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D I E C I O C H O | L L U V I A 🎭

«Yo solo veía el enfado de una persona que no quería vivir la vida que estaba viviendo, que gritaba un cambio y que deseaba ser feliz con poco. Las cosas no mejoraban si la tenía cerca»

Maverick.

Varias gotas de lluvia adornaban aquella ciudad deseosa de agua.

La contaminación estaba ahí, siendo bastante obvio los problemas que causaban la vida moderna en la naturaleza. Pero cuando llovía era como un respiro que gritaba desde hacía mucho tiempo.

Milly no paraba de pensar en la conversación con su hermana y, paseando por la noche, con varias gotas de lluvia en pleno octubre cayendo por su rostro, deseó llegar lo antes posible al edificio de Maverick.

Mentiría si ella decía que no estaba nerviosa, más después de haberse besado con ese chico aquel día en el descanso entre clase y clase. Sí, lejos de que aborrecía a ese joven, aquel beso despertó muchas cosas en ella, demasiadas de las que jamás creería.

Al llegar, con las pocas gotas de lluvia cayendo sobre su rostro empapándola lentamente, miró el número que él le dijo hacía pocos días antes de que ella entrase a la farmacia que tenía él bajo su edificio. Mirando el número, respiró con fuerza para luego sacarlo en un fuerte suspiro. Y no paraba de preguntarse si estaría cometiendo un error al ir al edificio de él para recoger una simple chaqueta. Pero no tenía tanto dinero para gastarse más en chaquetas, que apenas tenía y el invierno estaba a la vuelta de la esquina.

Apretó con fuerza su puño y, sin esperar ni un segundo mas, tocó el timbre.

Sería que Maverick ya la estaba esperando, ya que a los pocos segundos él contestó;

—Pasa.

La voz de Maverick no trasmitía nada, como de costumbre, ni siquiera esa misma mañana, cuando él inició el beso. Milly no consiguió comprender su tono de voz, qué estado de ánimo se encontraba. ¿Estaría igual de nervioso que ella o ella era la única que se encontraba en ese estado? Los hombres jamás demostraban sus emociones, o al menos eso era lo que había aprendido rodeándose de chicos como los amigos de su novio, agrandando el echo de que su novio era todavía peor para demostrar sus emociones.

Maverick tenía pinta de ir por el mismo camino de ser frío, sin mostrar sus emociones, siendo frío.

La puerta se abrió y subió las escaleras, negándose a entrar al ascensor.

Por cada escalón que subía, observaba el edificio tan pijo en el que se estaba adentrando. Le extrañaba que un chico como Maverick, que su único tono de color era el negro y el gris, con sus pantalones vaqueros simples de los años 90 y los mismos zapatos negros, viviese en un sitio como ese.

¿Viviría con sus padres o con algún familiar? Era mayor de edad y tenía pinta de vivir solo, pero Milly no sabía nada de él.

Cuando subió el último escalón, quedándose frente a la puerta de él, volvió a apretarse las manos, nerviosa y solo deseó recoger lo suyo para marcharse corriendo de allí. Caminó hacia esos pocos metros y, antes siquiera de tocar su puerta, aquel joven rubio la abrió para quedarse frente a frente.

Milly agrandó los ojos al verlo ya que él la había recibido sin camisa, con solo un pantalón de pijama que, más que tapar, podía "ver" más cosas privadas. Aquel pantalón, que caía vulgarmente por sus caderas y que podía ver perfectamente la marca de su pene tras aquella tela. Eso no la ayudaba en nada a la joven Milly, que no paró de pensar en todo el día en las cosas que sintió su cuerpo al ser besada y tocada por Maverick y que deseó hacer muchas cosas con él en aquel teatro.

