C U A R E N T A Y D O S | M I L L Y 🎭
«Quería hablar con ella, decirle lo que sentía, sin miedo. Solo necesitaba verla una vez más y asegurarme de que estaba a salvo»
Maverick.
Una joven pelirroja entró a la habitación de hospital en la que estaba su hermana tras aquella horrible paliza que había recibido a manos de su ex pareja.
Un fuerte olor a productos de limpieza hacía que a cualquiera se le despejara las ideas y te recordara en cada instante en el sitio en el que te encontrabas. Así se sentía Jamie, a pesar de lo mal que se encontraba anímicamente por su hermana.
Sus pasos fueron más lento de lo normal, quizás porque no sabía como se la encontraría o, quizás también, porque le recordaba cada segundo de lo que había vivido hacía 2 años en ese mismo hospital. Tras el accidente de coche, odiaba los hospitales por muchos motivos, apenas era capaz de pensar en ellos. Y ahí estaba aquella joven, olvidándose de todos esos prejuicios, de esos miedos, tras sentir que la vida la estaba empujando hacia el camino que menos quería pisar.
Y fue ahí cuando vio a su hermana, llena de cables alrededor, con el rostro lleno de hematomas, un ojo hinchado y cortes por su rostro, brazos y cuello. Y lo peor de todo es que los ojos de Milly estaban cerrados, sin apenas moverse.
El pitido de una máquina hablaba por ella y eso era lo que más le dolía a la mayor de las hermanas, que se acercó a la pequeña, sentándose a su lado y tomándola de la mano.
—Te quiero.
Fue lo primero que alcanzó a decir Jamie a pesar de que las lágrimas y la voz entrecortada no la dejaban hacer nada más, ni poder ver con claridad como en cualquier otro momento. Ese momento fue crítico para la joven.
Observaba como las enfermeras habían tomando el cabello rubio de Milly y se lo habían recogido hacia un lado para evitar que el cabello molestase, por lo que se podía ver mejor el rostro de la muchacha.
Aquello la enfadó más, saber que una persona le había hecho eso a la persona que más quería en ese mundo.
Trató de aguantar, de controlarse para no recorrer todo el hospital en busca del cobarde de Lewis.
Y confesó;
—Y no te lo digo lo suficiente. Pero te quiero —suspiró, sin dejar de mirar a Milly acostada en aquella cama. —Tienes una vida por delante, tienes que ser la persona que realmente eres feliz siendo, tienes que irte a la universidad de tus sueños, perseguirlos y cumplirlos... Solo quiero que estés ahí conmigo, siempre, ya sea al otro lado del cuarto, o en la otra punta del país... —murmuró, sorbiendo por la nariz. —Sé que siempre escucharé tu voz y que siempre me apoyarás allá a donde vayas.
Jamie se acercó a ella y la besó con dulzura la mejilla dañada de la joven. Milly ni se inmutó, estaba inconsciente y, nuevamente, solo era capaz de escuchar los pitidos de la máquina monitorizando los movimientos del corazón de la joven rubia.
Jamie negó con la cabeza, no pudiendo creerse que estaba allí nuevamente, tan joven y en apenas 2 años. No podía creérselo.
—Me siento culpable desde siempre por no ser yo la que estuviese en esa cama, cuando el accidente —murmuró sin alejar su rostro del de su hermana. —Y sé que las cosas pasaron por algo, pero es cierto. Siempre era yo la que se sentaba delante y ese día dejé que fueses tu la que estuvieses en ese asiento.
Dejó de hablar, mirando hacia los ojos de su hermana, quizás, esperando alguna respuesta, algún pequeño movimiento esporádico que hiciera Milly. Más que fuese mover sus párpados por unos segundos o uno de sus dedos, para demostrarle a Jamie que estaba ahí. Que seguía luchando por su vida.
Pero no hubo ninguna respuesta.
—Solo quédate, lucha por la vida. Porque ella te dará cosas increíbles y siempre me tendrás a mí para lo que sea.
Su agorafobia había desaparecido más rápido de lo normal, por ese golpe que le había dado la vida.
En su momento, la vida le arrebató lo que más quería y la dejó encerrada en un cuarto. Y ahora, que estaba pasando nuevamente, la vida la había hecho salir de allí.
—Tienes un gran talento para el teatro, para escribir obras, para expresarte mediante hojas de papel. Por favor... Vuelve —suplicó—. Sé que el año que viene te irás a esa universidad, porque te aceptarán aunque tu estés diciendo que no será así. Si no te aceptan es que no saben el talento que están perdiendo.
Jamie solo podía verla de aquella manera, golpeada, dañada y sin reaccionar ante nada de lo que ella le decía.
