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|C A P I T U L O 1

C A P I T U L O 1 

Elisse

 La idea de que todo está predestinado nos viene a la mente cuando nos encontramos con coincidencias o situaciones aparentemente aleatorias, que dictan aspectos importantes de nuestra vida. Si aceptamos que hay un destino fijo, casi todo lo que hagamos carecerá de sentido. Como dijo una vez una maestra de literatura.

«El destino está relacionado con la teoría de la causalidad, todo lo que sucede tiene una razón que lo hace suceder.»

Las películas románticas generalmente terminan con un final feliz, o casi siempre donde la chica o el chico mueren, «vaya cliché». No entiendo nada respecto al destino, ¿Por qué el destino decide quien si es feliz y quien no? ¿Por qué el destino? Nada tiene sentido, siempre he tenido muchas preguntas desde que era una niña, como: ¿por qué el agua es transparente? y no azul como en las caricaturas, ¿Por qué las rosas tienen espinas? ¿Por qué papá se fue? ¿Por qué mamá llora todas las noches? En fin, son un montón de preguntas a las que no les tengo respuestas, y tampoco se las he buscado. Estoy demasiado ocupada en la escuela como para hacerme más preguntas sin resolver.

Me gusta más la idea de hundirme en los libros de la escuela, de terror o cualquiera que me libre del ruido del instituto. Me gusta saber que tengo el control de las cosas y que todo salga como yo quiero.

Desde pequeña me he puesto en marcha el plan de ir a la Universidad, irme en el auto que seguramente papá algún día me compraría, sentir el aire en mi cara, ver el atardecer o soportar la fuerte lluvia, el clima no importaba. Siempre quise viajar o vivir sola. Yo solo que quería descubrir todo por mí misma. No quería ser tratada más como una niña, lo que es en la mayor del tiempo

Recuerdo que cuando aprendí a andar en bicicleta, mi hermano jamás me soltó, decía que quería estar lo más seguro posible de que yo no tocase el suelo, y ni siquiera el uso completo de armadura para cubrirme desde la cabeza hasta la punta de los pies. Cuando asistía al médico, mi hermano era el primero en llorar por mis inyecciones, o en el dentista, siempre hacia caras como si el dolor fuese de él. Quería crecer y ser tan alto y apuesto como el, pero ser más baja y nada linda es lo que había conseguido. Él siempre fue el popular, el chico soñado de cualquiera, en cambio yo, siempre pasaba desapercibida y quería mantenerlo así, ya tenía lo suficiente. Lo único que quería, era volver de las vacaciones de verano y seguir con mi rutina de toda la vida.

Para ser honesta, siempre me había querido divertir, pero más allá de una cuadra de casa, era u peligro total para todos. De cierta manera me agradaba eso, pues no tenía distracción alguna, y toda mi atención estaba en las clases, claro que ser la mejor de la clase no es suficiente, debía superarme cada año a mí misma.

Cada año, me sentía como en los juegos olímpicos, donde solo tienes una oportunidad para demostrar de que estas echo, y que los cuatro años que tardaste en prepararte valieron total y completamente la pena. Aunque debo aceptar que todo hubiera sido aún más aburrido si Sam, no hubiese aparecido en mi vida, y hubiese decidido jugar con la niña del parque que solo leía un libro de cuentos.

—Odio los lunes El —refunfuñó Sam, desde niñas abrevió mi nombre y solo suena lindo cuando ella lo dice

—¡No te quejes y camina más rápido que llegaremos tarde! —traté de apresurarla porque por culpa de ella suelo llegar tarde a clases

—Tengo una resaca terrible ¿No puedes esperarme? —se quejó dando apenas unos pasos

—Si llegamos tarde, juro que tu salida de anoche, la sabrán tus padres —me tomó de la mano y salimos corriendo a tomar el autobús

Samantha es mi mejor amiga desde que éramos niñas, y a diferencia de lo que piensan sus padres es una buena chica. Cuando recién se mudó a una corta distancia de mi casa, tenía 8 y la meta bien clara, ser diseñadora de modas. Sus padres constantemente piensan que no tendrá futuro, pero yo confío en ella, es muy buena en eso de la moda, aunque sus padres prefieren que estudie derecho, lo cual a su vestimenta sé que no le quedaría bien. Sin embargo, ella misma ha confesado querer estudiar en Princeton y dejar lo de la moda como un simple hobby. Pero yo, cada día hago que desista de esa idea, y quizás será irónico, ya que yo misma me saboteo a la hora de querer hacer algo divertido.

