Érase una vez un océano maldito
Érase una vez una historia y un mundo en donde las leyendas eran reales, en donde lo que parecía pura fantasía e imposible, cobraba realismo.
Era un pueblo en donde lo sobrenatural podía llevarte, y tu muerte fuera contada como una leyenda.
Brenda se crío fuera de aquel pueblo que parecía sacado de un cuento de hadas, o de alguna película o serie de fantasía. A pesar de que estaba un tanto lejos de aquel pueblo, aún así las historias pasaban de boca en boca hasta incluso llegar a las afuera de aquel pueblo extraordinario.
Siempre lo vio como un enigma, creció con la idea de que era como un enorme mapa de tesoros en donde quizás algún día podría encontrar una perfecta criatura mística, de esas que tanto había oído hablar.
Criaturas que venían del enorme océano hasta una playa deseada, pero nada bueno venían de esas historias. La principal y mayor leyenda que se contaba, era una en donde afirmaban que era la realidad misma y no un simple cuento narrado, ya varias personas habían tenido parientes cercanos que perdieron a causa de estas criaturas.
Se cuenta que en la enorme playa deseada, en donde todo es tan limpio y las aguas tan cristalinas que bien podrías ver todo con pura claridad, debido a la pureza que está tenía. Allí mismos descendían espíritus del océano dispuestos a robar almas, y darles las peores muertes a los seres humanos.
Estos solían venir más durante la noche, o incluso durante las mañanas, estas criaturas venían en forma de seres queridos que una vez existieron, en ellos podías ver reflejada a la persona que perdiste, aquella persona que quizás nunca dejaste ir y esa era la ventaja de aquellos espíritus, que sabían tu historia con lujo de detalles, que sabían hablar y comportarse de la misma manera que esa persona solía hacerlo, que pueden contarte historias y secretos que creíste que habían quedado enterrados con aquella persona.
Estos te invitaban a meterte a lo más profundo del océano y dejarte ir, de esa manera se quedaban con tu alma y todo lo que una vez fuiste. Muchas personas realmente lo creían, porque las apariciones eran tan reales como la palma de una mano, la voz de aquella persona podía ser tan idéntica a la de aquel ser querido, al punto de recordartelo si ya habías olvidado cómo sonaba su acento o el mismo sonido de su risa, de esa manera te atraían como si fueras un pez apunto de morder un anzuelo.
Brenda creía en aquellas historias, las sentía tan reales, como una persona cuando se aferra a alguna religión. Sin embargo los años pasaban y más grande se iba haciendo, ella nunca tenía la posibilidad de visitar aquel pueblo de fantasía.
Hasta que tocó los treinta años, y empezó a sentirse vacía, tenía planes, tenía cosas pendientes que resolver y necesitaba ir hacia aquél sitio.
Quizás en un momento atrás, hubiese viajado de niña para seguir escuchando las historias de más de cerca, para hablar con personas que experimentaron y vivieron aquello que tanto contaban, para visitar aquel mar e imaginar en viva imagen todo lo que se le había contado. Deseaba ir de niña hacia aquél sitio, deseaba ver de lejos alguna criatura mística de magia para quizás luego echarse a correr pero al menos confirmar que había magia y cosas extravagantes en un mundo tan apagado.
Quería creer en todos los cuentos que de niña le habían contado, desde brujas, hadas, elfos, vampiros, sirenas, hombres lobos, etc… Todo aquello que le habían relatado como personajes irreales, quería cerrarle la boca a aquellos que decían que era simplemente historias de niños, ella realmente quería ver la magia hecha realidad, la fantasía rompiendo esquemas y mentiras.
Eso era lo que quería, lo que en un tiempo atrás deseaba con fuerzas, pero hoy mismo, teniendo una visión diferente del mundo y habiendo pasado por sucesos que la rompieron, ya no le importaba nada de lo que este mundo podría representar, no le importaba si la fantasía dejaba de ser fantasía, si se encontraba con criaturas mitológicas, ya había perdido interés por todo el mundo que la rodeaba, sea uno real o falso, ella simplemente estaba dañada y no había nada, ninguna magia poderosa, que la pudiera salvar de ella misma.
