Valeria Mendoza se despertó temprano esa mañana, con el corazón palpitante de emoción. Hoy era el día en que sus sueños se convertirían en realidad. Después de meses de planificación y ahorro, finalmente estaba lista para emprender el viaje que la llevaría a través de 4,339.9 kilómetros para conocer a su ídolo, Leo Fernández.

En su pequeña habitación en la ciudad de Puebla, México, Valeria revisó su lista de cosas por hacer una vez más. Su mochila estaba llena de todo lo necesario: una camiseta de la gira de Leo, una libreta para autógrafos, una cámara y, por supuesto, una copia de su disco favorito. Se miró en el espejo, ajustó su gorra de la gira y sonrió. ¡Nada podía detenerla!

Mientras esperaba el autobús que la llevaría al aeropuerto, Valeria pensaba en cómo había llegado a este punto. Todo comenzó cuando escuchó la primera canción de Leo en la radio. Su voz, su estilo y su carisma la habían atrapado instantáneamente. Desde entonces, había seguido cada uno de sus movimientos, desde entrevistas hasta lanzamientos de discos. Cada detalle de su vida parecía estar conectado con la suya.

En el aeropuerto, Valeria encontró a otros fans de Leo, que también iban a la gira. Los reconoció por las camisetas y los carteles. Hizo amistad con ellos rápidamente, compartiendo historias y sueños similares. Era un grupo diverso, pero todos tenían un objetivo común: conocer a Leo Fernández.

Con el tiempo, Valeria subió al avión y se acomodó en su asiento, sintiendo una mezcla de nervios y anticipación. El vuelo hacia Buenos Aires era largo, pero su determinación la mantenía despierta y entusiasmada. Se sumergió en pensamientos sobre cómo sería el encuentro con Leo. Imaginaba el momento perfecto en el que él la miraría y, de alguna manera mágica, sentiría una conexión instantánea.