—Oye, ayer me la pasé increíble, deberías salir conmigo una noche —soltó un berrinche de bebé —¿sí? —sus brazos delgados abrazaban todo mi cuerpo y lo ladeaba de un lado a otro

—¡Ya suéltame sanguijuela! —me escabullí de entre sus brazos

—Por cierto, estuve revisando la lista de los listos —volteo hacia mí guiñando su ojo como si lo que acabase de decir diera algo de risa

—¿Y? — pregunté indiferente

—Bueno, resulta que los cerebritos como tú, ahora tendrán que ayudar a quienes tengan puntajes bajo, en especial a los del último años para que puedan subir puntos lo más rápido posible para la universidad

—Yo no necesito hacer puntos —contesté firmemente

—¡Oh! Claro que sí

—¿Sam? —pregunté por qué su semblante parecía esconder algo

—Tú no estás en deportes, y eso genera puntos ¿no? —asenté con la cabeza —bueno, pues tú como odias todo lo que sea físico, no te has inscrito, y pasabas gracias al entrenador Dylan. Lo cual era cierto, el darle clases particulares a su hijo de primer año, ayudó a librarme de deportes.

—¡Deja de jugar y dime que sucede! me estas inquietando

—Resulta que el profesor dejará el instituto en estos días y tú, mi querida amiga, perderás esos puntos—

Sentí como un frío terrible recorría todo mi cuerpo.

—No los perderé si hablo con el director —hablé con seguridad

—Pues veremos cómo te va, ese director no por nada lo apodan "Grinch" —soltó una risilla

—Creo que tus intentos serán inútiles, grinch es una persona horrible y no te será fácil convencerlo—en medio de su risa se hacía una coleta con su cabello lacio y con sus mechones de colores que nunca pueden faltar en ella. Es una rubia alta de cabello ondulado de manera perfecta, con sus pecas en todo su rostro y aquellas cejas y pestañas que suelo envidiarle todo el tiempo

Cuando caminábamos hacia el instituto, Sam escondió su escote que el director odiaba y trataba de bajar su falda lo más que podía, yo solo reí de su pésimo intento, siempre se mete en problemas por dormirse en clases o llegar tarde, resulta que es muy dedicada a la escuela, pero a veces suele ser algo «rebelde» esa palabra la usaría para describirla, pero si soy honesta, ella disfruta descansar. Dormir era un lujo que incluso por las noches no podía conciliar.

—El, ¿sí te has dado cuenta de que te has puesto mucho más guapa en este verano?

—¡Cierra la boca!

—Solo digo que así, podrías estar con alguien que no sea, pues ya sabes. Un idiota

—Déjame en paz, y entra al salón

—Antes de comenzar la clase, Elisse ve a la oficina del director —ordenó la maestra

«¿Y ahora que hice, para que el grinch me llamase?»

Caminé por los pasillos, y sentía como si un frio recorriera todo mi cuerpo.

—Bueno señorita... —hizo como si buscara mi nombre en una lista, él lo sabía, sabía mi nombre, pero su especialidad es parecer un hombre malo —Elisa—dijo por fin

—Elisse... Señor — interrumpí con algo de timidez

Me miró fríamente a través de sus lentes extremadamente gruesos de aumento—como sea—arrojó los papeles sobre su escritorio haciéndome sobresaltar

—he escuchado mucho de usted —«¿y no sabe pronunciar mi nombre?»

—Y creo que tendrá que inscribirse a algún deporte

¿En qué es buena? —ladeo la cabeza, esperando una respuesta

«En nada»

—Pu... pues —tartamudee

—Aquí tiene una lista, escoja uno ahora mismo —me entregó una lista donde venía con letras grandes «No soy buena en ninguno»

—Vamos, elija uno —insistía

—Bueno...es que yo —volví a tartamudear

¿Cómo le explicaba que no era buena en ninguno? Y que prefería mil veces estar hundida en la biblioteca, en lugar de estar con idiotas, jugando, sudando y perdiendo el tiempo. A demás, de que realmente no era buena en ninguno, no es que nunca lo hubiera intentado, era solo que cualquier deporte, a mis padres les parecía algo peligroso, montar en bicicleta, jugar futbol u otro deporte estaban prohibidos

—Mire, tome la lista y llévesela, cuando tenga uno en mente viene a buscarme—

Tomé esa lista la hice bolita y la guardé en mi mochila. Al llegar al salón, Sam me esperaba ansiosa por que le contase lo que había pasado

—Mejor no preguntes —me recosté en mi mesa

—Cuéntame, ¿te dijeron algo de deportes? —preguntó insistente

Enmarañé mi cabello con ambas manos —lo estás disfrutando, ¿no es cierto?