Estaba amaneciendo y el sol salía con timidez, casi como si se estuviera ruborizando frente a sus ojos, la luz tenue de este iluminaba el cabello dorado de Brenda, y sus ojos que eran tan oceánicos como el mar que tenía frente a ella, estaban apagados, como cuando una tormenta oscurece las aguas y las torna un tanto grises, sus ojos eran así.
Sus pies estaban mojados, por el agua del mar que mojaba la arena, el viento chocaba en su vestido celeste pastel, haciendo mover su falda con delicadeza. Ella estaba expectante esa mañana, nadie más se atrevía a estar en esos horarios, en donde los espíritus oceánicos se hacían banquetes, sin embargo ella estaba allí de pie, esperando la llegada de alguno.
No quito su vista, quizás ni siquiera estaba pestañeando, ni se movía de allí aunque el viento la empujaba lentamente y ya le resultaba tedioso sentir la arena mojada entre los dedos de sus pies. Pero todo valió la pena, para ver al espíritu, no encontró ninguna criatura mística, no era una sirena o un ser del océano con escamas, las leyendas cobraban sentido ante sus ojos y le confirmaban la fantasía a la cual siempre había creído, no había cualquier ser allí. Estaba Josh, quien una vez fue su amor, pero como las aguas del mar pueden arrastrar un cuerpo sin vida hasta la superficie, de aquella manera Josh se había ido, tan lentamente frente a sus ojos y sin saber cómo traerlo de regreso.
Tal como el viento puede llevarse el polvo, la tierra, las hojas de un árbol, de aquella forma Josh se desvaneció. La muerte lo había visitado tan rápido, que Brenda no pudo resolver los asuntos pendientes que tenía con él, ni le había dicho todo lo que tenía en mente.
Se espera que Brenda empiece a hablarle sobre lo mucho que lo extraña y lo que le dolió su partida, pero Brenda tenía en su corazón sentimientos de amor como de odio. Ella no tenía en claro que iría a salir de su boca, simplemente necesitaba decirle lo que la muerte le había impedido.
—Brenda —el cabello rojizo de Josh era fuego ante el sol que cada vez se asomaba con fuerza, recordaba las tantas veces que había puesto sus manos en aquel cabello y lo había despeinado —Te estaba esperando, este es el lugar en donde siempre quisiste venir conmigo y ahora me estás encontrando. Aún no dejo de pensar en ti —su acento francés era tal cual lo tenía rondando en su mente, el sonido de su voz el cual sintió que se iría a desvanecer de su mente, ahora era tan claro y real. Las mejillas de Josh estaban sonrojadas, él siempre solía sonrojarse ante al oír la voz de Brenda y ella siempre disfrutó verlo tan rojo como su mismo cabello. Él sonreía mientras volvía a desordenar las piezas rotas del corazón de Brenda. —Nunca dejé de amarte.
Tan rápido como esas palabras habían sido soltadas, la risa de Brenda se hizo presente entre ambos. Aunque tenía un nudo en su garganta que amenazaba con asfixiarla, si no lo dejaba salir, aún así lleno el lugar con su risa. Aquel sonido se unía a las olas que iban y volvían con lentitud.
—Oh, mi Josh— esta miro hacía el cielo, como si en las nubes pudiera encontrarlo. Continuó sonriendo, mientras que la confusión se plasmaba en el colorado. —Este espíritu no puede mentir como tú solías hacerlo.
—¿De qué estás hablando? —el espíritu habló con confusión y con algo de enfado, él sabía perfectamente que a Brenda siempre le agradó ver como las cejas rojizas de Josh se arrugaban cuando no entendía algo o se enfadaba. Si quería despertar sentimientos en ella, definitivamente lo estaba logrando. —Yo nunca te mentiría.
Y como si de chistes le estuvieran contando, ella comenzó a reírse aún más, el dolor nunca había sido tan potente en el sonido de su risa, pero eran demasiadas emociones mezcladas, tanto, que no dudaba de la existencia de aquel espíritu, dudaba de su propia existencia.
