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Tiempo.

Había pasado casi una semana, Leone había estado organizando las actividades del club y se había encargado de mantener el suficiente material para los escasos integrantes.

Colocando el último lienzo en blanco, sacudió sus propias manos y dio un suspiro largo, estaba satisfecha con el resultado, era obvio que el club de manualidades sería abierto la tarde siguiente.

Mirando por la ventana se dio cuenta de que pronto la puesta de sol iniciaría.

Sacudió el poco polvo de aquellos pantaloncillos cortos de color verde, ajustó su camisa blanca impecable y ajustó un poco su pequeña corbata verde con algunos lunares oscuros, se aseguró de que sus zapatos estuviesen bien atados y tomando su enorme mochila salió del lugar.

Estar esperando a su madre fuera de la escuela durante quince minutos era abrumador, parecía que a su progenitora se le estaba haciendo costumbre llegar tarde.

Y pese a que eso le ponía los cabellos dorados de punta, estaba comenzando a aceptarlo.

Pensé que eras de aquellas que corrían a su casa a penas el timbre de salida tocará.

Peridot giro hacia la dueña de aquella voz desconocida y no se sorprendió al ver a la de cabellos azules a dos metros de distancia.

Tenía pendientes en el club.

Desvió su mirada hacia el pavimento.

Lapis mantuvo su vista fija en ella, hacia días que siempre se encontraba a la rubia en espera impaciente por su madre.

Durante los primeros días ella se había percatado de aquella heridas en las muñecas de la rubia, obviamente causadas por si misma, ante el sentimiento impaciente de la chica.

Y sin necesidad alguna la peli azul comenzó a quedarse a su lado en cada tarde, asegurandose que aquella rubia no se lastimara, de vez en cuando le distraia con alguna que otra plática corta.

Y por corta me refiero a sólo diez palabras.

El sonido extraño producido por aquel pequeño duende rubio le trajo al presente, miro a una rubia concentrada en encontrar sólo ella sabe que en aquella mochila que fácil cubría el ochenta por ciento de su cuerpo.

Se sorprendió un poco al ver aquel pequeño folleto frente a si, le dio un poco de gracia ver a la pecosa estirar con todo lo que tenía su brazo, intentando hacer que Lapis tomará el trozo de papel.

La peli azul tomó con calma el folleto entre sus dedos y comenzó a leerlo.

Son las actividades del club. Habló con tranquilidad.

Así es, mañana será abierto.

Y justo cuando estuvo a punto de formular palabra alguna, el peculiar sonido del claxon de un automóvil le robo la oportunidad y lo único que vio fue a un pequeño duende corriendo de manera torpe hacia el vehículo.

Lapis sonrío para si misma y entre susurros pudo formular un "gracias".

Uno que solamente ella podía escuchar.

Y para Lapis eso estaba bien.







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Estaba algo nerviosa, de eso estaba segura y es que era su primera vez entrando a ese peculiar salón, tenía miedo de ver los rostros de aquellos miembros desconocidos.

Respiró profundo y sin analizarlo de nuevo de aventuró a entrar a ese estúpido club.

Se desconcerto un poco al ver al grupo, estaba segura de que al menos habrían un poco más de veinte personas, pero en ese enorme salón sólo había seis personas, incluyendose.

Fue recibida por una seña de paz de aquella mujer afroamericana que había visto antes, al parecer ella era la maestra encargada de las actividades.

Se adentro un poco más Y observó detenidamente a aquellas personas.

Había un pequeño niño de cabello rizado, Lapis intento recordar su nombre

"¿Steven?, si creo que ese es su nombre", pensó.

Sintió un pequeño piquete en su espalda, giro para encontrase con una chica rubia de cuerpo pequeño y regordete quien respondía por el nombre de sadie le saludó amablemente y comenzó a presentarle el resto de los chicos.

Había una chica de piel morena, algo pequeña y de cabellera afro, Rubí, parecía que no tenía el mejor temperamento.

Y por último una chica de baja estatura con el cabello de color lila que comía mientras aplastada un barra de plastilina con sus pies desnudos.

Y lapis miro aquella escena con un poco de asco.

Cuando las presentaciones habían terminado, Lapis se dio a la tarea de buscar algo por hacer y no evitó mirar aquellos lienzos en blanco, así que sin dudar tomó uno de ellos, un poco de pintura y uno que otro pincel.

Y justo cuando comenzaba a preparar su lugar de trabajo, escucho la respiración calmada de alguien a su derecha, sintió una sensación extraña al ver que aquella persona a su derecha, era la rubia que tomaba existencia por las tardes de su vida.

Leone pasaba de manera lenta y suave el pincel sobre el lienzo, parecía tan relajada y de alguna manera lejana.

Lapis regreso su mirada a la pintura y sumergió la punta del pincel en el azul profundo, para después rozar el pincel con el lienzo y formar una pequeña sonrisa en su rostro.

Tal vez fue la acción del momento.

Tal vez sólo se dejó llevar.

Pero para Leone eso no importaba en ese momento, lo único que sabía es que ver a la peli azul sonreír de esa manera le hacía sentir extraña.

Soltó un suspiro inaudible y regreso la vista al lienzo e inconciente mente imitó la acción de la peli azul.

Era la primera vez en mucho tiempo que su tarde terminaba con una sonrisa en su rostro.





















Y eso aplicaba para ambas chicas.

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