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FINAL ALTERNATIVO






Estaba todo de maravilla entre George y yo, pero afuera todo iba de mal en peor. Con Harry desaparecido, Snape como director y Voldemort teniendo el poder... era todo, horrible.

Sabíamos que vendría algo peor, una guerra y George se negaba rotundamente a que yo ayudara o me involucrara pero esta vez no iba a ceder.

Yo también quería pelear por lo que amaba.

Fue la noche del dos de mayo cuando la orden se reunió en el castillo para dar inicio a la pelea. No negaré que moría de miedo pero aún así permanecí junto a George.

El pelirrojo, buscó mi mano con suavidad y la tomó con gran fuerza cuando la encontró. Nos miramos un momento y me dio un asentimiento, casi prometiendo que todo estaría bien.

En algún momento, George y yo nos separamos. Yo corría tan rápido como mis piernas me lo permitían mientras lanzaba hechizos.

Estaba cansada, sucia y había algunos rasguños por todo mi cuerpo. Traté de recuperar el aliento escondida junto a un pilar.

Había llegado a las mazmorras. Todo era tan horrible, pero debía ser valiente y seguir peleando.

Cuando sentí que el aire circulaba normalmente en mis pulmones, me armé de valor para seguir peleando. Al menos, aún no había visto a nadie conocido.

Entonces... todo fue tan rápido de pronto. Fred estaba a algunos metros de mi, peleando contra un par de mortífagos, pero mi vista se dirigió a otro mortífago que conocía con el nombre de Augustus Rookwood y este apuntaba a una pared que se notaba bastante frágil y que estaba muy cerca del pelirrojo.

Dejé salir un poco de aire antes de correr hacia Fred.

—¡Fred!— grité, tratando de alertarlo.

Este volteo a mirarme, pero antes de que pudiera decir nada lo había empujado con ayuda de un hechizo.

Un molesto sonido llegó a mis oídos junto con un intenso dolor al momento en que la explosión me hizo volar. Mi cuerpo produjo un sonido sordo al golpearse contra algo. Entré en una especie de shock antes de darme cuenta que no podía respirar.

Vi los ojos de Fred abrirse muchísimo con pánico mientras se acercaba corriendo a mi.

—Ivette— me llamó, pero estaba tan desorientada que no logré contestar— ¡Ivette!

Me tomó de los hombros con fuerza pero a la vez con cuidado.

—Me duele— murmuré.

Mi vista viajó de los ojos de Fred a mis manos, notando que estas estaba llenas de sangre. Me di cuenta que lágrimas se deslizaban por mis mejillas en completo silencio. Los ojos de Fred también se humedecieron pero en un rápido movimiento, me cargó en sus brazos y comenzó a correr.

Cada vez se me dificultaba más respirar y todo se volvía borroso.

—No cierres los ojos, Ivette. Vas a estar bien.

Miré el rostro de Fred, estaba preocupado y yo no entendía lo que pasaba. Me sentía tan desorientada y ese molesto ruido seguía en mis oídos.

Pronto, sentí un sabor metálicos en la boca. Tosí y una gran cantidad de sangre salió.

Fred me dejó con suavidad en el suelo, sus ojos estaban rojos y podía notar cómo aguantaba el llanto.

—George— mi voz salió apenas.

—Ivette, iré a buscarlo pero por favor, no cierres los ojos— podía notar la desesperación en sus ojos y en su voz— gracias por salvarme la vida— susurró y dejó un beso en mi frente antes de salir corriendo.

Cada vez me costaba más respirar y el dolor comenzaba a resultar insoportable. Levanté un poco la cabeza para mirar mi cuerpo, había tanta sangre que no era capaz de ver de dónde provenía.

Me dejé caer y miré el techo. ¿Iba a morir? Probablemente, pero no quería eso, yo quería seguir viviendo. Junto a George.

Acaricié el par de anillos en mi dedo anular y no pude evitar sonreír. Me alegraba tanto haber conocido a George, me salvó de formas que ni yo soy capaz de comprender.

Moriría feliz, de eso no tengo duda alguna. Pensar en George me hacía tan feliz, pensar en todos los momentos que compartimos y disfrutamos juntos.

—Ivette— vi la cara de George llena de lágrimas frente a mi.

Llevé mi mano a su mejilla y este cerró los ojos un momento. 

—George...— me había costado trabajo decir su nombre.

—Tranquila, mi amor— susurró— Fred fue a buscar ayuda, me dijo que lo salvaste.

—No llores, estoy bien.

Pero lo cierto, es que cada vez me sentía más débil y deseaba pasar mis últimos minutos con mi pelirrojo favorito.

George tomó mi mano y la besó. Parecía desesperado.

—George...— le llamé, pero este parecía hacer oídos sordos— George, por favor mírame— el pecho me dolía mucho.

El pelirrojo me miró, mordía su labio evitando el llanto.

—Vas a estar bien— dijo.

—Estoy tan feliz de haberte conocido.

—No Ivette, no te despidas.

—Te amo, George y necesito que me hagas una promesa— negó repetidas veces— quiero que seas fuerte y continúes sin mi.