—Ustedes las criaturas mágicas que toda mi vida desee ver, no son tan inteligentes como las que me hicieron creer. Pueden tener todos los recuerdos de lo que Josh y yo fuimos una vez, pueden saber nuestros mayores secretos, sobre las historias y anécdotas que ambos creamos, pero ninguno es capaz de ver más allá de las emociones, porque si fuera así realmente, sabrían que Josh nunca me amó.
El silencio se hizo tan presente, aquel espíritu no sabía que decir, notó la confusión en su rostro por un segundo pero luego la intentó disimular, intentando volver al papel correspondiente —No me conociste bien entonces, Brenda. Si lo hubieras hecho, sabrías que te amé realmente como a nadie.
—No me conociste bien —Brenda repitió las palabras, casi saboreando todo con la sonrisa aún intacta en ella —Eso si suena como algo que él diría, de hecho, solía decírmelo demasiado. Cuando peleabamos, solía decir que no lo conocía en absoluto, pero el mejor que nadie, sabía que lo conocía más de lo que él podría conocerse, le enojaba saber eso. Que incluso podía saber cuando mentía. El solo quería hacerme enojar, y maldición, que la mayoría de veces sí lo lograba.
Camino en círculos, mientras observaba al espíritu en forma de su ex esposo, el cual estaba en el medio del océano intentando seducirla.
El espíritu iba a hablar, pero esta lo volvió a callar —Ahorrate las palabras, no necesitas intentar arreglar esto. Vine aquí para pretender que realmente habló con Josh, porque necesitaba y necesitó decirle cosas que no pude decirle. Así que me meteré en el papel que tú quieras, pretendiendo que realmente creo que eres él, solamente porque necesito hablar con él una última vez.
El espíritu no dijo nada, simplemente asintió. Era estúpido incluso para él intentar retratar lo que ella decía, porque tenía la razón en todo, lo conocía tan profundamente que lo que él espíritu intentaba imitar no era ni la sombra de lo que Josh era y Brenda lo sabía.
—¿Recuerdas la vez que me llevaste al cumpleaños de tu mejor amigo y me hiciste subir al escenario para el karaoke? —ella preguntó con una sonrisa en el rostro, esperando con sus mejillas rosadas su respuesta, estaba tan ansiosa que parecía un niño que esperaba por un dulce.
—Sí, lo recuerdo. Cantamos Smell like spirit teen de Nirvana. —Luego de decir aquello, tarareo la canción logrando que Brenda se riera y lo mirara con amor.
—Sí, apenas estábamos comenzando nuestra relación. Nunca te dije que odiaba con mi alma los karaokes, especialmente no me gustaba como cantabas, creías que lo hacías bien pero nunca fue así. Sin embargo, por amor había roto mis temores y me subí a cantar contigo y luego alabar tu voz como si realmente cantaras bien. Esa fue la primera vez que hice algo por amor por ti, la primera vez que me di cuenta que haría muchas cosas por amor para hacerte feliz. Y así fue, así empezó mi sacrificio y destrucción.
—Si me hubieras dicho que no te gustaba mi voz, te hubiese creído —su voz sonó algo suave, algo triste incluso.
—Sí, lo hubieras aceptado. Pero luego hubieras dicho algún defecto mío para sentirte bien contigo mismo —el espíritu la miró con sorpresa ante lo que había dicho —Sí, así eras mi pequeño Josh.
—¿Realmente fuí tan malo para ti?. ¿No bastó todo lo que vivimos juntos?. Quizás la que no me amaba eras tú.
Aquellas palabras fueron como un puñal, como si el espíritu supiera ver en qué lugar debía tocar para dañarla bien.
—No, no puedes decir que nunca te amé cuando era la única poniendo amor en aquella relación. Fueron tantas veces en donde ya te sentía muerto, porque eras distante, eras frío, dejaste de amarme como al principio. Mi amor para ti fue como el durar de una buena fragancia, cuando te hartaste de mi, me desechaste fácilmente.
Sus palabras eran duras, el nudo en su garganta la estaba dejando sin aire, tanto que ya sentía sus mejillas arder. Las tantas cosas que Brenda tenía en su interior, y ahora al tenerlas todas en la punta de su lengua, sentía que en algún momento iría a explotar.