—Para nada —contestó en una burla sarcástica

Seguí recostada en mi mesa cuando el siguiente profesor entró, y así siguieron las clases hasta el almuerzo

—¿Qué voy a hacer Sam? —pregunté con desesperación — No soy buena en ningún deporte... ¿Sam? —su mirada estaba perdida en la chica pelirroja que tanto le gusta

—¡Dios! Como me mola esta tía —

Sam vivió en España cuando era niña, y a veces se le escapan ciertas palabras

—Te traeré una toalla, llenarás la cafetería con tu saliva— bromeé

—¿Cómo puede ser una pelirroja tan hermosa? —seguía sin quitarle la mirada de encima

—¿Qué no me has visto a mí?

—Tía, tú pareces una zanahoria—lo dijo de una manera tan seria y molesta como suele decir las cosas justo antes de soltarse a reír

—Mi cabello si es natural, ella seguro se lo tiñe —refunfuñé acariciando mi cabello

—Deja de criticar a mi chica, ella es perfecta

Sam ha estado enamorada de Emily Grainger desde hace tiempo, pero jamás se ha dignado siquiera a saludarla. Sam es muy extrovertida, pero cuando se trata de chicas ni siquiera la reconozco. Vive con sus padres y su hermano menor, Dylan. Los fines de semana trabaja en un restaurante de comida rápida. La admiro por la forma en la que ayuda a sus padres y en como logra escaparse en ocasiones para irse de fiesta. Es como si fuésemos dos polos completamente distintos. De cierta forma, es lo que disfruto, algunas veces, he llegado a considerar, que no importa lo mucho que me esfuerce, nunca podre siquiera salir de fiesta sin culpa.

Al llegar a casa mi hermano Thomas estaba por salir en su auto, el cual es algo anticuado, pero le encanta porque papá se lo regaló en su cumpleaños hace tres años

—¡Enana! —alzó su mano para saludarme

—¿A dónde irás? —lo abrasé fuertemente antes de que subiera a su auto

—Iré con Lily a cenar con sus padres —

Mi hermano está en el último año, y piensa estudiar en Stanford. No es que sea mi sangre, pero es realmente guapo, su cabello cobrizo y su altura, suele encantarles a las porristas de la escuela. A pesar de que la mayoría del tiempo es molesto, él el único llega entenderme.

—¿Papá está adentro? —

Cuando papá está en casa es seguro que encontraras un festín como si fuese echo para la realeza. Es un cocinero excelente por naturaleza.

—Entra, papá ya cocino algo—me dio un ligero empujón y entre corriendo a la cocina

—¡Mi niña llegó a casa! —él suele emocionarse cuando piso la puerta de casa y desde que él llegó a nuestras vidas todo marcha bien, no hay discusiones y la casa está tranquila.

«A diferencia de cómo era antes»

Mi padre biológico siempre discutía con mamá, haciendo que yo terminase llorando siempre que los escuchaba. Tan solo con nueve años, mi hermano había inventado un juego "la princesa y el caballero" En cuanto yo escuchará a mis padres discutir, correría hasta el clóset de su habitación. Las ordenes eran claras, tenía que cubrir mis oídos y esperar a que me fuera a rescatar. De niña no lo entendía, pero él, realmente fue mi príncipe azul. Era el mejor hermano que yo podía tener, siempre le hacía dibujos cuando yo era niña, y él siempre el protagonista, siendo el caballero que me rescataba y yo la princesa. Ahora dichos dibujos forman parte del tapiz que recubre su habitación, además de sus trofeos, medallas y reconocimientos del equipo de Futbol.

Cuando solo tenía seis, nos mudamos. Dejando a papá. Una parte de mí siempre ha querido preguntarle la razón por la que no le importamos y por qué nos abandonó, pero otra parte está feliz de tener una nueva persona en mi vida que si se preocupa por nosotros.

