C U A R E N T A | E T E R N O 🎭
«Llevaba enamorado de ella desde hacía más tiempo del que pensaba»
Maverick.
Una joven pareja caminaba por la calle en aquel hermoso atardecer.
El cielo con aquel precioso color naranja, iluminaba las ventanas de los edificios de la ciudad. Y ambos, juntos, disfrutaron de la hermosa tarde que habían vivido.
Si bien Maverick no era de los que mostraban su afecto en público, aquel día si que lo hizo. Nadie supo que le había pasado a ese joven para dejar de lado esa frialdad o derribar aquel muro que había creado con el paso de los años. Así que, tomando desprevenida a Milly, quien estaba en su mundo, tomó la mano de esa joven para enlazarla con la suya.
Sus dedos largos la rodearon con dulzura, sintiendo aquella calidez de él en aquella tarde llena de frío y del que ninguno de los 2 quería separarse.
Milly, feliz, lo observó mientras caminaban hacia aquel lugar abarrotado de gente, dirigiéndose hacia aquel coche de él juntos y de la mano. Sin duda, a pesar de que no podrían demostrar lo que sentían el uno por el otro al mundo exterior, las pequeñas cosas que hacían era un mundo para ambos.
La joven apretó con suavidad la mano de su chico, haciendo que Maverick sonriera por ello.
—Me ha gustado mucho la tarde contigo. Lo he pasado increíble —murmuró Maverick, subiendo al coche junto con ella.
Después de que le abriese la puerta, dejando que ella entrase al lado de copiloto.
Habían pasado una tarde juntos en la casa de él. Esa noche iba a ser el baile de invierno, en el que supuestamente Lewis y ella tenían planeado tener su primera noche juntos como pareja, pero las cosas habían cambiado por completo en pocas semanas.
Maverick jamás creyó pasar esa tarde al lado de la joven de la que llevaba enamorado desde hacía tiempo. Estando juntos, solos en el piso de él viendo una película mientras su madre trabajaba en un caso esa tarde. Sin duda, fue de lo más perfecto junto con Luffy acostado en medio de ambos.
—Gracias —dijo Milly una vez Maverick se sentó a su lado, encendiendo la radio para dejar de fondo una canción lenta.
El joven lo miró, arrugando su frente sin comprender porque le estaba agradeciendo.
—¿Por qué?
Milly esperó unos segundos y, cuando él puso en marcha el coche, dijo;
—Tu me abriste los ojos cuando más ciega estuve.
Maverick sonrió, dejando de lado todo lo demás y tomando la mano de ella, dejando que sus largos dedos acariciaran la suave piel de ella, para luego bajar su rostro y dejar un dulce beso en el dorso de la joven rubia.
Cuando los labios gruesos de él dejaron un beso en su dorso, levantó su cabeza para observarla con aquellos ojos azules más brillantes que nunca había visto Milly.
—No fui yo quien te abrió los ojos, fuiste tu sola, Milly... Quizás porque sentiste que esa relación no era romántica, sino tóxica. Pero fuiste tu y luego estamos los demás quien te apoyamos —susurró con la voz ronca.
Milly no dejó de sonreír para luego responder bromeando;
—Y pensar que al principio me caías mal.
Maverick rio ante su respuesta, poniéndose en marcha hacia la carretera.
—Esa era mi intensión.
Juntos se miraron de vez en cuando durante el corto viaje.
Estaban felices y, aunque su piso no estaba lejos del suyo, no quería correr riesgos en la calle aquella noche.
Sabían que Lewis habría llegado ya a la ciudad y que seguramente estaría dando vueltas por el tema del baile. Maverick no quería que Milly le ocurriera nada, menos que sufriera. Haría lo posible por verla feliz, por verle una sonrisa en su rostro.
Pero, de vez en cuando, observaba algo oscuro en la mirada de Milly. Se imaginaba que debía ser por el miedo que le tenía a Lewis y la entendía, porque esa era la misma mirada que tenía su madre antes de que llegase el padre de él tras el trabajo.
Por lo que trató de despistarla cambiando de tema y así ella no pensara en ello.
—¿Como está tu hermana?
Ella dejó de mirar hacia la ventana y sonrió al a Jamie.
—Mejor, mucho mejor. Hace un mes no dirías que es la Jamie que conoces.
Maverick rio y miró enamorado a esa joven rubia que tenía a su lado.
Quiso decirle algunas cosas a ella, tenía algo en el pecho que necesitaba confesarle. Estaba enamorado de ella y, aunque no se habían dicho nada más, necesitaba confesarle lo que sentía. Pero no se atrevía. No iba con él ser tan sensible, mostrar sus sentimientos a nadie... Pero Milly era distinta, era la primera.
Quizás con el tiempo y si ella se lo permitía, si ella quería seguir con él a pesar de ser personas distintas, quizás cuando el tema de Lewis no fuese peligroso, cuando Milly estuviese más centrada en su futuro, quizás y solo quizás... Se lo diría.
La amaba.