Sus ojos se despistaron mirándole lo bien formado que tenía sus músculos, sobre todo sus brazos. Respiró hondo y se quedó inmóvil, mientras que Maverick sonreía de manera vulgar al descubrir que esa chica popular lo miraba con deseo. Alguien que era completamente diferente a ella, que pertenecían a mundos diferentes. Él solo era el chico problemático, mientras que ella era la más hermosa de las clases.

—Rubia, aquí arriba —dijo él, sonriente, refiriéndose a que le mirase a los ojos. —Pensé que vendrías antes, no a las 9 de la noche.

—Tenía que terminar varias cosas —susurró ella, negando con la cabeza para mirarle a los ojos azules de ese chico tan engreído. —Bueno, ¿puedes dejarme la chaqueta?

Maverick asintió, sin decirle nada más y se giró, para tomar la chaqueta de ella.

No, para nada ayudó en que él se girase con aquellos pantalones de pijama, ya que podía tener un perfecto recorrido su vista sobre el trasero de ese chico. Milly hizo un gesto que jamás creyó que haría frente a un chico, y fue morderse el labio con deseo al verle lo bien formado de sus glúteos.

Ahí fue cuando apareció Luffy, el cariñoso perro de Maverick, quien se acercó a ella y Milly no dudó en acariciarlo. Agachándose en el suelo para hablar con él, ignorando al joven que estaba a escasos metros, mirándola.

—¿Quién es el perrito más lindo? —preguntó mientras Luffy se dejaba acariciar por ella.

Maverick elevó la ceja, caminando descalzo por su piso.

—Aún me sigue sorprendiendo que le caigas tan bien a Luffy.

Milly lo miró desde abajo para susurrar;

—Me recuerda un poco a alguien... —Lo dijo en tan baja voz, que no esperaba que él la escuchase.

—¿Que dices?

—Nada —contestó ella.

Maverick volvió a sonreír, aprovechando que ella no lo estaba mirando y esperó pacientemente a que ella se levantase del suelo y se acercase a él para recoger su chaqueta.

Milly, al mirarlo, apretó su mandíbula y se lo agradeció;

—Gracias.

Sus manos se tocaron sin querer, pero el roce que hubo entre los 2 fue tal que sus sentimientos volvieron en aquel espacio cerrado. No ayudaba para nada con la química que tenían entre ambos. Se quedaron mirándose un largo rato, con aquellos ojos que decían más de lo que ellos querían decir.

Cuando Milly trató de decirle algo, se arrepintió, pero Maverick habló;

—¿Qué quieres decirme?

Milly se tomó su tiempo en responder;

—No debió pasar lo de hoy...

La seriedad en Maverick se hizo evidente, apretando su mandíbula mientras observaba cómo ella dejaba de mirarlo a los ojos.

—Lo noté cuando te fuiste.

La joven rubia negó repetidas veces, observando el suelo avergonzada.

—Tengo novio, Maverick.

El joven respiró en profundidad, moviendo fuertemente su torso, hasta que terminó por soltar lo que llevaba guardando tiempo.

—Si... Aunque a veces pienso que tienen una relación abierta.

Milly arrugó su frente mientras que Luffy los miraba desde su sitio, tan tranquilo viendo la conexión que había entre ellos.

—¿A que te refieres? —cuestionó suavemente, con un tono grave que ponía cada vez que se iba a enfadar.

Maverick ya conocía ese tono de voz.

Se preguntó el joven si estaba haciendo bien en contárselo y hacerla más daño. Pero cuanta más gente se lo escondía, peor era para ella, para el futuro de la joven y para lo que sentía. Lewis no era ninguna persona buena, menos un buen novio. No lo era para nada y él prefirió decirlo de otra manera para que fuese menos dolorosa ya que había metido la pata.

—Hay rumores de que Lewis no está solo contigo —susurró.

Aunque la verdad es que el propio Maverick ya lo había visto con otras chicas, mientras Milly seguía siendo su novia. Eso prefirió guardárselo y quizás tuvo que decírselo, pero era difícil que no lo viese. Algún día tendría que verlo ella.

