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Doyoung se encontraba en su apartamento, más específicamente, en el baño, recién terminando de ducharse y con una toalla secando su cuerpo y cabello. Salió del baño con la toalla envuelta en su cintura, dirigiéndose a su habitación. Se vistió rápidamente, colocándose una camiseta celeste manga corta, junto a un pantalón de a cuadros, negro y gris, con unos zapatos negros, relucientes, peinó un poco su negra cabellera y tomó un bolso cruzado negro. Se encaminó a la cocina, donde en un envase se hallaba el almuerzo que no le dio tiempo de comer y lo metió en el bolso, junto a su teléfono. Salió de su pequeño apartamento y se dirigió a la dirección que le había indicado Jaehyun.

Cuando llegó, entró en el edificio y, ya en el ascensor, marcó el piso tres, se vio en el espejo del ascensor y pasó su mano derecha por su cabello, estaba nervioso. El ascensor se detuvo y bajo del mismo, yendo al apartamento indicado. Antes de tocar el timbre, alisó su camiseta y su pantalón sacudió, limpiándolo de polvo que no tenía. Tocó el timbre y esperó, golpeando constantemente el piso con su pie. La puerta se abrió, dejando a la vista a Jaehyun, con su hijo escondiéndose tras sus largas piernas, curioso.

—Hola.— sonrió y nervioso movió su mano a modo de saludo.

—Hola, Doyoung, pasa.— cargó a su hijo y le dio espacio al bajito para que pasara.

—Gracias.— murmuró entrando, aunque quedándose parado a un lado de la puerta, la verdad no sabía como actuar.

—Ten, cárgalo, si quieres siéntate en el sofá— el mayor estiró sus brazos, con su hijo en ellos, para que el contrario lo cargara.

—Doyo.— el bebé rió un poco cuando su padre lo movió, sus piernitas columpiándose. El pelinegro reaccionó y tomó al niño, viéndolo unos segundos, segundos en los que quedó hipnotizado por la belleza de Jeno y la ternura que le causaban su linda carita y sus pequeñas manos agarrando su nariz, como si quisiera llevársela.

—Se tiene que acostumbrar a ti, su niñera anterior renunció porque no lo soportaba — rió viendo como su hijo se entretenía con uno de los aretes de Doyoung.— ah, aunque él tampoco la soportaba a ella, lloraba sin razones, para agotarla, supongo, la verdad no sé qué pasa por su cabecita. Mi hijo es muy inteligente— volvió a reír.

—¿En serio? No le puedo creer cuando es tan tierno.

—Oh, créeme, no haz visto como se porta con uno de mis amigos.

—Ver para creer, señor Jaehyun.— habló Doyoung, dirigiéndose hacia la sala.

—Bueno, voy a terminar de arreglarme.— Se fue a su habitación.

Doyoung se sentó en el sofá con Jeno en su regazo y, con un poco de dificultad, quitó el bolso de su hombro, dejándolo a un lado. La mayoría de veces en las que Doyoung se encontraba con un bebé, estaría abrazándolo y mimándolo mucho, y Jeno, realmente no era una excepción. Besó los rellenos cachetes del bebé, su frente y nariz, haciéndolo reír y cerrar los ojitos, momento que aprovechó para dar con cuidado un par tiernos besitos en sus ojos. El niño con sus manitas apretó sus mejillas.

—Doyo feo.— el nombrado formó un puchero.

—¡Jeno-ah! Te estoy dando amor, bebé, ¿No me puedes responder con amor?— preguntó acariciando su cabello.

—Mmm... — lo pensó.— ño.— respondió riendo y Doyoung abrió su boca, fingiendo indignación. Sí, bueno, ahora le creía a Jaehyun, pero no le parecía tan irritante como para renunciar.

—Te lo dije — el alto entró, vestía una camisa blanca, completamente abotonada, junto a unos pantalones negros, o azul muy oscuro, no estaba seguro, vestimenta que generalmente se usaba para una oficina.— aún así, creo que le caes bien.

—Me dijo feo.— dijo con un puchero, haciendo reír al mayor.

—Sí, pero no está llorando.— Doyoung vio al bebé, como si quisiera comprobar eso y, obviamente, no lloraba.— de todas maneras, te daré algunas indicaciones.— se sentó junto al pelinegro y dirigió la mirada hacia su hijo, quién recostó la cabeza en el pecho de su niñero, devolviéndole la mirada, Doyoung acariciando la pequeña espalda del niño.— cuando lo bañes, agua tibia, si no te odia, te odiará. Al igual que la leche, tibia, ni muy fría ni muy caliente. Por favor, ponlo a dormir a las ocho y media, con la manta de patitos, no puede dormir si no es arropado con ella. Mmm... Y creo que no se me olvida nada, Jeno no es muy exigente, es extrovertido, pero tranquilo, seguro no será tan cansino para ti, a menos que te odie, obvio que ese no es el caso porque está acostado sobre ti, aún así, todavía tienes tiempo para hacer que te odie si haces algo que no le guste.

—Creo que lo estás malcriando al permitirle actuar de esa manera cuando odia a alguien.— habló Doyoung, tarde dándose cuenta de que el alto podría despedirlo si le daba la gana.

—Ah, mis amigos me dicen eso todo el tiempo.— rió y se paró del sofá.— es hora de ir al trabajo o podría llegar tarde.— besó la frente de su hijo.— adiós, mi amor.

