Lucas era un gran chico. Tenía siete años y le encantaba jugar. Entonces no entiendo porqué jamás tuvo amigos durante su infancia.
Le gustaba mucho aprender cosas nuevas,en la escuela,en su casa,en el campo con sus abuelos o conmigo,solos,en su habitación. Pero había algo que a Lucas le fascinaba: los pasteles de su papá,que era panadero. Es por eso que cada vez que huelo pasteles me acuerdo de él,y de su mirada brillante cada vez que olía desde su cuarto los pasteles de su papá.
Yo lo conocí un día de otoño. De pronto,aparecí de la nada y me vi caminando a su lado,pisando hojas caídas y secas en la vereda de la ciudad. Me limité a observar el panorama. Luego,tal vez por instinto,miré a Lucas y le pregunté:
-¿Tú sabes quien soy? Porque la verdad no lo recuerdo...
Me miró como si recién si hubiera percatado de mi prescencia y después musitó:
-No sé-y añadió-Yo me llamo Lucas,¿querés ser mi amigo?
Acepté,conmovido por la forma en la que me había hecho aquella pregunta,con tu voz suave y melancolica y tus ojos grises y tristes.
Al rato,mientras estaba en la escuela,jugando solo mientras los demás corrían y saltaban me dijiste.
-Te voy a Llamar Pastél. Como los que me hace mi papi-y luego se puso a jugar con unos autitos de juguete.

Al llegar a su casa,saludó a su papá con un beso y radiante,le dijo:
-¡Tengo un nuevo amigo!
-¿A si?-comentó su padre un tanto sorprendido-¿y cómo se llama?
-Pastél-dijo-Y va a vivir conmigo en mi cuarto,mirà: acá está-me señaló.
Su padre pareció un poco desepcionado,pero al cabo de un momento simuló saludarme estendiendome la mano.

Luego fué a su habitación y yo lo seguí. Aquella noche me dijo que podría dormir con él y que algún otro día conseguiría una  cama para mí pero yo no necesitaba dormir,me limité a observarlo mientras él lo hacía.

Pasaba el tiempo y yo era su único amigo. Una tarde,en primavera,le pregunté al respecto.
-Lo que pasa-me explicó-es que los compañeros de la escuela no me quieren,entonces cuando les pido para jugar me echan. Asi que prefiero jugar solo,que es mejor.

Estuve un rato en silencio hasta que me percaté de que estaba llorando,fue ahí que le dije que, pasara lo que pasara,siempre estaría a su lado.

Su vida estaba llena de problemas y él,con tan solo ocho años,sonreía ante todo.
Su padre,lo cuídaba él solo,pues su esposa,la madre de Lucas,había fallecido cuando él teía cinco años. El panadero hacía todo lo posible por verlo feliz y siempre que podía le hacía sus amados pasteles dulces y trataba de dedicarle tiempo para jugar,que era muy poco porque siempre estaba ocupado,y a mí me encantaba verlo jugar con su papá,feliz y lleno de vida.

Nunca nos peleabamos,cada vez que estábamos juntos era pura felicidad.Yo nunca estaba triste,solo si él lo estaba. Disfrutaba aprendiendo cosas con él.

Cuando cumplió los 10 años,ya tenía  un amigo: Juan. Él era muy buen chico,me caía bien aunque no podía verme.

Recuerdo el día en el que me contastó su sueño: recorrer el mundo aprendiendo cosas de diferentes culturas y viviendo grandes aventuras.  Yo quedé bastante impresionado y me puse feliz cuando dijo:
-"Quiero que tú me acompañes en cada una de esas aventuras"

Un buen día,su padre le compró un "Play Station" o algo asi,no recuerdo bien. Sólo recuerdo que me invitó a jugar con él... pero no pude,no pude manejar aquel aparato,porque yo no podía manipular las cosas que él manipulaba. Te desepcionaste un poco y  decidiste jugar de todas maneras. Estabas absorto en la pantalla... Jugaste hasta ya entrada la noche y cuando te fuiste a la cama noté en tu mirada algo inusual,un vacío horrible llenaba tus ojos.

Al otro día invitaste a Juan a jugar con el aparato,porque no querías hacerlo solo. Te propuse jugar a otra cosa pero no me escuchaste...

Al cabo de un mes ya eras todo un experto con los video-juegos  y te dedicabas casi todo tu tiempo libre a jugar con ellos.

Mas temprano que tarde,dejaste de poder verme,me olvidaste,olvidaste tus sueños y seguiste tu camino.
Yo casi muero de la tristeza y luego de vagar sin rumbo por varios lugares llegué a aquí,a La Casa,donde había más como yo,con muchas historias para contar ...al menos podía compartir mi tristeza y dolor con otros,allí,en La Casa de Los Olvidados,tan invisible como nosotros mismos.