—¿Quien te ha dicho eso? —cuestionó Milly.

—Ciertas chicas. —En eso decía la verdad.

No se lo decían a él, pero ser el chico que estaba en segundo y tercer plano te daba cierto "margen" para estar apartado de los demás y escuchar así los rumores.

—Lo dices para fastidiarme por lo del beso —respondió Milly enfadada.

El joven apretó la mandíbula, quitándole importancia o, más bien, fingiendo que le quitaba importancia. Aquel beso le había quitado horas aquella tarde, así que Milly no era la única que había estado dándole vueltas a ese apasionado beso.

—Si quieres pensar eso... —susurró, dándole la espalda y alejándose de ella.

Milly volvió a mirarle el trasero y se insultó a sí misma por hacer eso. Cabreada a más no poder por lo que le estaba diciendo Maverick sobre su novio, cerró la puerta de su piso para que los vecinos no escuchasen la discusión de aquella joven pareja y entró sin más, sin el permiso de Maverick.

Dio varios pasos largos hacia él, hasta que quedaron a una cercanía bastante considerable entre ellos.

—No puedes soltarme algo como eso y alejarte sin más.

Maverick, mordiéndose con fuerza el labio inferior, la miró desde su altura y, con chulería, contestó;

—¿Que quieres? ¿Que te cuente cosas y luego hagas como si nada? Fue un error lo del beso, vale... —susurró, para luego concluir—. Para ti fue un error.

Aquello dejó completamente dudosa a Milly.

—¿Para ti no?

Maverick negó con la cabeza sin pudor.

—Yo no beso a cualquiera. —La miró siendo sincero con ella. —No sabes lo mal que me caías antes, pero tienes algo que me atrae y mucho. Y si, te besé... Pero podías haberme parado, haberme empujado y listo... —Silenció unos segundos, analizando la mirada de la joven rubia que tenía frente a él, con los labios entreabiertos y dándole más ganas a Maverick de volver a besarla. —Pero no lo hiciste, me animaste a seguir, me dejaste tocarte.

Negó con la cabeza Milly.

—Tu querías ese beso tanto como yo —añadió Maverick.

—Eres un idiota.

Maverick acercó su rostro al de ella y dijo;

—Y tu una engreída.

Milly negó con la cabeza, apretando sus dientes con furia, deseando empujarlo y terminar lo que habían empezado esa misma mañana. Pero sabía que era un gran error continuarlo. Alguien tenía que pararlo.

—¿Vamos a tener esta pelea de idiotas?

Maverick, ante la respuesta de ella, contestó;

—Los idiotas no se besan como lo hicimos nosotros hoy.

Milly apretó sus puños, clavando sus uñas en su palma de la mano y continuó negando la realidad.

Maverick no se alejó de ella, por lo que le dijo;

—Te puedo demostrar que nosotros tenemos mucha más química de lo tienes con tu novio.

—¿A sí? ¿Como? —cuestionó Milly elevando su ceja.

Él bajó su mano hacia la falda de ella y, sin apenas tocarla, metió su dedo índice en la falda de la joven y la arrastró hacia el cuerpo semidesnudo de Maverick. Milly no hizo ni un gesto para alejarlo, incluso le gustó que hiciera ese gesto. Se acercó a él, notando lo duro que la tenía y la pelvis de ella hizo un leve movimiento hacia el miembro erecto de Maverick, haciendo un suave sonido ambos de lo ardientes que estaban en ese instante.

Maverick continuó, esta vez, ascendiendo su dedo índice, alejándose de la falda de la joven y subiendo por su camisa, metiendo el dedo por dentro y ascendiendo lentamente por su piel, hasta llegar a una distancia prudente. Pero aquel roce, aquel toque, la hizo temblar, gemir, desear más de él. Milly deseó que él le quitase la ropa y le hiciera todo lo que estaba prohibido entre ellos. Deseó terminar aquel juego que habían empezado esa misma mañana, acabar sudados y pegados entre las sábanas. Daba igual cuantas horas les costase, su cuerpo pedía a gritos que Maverick le hiciera temblar, gemir y saber lo que era tener un orgasmo sin ser ella misma.

