Los kilómetros que más valen la pena recorrer

son aquellos que nos llevan a personas,

que da igual el tiempo que dure el viaje

porque sabes que al final habrá alguien esperándote,

alguien que hará lo que sea por ti.

Y esos kilómetros no se miden en números,

sino en abrazos,

sonrisas,

caricias,

en pequeños momentos de felicidad

que no tienen un valor calculable.

Y creedme si os digo que esas personas,

justo por esas,

es por las que merece la pena vivir durante un tiempo sin tocar tierra,

por las que irías de estación en estación para poder contemplar un poquito de magia en su sonrisa,

por las que serías capaz de hasta detener el tiempo.

Esos kilómetros,

y esas personas,

sin duda son los mejores.