Nacimiento de Una Enemistad.
A pesar de que no deseaban lo absoluto abrir la puerta, tenía que hacerlo, sabía que iba a tener que hacerlo. No tendría opción, de lo contrario, corrían el riesgo de que él mismo hiciera el problema mucho más grave de lo que ella era.
Él aún no tenía ni idea de lo que ocurría, pero pronto se iba a dar cuenta de El grave error que había cometido, de lo mucho que se había equivocado al subestimar a aquella dálmata mayor, no era que tuviera algo en contra de ella, al menos no aún, pero dadas las primeras impresiones, simplemente le había parecido una perra loca. No quería nada, no quería tener nada que ver con ella, no creía que fuera capaz de acosarlo a él, o a su familia, o más específicamente, a su hijo. Pronto se daría cuenta de lo muy capaz que era ella, también se daría cuenta de que al parecer, la paz ya no sería más una de sus opciones.
Hasta hace algunos momentos, Balto todavía tenía la opción de simplemente ignorar todo el escándalo que se había hecho afuera de su casa, de esperar que aquellos ruidos se disolvieran y simplemente se fueran. Para llegar al día siguiente, con completa tranquilidad y normalidad, pero aquella esperanza que alguna vez tuvo, se murió de inmediato cuando comenzó a escuchar el sonido del timbre.
Puede que lo negara, pero aún si lo hiciera, no tendría caso. Quienes tocaban el timbre de su casa, no eran aquellos dálmatas mayores en realidad, eran aquellos policías, temía que si no abriera, muy probablemente iban a intentar entrar por la fuerza. Aquella llegada, no solamente había asustado al pobre perro lobo, también el resto de integrantes en su familia, se preocuparon mucho.
No importandole que quisieran ayudarlo, Balto les dijo que lo mejor sería que ellos esperaran arriba, sobre todo a Danny y a Bianca, a quienes les dijo que por nada del mundo bajaran al primer piso mientras él hablaba. El iba a intentar hablar con ellos, esperando poder calmar aquella tempestad que ya se había formado, tenía que saber qué era lo que querían de una buena vez y por qué rayos, le surgía tanto acercarse a su hijo Danny, pero el problema, era que Balto, sentía que ya sabía cuál era la razón.
Lo invadió un terror y un miedo que desde afuera no se veía. Balto en serio no quería abrir la puerta, pero de igual forma lo hizo. En su mente ya para él, todos aquellos estaban realmente locos.
Sin dudarlo, simplemente abrió la puerta, haciendo un verdadero gran esfuerzo por mantener la calma y serenidad en todo momento. No deseaba problemas, como cualquier otra persona cuerda, pero era un hecho que aún así los iba a tener.
Primero fue la puerta de la casa, ahora tocaba la puerta principal que daba el patio, un espacio que separaba el portón principal y la casa directa. Afuera encontró lo que ya esperaba encontrar, a esos tales, Doug y Delilah, que solamente seguían y seguían insistiendo en molestar. Habían regresado, luego de que literalmente los dejaran afuera, tal parecía que aquellos no pensaban rendirse, pero para añadir más cosas de las que preocuparse, ellos no venían solos, alguien estaba haciéndoles compañía, su ya enemiga de antaño, de la novia de su hijo, Sasha. Balto de inmediato sintió que podría averiguar rápidamente lo que estaba planeando aquella canina. Lo último que podía esperar de ella, era que sus intenciones pudieran ser buenas.
Balto: ¿Otra vez ustedes?
Delilah: ¿Cómo está señor Balto? Con todo el respeto, pero no tenía que hacer lo que nos hizo hace solo unos momentos, simplemente cerrar la puerta tan pronto como nos distrajimos, para esconderse en su casa, tan cobardemente y negándome las respuestas que yo de la manera más amable le había pedido.
Balto: Para empezar, primero que nada, usted se hizo pasar por alguien que no era. Y lo sabe, tal parecía que lo único que quería, era encontrar la manera de entrar a mi casa.
Doug: Esas son mentiras señor, nosotros no nos interesan lo más mínimo poder entrar a su casa, no somos de ese tipo de personas.
Balto en ningún momento quitó el seño fruncido de su rostro, ellos pretendían ser amenazadores, pero Balto no se iba a intimidar tan fácilmente. Mantendría la calma y el control en todo momento.
Delilah: Ya sea que usted quiera creernos o no, pues en este punto eso ya es irrelevante para mí, nosotros no tenemos ninguna mala intención con usted, ni queremos hacerle daño, ni a usted ni a su familia. Todo lo que le pedimos, es simple y sencillamente que coopere, es tan simple como eso.