Milly, sin pensarlo, colocó sus manos sobre los antebrazos fuertes y definidos de Maverick y gimió ante el toque tan simple de él. Cuando se percató de lo que estaba pasando, se alejó un metro de él y Maverick le dio el espacio que le había pedido ella sin siquiera hablar.

Se lo había demostrado. Había demostrado la química que tenían y ella lo supo en ese instante. Pero prefirió fingir que eso no había pasado.

—Eso no prueba nada —susurró acalorada, como si hubiese estado corriendo por largos minutos.

Maverick suspiró, negando y apretando su mandíbula mientras empezaba a tener una dolorosa erección que tendría que bajar solo en el cuarto de baño.

—Sigue mintiéndote a ti misma.

Se observaron por unos largos minutos más, hasta que algo terminó por calentar más el ambiente, notándose mucho más pesado y Milly no lo pudo negar más. No lo podía aguantar ni un segundo.

Tiró la chaqueta hacia el sofá de él y en menos de un segundo estampó sus labios sobre los de Maverick, empezando a besarse por segunda vez en aquel tórrido día. El joven rubio se sorprendió, pero tan rápido como ella lo besó, reaccionó, tomándola con rapidez, colocando las piernas de ella sobre sus caderas y empotrándola contra la primera pared que encontró.

La necesidad de sus cuerpos, las ganas de sus labios y la sensación de necesidad que tenían ambos, estaba empezando. Era tan solo el principio.

Maverick, aprovechando que Milly estaba a su merced, empezó a mover sus caderas, frotando su miembro erecto en el sexo de ella, levantándole la falda y metiendo su lengua en la boca de la joven, la cual gimió por las sensaciones que estaba teniendo en ese momento con ese chico malo.

Las manos de Milly, las cuales no paraban de mover el cabello rubio de Maverick, estaban temblando, no por nerviosismo, sino por lo que le hacía sentir ese chico en ella.

Luffy, quien estaba ahí como un espectador más, ladró varias veces para luego escuchar como aquellos 2 paraban para mirarse y tener un pequeño diálogo.

—Eres un estúpido —susurró con la voz agitada Milly.

—Podemos seguir con esta pelea aquí o en otro lado.

Ella no lo frenó, lo volvió a besar, demostrándole que quería más de él en su cuarto, y vaya si fueron.

Maverick la llevó hacia su cuarto, cerrando la puerta para estar solos y mientras Milly lo besaba, él la guiaba hacia su cama. Ambos cayeron al colchón, sin molestarse siquiera en retirar el edredón. Estaban tan ocupados con sus manos en todos lados del cuerpo del otro, que lo demás ya había pasado a un tercer plano.

La joven rubia tomó la iniciativa, metiendo sus manos dentro de su pantalón de pijama, descubriendo que ni siquiera tenía ropa interior y tocando la piel desnuda de él, sus glúteos bien definidos, firmes, el cual al ser tocado por aquella joven inexperta, Maverick se puso más duro, siendo bastante doloroso aquella erección que tenía por culpa de la joven.

Volvió a besarla, pero esta vez en el cuello de la joven, mientras apretaba su tienda de campaña en el sexo de ella, cubierto por la ropa interior de la muchacha.

Él dejó de mirarla para poder susurrarle con una voz muy irreconocible para Milly.

—No sabes la de cosas que puedo hacerte con esta falda... —murmuró, deseoso de empezar la acción.

Y Milly lo animó a continuar, moviendo su pelvis para sentirlo más, haciendo gemir a Maverick de lo sensible que estaba en ese momento, volviéndolo completamente loco.