—Yo si te amé y aún te amo Brenda. Lo hago, créeme. Lamento haberte dado las ideas equivocadas —Brenda lo miró con amor, tal como solía hacerlo anteriormente.
—Josh —susurro mirando al cielo nuevamente, mientras negaba con su cabeza enfadada. Señaló al espíritu que continuaba mirándola sin decir nada —Él me hace pensar en lo que pudimos haber sido, si tan solo tu amor hubiese sido tan real como él pretende mostrarlo. Si te conocieran bien estas criaturas de fantasía, hubieran sido lo suficientemente inteligentes para saber que tu orgullo te hubiera impedido soltar aquellas palabras, porque en este momento estarías discutiendo conmigo.
—¡Estoy aquí! ¡Deja de mirar para otro sitio como si no estuviese frente a tus ojos!. ¡Dime todo lo que tienes que decirme!. Veo que él valor lo has conseguido ahora que estoy muerto.
Y eso sí sonó como algo que el mismo Josh hubiese dicho, por eso Brenda comenzó a reírse porque realmente el espíritu intentaba impregnarse de manera perfecta en la piel de Josh.
—¡Te estuve gritando todo lo que decía durante toda nuestra relación a través de mis acciones, pero tu ego siempre te impidió ver demasiadas cosas, como el hecho de que era la única sacrificando todo por nosotros!. ¿Por qué lo hiciste Josh? ¿Por qué dejaste de amarme? —las lágrimas de Brenda finalmente estaban cayendo, eran tan calientes que las sentía impregnarse con fuerza en sus mejillas.
>—Solía ser tu chica, me llevaste hacia aquel altar y me prometiste amar hasta la muerte, sin embargo me sepultaste antes de tiempo. Siempre hice todo para complacerte, para ver si podías volver a ser el mismo, pero cada vez que lo intentaba mas tu amor se iba apagando. La mayoría de veces intentaba hacerte creer a ti mismo que sentías algo por mi, pero fallaba, y ver como lo intentabas dolía aún más, porque me convertí en una obligación, no como algo que realmente valoraras —<
>—¡Deje amistades por ti, aleje a mi familia por ti! —Aquella pateo con fuerza hacia la arena, sintiendo como las piedras la dañaban —Como una estúpida estaba aferrada a un fantasma, a algo que solías ser. Sin embargo muchas veces eras demasiado bueno fingiendo que me amabas, tanto que por momento lo llegaba a creer, hasta que volvías hacer algo que me dañabas y me daba cuenta que era yo nuevamente, con mis estúpidas alucinaciones. ¡Qué estúpida fui Josh! Te fuiste, me dejaste y nunca pude gritarte de frente, para decirte que me estabas despedazando poco a poco todo de mí —<
>—Vuelve, vuelve para que nuestro último recuerdo sea uno doloroso, para que toques la eternidad teniendo mi voz en tu interior ¡Vuelve porque quiero decirte todo lo que no me gustaba de ti, sin embargo lo aceptaba por amor! ¡Vuelve Josh!. ¡Me dejaste! —<
Se estaba volviendo loca, y veía el espíritu de Josh llorar al igual que ella, si él la hubiese escuchado de esa manera quizás hubiera llorado también.
—Te fuiste Josh… —su voz sonaba en un hilo, había gritado demasiado por la inmensa playa dando vueltas mientras el espíritu la perseguía —Y nunca fui capaz de decirte, que sin importar cuanto me lastimaras aún así estaría para ti, que no dejaría de amarte. Porque sacando de lado toda la mierda que pudiste haberme hecho, habían cosas buenas que puedo resaltar, las mismas que me hicieron quedarme.
