Tuve la mitad de motivos para quedarme

y la mitad para irme,

al final elegí la opción más difícil: quedarme.

Me quedé aun sabiendo que mi corazón podría salir herido,

me quedé por el único motivo que tenía,

porque pensé que tú también querías que me quedara.

Arriesgué

porque como dicen: «Si no arriesgas, no ganas»,

pero no cuentan lo que pasa si pierdes,

si arriesgas hasta dejarte el aliento

y no obtienes nada.

Porque quererte fue un riesgo muy alto que asumí,

fue como subirme a un tren sabiendo que en algún momento iba a descarrilar

y que mi corazón no sería capaz de soportar el peso de tu ausencia.

Dicen que el asumir riesgos puede llevarte a equivocaciones

y contigo no cometí mayor error que el considerar que iba a salir ganando,

cuando tú y yo sabíamos que la suerte no era nuestro punto fuerte.

Y ahora

he decidido que voy a equivocarme de la mejor manera,

aunque sea una cobarde,

esta vez elijo la opción más fácil: irme.