por aprender, por experimentar.
El verdadero amor no era así.
—Mucho —mintió.
Lewis supo que mentía y su expresión cambió drásticamente.
—¿Qué pasa? No veo que estés muy contenta de verme.
Milly abrió los ojos al completo y negó rápidamente, aclarando las cosas.
—¿Qué? No... Claro que estoy feliz de verte. —Fingió una sonrisa.
A él no le gustó y se podía ver desde la cámara como su mandíbula se apretaba y negaba con la cabeza.
Ella trató de desviar su atención.
—¿Cómo van los negocios de tu padre?
Lewis sacudió sus hombros.
—Ni idea, yo he estado viendo a unos amigos y he salido con ellos todas las noches.
—¿Todas las noches? —cuestionó Milly, arrugando su frente.
—¿Celosa? No te preocupes, Milly. —Sonrió descaradamente y había algo en la mirada de él que no trasmitía tranquilidad a su novia.
¿Era malo pensar que ella quería que él le hubiese sido infiel para no sentirse tan culpable?
Porque Milly lo deseó realmente en ese instante.
Durante un buen rato, tuvieron una conversación sin fondo. Parecía que alguien tiraba la pelota y el otro la recogía, pero no había interés en ninguno de los 2. No era una conversación de pareja, sino una conversación sin mas. Lewis la miraba de reojo, tratando de descifrar que era lo que estaba escondiendo y no le gustaba para nada como se estaba comportando.
Esperaba que ella gritase, diese saltos de alegría y le dijese cuanto lo quería, como otras novias que había tenido. Pero Milly era muy cerrada, muy suya, no mostraba las cosas y siempre las escondía. Eso lo ponía a Lewis de los nervios.
Hasta que él decidió despedirse de ella, frío, sin más.
Una vez la llamada se terminó, Milly suspiró, soltando el móvil sobre su cama y acostándose sobre la misma, mirando el techo. Una inmensa oleada de infelicidad empezó a cruzarse por su pecho, sintiéndose vacía por dentro. Empezaba a replantearse muchas cosas, sobre todo temas relacionados con Lewis.
Quería pensar que era solo una mala época, pero el beso con Maverick, las cosas que le decía su hermana y gente a su alrededor y actitudes de Lewis, le decían ciertas cosas de que esa relación no llegaría a fin de curso.
Se replanteó su vida, la popularidad que no quería, el novio que empezaba a creer en las palabras de los demás. Por no hablar de las amigas que había perdido y que ya no tenía en su presente.
Hasta que apareció un mensaje en su móvil. Suspiró, esperando que no fuese su novio para enfrentarse a él otra vez, cuando se sorprendió de que era un número desconocido el cual le decía;
Desconocido; Se te ha quedado esto en el teatro. Ya sabes dónde vivo.
Adjuntó una foto de su chaqueta vaquera.
Al entrar a la conversación al parecerle algo extraño, vio la foto de un chico rubio al que había besado anteriormente.
Milly le escribió a Maverick, el cual seguía en línea.
Milly; ¿Como tienes mi número?
Él empezó a escribir. Cuando envió el mensaje, dijo;
Estúpido Maverick; Julianne.
Milly; ¿Hablaste con ella?
Estúpido Maverick; Seeeh.
Estúpido Maverick; Y me dejó tu número sin problemas. Podría decirse que, incluso, hasta te echa de menos.
Milly no pudo evitar pensar en la que fue su mejor amiga, sobre todo, porqué le había dado amablemente su número. Eso sí que era para mejorar el círculo que había dibujado en el universo de Milly en ese día.
Miró el mensaje de Maverick y la foto de él, cuando su corazón empezó a latir con gran velocidad al verlo. Negó con la cabeza, mordiéndose las uñas, nerviosa sí ir o no.
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