Desde el principio mi hermano y yo le tuvimos cariño, pues era amigo de mí madre, la cuidaba, le ayudo a superar lo que la perjudicaba y tiempo después se casaron. Él me ha demostrado que siempre llega algo mejor a tu vida.

—Tomá asiento pequeña y prueba esto—me dio un bocado del postre que estaba preparando

—¡Papá, está delicioso! — olvidé mencionar que los postres son lo mejor que puede existir.

Durante la comida, no dejaba de pensar en que deporte tendría que entrar, ¿era tan necesario? Solo corrías, te cansabas o resultabas lastimado, en particular había un deporte al que por nada del mundo entraría, Natación

Cuando era pequeña mi madre me descuidó unos segundos y caí en la piscina que teníamos en la casa anterior, casi me ahogaba, pensé que con el tiempo superaría ese miedo, pero fue inútil. Mi miedo creció tanto que odio el agua. «No piscinas» «No playas». «Odio nadar» Lo que es más cierto «tengo miedo» A demás de cualquier otro deporte que involucre perder el tiempo.

Al día siguiente, Sam por primera vez estaba lista antes que yo, y sorprendentemente, yo no

—No entiendo por qué odias los deportes —se recostó en el sillón de la sala

—Es que odio perder el tiempo —hablé entre dientes tratando de que mi cabello estuviera alaciado

—¡Ostia! Tu cabello —señaló lo que suele ser... Un desastre

—¿Quieres ayudarme? —volteé los ojos y le di una mordida a mi manzana, estaba algo frustrada

—Hoy estás más irritante que de costumbre ¿Qué pasa?

—Al único que le podría pedir ayuda para mi problema es a Chris «mi ex»

—Claro que no, de ninguna manera—de un segundo a otro, se sentó a horcajadas en la silla

—Escúchame bien, hay un chico que es bueno en todos los deportes—sus manos se movían de un lado a otro tratando de contarme

—Es muy alto, tiene un cabello perfectamente negro y sus tatuajes, ¡Ostia! En esos enormes y musculosos brazos, juro que casi me vuelvo hetero de solo verlo—guiño un ojo

—¿Y? —tomé mi mochila y me dirigí a la puerta

—En fin, a él podrías pedirle ayuda

—¿Y dónde lo encuentro?

—No sé... —me detuve en seco —¿No sabes?

—Es que en primer año era muy popular, todos envidiaban su cuerpo atlético y lo verdaderamente guapo que es, y por cierto su manera de vestir... —¡Sam!

—¡Okay! Era popular y ahora no, es de la edad de Tommy, antes todas las chicas lo amaban, pero después solo desapareció de la escuela y ahora ha vuelto como una sombra, así que se ha vuelto un misterio, pero parece un chico malo, suele usar pantalones negros, camisas holgadas ¡Ah! Y tiene aretes en sus orejas

—¿Y por qué demonios le pediría ayudada? A...

— Nicholas Cole.

—Como sea, no hare eso

—Creeme, lo harás

—Si como no, dime, ¿hay alguna razón por la que, de todos en el instituto, tengo que obtener ayuda de un vago?

—Bueno, escucha. De pronto vuelve a la escuela, como dije, era popular, y las materias le eran sencillas, incluso rechazaba la ayuda de las chicas que morían por él. Pero se dice mucho de él ahora que regreso, así que no dudo que pronto busque algún tipo de ayuda y ahí es donde entras tú, podrían llegar a un buen trato

—Él puede pedir fácilmente la ayuda de esas chicas que mencionas, ¿Por qué de mi la aceptaría? Ahora viene la parte interesate, dicen que...

—No digas más, seguramente ese tipo tiene otras preocupaciones además de pasar sus materias

—¿Sabes por qué ya no es popular? Justo porque dejo el deporte y hasta donde sé, ha tratado de enfocarse en sus materias, aunque realmente dudo mucho que pueda hacerlo solo

Decidí ignorar a Sam, aunque si dejaba mi orgullo y mis prejuicios a un lado, la propuesta me sonaba tentadora.

Pensé que si pasaban los días podría evadir el hecho de que tenía que entrar a algún deporte, pero me fue imposible, cuando menos lo pensé, estaba de nuevo sentada frente ese escalofriante hombre.

