
11. Bienvenida al Otoño
El verano había pasado y las temperaturas comenzaron a bajar lentamente. Las hojas comenzaron a cambiar de color, se volvieron rojas y amarillas, desprendiéndose y flotando en el aire como bailarinas hasta derramarse en el suelo.
El aire era fresco y ligero, con una brisa suave que agitaba las hojas otoñales. Las luces de la ciudad se encendían poco a poco, y las gente comenzaba a abarrotar los cafés y las tiendas de Seúl. En algunos edificios, las ventanas se iluminaban con un resplandor cálido, como si fueran pequeñas estrellas en la ciudad.
Las farolas emitían una luz suave, y el reflejo en los riachuelos del río Han les daba un aspecto de láminas de oro. Un cielo azul oscuro comenzaba a cubrir la ciudad, y la primera estrella asomaba a través de una nube.
El otoño se sentía como una danza lenta y serena, una transición gradual y bella.
Se podía sentir el cambio de la temporada, la llegada del invierno y la despedida del verano. Se sentía una mezcla de nostalgia, tristeza, expectación y renovación, pero también de tranquilidad.
Yoongi aún se encontraba en su taller, aislado del ruido y las distracciones de la ciudad. El espacio estaba decorado con tela de burlap, unos cuadros que Yoongi había pintado, y sus herramientas de pintura y dibujo. Una luz natural se filtraba a través de las ventanas, y la luz artificial, amable, creaba un ambiente acogedor.
El omega dejó la brocha en su lugar, se quedó inmóvil, y contempló su obra. La pintura estaba llena de movimiento y energía, pero también de calma y tranquilidad. Lo colores usados eran una mezcla de tonos como naranja, rojo, amarillo y verde. Tenía formas abstractas, como rizos, rayas, y espacios abiertos.
Sonrió satisfecho, y un poco cansado, había invertido horas enteras concentrado en aquel lienzo, y finalmente había concluido su trabajo.
Limpió sus manos con un pañuelo que conservaba sobre el escritorio más cercano, y se dispuso a ordenar todas las herramientas que había utilizado. Limpió y lavó brochas, como rutina, luego de acabar de dejar todo limpio y ubicado, salió de aquel espacio que se había vuelto su lugar favorito en casa.
"Ah, ¿qué haré mañana?" - Pensó yendo por el pasillo hasta su dormitorio.
― Yoongi. - El mencionado se detuvo se inmediato, justo después de oír la baja y tranquila voz de Jimin a pocos pasos detrás de él.
― Uh, hola - dijo volviéndose sobre sus talones, y halló al alfa viniendo hasta él.
― ¿Pasaste todo el día ahí? - Preguntó inspeccionando el aspecto del contrario.
― Casi medio día - confesó, mirando su ropa con algunas salpicaduras de pintura.
― Umh, bien. - Asintió – Arréglate, tenemos una cena con algunos socios. - Agregó antes de seguir su andar hasta su habitación y desaparecer de la vista del omega.
Yoongi mordió su labio inferior antes de debatir. No quería discutir, pero ya estaba exhausto de tener que asistir a esas aburridas reuniones llenas de alfas estúpidos que solo conversaban temas poco interesantes para él, y que además, tenían como parejas omegas o betas demasiado tontos o superficiales.
Quedarse en casa, en pijama y enrollado en la cama era mil veces mejor.
Pero no podía negarse, era su "deber" como un buen omega acompañar a su esposo a donde sea que hubiera alguna reunión social que ameritaba su presencia. En el fondo, no odiaba a Jimin por eso, de hecho, sabía que él también detestaba aquellas reuniones.
Ni modo, no había escapatoria. Fue a su propia habitación y buscó entre su closet algo bonito y elegante que usar. Ordenó todo sobre la cama y fue al baño.
Media hora después, ambos ya estaban perfectamente vestidos, Yoongi aún peinaba las ondas de su cabello, y luego aplicaría una ligera cobertura de maquillaje cuando la puerta de su habitación sonó y luego apareció la figura de Jimin tras de ella.
― ¿Tienes prisa? - Preguntó el pelinegro al encontrarse con los ojos del alfa.
― No, aún es temprano - Dijo, y entró a la habitación, mientras los curiosos ojos del menor le seguían. – Sigue en lo tuyo, vine a esperarte. - Dijo nuevamente el alfa y tomó asiento a la orilla de la cama.