>—Cuando te esforzabas en amarme, y fingías como un perfecto actor, me hacías sentir como la única mujer en todo este planeta. Sentía que estaba viviendo mi cuento de hadas y eras la criatura mística que por tanto tiempo había estado buscando. Amaba quedarme contigo leyendo hasta la noche, que lloraras junto a mí por la muerte de un personaje, sorprendernos juntos por los finales rotundos. Amaba escucharte leer, cuando acariciabas mi cabello y me leías poemas. Siempre fui tu mejor amiga, y me amabas, pero no como yo solía hacerlo. Amaba abrazarte por las mañanas y tocar tu cabello rojizo, extraño tus besos porque por más dolorosos que eran, aún así lograban repararme. Extraño cuando mi cuerpo se unía al tuyo, porque de esa manera sentía que me volvía a unir a lo que una vez fuiste —<
—Te equivocas acerca de tu Josh. Hay algo que siempre supo ocultarte bien y era el amor que te tenía. Los espíritus podemos sentir las emociones en los recuerdos e incluso en el último que ustedes dos tuvieron, el no dejo de amarte hasta su último suspiro, pero no podía demostrarlo, porque su amor propio estaba dañado. Te amaba Brenda, pero más le dolía ver que no podía darte el mundo que te merecías.
>—Después de llegar de tantas horas de trabajo y tener que administrar y medir bien el dinero, sabía que no alcanzaba para darte la mitad de lo que te merecías, no podía darte ese palacio que siempre deseaste, no quería tener hijos sabiendo que no iba a poder darles aún más. El te amaba, te amaba tanto que se odio por eso, porque sentía que te debía todo de él, en cuerpo y alma. Si no hubieses estado tan perdida contigo y tu intento de seguir sacrificando amor y dolor, te hubieses dado cuenta que él se estaba lastimando por ti, tanto que dejó que la frialdad entrara, porque quería que buscaras algo mejor que él, pero nunca lo dejaste ir—<.
Brenda ya no tenía lágrimas, sentía que flotaba sobre aquel océano. Sentía que sus gritos ya eran en vano, lágrimas, todo lo que intentaba soltar
—¡No! ¡No puedes decirme eso! ¿Por qué no lo me dijiste? ¿Por qué no te abriste conmigo? Siempre fuiste tan difícil en eso —todas sus emociones la estaban consumiendo, ya no sabía qué más hacer con su cuerpo ante tantas manifestaciones. Comenzó a tirarle piedras al espíritu que intentaba esquivarlas —¡No! ¡Regresa Josh! ¡Regresa para que podamos decirnos todo lo que no pudimos decirnos anteriormente!. ¡Josh! —tiraba piedras mientras lo buscaba en el cielo.
>—Nunca dejaré de amarte. No quería nada mas de ti que tu amor, no me importaba nada material ni lo económico, ni un futuro con hijos, solamente te quería a ti… Aun lo hago, aún te amo como la primera vez —sus manos temblaban y ya no era capaz de tirarle piedras al espíritu ni de poder mantenerse de pie —<
—Él nunca dejará de amarte —fue todo lo que el espíritu pudo decirle.
Brenda estaba sentada en la arena, ya no era capaz de darle órdenes a su propio cuerpo, estaba desecha y ya no quedaba nada que pudiera reparar. Miro al espíritu con odio y desprecio, demasiado enojo acumulado —¿Qué quieres de mí? -
—preguntó con desprecio desde el suelo, mientras su cabello dorado se pegaba a sus mejillas y sus ojos oceánicos estaban rojos de tanto llorar —Morí hace mucho tiempo y mi alma quedó enterrada junto a él, así que, ¿Qué quieres de mí?. ¿Sabes que? no me importa —Esta se paro super decidida ante lo que iba hacer —Hiciste un buen trabajo, mejor del que pude esperar. Toma lo que queda de mí, simplemente hazlo. No tendrás que rogar para que vaya hacia tus brazos, seré yo la que te ruego para que acabes conmigo
—¿Qué haces?. ¡No! Vuelve a la orilla Brenda. ¡No vengas hacia a mi! —el espíritu empezó a rogarle pero Brenda con sus pasos pesados y la debilidad de su cuerpo estaba yendo hacia el.
—Toma lo que puedas rescatar de mi alma, aceptalo, para eso viniste.
El espíritu empezó a poner su magia sobre las aguas para empujarla de regreso hacia la orilla —No vendrás conmigo, no lo harás.
