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El Tiempo

Se dice que en ciertas ocasiones el tiempo se encuentra de nuestro lado.

Desde llegar a tiempo a clases, terminar un ensayo o simplemente salir con tiempo de sobra a un lugar.

Mike Johansson creía en ello, desde joven el tiempo siempre estuvo de su lado.

Cuando conoció en amor a sus veinte años de edad, el tiempo le regalo unos cuantos segundos para armarse de valor e ir en dirección a la señorita que esperaba pacientemente el autobús. Frente a su punto de vista, aquella mujer era hermosa, pero no fue su belleza física lo que conquistó su corazón, fue el ver como la mujer leía aquel libro del que el era fanático.

-El principito – el se acerco alegremente a la mujer.

Cuando vio los ojos celestes de la joven, Mike se dio cuenta de que aquel color se había convertido en su favorito.

-Veo que es usted un conocedor de historias – ella sonrió al ver como Mike se quitaba el sombrero.

-Si me permite decir, aquel libro es una belleza y me pareció inevitable el no acercarme al ver  como era sostenido entre las manos de una belleza aún mayor.

Ella río y Mike entendió que el tiempo podía hacer maravillas.

Mike tenía el tiempo de su lado cuando el día de su boda su hermano y el habían perdido el anillo de bodas y después de diez minutos de buscarlo lo encontró en sus pantalones. Mike sonrió por qué a pesar del tiempo perdido, fue capaz de ver como la mujer de ojos celestes caminaba hacia el altar, la mujer que amaba caminaba hacia el, con ese amor en su mirada.

Mike entendió que el tiempo estaba de su lado, cuando a pesar del tráfico y de sus repetidas caídas mientras corría, fue capaz de llegar al hospital y ver el nacimiento de su primer hijo.

Que para su felicidad, había sido una hermosa niña.

El sabía que el tiempo estaba de su lado, cuando fue capaz de apreciar los primeros pasos de su pequeña, tratando de llegar a él antes de partir a su trabajo.

Fue que el siguió creyendo en el tiempo, cuando veía como su esposa partía de su vida, llevándose la vida que él deseo a su lado con ella. Pero en cambio, le había dejado una pequeña parte de ella que se aferraba a sus brazos.

Mike entendió que el tiempo estaba de su lado, cuando entré su tristeza, la pequeña Lapis lo llamó papá por primera vez.

Mike se acostumbro a la suerte que le regalaba el tiempo, cuando entré sus dos empleos el aún podía compartir sus comidas con su hija, cuando entré sus dos empleos, el podía llegar a tiempo a la escuela y esperar por su pequeña, cuando entré sus llantos durante sus noches, el podía contar historias para su niña.

Mike se acostumbro tanto al tiempo, que creyó fielmente que llegaría a la graduación de su querida Lapis.

Pero él nunca llegó.

Y fue ahí, cuando él se dio cuenta de que el tiempo nunca estuvo de su lado y que todas esas horas y minutos de felicidad que le había ofrecido, estaban siendo cobrados.

Fue a sus treinta y cinco años de edad que el cáncer llegó a su vida, para no irse jamás.

Fue cuando el tiempo reclamaba lo suyo, cuando su esperanza de vida no iba más allá de los cinco meses.



Y entonces fue el turno de Lapis, cuando el tiempo comenzó a estar de su lado.

Entendió que el tiempo estaba de su lado, cuando entré sus intentos fallidos de encontrar un tratamiento contra el cáncer de su padre, que sólo basto un par de segundos en la sala de espera de aquel hospital, para recibir el apoyo de la quimioterapia para su padre.

Ella entendió que el tiempo estaba de su lado, cuando entré sus tres empleos, ella podía compartir las comidas con su padre.

Siguió creyendo que el tiempo estaba de su lado, cuando entré sus noches de tristeza, ella podía arropar y contar historias a su padre.

Ella entendió que a pesar del tráfico y sus múltiples caídas mientras corría, ella llegaba a tiempo todos los días, para sostener la mano de su padre cuando estaba en la quimioterapia.

Ella entendió que entre los delirios de su padre que se encontraba cada vez más cerca de la muerte, el tiempo le regalaba pequeñas sonrisas por parte del hombre que más amaba.

Lapis creyó fielmente que el tiempo estaba de su lado, cuando tuvo la esperanza de que a pesar de la lluvia y el hecho de salir un par de minutos más tarde del trabajo, ella llegaría al hospital a tiempo para sostener la mano de su padre.

Pero, irónicamente, ella no llegó a tiempo.

Entonces fue ahí, cuando la imagen de su padre tendido en el suelo, con un médico tratando de reanimar su dañado corazón, que Lapis entendió que el tiempo jamás había estado de su lado.

Fue cuando no pudo despedirse de su padre, que el tiempo le había cobrado aquellos momentos de felicidad que le había ofrecido.

Pero a pesar de eso Lapis no odio al tiempo, no lo odio, cuando en medio de aquel intento de suicidio, su tío había llegado a tiempo, antes de que la cuerda arrebatara por completo su vida.

Tampoco lo odio cuando, su abuela había llegado a tiempo al baño para evitar que ella tomará aquel frasco de pastillas.

No lo odio por eso.

Ella comenzó a odiar al tiempo, cuando en medio de aquel puente, el tiempo le regalo un motivo para no quitarse la vida.

Ella odio al tiempo por haber traído felicidad a su vida con aquella rubia pecosa.









Pero a pesar de odiar al tiempo, él, de alguna manera, jamás se aparto de su lado.

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