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A Couple of Drinks

Drabble

-—Señorita, le estoy diciendo que quiero que la doctora Haruno sea quien me atienda. — Habló indignado Itachi. Su mente se la paso rondando toda la semana en llamarle a aquella extraña mujer que se encontró en un bar y le dio su tarjeta estando medio ebria.

Le llamó la atención y eso no lo podía negar. No había sido su extraño cabello rosa -¿Era natural? ¿Era tan suave como parecía? – el vestido ajustado que le enseñaba al mundo el maravilloso cuerpo, tampoco ese andar torpe pero con estilo y cierta elegancia. ¿Quién podía caminar con elegancia estando tan ebrio que tenía que sostenerse de un poste?

Con la inteligencia que poseía y haciendo honor al calificativo de "genio" no se le ocurrió mejor idea irla a visitar a su trabajo, pero para no parecer tan desesperado consiguió una excusa. No es que él se haya cortado intencionalmente el dedo para tener que ir al hospital. No, por supuesto que no. Mientras trabajaba en una maqueta para el próximo proyecto que tenía accidentalmente se había cortado con el cúter. Una lástima.

—Claro, señor. Le hablare a la jefa de cirugía y dueña del hospital para que le dé un punto en la mano. — se burló la enfermera.

—¿Dueña del hospital? —pregunto sorprendido, eso ni siquiera se lo esperaba, tampoco es que conociera toda los ricos del país, lo mas que había hecho era buscar el nombre de Sakura en Twitter, no había ninguna Sakura Haruno de cabello rosa y ojos verdes.

—¿No leyó la marquesina, señor? HS-Hospital. Haruno-Senju. —Explicó como si de un niño se tratase, el hombre ni siquiera le había querido dar su tarjeta de salud y había llegado exigiendo. Ya no había modales.

—Vaya, tal vez si se dedique al tráfico de órganos — susurró para el mismo.

—¿Itachi? —Escuchó que alguien le hablaba, era una voz conocida aunque mucho menos patosa que la última vez que la había oído.

—Ya encontré tu centro de operaciones para trasplantes ilegales —

—Buenos días, Haruno-sama. —

—Buenos días, Ukio-san —le regresó el saludo a la enfermera — Te debí impresionar demasiado para tenerte aquí, Itachi.

—Claro que lo hiciste, Sakura. —Sonrió internamente, era la primera vez que le llamaba por su nombre — No todos los días encuentras a alguien interesante en medio de la calle, aunque tenga mal gusto en coches.

—¿No manejaras un Lamborghini, verdad? Trae esa mano acá antes de que se te salgan las tripas por ahí.

—Mi muerte sería una gran pérdida para la humanidad, y no, manejo un Honda.

—Espero que no sea amarillo.

—Negro.

—Menos mal, acabas de ganarte un poco de mi respeto, solo esperemos que ese gran coche no sea para compensar otras carencias.

—Si eso fuera inversamente proporcional, entonces tristemente me tocaría manejar un Smart. —Se rio, haciendo sonrojar a la enfermera y reír a la pelirosa.

Para Itachi todo aquello era algo extraño, él no era ese tipo de hombre, tanto así que a sus 32 años su padre ya hasta había empezado a voltear santos y budas de cabeza para que se consiguiera una buena mujer. Su madre ya le había presentado hasta a las hijas de las vecinas que ni siquiera le caían bien.

Pero con Sakura era interesante. Le divertían esas conversaciones variopintas en las que terminaban.

—El macho alfa ha hablado señores. ¿Sabes? Te hubieras evitado esta cicatriz si solo me hubieras marcado por teléfono.

—¿Y evitar llevarme la sorpresa de que tienes un hospital?

—Una cadena de hospitales —le corrigió — Pero vamos, no se haga el inocente, señor Uchiha.

—¿Lo sabias?

—Digamos que cuando no me marcaste al tercer día te busque en Instagram. No hay muchos Itachi en Japón, y sin duda solo un par con tan buena foto de perfil.

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