—¡No tengas piedad por mi ahora cuando no la tuviste antes! ¡Llevame con Josh! ¡Llevame! —los gritos de Brenda eran tan desgarradores que sintió que el océano intentaba abrazarla porque sus lágrimas se estaban uniendo junto al mar, su dolor se estaba haciendo uno con aquel océano de fantasía. La naturaleza no podía ser capaz de ignorar el desgarro de Brenda, no cuando su voz no era lo único que sonaba, su corazón y alma también gritaban y de la manera más agonizante posible.
Ella comenzó acercarse aún más y el espíritu estaba por desaparecer, pero no podía dejarla, si él no arrebataba su alma el mismo océano lo haría sin piedad. No quería que su muerte fuera de aquella manera, sin haber podido perdonar, su vida misma ya había sido suficiente castigo y por primera vez sintió empatía y dolor por un ser humano.
Fue así como el espíritu se convirtió en una criatura única, desprendía una belleza que ni los mejores narradores hubieran sido capaz de describirla. Su cabello era tan largo y blanco, sus ojos eran verdes pero tenían un brillo de magia, la piel de la criatura era tan blanca que parecía un muerto en persona.
—Solo matame —hablo Brenda mientras lo vió como él se acercaba hacia ella, sus lágrimas le impedían poder decir algo más, pero lo que había dicho sonó como una perfecta súplica.
Llegó hasta ella antes de que Brenda pudiera desmoronarse y la incorporó nuevamente. La abrazó con fuerza, para que no fuera capaz de huir de ella. El cuerpo de la criatura era demasiado frío pero caliente a la vez, Brenda estaba tan débil que simplemente se dejó envolver.
—Matame —seguía murmurando. La criatura comenzó a acariciar su cabello, y la mantenía cerca.
—Para poder llevarte, tienes que dejarlo ir. Déjalo ir Brenda.
Lo poco que le quedaba de alma comenzó a romperse aún más, ella no era capaz, sin embargo era aquello lo que tenía que haber hecho desde hace tiempo. La razón por la que había viajado y venido al pueblo de fantasía, era porque tenía que dejarlo ir.
Se aferró a los brazos de la criatura, y por un momento se obligó a creer que era Josh, nadie más que Josh. Entonces lo dejo ir, lo soltó.
La criatura lo supo y arrebató su alma.
En un suspiro las cosas habían cambiado, se encontraba en una habitación blanca con una túnica del mismo color, su cabello rubio estaba desgastado y su cuerpo dolía más que antes. Tenía unos cables en su cabeza que la conectaban a una máquina, lo único que podía escuchar eran los leves sonidos que emitía esta.
—Rawson, ¿Aún sigue viéndote como una criatura que cobró forma de su marido? —esta señora de larga edad con arrugas notorias y cabello negro que ya se estaba tornando blanco, pregunto aquello con cierta ironía.
—Lo dejó ir —el hombre era casi exacto a la criatura pero de otra manera, de una manera más real. Este habló en un suspiro, mirando a Brenda con cariño quien ya estaba muerta por dentro, no podía decir nada, ni pensar con claridad respecto a lo que pasaba.
—Genial, dejo ir a la persona que mató.
—Callate. Ella tiene una enfermedad, la esquizofrenia la consumió, no puedes culparla. Ella realmente lo amó con locura, a su manera, lo amo.
Brenda volvía a recordar levemente lo que había sucedido y donde estaba, con la poca fuerza que tenía se obligó a volver a la realidad. Ella había matado a Josh, cuando Josh dejó de amarla porque ya no sabía cómo cuidarla respecto a su condición.
Incluso cuando clavó la daga en su corazón, ella nunca dejó de amarlo, aunque él no había sido capaz de aceptarla.
Hola mis bellezas, ¿Cómo están?.
¿Quién necesita terapia despues de esto?. Porque yo también.
Lo crean o no, el final me dejo impactada a mi también. Siento que está es una de los relatos más tristes que pude escribir, porque me metí dentro de la mente de Brenda y el dolor que sentía por Josh, al sentir que no estaba siendo amada como ella se merecía.
Díganme... ¿Hubo alguna frase que les gustó más?. ¿Algo en particular con lo que se hayan sentido identificados? 👀❤
Muchas gracias en serio por llegar hasta aquí. No olvides votar y dejar algún comentario, para poder hacerme saber si te gusto ❤
¡Saludos!
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