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Con las piernas temblando entré al despacho de Astor. Él no había llegado aún, pero mis otros dos jefes estaban ocupando su sala.
— ¿Estás completamente segura de lo que estás por hacer? — Gómez Pilton frunció el entrecejo, desconcertado.
— Sí. Quiero pasar más tiempo con mi hijo y no es justo que no les sea funcional a ustedes.
— Pensé que habían llegado a un acuerdo con Astor. Él estaba muy satisfecho con tu trabajo y remarcaba que eran un buen equipo.
— Lo sé y se lo agradeceré en persona cuando vuelva de su licencia — ya era vox populi que su esposa estaba esperando un hijo como así también, que se enfrentaban a un embarazo complicado en el que él debía acompañarla.
— Ha sido un completo gusto trabajar con alguien tan capaz. Si necesitás referencias, acá estamos para ayudarte.
Y estrechando nuestras manos, sellé mi destino.
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