Balto no se tragó para nada las palabras de la Dálmata, su empleado, Star le había aconsejado que en todo momento desconfiara de ella, de ella y de su esposo. No caería tan fácilmente, aún así, se había dado cuenta ahora, que tenía que tener mucho cuidado con cualquier paso en falso que pudiera llegar a dar. Puesto que con toda seguridad, alguno de esos, lo iba a meter en problemas, ahora no podía responderles como él quisiera, porque literalmente habían traído a la policía. Así que se había dado cuenta desde el primer momento, que tenía que tener cuidado con cualquier cosa que dijera, porque sin querer, no sea que fuese a revelar algo que lo pudiera condenar.
Balto: ¿Y puedo saber qué es lo que necesitan?
Delilah: Usted sabe perfectamente lo que necesitamos, ya le dije antes, que no es nada difícil, pero tal parece que para usted sí lo es, o lo fue, teniendo en cuenta que nos cerró la puerta y quiso hacernos creer que podría evitarnos para siempre.
Doug: Muy gracioso en serio, en verdad le había dado por pensar que con eso ya podría deshacerse de nosotros.
Sasha, se mantuvo en silencio durante toda la discusión, dejaría que Delilah dijera todo lo que pensaba, no tenía ningún problema en lo absoluto. Nada más esperaría, a que ellos decidieran proceder con lo necesario y entonces, por fin tendría la revelación que tanto había buscado.
Balto: Siento que se están queriendo pasar de graciosos conmigo, no piensen que lograrán algo trayendo a la policía.
Delilah: ¿Eso cree?
Balto: Así es, de hecho, si analizamos la situación con cuidado, el que debería denunciarlos, sería yo por acoso. Por no haber dejado de seguir y hostigar a mi hijo.
Doug: Un hijo, que podría en realidad no ser suyo.
Balto lo miró con ojos asesinos, había muchas cosas que muy difícilmente podía tolerar o soportar, pero algo que para él no tenía perdón, que alguien llegase a querer cuestionar que su hijo en realidad no era de él. Tenía sus razones, pero aunque reconocía que Danny, era adoptado, lo amaba de tal forma como si fuera suyo.
Balto: ¿Qué insinúa?
Doug: Pues nada en especial en realidad, solo que nosotros también somos conocedores de ciertas cosas, como la gran mayoría de personas en realidad.
Balto: ¿Ah sí? ¿Y cómo qué cosas?
Delilah: Pues para nadie es un secreto, que su hijo, el de usted claro, entre muchas comillas de usted, en realidad no es suyo, o al menos, no es su hijo biológico.
Balto no dijo nada al respecto, se mantuvo en silencio sin decir nada.
Delilah: ¿Estoy diciendo la verdad o me equivoco?
Balto: No, usted no está mintiendo.
En ese momento, uno de los perros policía, más concretamente, un pastor alemán, se colocó al lado de Delilah, para defenderla, apoyarla y respaldarla en caso de ser necesario.
Policía: Señor Balto, su registro civil y también el de su hijo, nos confirman que usted claramente es padre pero adoptivo del joven Danny.
Balto: Sí así es.
Delilah: Así que lo llama Danny.
Balto: ¿Tiene usted algún problema con los nombres que escojo para mis hijos?
Delilah: Por supuesto que no, eso es algo que a nadie se le puede quitar el derecho, de llamar a sus hijos como ellos quieran. Como los padres lo deseen.
Balto:...
Delilah: Pero algo me dice, que antes de eso, él ya tenía otro nombre, un nombre totalmente diferente.
Balto, ante esa respuesta, sintió un escalofrío recorrerle completamente la espalda, no quería continuar él preguntando a la ofensiva, porque sabía que las respuestas que pudiera recibir no le gustarían para nada.
Balto: No tengo idea de lo que está hablando.
Doug: Señor Balto, que ahora sí no tendrá ningún problema en contestar a nuestras preguntas.
Tenía ahora un gran problema, ya de pronto hacerse el desentendido, seguir fingiendo que no sabía nada, pero Balto tenía en cuenta que no serviría, que fingir sería inútil, además que ya había arrancado con vigor y tratando de hacerse el valiente, ya no podía echarse para atrás. Porque tampoco era como si hacerlo fuese a cambiar algo. Apenas ya había comenzado aquella discusión y ya estaba acorralado.
Continuará.
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