—Señorita Evans, hoy la llamé para avisarle que todos los grupos de equipos deportivos están llenos.

—¿Significa que me salvé? —interrumpí

—¡No! —contestó—significa que el único que está disponible es natación —parecía que la sonrisa del director se le dibujaba de oreja a oreja, como si supiera mi horrible terror al agua

—¿Qué? —sentí como un frío recorría todo mi interior, y por más que quisiera, no podía producir una sola palabra

—El mes que viene tendrá que iniciar o de lo contrario perderá puntos, y su reputación de excelencia

—Pero director, ¿natación? Enserió no puedo, es que yo....

—A menos que quiera brindar tutorías

—¿Disculpe? Pregunte, sabiendo ya la respuesta

—Mire, esta lista está en el pasillo, ya fue pegada esta mañana, son quienes necesitan asistencia, ayuda con materias etcétera, si usted logra ayudar a pasar a un alumno dichas materias, créame que será recompensada con bastantes puntos

«Busque con desesperación a ese chico»

«¿Cómo es posible que ese tal Nicholas ¿no esté?». Pero claro, no estaba y yo sabía el por qué, quizás había chantajeado al director de alguna manera, no es que yo no lo hubiese hecho con el profesor de deportes. No solo por ayudar a su hijo, también haberlo visto fumar en la bodega de los balones, ayudo un poco.

Claro que tenía opciones, para elegir a mi próximo maestro de deportes. No es que el nuevo maestro de deportes no enserase lo que evidentemente debo hacer, era solo que, nadie, a excepción de Sam, y mi familia, nadie más sabia de mi miedo a nadar, y era algo que debía cambiar en menos de un mes. Todo el día, estaba buscando algún chico o chica de la lista que pudiera pedirle ayuda, pero ya todos estaban demasiado ocupados con algún otro deporte, fiestas u otra cosa por el estilo. Ciertamente la respuesta que recibía era "si no sabes nadar, porque entraste anotación" "el profesor enseña eso, ¿no lo sabías?". Y muchas otras más. Créanme cuando les digo que realmente intente nadar, pero los profesores son realmente insensibles. He ido a infinidad de clases de natación, pero todos, solo hacen la cabeza a un lado, silban su silbato, señalando la piscina que seguramente es menos profunda que mi estatura, pero el miedo, es aún más grande.

Pensando que, el nuevo profesor sería diferente, me apresuré hasta la piscina de la escuela, pero lo que vi, me paralizo. «¿Acaso es una, fiesta?». Todos parecían divertirse, jugaban con pelotas, algunos besándose, incluso dormidos en un salva vidas. Por un segundo, pensé «chantaje». Quizás podría encontrar algo que me ayudase a convencer al maestro de fingir que venía a natación, entregarme mis puntos e irme victoriosa a la universidad. Pero, ese hombre. ¡No tenía nada! pero sorpresivamente, investigando sobre Nicholas, encontré más de lo esperado «era mi boleto de salida»

Sin pensarlo, me propuse a encontrar a ese chico. Pregunté por todos lados y nadie me decía exactamente dónde encontrarlo. Caminé hasta él campo de futbol donde un tipo estaba recostado en el césped, el sol le daba directo a la cara, pero parecía no importarle, me acerque hasta él haciendo que mi cuerpo fuera sombra en su cara

—¿Nicholas Cole? —pregunté sabiendo que era él, «chico malo, de pantalones negros, camisa holgada y aretes en sus orejas»

—Muévete — su voz era algo gruesa pero suave a la vez

—Lo siento —me hice a un lado rápidamente hizo un gesto debido a que la luz le dio repentinamente en la cara.

Su brazo que reposaba en su pecho lo llevó hasta su frente, entreabrió lentamente sus ojos, eran inevitablemente preciosos

Mis padres siempre han dicho que soy una persona que vive muy apresurada, siempre estudiando, tomando cursos de idiomas, siendo voluntaria en cualquier lado. Nunca me he preocupado por cosas como fiestas, viajes escolares o cualquier otra cosa que me quite mi preciado tiempo. Incluso Sam, no era una chica el todo el tiempo descansará, pues trabajar para ahorrar e irse a España, la mantenían ocupada. Así que conocer a alguien que podía estar tan tranquilo bajo el sol. Me causaba hasta cierto punto algo de envidia verlo recostado, sentía que mi vida iba algo apresurada a diferencia de la de ese chico bajo el sol

Como dijo Sam, parecía un tipo malo, además de como lo describió, tenía un aro en el labio y uno en la ceja «¿por qué lo sigo viendo?»