Cuando Maverick aparcó cerca del edificio donde vivía Milly con su hermana, ambos bajaron y caminaron juntos de la mano, nuevamente, hacia la puerta de ella.
Si bien no le lo diría todavía lo que sentía, si podía demostrarle con gestos lo que sentía por ella.
—Jamás pensé que Milly Russell quisiera salir conmigo —contestó con esa voz tan Maverick, apoyándose en la pared cerca de la puerta.
El ruido de la calle, los coches pasando y las personas hablando algo eufóricas por ser viernes, hacía que eso fuese solo un ruido de fondo, ya que ambos estaban metidos en una burbuja.
Milly sacó la llave y empezó a abrir la puerta sin mirar a Maverick.
—¿Por que dices eso?
Maverick la observó mostrando todos sus dientes.
—Antes lo hubiese dicho, pero en un mes ha pasado tantas cosas... —susurró.
La sonrisa de la muchacha hizo enamorarse más a Maverick, quien este último vio por sorpresa como la joven se acercaba a él para besarlo con dulzura y ambos desearon que fuese eterno.
—Llámame cuando llegues a tu casa —dijo Milly.
Él, sin poder dejar de sonreír, asintió.
—Si, mi doncella.
La carcajada de Milly hizo que el joven no dejase de mirarla hasta que esta se despidió de él y se metió en su piso para seguir con su camino.
Milly, llegando a su piso con felicidad, abrió su puerta tras subir por las escaleras y, una vez dentro de su casa, dijo;
—Jamie, tengo que decirte algo.
Al cerrar la puerta, vio a Lewis pegado en la pared, acercándose a ella con rapidez para que no abriese la puerta.
Milly enmudeció al verlo y sus piernas se quedaron clavadas en el suelo sin poder reaccionar.
—Hola, cariño.
—¿Como has entrado? —Fue lo único que pudo lograr decir Milly al verlo frente a ella tras un mes lejos.
Lewis movió sus hombros sin dejar de mirarla, pero no le respondió.
—¿Donde está mi hermana? —cuestionó, preocupada por Jamie.
—Salió con su novio el tatuado.
Un Lewis bastante chulesco y que parecía estar algo bebido, dio a entender a Milly que era una batalla perdida. Más si estaba sola en ese piso sin saber si su hermana había salido con su novio fuera del edificio.
Se asustó, temió por su vida al tener a ese hombre que ya le había levantado la mano en otras ocaciones y no supo que hacer. Él tenía más fuerza que ella, era mucho más rápido que ella, mucho más alto y más corpulento... Si salía de esa sería un milagro. Pero necesitaba salir de ahí, meterse en su cuarto y poder escapar al menos por la escalera de incendio. Quizás llamar a alguien para que supiera que estaba en peligro. Maverick debía de andar cerca, deseó que siguiera cerca.
—Por favor, te pido que te vayas —susurró con la voz temblorosa.
Sus piernas temblaban y parecía gelatina. Apenas podía moverse. Necesitaba entrar en el cuarto de su hermana, donde tenía mejor acceso hacia la escalera de incendios.
Pero estaba sola. Estaba sola en ese momento y nadie podría ayudarla.
—No. Te acabo de ver desde la escalera de incendios con el gilipollas de Maverick. Me envenenó verte besándolo —susurró con una voz bruta, llena de odio y asco. —Y no sabes la de ganas que tengo de mostrarte que eres mía y de nadie más.
Se notaba el odio y las ganas que le tenía a Milly. Sabía la promesa que se habían hecho, los planes que tenían en la noche del baile y lo iba a cumplir si o si, aunque ya se imaginaba que el marginado de Maverick ya se lo habría llevado lo que era suyo. Lewis estaba ardiendo del enfado e iba a cumplir cualquier cosa que tenía en mente.
Mordía con fuerza su lengua y parecía que tenía rabia en el interior, se veía de lejos.
Milly empezó a caminar varios pasos atrás y no sabía que hacer.
—Vale... Vamos a hablar, ¿si? —susurró la joven.
Trataba de acaramelárselo, solo para que no le hiciera daño.
Pero lo mal que se veía Lewis, como sus manos se apretaban haciendo que sus nudillos se pusieran blancos, hizo ver que eso no le serviría a la joven.
—¿Hablar? Le has metido la lengua a ese pringado y ¿quieres hablar?
No dijo nada la joven.
—Te quiero, Milly... ¿Como has podido hacerme esto?
—Lewis...
—Respóndeme.
Milly carraspeó, al notar como Lewis la tomaba del antebrazo con demasiada fuerza, haciéndole daño.
—Lewis, por favor...
—¡Que me respondas!
La sacudió, pero Milly agarró el jarrón favorito de su hermana y se lo tiró en la cabeza, o al menos fue lo que intentó, pero su mala puntería hizo que le diese en el hombro y ella tuvo la oportunidad de salir corriendo. Llegando al cuarto de su hermana, mientras agarraba con temblor el móvil y llamaba por teléfono a Maverick, ya que no sabía su su hermana estaba fuera del edificio y tenía la certeza de que Maverick seguiría por la zona.
