『 08 』
contenido sensible
Para mi gran fortuna, no vi a Nott en todo el día y por lo que sé, no asistió a ninguna de sus clases. Más tarde eso me lo confirmó Pansy. Quien me contó todo lo que yo ya sabía que le había pasado a Nott.
Al parecer, Theodore había estado acompañado de Blaise cuando todo ocurrió y el moreno tuvo que contener la risa y llevarlo a los baños de hombres para que se pudiera lavar y cambiar. De acuerdo a Pansy, Blaise le contó absolutamente todo entre risas.
También le mencionó que un fuerte y desagradable olor permaneció en su cuerpo pese a que entró a la ducha más de cinco veces. Por ello había decidido no asistir a clases el resto del día pues no había dejado que nadie lo viera.
Cuando finalizó mi última clase del día, comencé a caminar rumbo a la biblioteca para dejar un par de libros y tomar algunos nuevos. Estaba a medio culminó cuando me encontré con Neville, quien también se dirigía a la biblioteca en busca de libros para sus deberes de historia. Juntos caminamos sin mucha prisa y conversando sobre los deberes de herbología.
Habíamos llegado, Neville seguía a mi lado mientras tomaba mis nuevos libros. Él parecía nervioso pero supongo que esperaba a que hubiera menos gente a nuestro alrededor para decirme lo que tuviera que decirme.
—Mañana será la primera reunió— dijo en voz baja mientras yo tomaba un nuevo libro. Él se recargó en una de las mesas pero no lo miré mientras leía los títulos de los libros frente a mi.
—Perfecto— lo miré de reojo luego de escoger uno de los libros— ¿al finalizar las clases?
Asintió con una pequeña sonrisa.
—Sí, te esperaré en el tercer piso para que no te sientas tan fuera de lugar al entrar. Sé que aún no te sientes muy cómoda con todo esto pero... es bueno que lo estés intentando.
Sonreí con ternura al escuchar sus palabras, no pude evitar poner una mano en su mejilla con mucha suavidad. Si hubiera tenido la oportunidad de escoger a mi hermano, me hubiera gustado mucho que fuera alguien como Neville.
—Es muy lindo de tu parte, Neville. Gracias —bajé un poco la mirada— realmente significa mucho para mi.
Un color rosa suave apareció en sus mejillas mientras asentía repetidas veces. Alejé mi mano de su mejilla y dejé salir una pequeña risa. Iba a continuar buscando mis libros pero sentí una penetrante mirada a mis espaldas y rápidamente di media vuelta. Mis ojos dieron con los de Cherline Donner, una chica de mi casa un año menor que yo que parece estar profundamente enamorada de Theodore. Me odia porque toda le molesta que Nott me de toda su atención... si tan solo supiera.
Maldije para mis adentros y me separé rápidamente de Neville. Miré al chico nerviosa sin poder formular una sola frase y cuando regresé la vista a aquella castaña, ya no estaba.
Mordí con fuerza el interior de mi mejilla, pude sentir el sabor de la sangre por haber ejercido tanta fuerza. Me sentí mareada y unas intensas náuseas. Toda mi cabeza daba vueltas y sentía que el suelo debajo de mi se movía.
—¿Ivette?— me habló Neville en tono preocupado— ¿estás bien? —pero yo apenas alcancé a escucharlo a lo lejos.
Lo miré sin saber qué decir exactamente. Él parecía preocupado por mi estado, seguramente estaba pálida y desorientada. Así me sentía yo.
—Lo siento, tengo irme. Pero nos vemos mañana —murmuré mientras me alejaba.
No lo dejé contestar nada pues salí corriendo con un par de libros aferrados a mi cuerpo. Mi cabeza daba vueltas mientras avanzaba por los pasillos. No estoy segura de cómo ni cuándo pero en algún momento llegué a mi sala común. Tenía miedo de entrar y sentí mi respiración entrecortada. ¿Un ataque de ansiedad?
No era un buen momento para que eso me sucediera pero ya sentía el terror inundando mis venas pero aún así me adentré a la sala sintiendo que mi pecho iba a explotar.
