Hoy fui ignorada de la forma, oh ya no sé. Va que vuela el tiempo y me parece que solo me ocupo en que cuando el sol roce el horizonte. Le mande una caricia, mandándolo a entretejer otros amores en pañuelos lejanos.

 ¿Quién le ha quitado el punto a la exclamación? ni alcanzo a recordar que parte era el lado rojo y cual el gris. Oh, me creía mal, pero no lo estoy. No quiero pensar que acaso lo este tanto.  Hay una niñita con sus faldas manchadas que persigue los pétalos que aún no han caído. La flor se hace la remolona pues las manos jóvenes aún no la han tocado. Como copo que salta y muestra sus bracitos amarillos que en algún tiempo se volverán blancos. Ahora que es lejos, ella era como un encanto. Es una leoncita entre las muchas flores del patio. 

El listón verde me ha tornado de nuevo de la luz amaneciente, a las lagrimas. La hoja llorosa, como flor de cebolla se pega a las formas. Camina, más no tiene fuerza. Si no gano al calendario los días se desvanecen. Peces hambrientos acaban con las migajas, abren sus bocas rojas y doradas, más permanece el hambre. 

 Las escaleras dejan que se deslice, como rueda chapada en oro. Un anillo, liso y sin diamante. No quiero saber más. Quiero dejar la mesa. Si aún tú no te has ido...como saber? Que vergüenza. No puedo hacer como he previsto, pues mi madre me detiene a cada paso que doy a la puerta. Es injusto y aún más. Cuando consigo salir, ya te has ido.

Me alcanza desde su sitio rezagada. Nos tomamos las manos, los dedos entrelazados. Y lloramos juntas