Rezó como nunca lo había hecho para que él le contestase rápido a la llamada.
A los 2 tonos contestó.
—¿Se te ha olvidado algo? —preguntó con un buen tono de humor.
Pero Milly estaba con la respiración entrecortada, cerrando la puerta con pestillo del cuarto de su hermana y tratando de meterse en la ventana, pero no pudo porque la ventana se atascó a los 5 centímetros.
—Mav... Por favor... —suplicó con lágrimas mientras trataba de abrir aquella maldita ventana que siempre se atascaba.
No pudo decir nada más, pero Maverick no le hizo falta que dijese ni una sola palabra. Ya sabía que algo malo estaba ocurriendo.
—¿Milly? ¿Que ocurre? —preguntó, escuchándose como frenaba clavaba los frenos del coche con rapidez.
—Lewis está... Está aquí...
Fue suficiente para Maverick, que ya no escuchó nada más, ni los insultos de los conductores por esa imprudencia, ni lo que había ocurrido aquella tarde. Nada. Solo tenía en mente la voz y el peligro que corría aquella muchacha.
—Ya mismo subo.
La puerta empezó a aporrearse y ella no supo que hacer, la escalera de incendios estaba a un metro, pero la maldita ventana no se abría. Estaba tan cerca de la libertad, pero a la vez muy lejos de ella.
Su desesperación se hizo evidente al ver que Lewis parecía estar drogado y su fuerza era mucho más bruta que cuando estaba normal.
La puerta parecía que estaba a punto de abrirse y el pestillo, que era pequeño y de los baratos, no aguantaría mucho más.
—¿Donde estás? Ya estoy llegando con el coche.
—En... en el cuarto de mi hermana.
—Sube a la azotea por la escalera de incendios.
—No puedo abrir la ventana. Se ha atascado... —susurró llorando mientras que Maverick maldecía en voz alta. —Maverick...
La puerta se abrió de golpe y de nada sirvió su rapidez para poder abrir la ventana que, al final, logró abrir y empezó a meter un pie fuera.
—Me las vas a pagar, zorra.
En menos de 2 segundos, Lewis ya estaba tras ella, agarrándole el móvil y tirándolo por algún lado del cuarto, escuchándose a Maverick desesperado al otro lado del teléfono.
Lewis la agarró del cabello rubio, tirándola hacia atrás, evitando que escapara y vaya si lo consiguió.
Acercó el rostro atemorizado de Milly y preguntó con odio;
—¿Lo has llamado?
Ella trató de huir y su silencio le demostraba todo, pero todo fue peor. La tiró a la cama, haciéndola daño por esa brutalidad.
—¡¿Lo has llamado?!
La agarró de la chaqueta que en su día es olvidó en el teatro y Maverick se la entregó aquella noche que tendría aquella primera vez con ese joven. Pero Lewis jamás debería saberlo, ni lo sabría.
La sujetó y luego la empujó con fuerza, haciendo que el cuerpo de la joven se tropezara contra la mesita de noche, dándose la cabeza en la lámpara de su hermana y cayendo en redondo hacia el suelo.
Lewis se puso sobre ella, inmovilizándola y empezó a pegarla con fuerza en el rostro.
Una.
Y otra.
Y otra vez.
Sin parar ni un solo momento.
La sangre de ella salpicaba el rostro, los brazos y la camiseta de Lewis, que parecía estar ciego y solo deseaba venganza, más venganza.
Milly ya no podía defenderse. Y ano podía hacer nada.
—No lo vas a volver a ver en tu puta vida —dijo Lewis, que ya Milly solo escuchaba como una voz lejana.
Pero él no paró a pesar de que ella ya estaba tirada en el suelo, sin apenas moverse.
Hasta que él la agarró por el cuello, estrangulándola y dejándola sin aire.
Pero alguien lo sujetó por el cabello, jalando a Lewis lejos de Milly y sonando un fuerte estruendo como el cuerpo de alguien cayendo sobre un mueble.
Milly apenas pudo ver, estaba completamente herida, pero escuchó la voz de su hermana.
—¡Milly!
Jamie se sentó a su lado, llamando a una ambulancia rápidamente y llorando frente a su hermana, mientras que Colson estaba al otro lado, pegando a Lewis y sentándose encima de él para detenerlo.
Milly apenas era capaz de decir nada.
Y Jamie colgó al terminar la llamada y acarició el rostro ensangrentado de su hermana con dulzura, temerosa de lo que podría pasar.
—Por favor, no te vayas... Aguanta Milly, la ayuda ya está llegando...
Jamie se giró para mirar a Lewis cabreado y lleno de sangre en el rostro, suya y de su hermana y le dijo a Colson;
—Sujétalo bien, porque no me voy a quedar sin ganas teniendo a ese cobarde cerca.
Jamie no dejaba de llorar desconsoladamente, cuando se escuchó la voz de Maverick que gritaba el nombre de Milly.
Pero Milly ya apenas era capaz de mantenerse despierta, sin poder escuchar nada más que el silencio y todo dejó de doler.
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