Él, ya completamente despeinado por las manos de Milly, se alejó un poco del cuerpo de Milly para poder empezar a quitarle la ropa, deseando verla sin nada, besarla en todos lados, y que él fuera lo único que tendría ella esa noche para cubrirse.

Sus manos viajaron por cada botón de la camisa de ella, desabrochándolos rápidamente, algo torpe, hasta que acabó esa prenda en el suelo del cuarto de él. La muchacha se quedó en sujetador, mirando acostada en su cama como él le quitaba su falda y acabando en el mismo sitio que su camiseta.

Fue ahí cuando Maverick empezó a descender, besando sobre sus pechos, bajando más hasta llegar a su ombligo y dejar un recorrido de besos hasta su intimidad. Sus manos, algo temblorosas las de Maverick, se colocaron en cada lado de las caderas de la muchacha, bajando aquella delicada prenda para dejar expuesta su sexo mientras que Milly lo observaba, nerviosa del siguiente paso.

Cuando ya ella estuvo casi al completo desnuda frente a él, Maverick se colocó entre las piernas de ella y, desde su sitio, la observó para decirle;

—Quiero oírte gritar, nena. Nadie te va a oír.

Milly abrió los ojos al completo al sentir la boca de ese chico en su intimidad, gimiendo en alto ante lo ágil que era su lengua en esa zona, jamás creyendo que alguien le haría tal cosa. Pero ahí estaba, en el piso de un chico, acostada semidesnuda en su cama y con las piernas abiertas mientras ese chico al que decía odiar le hacía maravillas en su sexo.

Maverick, que sujetaba las caderas de la muchacha con fuerza, dejó que su lengua jugase con la intimidad de ella, mientras escuchaba como Milly gritaba su nombre por las cosas que le estaba haciendo. Empezando a dar rodeos en el interior de ella, notaba como Milly arqueaba su espalda, a punto de llegar al final.

Él quería que ella tuviese un orgasmo que no olvidase jamás, por lo que intensificó su ritmo, moviendo sus manos hasta llegar a sus pechos y estrujarlos mientras sentía como estaba a punto de explotar.

—Mav... Estoy... Estoy a punto de... —gemía entre palabras, tratando de avisarle de que parase antes para que no se corriese en su boca.

Pero él no lo hizo y dejó que terminase corriéndose en la boca de él, recibiéndola por completo.

El chico rubio se colocó de rodillas, mirándola desde su posición y, sonriente mientras veía como ella se recuperaba tras el orgasmo, se relamió los labios, provocándola.

—Esas son las ganas que te tengo...

La besó y Milly deseó poder sentirlo dentro de ella, sorprendiéndose lo lejos que estaba llegando con un chico, como nunca antes lo había hecho, sin planear nada, sin sentir vergüenza.

Hasta que él frenó antes de que ella le dijera nada.

La observó a los ojos, admirando lo hermosa que era. Verla acostada en su cama, con tan solo un sujetador puesto, con su cabello dorado revuelto sobre el colchón de él... Era todo un sueño. Maverick no quiso perderse ni un solo segundo del momento que estaba pasando con ella, necesitaba tenerlo todo en su mente, no olvidarlo jamás. Necesitaba más de ella y verla como una pequeña capa de sudor cubría su rostro gracias al orgasmo que le acababa de dar, sus mejillas completamente rojas... Estaba más que hermosa, sin maquillaje, sin su cabello peinado... Nada. Sin nada, sin filtros... Siendo ella.

Acarició dulcemente el cabello de la joven, retirando un mechón de pelo que tenía en su frente.

—¿Quieres seguir con esto? Pararé si no quieres seguir...

Milly no pensó en nadie más, solo en ese chico que tenía frente a ella.

Y asintió.

—Sigue...

Maverick no ocultó la sonrisa que le salió tan natural de sus labios. Una sonrisa que no era burlesca, como las que solía ponerle a ella... Todo lo contrario. Era dulce, tanto que al ver Milly esa sonrisa le hizo sentir algo en el estómago.