Eso fue muy duro para Jamie, quien solo quería el bienestar de su hermana pequeña, aunque estuviese a kilómetros de distancia de ella para cumplir sus sueños.
—En cuanto te recuperes haremos todo lo que quieras. Y estaré ahí para lo que sea —le prometió.
La volvió a besar, esta vez en la frente, cuando la puerta se abrió y entró el médico para decirle;
—Es la hora.
Jamie no quería irse esa noche de su lado. Quería quedarse con su hermana y acompañarla en el momento que más la necesitaba. Pero debía hacer caso de lo que decían los médicos. Debía marcharse para que su hermana pudiese estar bien. Aunque no le agradara esa regla, debía hacerlo.
Volvió a darle otro beso en la frente, nuevamente, y se marchó tras largos minutos sin escuchar al doctor.
Colson y Maverick se encontraban esperándola. Maverick había sido el que conducía y Colson lo había acompañado, por lo que no la iban a dejar sola a Jamie. En cambio, Maverick estaba desesperado por ir a verla, necesitaba hacerlo y a la vez tenía miedo de lo que podría encontrarse.
Por eso, cuando vio el rostro de Jamie al salir del pasillo, apretó su mandíbula con fuerza, desesperado de lo que ella pudiera decirle de Milly.
Colson no dijo nada, solo le dejó espacio a su novia, esperando alguna respuesta y estando a su lado.
La joven pelirroja tomó la mano de Colson y luego se acercó a Maverick, sonriéndole, como para tratar de calmarlo un poco ya que sabía que él no la podría ver hasta el día siguiente.
—¿Como está? —preguntó Colson.
Jamie miró a su novio y dijo;
—Está llena de golpes, pero sé que va a salir de esta. Lo va a conseguir.
Sonrió dulcemente a su novio, quien le devolvió la sonrisa y luego la joven se acercó más a Maverick, quien se le veía completamente desbordado. Y le dijo;
—Gracias por cuidarla.
El joven rubio negó con la cabeza.
—Si no fuese por mi culpa no estaría aquí.
Jamie dijo que no con la cabeza y volvió a hablar;
—Culparte no va a hacerte sentir distinto, Maverick. Estuviste con ella cuando más lo necesitaba, le abriste los ojos, la protegiste... Tu no tienes la culpa de nada, al igual que yo tampoco tengo la culpa de nada.
Hubo un largo silencio entre ellos. Estaban completamente destrozados, cansados por las horas que llevaban ahí y por el miedo de perder a esa persona especial. Sobre todo, porque la imagen de Milly tirada en el suelo, desangrándose y con el rostro lleno de golpes, no se les iba a quitar jamás de la cabeza.
—Las cosas están de pasar. Malas o buenas. Y ella te necesita ahora más que nunca —susurró Jamie.
Y eso hizo que Maverick asintiese, sintiéndose un poco mejor, pero no demasiado.
El camino a casa en aquel coche fue bastante silencioso.
Jamie no quería decir nada, solo podía mirar la ventana con la mente en otro lado.
Colson estaba preocupado por su novia, a la vez que temía por la vida de Milly.
Y Maverick...
Maverick estaba en otro mundo. Apenas podía manejar el coche porque los efectos secundarios de todo lo que había pasado ese día empezó a caer en su cuerpo, por lo que Colson conducía su coche.
Los 3 se quedaron en el piso de Jamie.
Colson se quedó aquella noche con Jamie, en el cuarto de ella. Y el cariño que le dio fue inédito. Si bien Jamie no podía dejar de llorar en el hombro de su chico, él trató de dejar que expresara sus sentimientos como nunca antes, abrazándola, dándola cariño y estando así, sin dormir en toda la noche.
Por el otro lado, Maverick se quedó a dormir en el cuarto de Milly, con el permiso de Jamie.
Todo olía a ella, sobre todo la almohada de la joven. Él no durmió, solo estaba pendiente a que sonase el teléfono por si ocurría cualquier cosa. Tenía miedo y no podía dejar de pensar en otro tema que no fuese en Milly.
La amaba, más de lo que jamás se hubiese creído y saber que esa persona estaba en el hospital era doloroso, pero no podía hacer nada más por ella. Y eso era lo que más le dolía.
🎭
El nerviosismo que tenía Maverick minutos antes de ver a Milly fue bastante obvio. Cualquier enfermera que pasara alrededor de él podía verlo en su rostro.
Julianne había entrado para verla y él esperaba impaciente para poder ver a aquella joven de la que estaba enamorado.
Tenía miedo a lo que podía pasar, a lo que podría encontrarse o a derrumbarse frente a ella. No quería hacerlo, quería ser fuerte y mostrarse así, pero no era fácil. Maverick era conocido por ser frio, serio, distante, con varios muros construidos frente a él para que nadie lo conociera. Pero Milly había derrumbado esos muros poco a poco, hasta llegar en el interior de él.