Yoongi se volvió frente al espejo nuevamente y observó sus mejillas enrojecer, y no era precisamente por el rubor que había aplicado en su piel.
― Umjuh... - Asintió, sin dejar de sentirse observado, como en efecto sucedía, terminó de sombrear sus ojos ligeramente con sombra café y volvió a encontrarse con los ojos del alfa esta vez reflejados en el espejo. - Jimin... ¿Hay algo que quieras decirme? - Preguntó inquieto.
― No, ¿por qué? - Respondió, en un tono bastante tranquilo.
― Uh, no... es que - balbuceó. - Bueno, es que mirándome así pensé que tal vez querías decirme algo. - Se explicó, levantándose de su lugar frente al espejo y se detuvo frente al de cabellos cobre.
― No era nada - Respondió y también se levantó. - ¿Ya estás listo?
― Si, lo estoy - afirmó.
― Entonces vámonos. - Indicó y caminó fuera de la habitación. Yoongi tomó su celular y fue detrás de él. Bajaron las escaleras hasta el primer piso de la casa y afuera, el auto de Jimin permanecía estacionado justo en la entrada.
― ¿Tu conducirás hoy? - Preguntó mirando al su alrededor, sin hallar a ninguno de los choferes cerca.
― Si - Asintió abriendo la puerta de copiloto, y Yoongi solo aceptó la invitación a subir sin comentar nada más.
En cuanto ambos estuvieron dentro, Jimin encendió el motor y atravesaron el portal de la casa, tomando la tranquila e iluminada calle.
La pareja se mantuvo en silencio durante largos minutos, el lugar donde se reunirían era en la casa de uno de los socios de Jimin, la cual quedaba un poco distanciada del distrito de Gangnam.
― ¿También te aburren esas reuniones? - Habló de pronto el omega, rompiendo el silencio.
― Créeme que si, y mucho. - Sonrió. - Pero no puedo rechazar las invitaciones, no me conviene.
― ¿Tan importante es? - Le miró.
― Al menos lo es socialmente.
― Mi madre decía lo mismo - Exhaló. - Y me hizo asistir muchas veces a este tipo de reuniones.
― ¿No tienes amigos, Yoongi?
― No..., no en realidad. - Confesó. - ¿Y tú?
― Tampoco, tal vez, sólo algunos conocidos.
― Jumh...
― No, no es porque esté demasiado entregado al trabajo - advirtió. - Sólo no necesito perder el tiempo, al menos no por ahora.
― ¿Cuándo lo harás? Creo que incluso estás perdiendote a ti mismo.
― Eso ya no importa, Yoongi.
― ¿Por qué no lo haría?
― Haces muchas preguntas.
― Quiero entenderte más.
― ¿Por qué?
― No lo sé. - Se encogió de hombros. - quizás porque eres mi esposo, o solo por ser una necesidad humana, supongo.
― Claro - suspiró. - ¿Qué dices de ti?
― No soy interesante, y no hay mucho que no sepas.
― ¿Tuviste pareja antes? Nunca te lo pregunté.
― Salí con alguien, hace tiempo. - Dijo con desinterés.
― ¿Algo serio o más informal?
― No lo suficiente como para casarnos, pero bastante bueno como para pasar tiempo juntos.
― ¿En todos los sentidos?
― ¿Cuántos sentidos crees que habrían?
― Podría referirme al emocional, y al... ¿corporal?
― Entonces, fue en todos los sentidos. - Sonrió un poco tímido y el alfa le miró curioso.
― Umh, ¿y luego?
― Entré a la universidad - suspiró - me gradué, y luego me preparé para ser un "buen esposo y padre", tiempo después me casé con un desconocido.
― Interesante. - Dijo algo divertido.
― ¿Y tú? ¿Cuántos hubieron antes?
― No lo sé...
― ¿Tantos que ya perdiste la cuenta?
― Supongo - se echó a reír. - Salí con muchas personas antes, pero casi siempre era por el segundo sentido - Sonrió.
― Ah, eso explica mucho ¿No te has enamorado de alguien alguna vez?
― Lo hice, alguna vez lo hice. - Expresó en un tono sereno, como si el evocar algún recuerdo al respecto le causara una lejana melancolía.
― ¿Y bien? - Fue Yoongi quién le miró esta vez con curiosidad.
― Pues, ya podrías notar que no terminó como se supone - Sonrió. - Ahora estoy contigo.