—¡Vete! —hizo una seña con su mano para que me fuera

—¿Eres Nicholas? —insistí —necesito de tu ayuda, me han dicho que eres buen nadador, así que... —seguí hablando hasta que él me interrumpió

—No me interesa —se levantó y se sentó rápidamente moviendo su cuello de un lado a otro haciendo un ruido extraño

—No hagas eso —hice una cara de disgusto al oír el crujido de su cuello

Solo dio un suspiro y se levantó, de lo alto que era sentí que si pasaba a un lado mío ni siquiera me notaría. No quería insistirle, pero era mi última opción, no le iba a pedir a Chris que me enseñará y mucho menos a alguno de sus amigos del equipo, caminé lo más que pude tras él

—¡Oye en serio necesito tu ayuda! —de pronto se detuvo haciendo que mi cara terminará en su espalda, giró hacia mí y con sus huesudos dedos me empujo en la frente —Atrás niña

Me molestó su actitud y me enfurecí, pero mordí mi labio para no maldecirlo —solo estoy pidiendo que me ayudes —supliqué

De nueva cuenta el chico puso sus dedos en mi frente —¡Dije que atrás!

—¡No soy un perro! —quité su mano con fuerza

—Pues lo pareces —soltó una risa burlona

Noté que tenía una cadena algo gruesa en su cuello y aproveché para insultarlo —Tú eres la mascota con ese enorme collar—se agachó hasta mi altura y me miró fijamente—No te metas conmigo niña —sonrió y se fue pasándome de lado.

Me encogí de hombros y decidí que no necesitaba su ayuda, ultimadamente, Sam podría enseñarme.

—¿Yo? El, no puedo, tengo suficiente con mi madre, mi trabajo y la escuela

—¿Entonces qué haré?

—¿Y el chico?

—¡Olvídalo, me doy por vencida!

Realmente, estaba por desistir de esa tonta idea de pedir ayuda. Pero, de nuevo, estaba frente al director

—¿Y? que ha pensado señorita Evans

—«En morirme». Director, de verdad, no puedo

—Como dije, tiene un mes para entrar, si no lo hace, sus puntos para la universidad, se verán afectados. Al salir, sentía como si todo fuese un desastre, como si todo estuviese acabado.

—¡Bhu! —ni siquiera el intento de asustarme del chico pelinegro me trajo a la realidad —¡Hey! —tronó sus dedos frente a mi cara, lo ignoré y solo lo escuché entrar a la oficina del director. Pensaba que ese chico, lo único que haría, seria chantajear el director, y pasar mágicamente sus materias, para enfocarse en el deporte.

Mientras caminaba sentí un ligero toqueteó sobre mi hombro

—Evans —ni siquiera me asombré de que supiera mi apellido, seguía en shock —movió su mano frente a mi cara

—Agh, olvídalo, no le daré clases de Natación a este espécimen

—¿Natación?, espera ¿Que dijiste? —lo sujeté de la cuerda de su mochila

—Escúchame bien —de nuevo se agachó hasta mi altura —tú harás mis tareas y yo te daré clasecitas de natación ¿De acuerdo?

En serio su prepotencia me ponía de mal humor—No soy tu esclava, así que olvídate de eso —volvió a su postura, cerro los ojos, y soltó aire inflando sus mejillas

—Creo que no me estás entendiendo niña, yo te daré clases de natación y tú harás mis tareas, si no lo haces no te enseñaré nada, pero solté una risa porque sabía algo que él no

—¡Oye! Nadie en el instituto hará tus tareas —sonreí porque estaba segura de lo que diría

—A menos que quieras que todo mundo se entere de tus pésimas calificaciones —giró de nuevo y me miró fijamente, él lo sabía

—si no apareces en esa lista es porque chantajeaste al director, te gusta mantener tu orgullo y dignidad intactos, así que por eso mientes y dices que dejaste el deporte para enfocarte en tus materias, pero la verdad es que tus calificaciones siempre han estado por el suelo ¿me equivoco? me encargaré de que tu nombre aparezca ahí—señale la lista donde sabía que su nombre no aparecía

