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『 11 』


Admitiré que estuve aterrada la mayor parte del tiempo. No tenía confianza en mí misma y temía hacer las cosas mal o lastimar a alguien de alguna manera por mi torpeza. Aunque todo parecía ser muy seguro y Harry realmente se estaba asegurando de que nadie estuviera en peligro de ninguna manera.

Neville insistió en que todo estaba bien, que no había razón para sentirme insegura, pero aquel día preferí mantenerme lejos del resto y limitarme a observar. Muchos eran muy hábiles y otros no tanto, Neville estaba en la segunda parte, realmente era terrible pero al igual que la mayoría se estaba esforzando muchísimo.

Además, a mi me daba vergüenza ser observada, sobretodo porque era la única Slytherin y estaba segura que se burlarían de mi si me equivocaba. Lo entiendo hasta cierto punto, la mayoría de las serpientes son poco agradables pero por su culpa hacen quedar mal a toda la casa. Lo que es muy injusto. Realmente nunca me he considerado una mala persona.

Los minutos pasaron, yo estaba muy impresionada mirando a todos a mi alrededor hasta que un pelirrojo se puso a mi lado, mi vista viajó a su mano, donde me encontré con un lazo verde mal amarrado y sonreí.

George.

El chico se cruzó de brazos y miró al frente, yo también miré al frente pero mis manos permanecieron detrás de mi espalda. Por alguna razón... no me entra nerviosa. En realidad me sentía segura de estar a su lado.

—¿Estás bien?— preguntó.

—Sí. Es sólo que aún me siento una completa extraña entre todos ustedes —intenté sonreír pero no funcionó del todo.

—Pues eres la única serpiente— se encogió de hombros— pero tranquila. Nadie aquí se burlará de ti o te criticará. Todos estamos aprendiendo y además nadie nace siendo Perfecto.

Sonreí un poco, esta vez fue menos complicado.

—Prefiero llevar mi ritmo. Me integraré cuando me sienta lista —hablé con honestidad. Prefería esperar un poco más a sentirme segura entre todos ellos.

—Si te hace sentir más cómoda, podemos practicar tu y yo. No creo que Neville dure más de dos segundos de pie... sin ofender.

Esta vez no pude evitar una risa. Aunque era cierto, creo que no es algo que debió decir en voz alta. Aunque sí me dio un poco de risa.

—Gracias, George. Pero igual... ahora prefiero sólo observar.

Lo miré y él también lo hizo. Asintió rendido pero comprendiendo mi situación de incomodidad.

—Bien. Cuando te sientas lista, no dudes en hablarme. Te puedo ayudar con lo que sea que necesites.

Se alejó hasta llegar con su hermano, lo miré un momento más y luego volví a mirar a los demás mientras practicaban.

Hacía lo que Harry indicaba mentalmente, lo memorizaba para practicarlo cuando estuviera yo sola.

Las clases terminaron muy rápido, al menos a mi gusto, entonces tuve que regresar a la sala común y por fortuna llegué sin interrupción alguna hasta mi dormitorio.

Estaba solo, por lo que fue mi oportunidad para practicar lo que Harry nos había enseñado ese día. Logré comprobar que no me fue complicado realizar el hechizo pero aún debía seguir esforzándome mucho.

Los días comenzaron a pasar con cierta rapidéz, asistía a las reuniones de la orden mientras me ocultaba de mis compañeros de los cuales algunos se habían integrado a la brigada inquisitorial, entre ellos mi hermano, y cuando estaba con Nott me limitaba a mantenerme en silencio para evitar más problemas.

Cherline era de gran ayuda hasta cierto punto ya que se la pasaba muy cerca de Nott tratando de coquetearle y aunque este la alejaba, la chica era lo suficientemente molesta para hacer que el chico se fuera a su dormitorio a seguir con sus actividades.

Aún así, debía cuidarme mucho de aquella chica o volvería a meterme en problemas.

Mi último 'incidente' con Nott, había sido un par de noches atrás. No estoy muy segura de la razón de su molestia, pero había dejado un moretón alrededor de mi muñeca cuando me agarró para gritarme y decirme que era una tonta.