Yoongi le miró algunos segundos, sin responder nada, pero pensando en cómo podría sentirse el alfa al respecto.
― ¿Lo lamentas mucho?
― No... - exhaló, de alguna manera, tranquilizando al contrario - siendo sincero, no haber llegado más lejos en esa relación es lo mejor que pudo pasar. - Confesó.
― Me gustaría saber más.
― ¿Qué te puedo decir? Estaba estúpido y enamorado, cometí errores, me dejé guiar incorrectamente y terminó mal.
― Lo siento.
― No, no hay nada que sentir. Es mejor que haya pasado. - Sonrió de nuevo, y dejo su mano derecha sobre el muslo de Yoongi como un pequeño gesto de amabilidad.
― No fue por nuestro compromiso ¿Verdad? - Preguntó preocupado. Posando su mano izquierda sobre la que Jimin había dejado en su pierna.
― No, Yoongi. - Negó rápidamente. - Fue mucho tiempo antes de conocerte.
― Entiendo.
― Como sea, no me gusta recordar el pasado. No es valioso para mí.
― Está bien...
El pelinegro mantuvo su mano aferrada a la del otro, como si de pronto, alguna especie de temor se había plantado en su pecho, y le recorrió desde el estómago hasta reposar en su pecho.
No sabía cómo explicárselo, pero era extraña aquella sensación que le hizo sentir inseguro, como si estuviera en zona de peligro y quisiera esconder al alfa en algún lugar donde nadie lo pudiese mirar. Y eso era aún más confuso, ¿por qué sintió el temor de estar lejos de Jimin tan repentinamente?
Tomó aire e intentó deshacerse de aquellos pensamientos invasivos que lo hicieron sentir un poco inseguro. Y fijó su mirada fuera del auto, mirando a través de la ventanilla el panorama.
El mundo en otoño parecía tener su propio ritmo, como si estuviera bailando una danza tranquila y poderosa. El tiempo parecía dilatarse y pasar lentamente, como si se deslizara sobre las cosas.
Jimin apartó su mirada por un pequeño instante de la calle y miró a Yoongi recostado del asiento, mirando afuera en silencio.
― Yoongi - habló el mayor de ambos, volviendo su vista a la calle mientras conducía.
― ¿Si? - Respondió liberando la mano del contrario.
― ¿Quieres ir a esa reunión?
― Pues... creo que ya es algo tarde para negarme - Sonrió y miró al alfa.
― Hablo enserio, dime si quieres ir o si nos desviamos. - Insistió.
― ¿Tú no quieres ir?
― No quiero - Confesó. - Admito que esas reuniones son muy aburridas y hoy no me siento bien para hablar con nadie.
― Está bien, entonces volvamos a casa - Dijo mirando al frente.
― Pensaba ir a otra parte - Dijo. - Sería una pena volver a casa sin haber presumido lo bien que luces esta noche.
― Yah - se echó a reír.
― Lo digo en serio - Sonrió. - Podríamos ir a cenar en un restaurant, ¿te parece?
― Me gusta la idea. - Asintió.
― Bien, hay uno bastante lindo al que me gustaría llevarte, y por suerte no es demasiado lejos.
― ¿Ya lo habías planeado?
― Uh, no... - negó. - La reunión con los socios era cierta, pero, estuve pensándolo mejor en el camino. Y pues, ya que salimos de casa, al menos vayamos a perder el tiempo en algo.
― Claro, entiendo.
♡
La luna llena iluminaba la noche, y las estrellas brillaban en el cielo. Ambos bajaron del auto una vez estuvieron en su destino, y entraron al restaurant elegante y sofisticado que el mismo Jimin había escogido. Saludaron al anfitrión y fueron conducidos a una mesa junto a una ventana, desde donde se podía ver la ciudad de Seúl iluminada por la noche. El camarero les presentó la carta y les ofreció bebidas.
El lugar era de techos altos, tenía una decoración exuberante, y un piano de fondo tocando una melodía tranquila. Los dos parecían estar disfrutando de la noche y de la compañía del otro. Aún más Yoongi, quién sentía aquel momento como si de un sueño se tratara, pues le encantaba tener a Jimin frente a él, en aquel momento.
Pensando en lo mucho que le gustaría disfrutar de noches como esa, más seguido.
De repente, un hombre altivo y atractivo se acercó a la mesa. Se le veía una fuerza inusitada reflejada en su postura y su mirada intensa. Tenía un aire misterioso y desafiante, y su atuendo era una combinación de elegancia y distinción, como si cada detalle de su vestimenta hubiera sido cuidadosamente seleccionado.
