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C I N C O | H E R M A N A 🎭

«No quería verla así, recluida. Quería verla crecer y como lograba salir de las garras del peor dictador de la historia; nuestra propia mente»

Milly.

La manera en la que aquella joven pelirroja trazaba aquellos círculos, aquellas líneas para poder empezar su boceto y recrearlo en una obra de arte, era digno de admirar.

Jamie le fascinaba pintar cuadros en sus ratos libres, cuando dejaba de lado el dibujo digital para dedicarse de lleno en dibujar de la manera más tradicional que existía.

Frente a la ventana de su cuarto, con su caballete mirando hacia los altos edificios de la ciudad y el color tan hermoso del cielo, la hermana de Milly dibujaba con tranquilidad, olvidándose por completo de todos sus miedos, temores y problemas. El dibujo era lo único que la conseguía disuadirse de todo, donde se metía en un mundo diferente para salir de aquella cárcel en la que su mente la tenía metida para poder hacer lo que más amaba.

Pero, cuando dejó de mirar hacia su cuadro para observar la ventana y aquellas hermosas vistas, atrayéndole el movimiento de un avión de fondo volando hacia algún destino, Jamie suspiró recelosa.

Deseó con todas sus ganas volver a salir sin el impedimento de su mente, volver a subirse a un avión y volar hacia algún destino nuevo. Pero lo que más deseaba era volver a ver el mar con sus propios ojos y no mediante fotos o vídeos. Quería sentir el aire, sentir el agua salada en su piel y la arena pegándose en sus pies mientras caminaba por aquel hermoso lugar.

Pero de tan solo pensarlo, su miedo a salir se incrementaba, consiguiendo que su disnea por ansiedad volviese y tuviese que parar para poder reducir aquellos síntomas de la ansiedad.

Con un gran vacío por dentro y desanimada como llevaba aquellos 2 años, se alejó del cuadro y caminó por su cuarto, aquel donde se pegaba día y noche, todas las horas del día durante 2 años enteros. Hasta que la puerta de entrada se abrió y su hermana volvió.

—¡Jamie! ¡Ya he vuelto! —gritó Milly caminando hacia la cocina para dejar la compra.

Jamie salió de su escondite donde no entraba nadie, ni siquiera su hermana y miró a Milly con agradecimiento, por hacer todo lo que ella no podía hacer.

—¿Fuiste a la farmacia?

Milly mostró las medicinas que ella necesitaba y asintió.

—Si.

Jamie se acercó a su hermana para mirar la compra que había traído y preguntó;

—¿Y compraste el libro que te dije de diseño?

Milly sacó el libro y se lo dio en mano.

—También.

Jamie, callada y con su nuevo libro en mano, caminó hacia la ventana para observar la calle con la mirada perdida. Cerrando los ojos, dejó de mirar a aquella ventana para mirar a su hermana Milly, la cual la observaba desde hacía un buen rato.

—¿A que hora tienes cita con Ainhoa? —cuestionó Milly.

Ainhoa era la psicóloga de ambas. Desde la muerte de su madre, ambas necesitaron terapia, con la diferencia de que una de ellas pudo seguir adelante y otra se quedó en el pasado, mirando el futuro con miedo.

Milly tenía cita con ella una vez cada cierto tiempo, mientras que Jamie necesitaba esa cita con su psicóloga una vez cada 2 semanas.

—Dentro de 2 horas.

Jamie, al ver que su hermana la miraba de aquella forma que odiaba, con pena, negó con la cabeza.

Milly la quería mucho y la comprendía, pero Jamie se sentía completamente incomprendida.

—Si, sé lo que me vas a decir... No avanzo, pero no es necesario recordarlo siempre —contestó algo que Milly jamás le había dicho, pero a veces Jamie no podía evitar decirle esas cosas por como se sentía y por ver que no se sentía comprendida.

—Yo no te he dicho eso nunca —susurró con dulzura Milly mientras la abrazaba—. Tu misma te pones límites y Ainhoa te dice claramente que no hay que ponerse límites de tiempo.

Jamie, sin alejarse de su hermana, negó con la cabeza para confesarle;

—Cada día el miedo se apodera más de mí. Ya ni puedo ir a recoger las cartas del buzón...

Milly la abrazó con mucha más fuerza que antes.

—Lo vas a conseguir —murmuró ella y luego la miró.

—No es tan fácil. Mi mente siempre me dice lo contrario.

—Oblígale a hacer lo contrario.

Jamie negó con la cabeza, sabiendo que, si cambiaba su diálogo interno, podría ir cambiando para bien poco a poco. Pero no era fácil salir de aquel bucle en el que estaba metida.

—Lo escribo, una y otra vez... Pero no funciona.

—Porque tu misma te dices eso. Ainhoa nos dijo siempre que, cambiando nuestro diálogo interno, las cosas las vemos diferentes.

—Quizás soy yo quien no puede cambiarlo —murmuró, sabiendo que era cierto lo que decía la terapeuta.

—Lo harás —contestó Milly, siendo muy positiva para ella.

Entonces la joven rubia miró la hora y gritó;

—¡Joder! Llego tarde al dentista, ¿tu te encargas de la cena hoy? —preguntó.

Jamie asintió sonriente.

—Claro.

La siguió a la puerta de entrada del piso, pero cuando abrió la puerta, se quedó detrás de aquella línea imaginaria que había creado su mente, la cual era la diferencia de su piso al pasillo del edificio.

Milly salió al pasillo mientras que Jamie se quedó quieta, tras aquella línea.

Ambas vieron muchas cajas en la casa de enfrente, pareciéndoles extrañó ya que esa casa llevaba tiempo cerrada, sin que nadie la alquilase.

—¿Alguien ha alquilado esa casa? —preguntó la joven pelirroja—. Pensé que nadie la querría después de que el anciano que vivía ahí falleciera hacía 5 años.

—Pues parece ser que sí —dijo Milly sin darle mucha importancia. Se acercó a su hermana, besándola en la mejilla y dijo. —Dentro de una hora nos vemos, hermanita.

La rubia se marchó mientras que Jamie se quedaba de pie, tras aquella línea, mirando las cajas del nuevo inquilino el cual, en una de las cajas, podía leer el nombre de un tal "Colson".

Arrugando su frente y negando con la cabeza, sin darle la mayor importancia, cerró la puerta para volver a su monotonía.

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