Caminaba a paso lento por el pasillo, las clases habían concluido y caminaba sin rumbo específico. Detuve mi andar cuando vi a un pelirrojo escondido junto a un pilar. Aunque t vez la palabra "escondido" no era la palabra adecuada. Su empleo te estaba recargado en la pared mirando el suelo.

Miré a ambos lados del pasillo, pero este permanecía solitario. Me acerqué a George y me recargue en la pared junto a él. Él no levantó la mirada durante un buen rato. Y ambos permanecimos en silencio un momento.

—Te pedí que no le hicieras nada— hablé en voz baja sin mirarlo.

Escuché que liberaba una risita.

—No prometí nada. Además... sólo es el inicio.

Fue mi turno de reír un poco.

—George... no es que quiera defenderlo o algo parecido. La cosa es que si se entera que haces todo esto por...— me quedé en silencio un momento— ...por mi... se va a molestar conmigo y me hará daño.

Tomó con suavidad mi mano, su mano era áspera pero muy cálida y me gustaba aquella sensación. Era muy diferente a la de Nott, que siempre estaba fría y era muy suave. Entrelace mis dedos con los de él y fue una sensación incluso más agradable.

—Lo que sí te prometí fue que no iba a permitir que te volviera a poner un dedo encima. Nunca más.

Lo miré con precaución. No estoy segura de por qué hablábamos en voz baja pero aún así, nuestras voces hacían un poco de eco en el pasillo solitario.

Estaba por alejar mi mano, pero él la tomó con fuerza evitando mi acción.

—¿Por qué te preocupas por mi?— fruncí el ceño— no soy alguien por quien debas preocuparte o a quien debas defender. Ni siquiera me conoces.

Se quedó en silencio un momento, sus ojos recorrieron todo mi rostro con gran atención. 

—Nadie merece vivir lo que tu estás viviendo— dijo por fin, muy seguro de sus palabras— y he comprobado que eres una chica genial y muy linda a la que le han pasado cosas horribles y quiero...— lamió sus labios, buscando las palabras adecuadas— no puedo quedarme de brazos cruzados sin hacer nada.

Su mano libre se dirigió a mi mejilla y recorrió con su pulgar el borde de mi mandíbula hasta llegar a mi barbilla. Luego comenzó a recorrer mi labio inferior.

Sentí un cosquilleo en mi estómago y muchos nervios. Quería correr, alejarme, pero mi cuerpo no reaccionaba.

En realidad, no quería separarme de George pero me obligaba a hacerlo.

Retrocedí un par de pasos cuando regresé a la realidad. Todo la tensión a nuestro alrededor se rompió por completo y sentí que podía volver a respirar. Sin embargo, quería seguir cerca de George tanto como fuera posible.

—No podrás salvarme para siempre, George.

Di algunos pasos más hacia atrás mientras me encogía de hombros.

—Lo haré mientras pueda.

Sonrió mostrando los dientes. Lo miré una última vez y me alejé de allí con una pequeña sonrisa mientras suspiraba. Aún tenía l sensación de su cálida mano sosteniendo la mía.

Me dirigí en silencio a la enfermería, no tenía ganas de llegar a la sala común y ver a Nott tal vez me podría ayudar a despejar la mente.

Antes de entrar a la enfermería, vi a Cherline salir corriendo mientras gritaba y lloraba desconsoladamente. Ni siquiera me miró y la seguí con la vista hasta que desapareció por el pasillo. No era la primera vez que la veía llorar de esa manera pero pese a todo, no me gustaba verla así. Es horrible llorar por culpa de hombre que realmente no vale la pena.

Sin embargo, esa chica era realmente ruidosa.

Entré con precaución, estaba todo vacío a excepción de una cama. Dejé mis cosas en la entrada y me acerqué con cuidado a la cama de Theodore.

Tenía una oreja aún teñida de azul y algunos dedos. También estaba ligeramente hinchado y se notaba más que agotado. Me acerqué más a él y lo miré un momento mientras dormía. Si estaba dormido, ¿por qué Cherline salió corriendo mientras lloraba?