― Jimin, que sorpresa, no esperaba verte aquí esta noche. - Expresó sonriendo, el alfa de cabello negro y raso.
― Yo mucho menos, Kim - Dijo sonriendo y se puso de pies para saludarlo con un apretón de manos.
― ¿No irías a la reunión de hoy?
― Íbamos, pero luego cambié de opinión.
― Ya veo, yo también terminé desviandome. - Explicó y miró a Yoongi - Buenas noches, Yoongi.
― Buenas noches, Namjoon-ssi. - Respondió haciendo una reverencia con la cabeza y el otro solo sonrió imitándolo.
― ¿Vienes solo? - Agregó Jimin.
― No, Chaerin viene conmigo, pero fue un momento al baño. - Explicó señalando a sus espaldas.
― Ah, comprendo.
― Fue lindo verlos, hasta luego. - Namjoon dejó ver la palma de su manera derecha y se despidió, yendo de vuelta hasta una mesa donde había estado antes de que Yoongi y Jimin lo notaran.
― Que curioso, parece que no somos los únicos en aburrirnos en esas reuniones - mencionó Yoongi en cuánto Namjoon se había alejado.
― Si, eso parece. - Asintió, observando aún en dirección a Namjoon, donde su atractiva compañera había vuelto y tomaba asiento junto a él.
― Hacen linda pareja, ¿no? - Dijo el pelinegro.
― Jumh, supongo. - Jimin aclaró su garganta y se acomodó sobre su asiento.
― ¿No te parece?
― Namjoon tiene gustos extraños... - se encogió de hombros, mirando el pequeño arreglo que adornaba delicadamente el centro de la mesa - o es más ingenuo de lo que pensaba.
― ¿A qué te refieres?, ¿a su esposa?
― No es su esposa. - Aclaró mirando finalmente a Yoongi.
― Pero ella se presentó como su esposa el día que los conocí. - Insistió, refiriéndose a varias noches atrás cuando en una de las famosas reuniones entre socios, había conocido a Namjoon y a su atractiva pareja.
― Namjoon es divorciado, y no creo que vuelva a casarse. - Explicó. - Esa mujer solo es una... interesada, o eso he escuchado. - Agregó en un tono aparentemente desinteresado, pero bastante despectivo.
― Oh... creo que ya entiendo.
― No diré más, porque se supone que soy un caballero, pero, no es lo que parece.
Yoongi lo miró en silencio, y luego volvió su vista hasta la otra mesa. Ella lucía fabulosa con su largo cabello lleno de grandes hondas, y un vestido color esmeralda ceñido a su delgado cuerpo. Daba la impresión de ser una modelo, o una idol. Pero quizás, sólo era lo que intentaba aparentar, y siendo honesto, ambos eran muy distintos.
― Claro, entiendo... - Expresó bajito. - Parece que los divorcios son más comunes de lo que pensaba.
― Que sean mas comunes no cambia el hecho de ser vergonzosos.
La manera en que lo dijo, dejó muy claro a que se refería. Y Yoongi se sintió ligeramente avergonzado por eso, en realidad, no lo decía con esa intención, pero, cómo sea, tampoco le importaba demasiado lo que Jimin pensara.
― Si, por supuesto. - Asintió.
― Me dijo el señor Chul, que suele llevarte de paseo a una cafetería en Gangnam, pasas mucho tiempo ahí ¿Qué hay de especial? - Habló mirándolo fijo, como si quisiera hallar algo oculto en los gatunos ojos de Yoongi.
― Tú mismo lo dijiste, voy de paseo. - Dijo, manteniendo la mirada del otro.
― Hay muchos lugares a donde ir en esta ciudad.
De pronto la actitud de Jimin parecía haber cambiado nuevamente a esa más obstinada, esa que Yoongi odiaba.
― Me gusta ese, además hice amistad con el dueño y nos llevamos muy bien. - Respondió, queriendo evadir otra interrogante.
― Antes dijiste que no tenías amigos.
― ¿Qué insinuas? - Frunció el ceño.
― No, nada - Exhaló, reclinandose sobre el espaldar de la silla.
Yoongi tomó aire lentamente, conteniendo sus enormes deseos de dejarse llevar por la ira, levantarse de la mesa y abofetear a su esposo. Sin embargo, aún tenía demasiado respeto por sí mismo, como para prestarse al semejante bochorno al que luego Jimin le haría pasar frente a aquella cantidad de personas.