—Necesitamos un condón —susurró Maverick.

La conversación que tuvo con su hermana le vino a la mente, y tuvo que haberlo aceptado.

Maverick tomó una cajita en su mesa de noche y sacó un envoltorio plateado. Cuando él se quitó los pantalones, la joven abrió los ojos y suspiró por lo nerviosa que se encontraba en ese momento. Su sujetador también fue a parar en el suelo. Y más porque él no sabía que era la primera vez que lo haría con alguien.

Él se lo puso frente a ella y se colocó sobre la joven, antes de que ella lo frenara y él, preocupado, le preguntase;

—¿Que ocurre?

Milly, creyendo que todos los hombres eran iguales, quizás por la experiencia con Lewis, lo agarró fuertemente de sus antebrazos, notando él lo nerviosa que estaba, todo lo contrario a lo que estaba hacía apenas unos minutos.

—No seas muy bruto, por favor...

El joven arrugó su frente ante la frase de ella y negó con la cabeza.

—No voy a hacerte daño. ¿Que pasa? —Su voz, tan comprensiva, hizo que ella le confesara lo que pasaba.

—Soy virgen, Maverick...

Si cualquiera pudiese ver el rostro que acababa de poner Maverick por la confesión de ella, sería para enmarcar. Pero, lejos de eso, la acarició dulcemente, peinó su cabello con delicadeza y murmuró;

—Podemos dejarlo.

Ella negó rápidamente.

—No... Quiero seguir con esto.

Ahora, el temeroso era él por la carga de ser el primero en su vida sexual.

—¿Segura que quieres que sea yo el primero?

Ella asintió, cosa que Maverick se acercó a ella y la besó a los labios.

—No te voy a hacer daño, jamás —susurró tras el beso. —Párame si lo necesitas.

Ella asintió, cuando él besó las mejillas de ella y, al volverla a mirar, trató de hacerla sentir bien, sonriéndole, mirándola a los ojos dulcemente. Y, cuando le dio ese cariño, guió su miembro erecto hacia su entrada con delicadeza, entrando lentamente en ella, y sintiendo las uñas de Milly arañándolo en su espalda ya que empezaba a sentir una punzada justo ahí que le dolía.

Él frenó rápidamente, sujetándola de la cadera para que no se moviera y, mientras ella tenía los ojos cerrados sintiendo aquella punzada de dolor, él la besó en el cuello, luego en la mejilla, más tarde en la frente, para luego ver como Milly lo observó antes de que él la volviese a besar. Milly fue acostumbrándose a tenerlo ahí y, cuando Maverick vio que podía continuar, entró al completo dentro de ella mientras trataba de hacer las cosas perfectamente bien. Pero su nerviosismo en ese momento no era fácil.

Había estado con algunas mujeres y jamás se ponía nervioso con nadie. Pero con ella esa noche lluviosa...

Él empezó a tocarle el clítoris para que se relajase y empezó a moverse. El dolor se fue sustituyendo por placer, gimiendo ella mientras él la tocaba, la besaba y le susurraba cosas que Milly no escuchaba por el placer que sentía.

Poco a poco fue embistiéndola más profundamente, sin ser bruto, dándole el placer que ella merecía y ella lo sujetó con sus piernas sobre sus caderas, animándolo a seguir más rápido.

Hasta que ella rompió y llegó al orgasmo, al poco él la siguió, desplomándose sobre ella.

No se movieron, pero las caricias de él sobre el rostro dulce de ella tras su primera vez era más que suficiente después del ejercicio.

—¿Como te encuentras? —preguntó él.

Milly lo miró, agotada a más no poder y, sonriendo, dijo;

—Muy bien... Pero que muy bien.

Maverick sonrió feliz y la volvió a besar, admirando lo hermosa que era aquella chica, la cual estaba acostada en su cama, con él abrazándola.

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