Había entrado tan dentro de Maverick, que ya le costaba saber que parte de su cuerpo era suya y cual no.
Cuando Julianne salió y sonrió a Maverick, este no sabía como descifrarlo, si era buena señal para saber el estado de Milly o era de tristeza.
—Eres lo mejor que le ha podido pasar a Milly, Maverick. La has ayudado mucho más de lo que te imaginas —susurró la joven Julianne, antes de que le diese el espacio libre para pasar al cuarto en el que la joven estaba metida.
Maverick entró, cerrando la puerta tras de sí y empezó a caminar con nerviosismo, hasta que pudo verla.
Lo dañada que estaba, lo pálida que se encontraba su piel, todo lo contrario al día anterior con su mirada tan perfecta y dulce y llena de vida. Parecía que había visitado la propia muerte en ella. Aquello derrumbó a Maverick, quien no pudo aguantar las lágrimas nada más verla y se acercó al cuerpo de aquella joven.
Sentado a su lado, se quedó un largo rato en silencio, sin lograr decir nada. Solo mirando a esa joven de la que estaba enamorado. Lo mal que se encontraba y lo que deseaba que ella volviese a abrir los ojos para poder ver los hermosos ojos marrones de los que se había enamorado.
Pero no fue así.
Maverick sacó unos auriculares de color negro, colocándoselos en los oídos de la joven y le puso música. Una canción dulce empezó a sonar en los oídos de Milly, romántica y que describía a la perfección lo que él sentía por ella.
Tomó su mano con la de él y la acarició con amor.
Y lo único que logró decirle, fue suficiente para demostrarle a ella lo que ese joven sentía.
—Por ti me tragaría todas las obras de teatro que te gustan y no me quedaría jamás dormido, porque miraría tu rostro de felicidad, tristeza, sorpresa y enfado al ver esas obras. Y sería el hombre más feliz del mundo —concluyó, con lágrimas en los ojos.
Sus ojos, llenos de ojeras por no dormir la noche anterior y cerró los ojos, quedándose un largo rato al lado de esa muchacha, dándole compañía en el momento que más lo necesitaba.
🎭
Una joven rubia despertó completamente desorientada, con un olor fuerte a productos de limpieza.
Apenas empezar a abrir los ojos, notó un fuerte dolor en todo su cuerpo, empezando por sus párpados que parecía que uno de ellos le costaba abrirse. Y así fue. Apenas pudo abrir ese ojo, y tal fue así que salió una delicada mueca en su rostro de dolor.
Al girar la cabeza, sin saber donde diablos se encontraba, vio a un Maverick despistado, mirando hacia la ventana con cansancio. Parecía que era de tarde, porque las luces de fuera iluminaban parte de la habitación.
La joven, sin saber donde se encontraba, solo podía escuchar aquella música que la llevaba acompañando horas. En sus sueños escuchaba algo, algunas melodías que no sabía descifrar cuales eran, y ahora lo escuchaba con más nitidez.
Algo mareada, con fuertes dolores en el cuerpo y cabeza, al levantar la mano se notó su ojo hinchado y trató de no tocárselo porque le dolía bastante. Fue ahí cuando se quejó y Maverick giró su cabeza, corriendo hacia ella a la vez que sus ojos brillaban al verla.
Milly juró que Maverick llevaba semanas sin dormir, pero lo cierto es que ella llevaba ahí un día entero. Y fue ahí cuando vio como los ojos de Maverick brillaban al verla.
—Milly...
Su mirada, ahora de alivio, lo trasmitía todo.
Milly estaba completamente cansada, adolorida y no podía hablar, simplemente, estaba ahí sin saber que decir, despistada por donde se podía llegar a encontrar. Y Maverick, comprendiéndola, dijo;
—Estás en el hospital. Estás a salvo —susurró con una voz hogareña, dulce y que invitaba a desear abrazarlo para siempre.
Aquellas palabras la reconfortaron y comenzó a hablar tras un largo rato en silencio, tratando de acostumbrarse a esas vistas y a la sensación de pesadez de su cuerpo.
—¿Donde está? —murmuró con la voz pesada, algo ronca.
No hacía falta preguntar a quien se refería, porque Maverick sabía que preguntaba por Lewis.
—Encerrado, donde debía estar desde hacía tiempo.
Milly no se sintió demasiado bien, porque su miedo por saber donde podría estar calaba en sus huesos.
—Pero no por mucho tiempo...
Maverick negó mientras estaba a su lado.
—Mi madre te va a defender y hará lo posible por meter entre rejas a ese desgraciado.
