Capitulo 14
Marela
La música es tan alta que las puertas del auto vibran y Diana se va a quedar afónica si sigue cantando así.
—¡Me encanta esaaaa! —grita cuando empieza a sonar una canción que no conozco y una sonrisa se me escapa cuando siento su emoción.
Yarai a mi lado se ríe a carcajadas. Yo lo miro por unos segundos y mi sonrisa crece.
—Diana, me vas a dejar sordo y voy a chocar —dice Diego.
—Tú no manejas con las orejas, que yo sepa —dice ella cruzando las brazos sobre su pecho.
No puedo aguantar la risa.
—No, pero me desconcentro y...
—Blah, blah, blah —dice Diana interrumpiendo a su hermano.
Este despega la mirada unos segundos de la carretera para mirarla con incredulidad.
—Pareces una nena pequeña.
—No me importa.
—Oigan , hay que darle buena impresión a Marela, es la primera vez que sale con nosotros —dice Yarai echándose hacia en frente.
Diana alza una mano y sin querer esta choca directamente con el rosto de Yarai,
—¡Auch, Diana!
—¡Lo siento, lo siento! —dice mirando hacia nosotros.
Yo solo me sigo riendo.
Veinte minutos después Diego estaciona el auto y entramos en una especie de bar de carretera. El logo se ilumina con luces neón.
—¿Mesa o barra? —pregunta Yarai cuando ponemos un pie dentro del local.
—La barra, llevo ya mucho rato sentada —dice Diana y se va hacia la barra como si este lugar fuera su casa.
—Vamos —dice Diego siguiendo a su hermana.
Yarai me mira y mis ojos caen en los de él. Me hace un gesto con la mano para que lo siga. Eso hago.
Nos quedamos de pie en la barra unos segundos hasta que llega un chico preguntándonos qué queremos de tomar.
—Dame una cerveza... ¿Quieres algo, Marela?
Alzo la mirada hacia él y me quedo en blanco.
—No, gracias.
—¿Ni siquiera un refresco?
Bueno... si lo pienso mejor.
—Sí, eso estaría bien.
En eso, una canción empieza a sonar y las personas que andan por ahí gritan de emoción.
Diana es una de ellas. Yarai y yo vemos a Diego poner los ojos en blanco. Pobrecito.
—Y bueno... ¿Cómo has estado, Marela?
La voz de Yarai me saca de mi ensimismamiento y poso mi mirada en él.
—Muy bien, la verdad.
—¿Puedo preguntar qué estaban celebrando tú y Xiomara?
Me quedo con la boca abierta unos segundos...
—Ehhh...
—Si es muy personal está bien, perdón por ser tan entrometido.
—No, no. Está bien —suelto un suspiro—. Estábamos festejando que por fin, después de cinco años me dieron buenas noticias con respecto al cáncer.
Los ojos de él se abren y no puedo pasar por alto el brillo de alegría que los llena.
—¿Enserio? Muchas felicidades. —Puedo notar la emoción pura en su voz.
Es como si estuviera realmente feliz por mí.
—Estoy muy feliz por ti —dice como si hubiera leído mi mente.
Una sonrisa, de esas que vienen desde el alma, empieza a aparecer en mi rostro.
Seguimos hablando un buen rato, pero la música cada vez está más alta. Tanto que hasta siento la barra bajo mis brazos vibrar y casi no escucho la voz de Yarai.
—¿Quieres salir?
Lo escucho a duras penas, pero asiento.
Segundos después estamos en la parte de afuera del local. Acá también hay bastantes personas, pero la música no se escucha tan fuerte.
Yarai se acerca a una mesa vacía y se sienta al mismo tiempo que yo.
—Aquí si se puede hablar con comodidad —dice soltando un suspiro y dándole el ultimo trago a su cerveza.
Asiento levemente.
—Y bueno... háblame de ti.
Mis ojos caen en él cuando suelta esas palabras.
No sé qué decirle.
—¿Qué quieres saber?
—Lo que sea, solo háblame.
—Pues... —En mi mente empiezan a llegar miles de recuerdos, de cosas que puedo y me nace contarle.
Me siento tan cómoda.
—Me imagino que sabes mucho de mí por la prensa así que no sé que sabes y que no —digo soltando una pequeña risa.
—Olvídate de la prensa y los medios —dice haciendo un gento con su mano restándole importancia—, quiero saber cosas de ti, pero porque tú me las digas, no por los medios.
No puedo evitar sonreír.
—¿Desde cuándo tatúas? —Es la primera preguntas que se me ocurre.
—Desde hace tres años, pero aún sigo yendo a talleres y clases.
—Sí, me acuerdo cuando te vi en la academia de mamá.