― Creo que deberías ser el último de los dos en tener que dudar del otro, Park Jimin. - Sentenció en un tono un poco más fuerte, sin dejar de ser prudente para el lugar.
― Eso espero.
¿De verdad estaba dudando?, ¿él?, que estaba todo el día fuera de casa, y que no brindaba información acerca de lo que hacía.
¡Era el mayor de lo colmos!
Aún así, Yoongi no quería llevar aquel tema aún más lejos de lo que podría soportar antes de armar un escándalo en público, por eso, se limitó a rodar los ojos y a guardar silencio.
Al final, no tenía nada que ocultar. Y aunque prefería no pensar demasiado en eso, estaba seguro que de los dos; Jimin sería el primero en traicionar su matrimonio, si es que ya no lo hacía.
La pareja se mantuvo en silencio durante el resto del tiempo hasta que la comida llegó y los dos se quedaron maravillados con el aroma y la presentación de la comida, que incluía carne asada a la parrilla, arroz, ensalada y champán.
No obstante, la tensión era palpable tras la pequeña discusión. Ambos estaban callados y miraban fijamente sus platos, evitando mirarse a los ojos. El silencio era roto solo por el murmullo de los demás comensales y el tintineo de las cucharas y cuchillos sobre las mesas.
Jimin intentó hablar primero, pero se le atascaban las palabras en la garganta. De alguna manera, se sintió culpable por haber arruinado la noche. Y en efecto, lo era. Sin embargo, romper el silencio y dar su brazo a torcer era más complicado aún siendo tan orgulloso cuando se trataba de Yoongi, quien en aquel momento tampoco mostraba señal alguna de querer romper el silencio.
Tal vez, el problema principal entre ambos, era ser demasiado orgullosos. Aunque, para variar, Jimin pudo haber sido el primero en comenzar aquel enorme muro que habían construido en medio de los dos, y que era a veces tan difícil de escalar.
El mesero pasó a recoger los platos, y recibió la tarjeta de crédito de Jimin para cobrar la cuenta. Y se retiró una vez había culminado su labor.
Yoongi fue el primero en levantarse de la mesa y caminar fuera del restaurant sin esperar a alfa que luego fue detrás de él.
― Yoongi. - Habló en cuánto el omega se detuvo junto al auto para esperar a que Jimin quitara el seguro.
― Dime - Dijo a penas.
― Yo... - se mordió el labio y exhaló - siento haber arruinado la cena, mi comentario estuvo fuera de lugar y... no lo sé, creo que no era el momento para hacerlo.
Yoongi giró sobre su eje, y le miró.
―¿De verdad, Jimin? ¿No era "el momento"? Para empezar ¿Por qué demonios deberías ser TÚ quien dude de mí?
― No quise decir eso, me refiero a que yo no debí...
― Ni siquiera deberías pensarlo. - Le interrumpió. - Y si, me ofendió mucho lo que dijiste, porque considero que tengo demasiada moral como para soportar ese tipo de comentarios. - Agregó furioso.
― Si, tienes razón - Dijo en un tono mucho más bajo y sereno que el de Yoongi. - No volveré a decir algo como eso, admito que me fui del límite.
― Es que, ¡por todos los cielos! Es el colmo que dudes de mí sólo porque frecuento una cafetería ¿Acaso te he dado algún motivo más grave que eso?, ¿acaso conoces algún rumor de mí en el pasado? Dices que eres un "caballero" y así es como tratas a tu esposo.
― No, no tengo quejas de ti. Siempre has tenido una muy buena reputación. Sé la clase de persona que eres, aunque no lo creas.
― ¿De verdad? - Sonrió con ironía.
― Discúlpame. - Dijo acortando la distancia entre ambos, y tendió su mano hasta el contrario. - Por favor, espero que puedas disculparme. - Agregó.
El omega lo miró aún lleno de resentimiento, y luego observó la mano que el alfa le ofrecía. No podía creer cuántas veces era capaz Jimin de meter la pata y de seguir pidiendo disculpas cuando todas las cosas que hacía parecían ser muy bien planeadas.
― Yo espero que no vuelvas a dudar de mí, Park Jimin. Porque a pesar de tener esta distante relación que mantengo contigo, jamás rompería la promesa que hice el día en que acepté ser tu esposo.
