Conocí a Luana un día oscuro de invierno.

Sus padres se gritaban y se insultaban de una manera horrible y muy fuerte,tanto que ella los oía desde su habitación. La pobre niña lloraba en silencio,manchando la hoja de los deberes de la escuela con sus tristes lagrimas. Sin sabe cómo ni por qué aparecí yo y la vi. Me partió en dos ver a esa niña tan desconsolada,me acerqué y le pregunté.

-¿Qué te pasa,que lloras así?

-Mis padres-contestó ella con su voz dulce algo ahogada por el llanto-Nos va a pasar como a mi amiga Martina. Vamos a ser una familia rota...

Luego de su respuesta me quedé callado y me dediqué a escuchar las barbaridades que se decían sus padres. Pensé que Luana,a pesar de tener tan solo cinco años,tenía razón:sus padres dejarían de estar juntos tarde o temprano.

Al cabo de unos meses,el divorcio estaba hecho y Luana y yo ns habíamos vuelto inseparables...por eso jamás comprendí porque pasó lo que pasó.

Cuando sus padres se divorciaron formalmente,Luana se fue a vivir con su mamá y conmigo,aunque su madre nunca me vio o hizo de cuenta que no me veía.

Luana me puso de nombre,Tomás,y pasábamos los días jugando juntos. Jugábamos todo el día,sin parar. Aquella pequeña era mi única amiga y yo era el suyo. La pobre pasaba todo el día sin companía,a no ser por mí,porque al llegar de la escuela se quedaba con una anciana que dormía todo el día. Su madre trabajaba todo el día.

El tiempo pasaba y Luana y yo seguiamos siempre juntos.
Recuerdo un día en el que ella fue molestada y golpeada por otras compañeras de la escuela,traté de defenderla pero no pude. No sé porque . Simplemente no pude. Los golpes e insultos pasaban a travez de mí y me dolían,igual que a ella. Aquél día comprendí que yo vivía a travez de ella y que yo era una especie de materialización de sus sentimientos. En un segundo,no se como,pude entender todo aquello.
Me disculpé de varias manera con ella por no haber sido capáz de defenderla,ella solo negó con la cabeza y me dijo con su voz profunda y dulce:
-No importa,solo quedate conmigo y voy a se feliz.

Ese día prometimos no separarnos jamás.

Recuerdo la vez que le contó a su madre sobre mí. Ella le gritó y le dijo que dejara de inventar tontas fantasías. Luana se defendiò y le dijo que no eran fantasías. Decidí intervenir y presentarme ante su madre. Le hablé ,pero solo la pequeña me escuchó. Un rato después yo trataba de consolarla,ella lloraba y de tristeza y bronca porque su madre la tomaba por loca.

Aquel fue el día en el que comprendí que solo ella podía verme y nadie más.

Con el tiempo fue creciendo,yo no la acompañaba tanto como antes,no me prestaba la misma atención que solía prestarme. Crecía y crecía y yo seguía igual que siempre y sin embargo me dolía,me dolía verla crecer. En el fondo lo sabía.

Aquellos días aprendí lo que era estar solo de verdad,sin nadie.

Aquel día amaneció igual que siempre,con una sonrisa en el rostro y una mirada llena de sueños. Le dirigí los buenos días,como siempre,pero no me contestó. Repetí las mismas palabras creyendo que no habías escuchado pero no hubo cambio alguno. Pasaste por al lado mío y ni siquiera me miraste.

Aquél día aprendí algo muy importante,que me costó mucho asumir: había crecido y,con sus doce años y un montón de amigos "de verdad",ya no me necesitaba. Ese día tambien aprendí a llorar,algo que ahora hago con mucha frecuancia,cada vez que pienso en ella...

Pasaron un par de días y lo decidí,me fuí de tu lado,donde había pasado toda mi vida,y sin saber cómo ,llegué a aquí. Descubrí que en esta casa,que solo nosotros podemos ver,hay muchos como yo. Nuestro único propósito hoy día,es contar estas historias y recordar a nuestros queridos Amigos Visibles.