Lo cierto es que sus palabras ya no me hieren. Sólo espero a que termine de hablar para continuar con mi existencia.

Aquel día, era día de duelos. Antes de comenzar, Harry se había acercado muy amablemente a preguntarme si quería participar (como cada sesión) y esta vez le dije que sí.

El azabache pareció muy orgulloso por mi gran progreso de integración y me emparejó con Padma Patill. Nuestro duelo era el tercero.

Por alguna razón que incluso yo desconozco, comenzaba a sentirme más segura entre mis compañeros. Nadie se burló de mi cuando hice mal un hechizo y mi varita salió volando de mi mano, más bien, me explicaron cómo debía hacerlo para que no sucediera aquello nuevamente.

En cuanto a mi 'relación' con George, puedo decir que hemos pasado bastante tiempo juntos. Al menos durante las sesiones de la orden y hay veces en que nos encontramos en los pasillos pero no intercambiamos más que un corto saludo.

Creo que comienza a gustarme un poquito. Aunque no he podido evitar notar que siempre está rodeado de muchas personas y que constantemente recibe cartas o confesiones de algunas chicas. No es extraño pero me hace sentir un poco triste.

Mi pelea contra la morena fue bastante larga, ella era muy buena en hechizos de defensa y en cuanto a mi, se me daban muy bien los de ataque por lo que era un duelo equilibrado, más o menos.

—¡Expulso!— le lancé el hechizo.

La chica salió volando, marcando mi victoria. Escuché varios aplausos y felicitaciones de mis compañeros, incluso Padma se acercó a felicitarme por mi victoria cuando se puso de pie.

No estoy muy segura de por qué, tal vez fue la emoción del momento pero cuando George estuvo frente a mi, salté a abrazarlo del cuello con gran fuerza y él me tomó de la cintura evitando que terminaramos en el suelo.

—Felicidades— dijo sin soltarme.

Regresé a la realidad, el calor inundó mis mejillas y rápidamente me separé de él.

—Gracias— dije con la mirada pegada al suelo.

Lo escuché reír un poco.

Nos quedamos en silencio un momento que me pareció eterno. Ya no sabía qué más decir y trataba de buscar una forma de salir de allí. El siguiente duelo estaba por comenzar por lo que los demás se estaban reuniendo a un lado para mirar, por mi parte, quedé junto a George detrás de todos.

Abracé mi cuerpo, pero enseguida me arrepentí. Tan rápido como bajé los brazos George frunció el ceño al ver la marca alrededor de mi mano.

—Eso no se ve muy bien— dijo bastante serio y con el ceño fruncido tratando de inspeccionar mi mano.

Nunca lo había visto así de serio incluso me atrevería a decir que parecía molesto.

—No es nada— llevé ambas manos detrás de mi y le sonreí tratando de convencerlo de que no era nada.

Tomó con suavidad mi brazo e hizo que lo llevara al frente. Levantó un poco mi manga dejando expuesta la marca de unos dedos alrededor de mi muñeca. Tragué con dificultad mientras apartaba la mirada.

El pelirrojo se tomó su tiempo para examinar el color morado y verde en mi piel.

Al menos los demás estaban al pendiente del siguiente duelo y nadie miraba en nuestra dirección.

—¿Quién te lo hizo?— sonaba molesto. Muy molesto.

Lo miré temerosa y safé mi mano de su agarre. No me gustaba cuando las personas me hablaban de esa manera pues sentía que me pondría a llorar en cualquier momento.

—No importa —murmure.

—Claro que importa. Ivette, por favor... dime quién te hizo eso.

Negué, por alguna razón mis ojos se llenaron de lágrimas y puse todo mi esfuerzo para contenerlas pese a que los ojos me comenzaban a picar y en la garganta comenzaba a formarse un nudo.

Suspiró rendido y me abrazó. Al principio me quedé estática y luego me aferré a su cuerpo como si temiera que se marchara.

Lloré en silencio y él acariciaba mi cabello sin decir nada, esperando con paciencia.






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