Él sonríe.
—Fue una bonita sorpresa verte por allí.
Y desde ahí, perdí la noción del tiempo por completo.
Seguimos hablando de el primer tema que se nos venia a la mente y no parábamos. Que si la universidad, que si el trabajo... que si esto, que si lo otro. La conversación no tenía fin... y no quería que acabara.
Hasta que Diana apareció.
—Holaaaaa, ¿los conozco?
Mierda, está muy borracha.
En eso Diego llega detrás de ella y la toma por los hombros.
—Hay que irnos. Diana no para de beber —dice mirando a Yarai fijamente.
Este asiente poniéndose de pie.
—Vamos, yo manejo.
Llegamos al auto a duras penas porque Diana se empeña en querer volver al local, pero Diego no la deja. Se cae un par de veces y sus rodillas ya se ven algo rojas, pero sigue en pie.
Llegamos y Diego la recuesta de los asientos traseros. Yarai va de piloto y yo de copiloto.
Ahí es cuando veo la hora.
Son casi las tres de la madrugada.
¿Cuándo paso tanto tiempo?
—Déjanos a nosotros primero y quédate con el auto hasta mañana, Yarai —dice Diego.
Su voz suena muy seria y contundente. Se nota que está tanto molesto como preocupado.
—Está bien.
Pasan al menos veinte minutos cuando el hombre sentado a mi lado frena el auto enfrente de una casa muy bonita. Diego sale primero y abre la puerta de donde Diana está recostada. La toma en brazos y se despide rápidamente.
Yarai se queda mirándolos unos segundos hasta soltar un suspiro.
Arrugo las cejas.
—No es la primera vez que pasa —dice arrancando el auto.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Diana lleva unos meses mal... pasó por algo fuerte hace poco y esa es su manera de afrontarlo.
Quiero preguntar que fue lo que pasó, pero no quiero verme entrometida.
—Espero pronto esté bien.
—Lo estará, créeme. Ella es fuerte.
El resto del camino se vuelve silencioso, obviando las veces que le digo por donde tiene que ir para dejarme en mi casa..., pero no es un silencio incomodo. Todo lo contrario. Siento una tranquilidad en este momento. Por el rabillo del ojo puedo apreciar como él mueve su mano hacia la radio y lo enciende.
El sonido de la música solo hace que mejore más el momento.
—¿Qué tipo de música te gusta escuchar? —me pregunta de la nada.
Giro mi rostro hacia él y me quedo pensativa unos segundos.
—La verdad escucho de todo, pero me inclino más por el pop o música suaves como el jazz y así.
Yarai despega la mirada unos segundos de la carretera y me mira.
—Nadie nunca me había dicho que le gustara el jazz —dice y vuelve a mirar al frente.
—Sí, yo tampoco conozco a mucha gente que le guste, la verdad. Pero a mí me parece que es super relajante, ¿sabes? Cuando estoy sola en casa, sin mis padres o Alex, suelo poner música en mis audífonos y quedarme horas escuchándola. También puedo ponerme a hacer cosas en la casa para ayudar a mis padres. Limpiar y todo eso, pero me canso muy rápido y... ¿estoy hablando mucho verdad?
La risa de él me toma un poco desprevenida.
—No, créeme que no. Tú solo sigue hablando —dice con una sonrisa en la cara.
La mía no tarda en aparecer.
Los diez minutos que faltaban de camino nos la pasamos hablando uno del otro.
Detalles de sus clases en la academia, como llegó allí y como jamás me vio en ninguna clase.
—No estudie ahí, y pues luego me di de baja por..., ya sabes.
Él asiente.
Ahora sé que su color favorito es el naranja. Que tuvo un perrito salchicha, Tubi, a los catorce y que lamentablemente desapareció.
Su comida favorita son los tacos y ama el silencio, la paz.
Como yo.
Mi casa aparece en mi campo de visión y Yarai frena el auto justo en frente. Las luces de toda la casa están apagadas a excepción de la del cuarto de mi hermano.
—Son las cuatro veinte de la madrugada, lo siento, Marela. Debí haber visto el reloj mucho antes.
Niego restándole importancia.
—No te preocupes —digo abriendo la puerta y me bajo del auto—. Pasé una muy linda noche, gracias. Lo necesitaba.
El rostro de Yarai se ilumina de felicidad y asiente.
—Buenas noche, ojitos..., digo, Marela..., perdón.
Un calorcito reconfortante se me asienta en el pecho al escuchar cómo me llamó.
Ojitos.
Una sonrisa tonta aparece en mis labios.
—Buenas noches, Yarai —digo y me doy la vuelta.
Ojalá este día se repita.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro