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XI: Recuerdos en la televisión parte II

Desde el fondo de la arena comenzó a salir una televisión.

La pantalla estaba por completo en negro pero en vez de reflejarse el rostro de Auron sorprendido por no ver a Luzu a su lado como puede jurar estuvo todo este tiempo, estaba el reflejo de Luzu.

Miraba hacia el frente.

Triste.

Solitario.

- Quédate...

De pronto Luzu comienza a hablar.

- Felicidades, conseguiste engañar hasta a ti mismo - Pero no es su voz.

No, Auron conoce demasiado bien a Luzu como para reconocer su voz en cualquier parte.

Y ese no es.

- No me mires así- Ironiza la falsa imagen de Luzu, uno falso -, todo esto es una enorme ilusión pero al menos supe que era por lo que tanto te resistes a seguir tu camino.

Cada palabra que sale de sus labios le hace temblar, está confundido, trata a duras penas de entender cómo es que terminó así, de nuevo solo y sin poder hacer siquiera un maldito trato con esta deidad.

- ¿Dónde está Luzu?

- A salvo de todo, incluso de sí mismo, esa es la verdad.

Poco a poco la imagen en la televisión se estaba distorsionando, ya no era Luzu, nunca lo fue, ahora solo está mutando en arena hasta volver a ver la clara imagen de la madre del tiempo sentada a su lado, a través del cristal de la pantalla.

Auron acerca la mano sólo para comprobar la fría pantalla de la televisión, esta no la traspasa, normal ya que no hay un recuerdo, sólo la imagen distorsionada de su niño.

Quién ya no está ahí.

- Fue la trampa perfecta - Concluye Auron. Sonríe con ironía.

- Me tomó mi tiempo lograrlo. - Impredecible, peligroso, donde iba hacía un desastre sin importarle las consecuencias por que en verdad nada lo detenía. - Eres muy complicado.

Pero como dijo hace mucho tiempo, cosa que la madre tiempo sabía muy bien por tener en su mano acceso a todos sus recuerdos, "todos sus caminos terminaban en Luzu", así que tarde o temprano lograría usar ese sentimiento hacia el castaño en su contra de él.

Tonto de Auron no darse cuenta. Y más tonto seguir feliz de haber caído en esa ilusión.

Algo extraño había en ese Luzu pero desde el fondo de su corazón quería volver a estar con él un rato.

Lo de la fiesta había sido tan efímero.

Después de todo, pudo escuchar su voz diciendo que confiaba en él, su nombre y riendo de sus chistes. Aquel bonito apodo que sólo hacía más largo su nombre y le daba cosquillas en el estómago.

- ¿Lo extrañas?

- ¿Crear una puta ilusión de él para no caer en la locura no te dice ya mucho?

La pantalla se rompe.

Auron se sobresalta pero no devuelve la mirada.

Está cansado, muy cansado.

- Podría dejarte volver a Karmaland, pero tu Luzu ya no está ahí...

La televisión de su lado se vuelve arena poco a poco hasta dejar ver por completo a la figura de la madre tiempo sentada a su lado. Juega con lo que parece ser una flor de cristal, Auron reconoce la forma como una amapola.

- Creo que ambos sabemos que lo que extraño no es precisamente el sitio.

- Sino la compañía, lo sé~

Auron mira su mano, hay una flama naciendo de ella que baila lentamente, tratando de tener la mente tranquila. ¿Qué tanto de esto era sólo una ilusión? Qué tanto era producto de la soledad en el desierto de los recuerdos esperando entender el trato con los Dioses de Karmaland.

Se supone que debía esperar. Nunca supo qué, no se lo dijeron. Pero Ella lo sabe, sino, no estaría con estos juegos mentales junto a sus recuerdos.

- ¿Él está bien?

- Sí, también es complicado lidiar con él.

- Bien... - Susurra aliviado.

Su cuerpo comienza a llenarse de llamas, a calentar la arena bajo su cuerpo y a ponerse de pie mirando al suelo. Está harto. Jodidamente harto de que estén jugando con sus memorias una y otra vez sólo para terminar frente a la misma televisión apagada esperando una puta señal de los Dioses de Karmaland a que cumplieran su trato con él.

Que realmente todos sus caminos se unan a Luzu, el único que le tendió una mano cuando estaba perdido en esas tierras y le ayuda una y otra vez.

El mundo parecía mucho mejor desde que le conoció.

- Si haces eso no te dejaré verlo - Puntúa la madre tiempo.

Está relajada, sabe que tiene el control.

Se le escapó una vez en una de las televisiones de los recuerdos, pero solo fue un desliz. Una cosita pequeña, desde que le convenció de que Luzu había caído junto a él en este desierto fue la clave para llevarlo de nuevo a su terreno y mantenerlo controlado.

Al menos no estaba perdido por ahí sin recuerdos como un zombi, que después termina en algún otro punto del tiempo.

- ¿Verlo?

- Sí, sí... Que ya casi es hora.

Las flamas de su cuerpo se van calmando, poco a poco se van agotando hasta volver a revelar su apariencia humana, siente como un enorme peso se le cae entre los dedos como arena. Sosteniendo entre sus manos la pequeña esperanza de dejar de ver sólo el recuerdo de Luzu en las televisiones y esperar que sea el verdadero.

Su Luzu.

El que lleva conociendo desde hace tanto tiempo y ahora están separados.

- Quiero verlo...

- Lo sé.

Auron le pone frente a ella, aunque parece en calma definitivamente no lo está. Hay una furia contenida latente que se refleja en sus ojos dorados, y la flama de su cabello comienza a cambiar en un puro tono violeta naciendo justo en ese punto de su frente y moviéndose hacia todos lados como una llamarada abrasadora, dispuesta a quemar todo lo que toca.

Para madre tiempo era divertido jugar con los recuerdos de la gente, hasta que se encontró con ellos dos.

Los dos héroes de Karmaland le habían dado más problemas que cualquier otro ser.

Y estaba harta.

Tiene mejores cosas que hacer que ser la villana en una historia de amor. Aunque ver directamente a los ojos a Auron le obliga a estar en cautela por si decide volver a ser sólo un psicópata sin camisa de fuerza.

- Basta de juegos, basta de toda esta mierda... - Y la flama se sigue moviendo erráticamente en su cabeza.

- Eh, calma... - Sube las manos para señalar que ya no es una amenaza. - Sólo tienes que encontrar la televisión correcta.

¿La correcta?

De las millones de televisiones que había en todo este desierto, ¿Esperaba que encontrase una entre tantas posibilidades?

- No me jodas.

Enciende las llamas de sus brazos dispuesto a volver a pelear contra ella, de verdad que no está de humor para nada más después de lo de hoy, después de ser engañado quién sabe cuántas veces. Por como ella le habla se nota que no es su primer enfrentamiento.

- ¿En serio, otra pelea?

Pero Auron no habla, avanza a pasos lentos con los ojos fijos en ella y con cero de paciencia.

Si las cosas estuvieran parejas tal vez aquella demostración impulsiva de sus intenciones habría tenido efecto, pero no eran parejas, y Auron había perdido desde que volvió a poner un pie en el desierto de los perdidos.

Un agujero se abrió en el suelo.

Fue lo último que vio Madre Tiempo de él.

Una llamarada consumida por las arenas de los recuerdos.

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