Retraso
Al igual que los años, los semestres también pasan. Un día limpiando la habitación, encontré un sacapuntas. Estaba oxidado, tan oxidado y dejado de sí que hasta parecía bonito. Lo tiré tras pensarlo un rato. Mis notas de pronto ya no tiene formulas como antes, y si busco en las últimas hojas hay corazones flechados.
¿Le hablaré? ¿Y que decir?
Le pregunte y se ha reído de mí. No soy chiquilla para que se burle. Me enoje y colgué. Al día subsiguiente me la encontré y me pareció, no estaba molesta. Estamos frente al colegio, me deje la tarea en casa.
Pasaba el día y yo temblaba. Temblaba tanto, que un poco antes que la última clase acabase. Lo supe, no iba hablarle. Y el maestro no falto, así que termine regañada.
De retorno ella se paró frente a una tienda, me grito que esperase y salió con dos cilindros de cartón. Uno con papas y otro con chocolates. Aunque le suplique, apenas me compartió. Es una desgraciada. Si algún día se suicida, no le diré a nadie.
No me he enamorado, no. Pero perdí el apetito. En el plan de mi vida se marcó un retraso. Y no como más que frituras, por muy común que esto sea.
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