—Chao, papi.— sacudió su pequeña mano en el aire.

—Adiós, Doyoung.— tomó el maletín que había en la mesa y su abrigo en el perchero a un lado de la puerta.

—Adiós, señor Jaehyun.— al igual que el niño, sacudió su mano.

—Adiós, y no me digas señor, es raro.— sonrió y salió del apartamento.

Cuando ya estuvo a solas con el bebé, lo miró y acarició la cabeza del mismo.

—Jeno-ah, ¿Ya comiste?— preguntó al niño, quién le vio y asintió.— ¿Serías capaz de estar tranquilo mientras yo como?— volvió a asentir, no muy seguro de lo que dijo el mayor. Dejó al niño sentado en el sofá, poniendo algún programa infantil en la televisión. De su bolso sacó el envase con comida que había llevado, sentándose en la mesa para poder comer, mirando al niño mientras lo hacía.

Cuatro horas más tarde, las ocho de la noche, faltando poco para la hora de dormir del pequeño y después de haber visto Frozen dos veces —la primera petición del niño y la segunda de ambos—, se encontraba llenando la bañera de agua tibia para poder bañar a Jeno. Tomó el shampoo y el jabón y los dejó a su alcance. Se encaminó hacia la sala, donde se hallaba el bebé jugando con un carrito de bomberos.

—Jeno-ah, es hora de bañarse, vamos.— se acercó al nombrado, con intención de cargarlo, pero este negó y se fue a la otra esquina del sofá.

—No, no quero.— Doyoung frunció el ceño y tomó asiento en el sofá.

—Es una lástima, Elsa me llamó y me dijo que quería conocerte, pero solo si te bañabas.— el pequeño pelinegro abrió sus ojos de par en par, acercándose un poco a él.

—¿En serio?.— asintió y se levantó del sofá, extendiendo los brazos hacia Jeno para cargarlo, el bebé casi tirándose sobre el, haciéndolo reír.

Bañó al niño, restregando el jabón en su cuerpito con cuidado, al igual que el shampoo en su lacio cabello negro. Estaba secando al pequeño con una toalla de duraznos cuando escuchó la puerta del apartamento ser abierta.

—Tu papi y llegó y no te he puesto a dormir.— Doyoung suspiró y cargó al niño, mojándose un poco en el proceso, para dirigirse a la sala, donde se hallaba el mayor, quitándose los zapatos.— Hola, Jaehyun hyung.

—Hola, Doyoung.— lo saludó con una sonrisa, dejando el maletín sobre la mesa.— Hola, pequeño.— habló al niño y este estiró sus bracitos para ser cargado por su padre.

—Papi.— el alto lo cargó, dejando un sonoro beso en la regordeta mejilla de su hijo.

—Yo... Estaba a punto de hacerle su leche, para ponerlo a dormir, no sabía que llegaba a esta hora.— dijo y fue a la cocina.

—Oh, está bien, usualmente llegó más tarde, solo quería ver cómo iba todo por hoy.— dijo Jaehyun, siguiéndole el paso con el niño en brazos, el cual había recostado su cabecita en el hombro de su papá.

—Ah, ya... ¿Dónde está la leche?— preguntó.

—Está en ese estante de ahí arriba.— señaló el mismo y Doyoung, dando un pequeño salto, abrió la puerta, aunque no alcanzando la lata de fórmula. Desvió su mirada hacia el alto tras él, pidiendo silenciosamente su ayuda. El castaño atendió su llamado, y cogió la lata, dejándola en el mesón.

Jaehyun se dedicó a fingir jugar con su hijo mientras veía al menor hacer, tranquilamente, la leche para Jeno. No conocía al bajito del todo, muy bien podría ser un loco que mata bebés y su próxima víctima es el suyo, aunque un loco muy lindo, a decir verdad.

—¡Listo!— exclamó Doyoung agitando el vasito de Jeno. Jaehyun sonrió por lo tierno que se veía el pelinegro, y se acercó a él para coger el vaso de su pequeña mano, después sentándose en el sofá con el bebé en su regazo, dándole el vaso al mismo para que se pudiese beber la leche.— Yo... Creo que me iré, si no hay más que pueda hacer, digo.— habló bajito, parado junto a uno de los sofás individuales.

—Oh, claro que no, no puedo dejar que te vayas solo a esta hora.— secundó el mayor, hablando igual de bajito para no perturbar a su bebé.— Se dormirá dentro de poco, deja que le ponga el pijama y que llame un taxi para ti.

—Hyung, solo son las...— fijó su vista en el reloj de pared de la sala.- Nueve y cuarto.

—¿Sabes lo que podría pasarte a las nueve y quince minutos de la noche?

—Creo que está exagerando, pero está bien, esperaré solo porque que ya me dio miedo.— formó un puchero para, segundos después, mostrarle una linda sonrisa.

Jeno se durmió después de tomarse toda su leche, Jaehyun llevándolo a su habitación para ponerle su pijama y acostarlo en medio de la gran cama, arropado con su manta de patitos. En la sala, el mayor pidió un taxi para Doyoung y charló un poco con el mismo hasta que le notificaron que su transporte ya había llegado. El pelinegro se despidió con una inclinación y su ya característica sonrisa.

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