Tenía que encontrar a Cherline antes de que ella encontrara a Theodore y le dijera lo que había visto. Miré todo a mi alrededor conteniendo la respiración, no verla cerca sólo me preocupaba más.
Caminé un poco más cerca a la chimenea y casi me ahogó cuando vi a Cherline abrazada del brazo de Nott bajando las escaleras de los dormitorios. Estoy segura de que palidecí pues sentí un increíble frío que me recorrió de pies a cabeza. Un ataque de ansiedad estaba por comenzar pero hice todo lo posible por no caer.
La castaña me vio mientras me sonreía con complacencia. Le decía algo a Nott en voz baja, quien parecía más bien fastidiado pero tenía el ceño fruncido mientras la escuchaba con cierta atención.
Sus ojos dieron con los míos, deseaba que la tierra me tragara en ese mismo instante. No logré dar ni un solo paso, estaba estática y muerta de miedo. La boca se me secó y los pulmones me dolían pues no encontraba la manera adecuada de respirar. Los ojos me picaban dolorosamente pero no quería comenzar a llorar.
Theodore se separó de aquella chica, dándole un beso en la frente y caminó hacia mi a paso lento. Cherline parecía encantada con el gesto y enseguida se marchó a quien sabe dónde.
Sentí que volvía a la tierra cuando Nott pasó un brazo por mis hombros. Me sentía más pequeña e insignificante que nunca. Comenzó a caminar, guiándome escaleras arriba.
—Hoy tuve un día horrible, ¿sabes?— dijo muy tranquilo.
Miré el suelo mientras subíamos los escalones. El estómago me ardía y no podía procesar las palabras con claridad.
—Pansy me ha dicho lo que ocurrió en la mañana. Es horrible— logré decir pero sentía mi voz muerta. Mi pecho palpitaba con fuerza dentro de mi caja torácica por el miedo que sentía en ese momento. Era doloroso.
—Si...— dijo distraídamente— ahora mismo me vendría bien una distracción.
Sentí que el estómago me ardía junto con una terribles náuseas de nuevo. Llegamos hasta el dormitorio de hombres, específicamente al dormitorio de Nott.
—Theo...— dije en un susurro tembloroso. Las lágrimas comenzaron a derramarse por las comisuras de mis ojos y mi respiración se volvió más acelerada.
Cerró la puerta tras nosotros y yo cerré los ojos con fuerza mientras tragaba un poco de saliva. Aunque ya no tenía nada de saliva en la boca.
Nott se colocó detrás de mi y movió un poco mi cabello, dejando al descubierto mi cuello donde dejó un beso. Una horrible sensación me recorrió el cuerpo, estaba segura de que vomitaría en cualquier instante.
—Quítate la ropa— ordenó mientras se aflojaba su corbata.
Me di la vuelta y lo miré suplicante pero él me dirigió una mirada que rápidamente entendí: si decía una sola palabra, me iría muy mal. Peor de lo que ya era.
Intenté contener las lágrimas mientras con gran lentitud me deshacía primero de mi túnica y luego de la corbata. Le di la espalda, prefiriendo no mirarlo directamente pero escuché perfectamente el sonido de su hebilla cuando la dejó caer al suelo.
—Me contaron que te gusta pasar tiempo con los leones— no fui capaz de mirarlo. Sus manos comenzaron a tocar mis hombros y sus labios estaban pegados a mi piel.
Negué rápidamente. Quería correr muy lejos. Quería simplemente desaparecer de la faz de la tierra.
—No es...—
—Ivette— me interrumpió y mordí mi labio inferior mientras un par de lágrimas que se habían escapado de mis ojos se deslizaban lentamente por mis mejillas— tal vez necesitas recordar que tu lugar es con las serpientes.
Dejé salir un sollozo casi silencioso. La garganta me dolía y cada vez sentía más desesperación por no poder respirar adecuadamente.
Aún recuerdo la desagradable sensación de sus manos recorriendo mi piel y lo doloroso que fue todo cuando estuvo dentro de mi. Trato de olvidar lo que pasó aquella noche, pero no puedo.
No era la primera vez y probablemente no sería la última, pero duele como si lo fuera. Duele tanto que sólo quiero morir.
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