Milly lo miró y trató de sonreír, pero no le salía, solo pensaba en las manos de Lewis pegándola, en como dolía cada golpe, en como solo pensaba en las cosas que había vivido en su vida en tan pocos segundos. Creyó no volver a contarlo, no volver a ver a su hermana y decirle cuanto la quería, o no volver a ver a Maverick y decirle lo que sentía... O hablar una vez más con su mejor amiga.
Eso era lo único que pensaba en ese momento, creyendo que no lo contaría.
—Necesitas recuperarte, dejar que el tiempo vaya pasando —murmuró, dándole tiempo a ella, tomando su mano con cuidado y susurrándole—. Todo mejorará, Milly.
Ella lo observó, nerviosa y negó con la cabeza.
—He sido estúpida...
Maverick negó rápidamente,
—No lo has sido. Ya pasó. No debió ocurrir, yo debí estar a tu lado protegiéndote... Y te dejé sola...
Milly lo observó arrugando su frente como podía sin que le doliese y le preguntó;
—¿Te estás echando la culpa?
El silencio de él le decía todo.
—Si. De haberte acompañado...
—Mav, no es así. —Le cortó—. Él estaba esperando cualquier fallo.
Maverick se relamió los labios, sin poder dejar de pensar en ello y, cuando levantó su mano para tocar el rostro de ella, Milly se alejó por miedo, como un espasmo de su cuerpo tras lo que había vivido con Lewis. Su cuerpo había reaccionado ante un estímulo que ella no había pedido.
Era Maverick, ella lo sabía... Pero todavía era muy temprano para la joven.
Y él lo comprendió por completo.
—Lo siento. Mi cuerpo está ... —susurró atemorizada, sin poder acabar la frase, no queriendo hacerle eso a él.
—No me pidas perdón... Pero necesitas tiempo —murmuró, sabiendo lo que quería decirle, lo que llevaba pensando desde hacía horas. —Significa que también necesitas un tiempo para conocerte, para quererte, para pensar en ti solamente.
Milly, sin comprenderlo, le preguntó;
—¿A que te refieres?
Maverick carraspeó, suspirando luego y mirándola a los ojos, preparado para lo que le pediría.
Necesitaba tiempo, y después de esa mala experiencia, ella necesitaba volver a confiar en los hombres o eso pensaba Maverick. Le daría todo el espacio que necesitara, pero quería que se curase y cada vez que la miraba, odiaba lo que ese hombre le había hecho a esa muchacha.
Había tenido tanto miedo de perderla, que ya apenas sabía que hacer. Sabía que Milly necesitaba tomarse su tiempo, saber que quería hacer, con quien quería estar o si quería seguir estando sola, sin pareja.
Él quería darle ese tiempo.
—Llevas mucho tiempo en pareja y no soltera...
—No me estés diciendo eso, Maverick. Tu no tienes la culpa —contestó alterada y él trató de tranquilizarla, calmándola con dulzura.
—No es eso, Milly. Escúchame... Quiero que crezcas profesionalmente, quiero que te ames... Date un tiempo sola. —Tragó costosamente saliva, controlándose para no llorar en ese momento y continuó—. Yo no me alejaré de ti, pero lo nuestro no es posible ahora mismo.
Milly lo miró confusa, y negó varias veces.
—Maverick, no me hagas esto.
Él la acarició y, cuando se levantó, besó con cuidado la frente de ella con amor, mucho amor.
—Algún día me lo agradecerás.
Ella no le dijo nada más y él se despidió de ella para marcharse.
—Voy a llamar a tu hermana y a Julianne. Están fuera queriendo verte.
Milly se quedó callada, sin ser capaz de mirarlo a los ojos y el la comprendió.
Se alejó sin mirarla y las llamó a ambas una vez fuera, dándoles la buena noticia de que había despertado.
Mientras, Milly negó con la cabeza, odiando que no pudiese levantarse para hablar más tiempo con Maverick, hasta que vino su hermana y su mejor amiga.
Ambas la abrazaron con fuerza, hasta que tuvieron que Miño rizar el agarre para no hacerla daño.
Ella se percató que Maverick se le había olvidado sus auriculares y su música, cuando Jamie susurró;
—Te quiero, Milly.
Milly sonrió, feliz de volver a ver a su hermana.
—Y yo a ti, Jamie... —susurró ella llorando, entre lo que ocurrió y lo que acababa de pasar con Maverick.
—Ya pasó. Ese cabrón no volverá a tocarte en la vida —contestó Jamie.
Julianne la abrazó, besándola después en la mejilla y estuvieron así por un largo tiempo.
Pero Milly no era capaz de pensar en otra cosa que no fuese Maverick.
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