Hoy
La humedad en un botón. Cada parte, cada palabra mezclándose en el sonido de cuando se rompe un pastilla. Soy ridícula, soy los suficiente sensata como para comprenderlo.
Que quiere, que quiero. Volviéndome viciosa en ese ciclo la he dejado sola. Lentamente la pregunta camina y aletea convirtiéndome en persona. Una persona pasa de nada, a eso a aquello que da miedo. Del mismo modo en que la onza a litro y más tarde a galón. Es tan normal. Cuando llegue, la cuestión dejara de ser un sabor. Será un medida, estadística, la perfección de un postre. No quiero.
La he llamado, no me ha contestado las primeras tres. Las primeras cuatro llamadas. A la quinta contesto:
-Vanessa, te he estado llamando desde hace un buen rato - le reñí
-Lo siento
-¿No me oías? ¿Lo has puesto en vibrador?
-No me siento bien. - Y colgó.
Pobre Vanessa, he tenido que ir a buscarla...Sé idiomas, me gane un certificado azul en la escuela. Sería mejor si supiese solo dos. El de los otros y el mío. Así no la habría lastimado. Así no tendría que dejarlo a él por ella. Puede que aún no me quiera, y ya sea mejor despedirnos, pero es mejor para ambos. Que mientras yo exista, no quiera a otra más. Más eso no puede ser. Los hilos, las decisiones se disparan. Los padres nos detienen, y ya es el borde. Apuntando, marcan su dirección y se enredan con otros. Lo que es mi deseo es derramar el hilo de mi vida como una taza de té, confundirme entre ellos. Ojalá fuese el fin. Que mi vida sea mía o de alguien más. Mi felicidad. Tomo una cosa y a lo demás, trivialidad. No sé que gano, mi memoria se pierde.
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