― Yo tampoco lo haría.
― Ya has roto varias, de hecho.
― Yoongi, vamos, nunca hay un momento en el que estando solos tú y yo, podamos llevarnos bien. - Insistió manteniendo su mano tendida en el aire.
― Es tu culpa, todo es tu culpa.
― Si, lo es. Tienes la razón, lo admito. Pero al menos podemos intentar ser amigos ¿No?
― Ya no quiero seguir con esta discusión, llévame a casa.
― Perdóname, por favor.
― ¿Qué importa? Nada de nosotros es real, para nada importa que te perdone o no, si nada va a perderse, además, creo que en cualquier caso me diste la libertad de hacer lo que quiera, ¿u olvidaste todo lo que me dijiste en Jeju? Dijiste que no te importaba nada respecto a mi, y sinceramente a mí tampoco me importa nada de ti - Respondió y se dio la vuelta.
En verdad, no era tan fácil tener que perdonarle cada vez que cometía una estupidez, porque para Yoongi, era muy claro que Jimin no era tan torpe como para decir algo sin haberlo premeditado, y después querer "fingir" arreglarlo con un simple gesto.
Jimin bajó su mano y caminó alrededor del omega hasta quedar frente a él nuevamente y le miró hasta conseguir que Yoongi también lo hiciera.
― Tal vez tengas razón una vez más - dijo, apoderándose de las manos del de piel lechosa. - Pero en verdad, no quiero perder esta noche, mucho menos por un motivo tan tonto.
― No juegues al coqueto conmigo, Jimin. - Dijo rodando los ojos.
― No estoy jugando. - Dijo. - Estoy intentando llevarte a casa con el mismo ánimo con el que salimos, o mejor aún. - Agregó acariciando el dorso de aquellas manos entre las suyas con sus dedos pulgares. - ¿Qué puedo hacer?, ¿umh? ¿Hay algo en lo que pueda complacerte hoy? Haré lo que me pidas.
― Yah! No soy un niño, deja de jugar. Llévame a casa, eso es lo que quiero.
― Actuas cómo uno, justo ahora.
― Es tu culpa. - Murmuró en un gesto tan pequeño, y aniñado que incluso un dulce puchero adornó sus labios.
― Te ves lindo cuando te enojas así, Yoongi - Respondió en un tono más pequeño y juguetón.
— ¡No estoy bromeando Park Jimin! Deja de jugar, no puedes tirar la piedra y esconder la mano. Sabes muy bien la medida de tus acciones y aun así decides hacer estupideces.
— Suenas como mi madre - Sonrió, aparentemente divertido.
― ¿Sabes qué es lo que más me molesta?
― ¿Qué?
― Que me quieras manipular actuando tan lindo, lo haces porque crees que puedes conseguir algo siendo así.
― No tengo de otra. - Susurró acercando su rostro peligrosamente al del otro.
― Ya veo. - Dijo echando un poco su cabeza hacia atrás.
― Ven, quiero probar que tal está el gloss de tus labios. - Murmuró atrayendo el cuerpo contrario contra el suyo.
― Ya no tengo gloss... - Renegó entre dientes, aunque estaba a punto de desistir y dejar de jugar al orgullo.
― ¿De verdad? Déjame comprobarlo. - Dijo tomando la mejilla del menor, con una de sus manos y atrajo su rostro. Pero aunque estuvo demasiado cerca, Yoongi se deshizo de su agarre y volvió a evitarlo.
― Vamos a casa. - Habló luego de estar un poco mas lejos. Jimin asintió y abrió la puerta del auto para que el omega se subiera y luego se sentó al volante.
Yoongi cerró los ojos, respiró profundo y escuchó el sonido del motor mientras el alfa empezaba a conducir. Pensó en que tan bonito podría ser si su relación con Jimin fuese distinta, una en la que ambos se amarían con locura, y poder comparar su amor con el otoño.
Sería como si cada hoja, cada resplandor, cada movimiento, fuera una forma de amar. Un amor que pudiese llegar a ser tempestuoso y dramático, como una tormenta. Pero, al mismo tiempo, sería un amor que protege y abriga, como una manta.
"Un amor constante y romántico, como el otoño".
Esta historia me enferma un poco, además, si alguno leyó mi tablero esta semana, pudieron notar que estuve algo mal anímicamente.
Gracias a todos por leer, por estar y por todo su apoyo.
¡Nos leemos pronto!
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