Seguía con la sonrisa en la cara y orgullosa de lo que había dicho «te tengo», noté como su semblante cambio y se acercó tanto a mí con una sonrisa ingenua, que sentí como se aceleraba mi corazón de miedo

—Niña, ¿con eso me vas a chantajear? A mí no me importan mis calificaciones, como por lo visto a ti sí. «tenía razón»

—A demás, descubrí tu negocio, sé que compras chatarras, las reparas y las vendes a un precio elevado y el auto del director no vale ni la mitad de lo que se vendió, ¡mira! —le mostré la prueba en mi teléfono. Me había encargado de hacer bien mi tarea e investigué sobre Nicholas, la vez que decidí buscarlo, preguntando por los pasillos, descubrí todo, incluso el verdadero origen del auto del director que presumía por toda la escuela. Busqué el auto en internet, el dueño original lo estaba vendiendo muy barato, Nik lo compró y lo reparo prometiéndole al director que era un modelo único

—Creo que descubrí tu secretito —y conociendo el bajo conocimiento del director ante los autos Nik lo aprovechó, estaba perplejo

—¿Cómo supiste eso? Dijo riendo—Todos los días lo estuve observando, me daba curiosidad. Descubrí que compra y vende autos, motocicletas o cualquier otra cosa por la que paguen bastante dinero. Pero nunca lo veían presumir de dicho dinero.

—¿Tengo razón? —«te atrapé»

—¿Y cómo demonios lo sabes? frunció el ceño

—Estos días te estuve observando, no eres nada precavido

—¡Mierda Evans!

—Y adivino que si sabes mi apellido es porque el director te dijo que yo sería tu tutora, no tienes opción, ya que estas por entrar a la universidad—me dolían las mejillas de tanto sonreír por verlo enrojecerse de furia

—¡Mierda! Está bien, pero yo... —lo tenía en la palma de mi mano, así qué lo interrumpí para sentirme esta vez superior

—Muy bien, así estarán las reglas

—¿Reglas? Sí que tienes hueco el cerebro —volteé los ojos y lo ignoré

—Número uno: estudiaremos en la biblioteca de la escuela y en la de mi vecindario, número dos: natación será lunes, miércoles, viernes y sábado, el resto, estudiaremos y número tres nada groserías —lo señalé con mi dedo, quería advertirle que no lo hiciera

—Estás loca —movió mi mano y me contradijo—Natación serán los miércoles, lunes no, odio los lunes y dejemos fuera del viernes hasta el domingo y tú me ayudarás a estudiar los martes y sobre las groserías, olvídalo, no eres mi madre

—Son mis reglas o la escuela se enterarán —le hablé de una manera chantajista.

Ignorándome, salió de la escuela y comenzó a caminar para dirigirse a la parte trasera, lo seguí y me detuve cuando lo vi sacar su encendedor. Fumó de su cigarrillo y volteo para arrojarme el humo a la cara para luego soltar una risa «fue apropósito»

—Eres un grosero

—¿Yo? Tú eres la que me ha perseguido como cachorro y no me deja tranquilo, oh es que en realidad te gusto y no sabes cómo decirlo—puso su mano en la pared y se acercó a mí, tan rápido como pude me aparté de él

—Está bien, no me ayudes, pero el director prefiere creerles a estudiantes destacadas qué a estafadores como tú

—Lo de ser chantajista es tu especialidad pequeña Evans—arrojó su cigarrillo hacia mí y nuevamente volvió a reír, relamió su arete, sonrió y se fue

Al salir del instituto, Sam me esperaba —¿Por qué tardaste tanto?

—Es una larga historia —sonreí

Cuando caminábamos a la parada del autobús, una motocicleta se detuvo de golpe al lado mío, se quitó su casco y movió su cabellera, como si estuviera en un comercial. Me miró de una manera muy seria y chasqueo la lengua —Te enseñare a nadar, pero olvida tus estúpidas reglas—volvió a ponerse su casco y se fue, haciendo un show con su moto antes de irse

Sam me miró boquiabierta, yo tampoco podía creer que logré que ese chico me enseñase a nadar, grite y brinque de alegría, aunque honestamente no sabía por qué. «nadar» Fue lo único que pensé durante todo el camino, estaba segura de todo, excepto de eso. Toda mi vida fue pensar en el terror que era nadar, sentí que, si no pensaba en ello, quizás y solo quizás podría hacerlo

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