Mis palabras lo rompieron pues comenzó a sollozar y llorar con fuerza.

—Ivette... vas a estar bien—

—Promételo.

Nos miramos a los ojos un momento.

—Lo prometo.

Sonreí y me sentí liberada.

Otra vez tosí y más sangre salió, George me miró asustado pero tomó mi mano con mayor fuerza.

Escuchamos algunos pasos acercarse con gran rapidez y pese a que veía todo borroso, identifiqué tres figuras. Eran Fred, Molly y la señora Pomfrey.

La ultima, llevaba un maletín y rápidamente se puso junto a mi. Yo no podía hacer más que mirar los hermosos ojos de George, él también me miraba con una sonrisa y dejaba suaves caricias en mi mejilla.

La señora Pomfrey levantó mi blusa, de inmediato sentí el aire frío en mi abdomen. Tuve que cerrar los ojos con mucha fuerza cuando un líquido cayó sobre mi piel, era tan fuerte el dolor que no logré ahogar un grito.

George me tomó con mayor fuerza y dejó un beso en mi frente.

—Está bien— susurró— vas a estar bien.

Siento que trataba de convencerse más a él mismo.

—Bebe esto, cariño— me indicó la mujer.

Tomé con cuido el frasquito, manchando de inmediato el cristal con mi sangre. Lo bebí rápidamente y si tenía algún sabor particular, no lo sentí pues el sabor de mi sangre se sobrepuso.

Me dio un par de frasquitos más y los bebí rápidamente. El dolor había disminuido, pero me sentía agotada.

—Estará bien— escuché la voz de la mujer— pero será mejor llevarla a un lugar más seguro.

Vi a George liberar un suspiro de alivio al mismo tiempo que sonreía y liberaba sus lágrimas.

Fred se puso de rodillas junto a su hermano, puso una mano en su hombro. Él también lloraba pero me miraba con una gran sonrisa, besó mi frente con gran fuerza y no pude evitar reír aunque eso me causó un fuerte dolor.

George me cargó en sus brazos con muchísimo cuidado. Pude darme cuenta de que ya nadie estaba peleando, pero había muchos heridos y otros cuantos muertos.

El pelirrojo me dejó en el suelo, pero sobre algo suave y no hubo ni un solo momento en que se separara de mi. Me ayudó a limpiar la sangre y suciedad de mi rostro y manos.

Minutos más tarde, estuve rodeada de toda la familia Weasley. Molly fue la primera en arrodillarse junto a mi y tomó la mano que George no tomaba.

—Gracias por salvarle la vida a mi hijo, Ivette. Nunca podré agradecerte lo suficiente.

Negué.

—Lo haría de nuevo, sin dudarlo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y rápidamente se puso de pie, no sin antes poner una mano en el hombro de George.

Fue el turno de Ron y Ginny. Ambos agradecieron que salvara a su hermano, la familia significaba mucho para ellos y me alegraba tanto haberlos ayudado aunque fuera un poco.

Ron mencionó que mi hermano había muerto en la sala de los menesteres al usar fuego demoniaco y no poder controlarlo. Aunque me daba pena su muerte, no me sentí triste.

Por su parte, Ginny mencionó que vio a mi padre y que también había muerto pero no estaba segura de quién había sido. Por alguna razón, esa noticia sí me alegró.

Fue George quien me sacó de ese lugar cuando la batalla volvió. Sabía que él quería regresar y seguir peleando, pero permaneció junto a mi en todo momento aunque le dije que podía ir.

Se encargó de llenarme de besos y consentirme mientras me recuperaba.

▪︎▪︎▪︎

Mi boda con George fue espectacular, no fue nada extravagante o fuera de lo común pero todo era perfecto.

Su familia estaba presente y yo convencí a Pansy, Blaise y Draco de asistir usando la excusa de que ya no tenía familia pues todos habían muerto, aunque no estoy segura de mi madre, no la volví a ver.

Los tres accedieron a regañadientes y aunque siempre lo negarán, sé que se divirtieron.

Yo no podía estar más feliz por ser la esposa de George Weasley. Era simplemente perfecto.

Habíamos decidido mudarnos a mi antigua casa que técnicamente ahora era mía.

Claro que terminé el colegio antes de nuestra boda y logré convertirme en herbologista. Publiqué dos libros que recibieron muchísimo apoyo, uno de ellos fue solicitado para usarse en el colegio cuando Neville comenzó a dar clases.

Ahora, algunos años después, yo seguía a lado de mi pelirrojo con un par de mellizos.

Una niña de cabello rojo llamada Amelie y un niño de un brillante cabello negro llamado Ethan.

Amelie era idéntica a su padre mientras que Ethan era una copia de mi. Me parecía tan adorable y George los adoraba más que a nada en el mundo.

Aún recuerdo la cara de felicidad de George cuando se enteró de que estaba embarazada. Se encargó de que todo el mundo lo supiera, incluso, en la tienda decía algo parecido a: "seré padre, ¿puede creerlo? Gracias por su conpra".

Éramos felices y lo seríamos para siempre.

Fin









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