Peiné un poco el cabello que caía sobre su frente y me aseguré de que realmente estuviera dormido.

No entendía cómo siendo aún tan joven podía causar tanto daño. ¿Por qué era tan cruel? ¿Había realmente una razón?

Debía dejar de temerle, debía comenzar a defenderme y debía romper todos los vínculos que me unen a él, aún si mi familia me toma por traidora.

George Weasley no estará siempre para salvarme, pero fue él quien me dio el incentivo que necesitaba para abrir los ojos y comenzar a levantar la voz. Al menos mientras fuera posible.

—Esto es todo, Theo— murmuré, más para mi misma— no dejaré que vuelvas a lastimarme. Y te perdono, pero nunca olvidaré todo lo que me hiciste sufrir.

Ni siquiera temblé o retrocedí cuando se removió en la cama. Me sentí orgullosa de mi misma por un momento al decir esas palabras en voz alta.

Dejé salir un poco de aire y di media vuelta pero apenas di un par de pasos cuando me detuve en seco.

—Ivettet— habló el chico con voz bastante suave.

¿Habrá escuchado lo que dije? No le permití al miedo invadir mi cuerpo.

Volteé a verlo, tenía los ojos abiertos aunque aún parecía adormilado y cansado. Me acerqué un poco y entonces él me miró fijamente aunque no podría estar muy segura de cuál era su expresión.

—Despertaste— hablé en voz baja.

—Has venido a verme— su tono expresaba sorpresa— no... no pensé que vendrías.

Me quedé en silencio un momento. Yo tampoco, en realidad. Ni siquiera estoy segura de por qué mis pies me trajeron a este lugar. Definitivamente no era porque estaba preocupada por él.

—En la mañana dijeron que estabas muy mal y quise...— ¿averiguar si estaba bien? ¿Exactamente qué debería decirle?— Parece que los efectos se están pasando.

Miró mi rostro con atención y eso me hizo sentir increíblemente intimidada. Incómoda.

—Cherline estuvo aquí todo el día, es un tanto insoportable esa niña pero lo cierto es que fue de bastante ayuda todo este tiempo.

—Antes de que yo entrara a la enfermería, la vi salir corriendo mientras lloraba.

Se incorporó con dificultad.

—No sé, he estado dormido varias horas. Luego de que se pasó el efecto de los caracoles no recuerdo mucho más— miró el reloj en la pared.

Puse mala cara de sólo pensar en que estuvo varias horas vomitando caracoles.

—Deberías seguir descansando.

Asintió y tomó mi mano con extraña suavidad. A diferencia de George, Theodore tenía las manos ligeramente más suaves. Acarició mis dedos con su pulgar y eso me desconcertó mucho.

—Gracias por venir, Ivette.

Lo miré confundida. Nott no suele ser del tipo amable conmigo a menos que me haya echo algo horrible y hasta donde recuerdo ni siquiera hemos hablado desde hace algunos días.

—Espero que te mejores— fue lo único que se me ocurrió decir en ese momento mientras quitaba mi mano de su agarre.

Nos miramos a los ojos un momento, los de él eran inexpresivos, vacíos, sin vida y tristes. Incluso me daba un poco de pena. Sé que su padre es una persona horrible con él pero eso nunca podría justificar todas las cosas que me ha hecho a mi o nadie más.

Sonreí un poco y di media vuelta una vez más sin mirar atrás. Sentí la intensa mirada de Nott sobre mi espalda mientras salía pero no podía importarme menos.

Al salir de la enfermería, liberé el aire que había estado reteniendo y sentí que mi pecho estaba por explotar por tan aceleradas pulsaciones.

¿Las personas realmente pueden cambiar? No, claro que no. Este es uno más de los juegos mentales de Nott y no debo pensar en que de la nada se ha vuelto muy amable.

Es por mi propia salud mental. Me volverá loca algún día si sigue actuando así.