v e i n t i s i e t e | Días de invierno 🖤
El clima reflejaba nuestro desánimo colectivo. La nieve comenzó a caer suavemente, cubriendo la ciudad con una capa blanca y fría, como si el cielo compartiera nuestra melancolía. Habían pasado dos semanas desde aquel fatídico partido de básquet, y la vida de Jimin había cambiado drásticamente.
Jimin había estado ausente de la escuela desde el incidente de Woo-hee. Jisung y yo nos habíamos comprometido a mantenerlo al día con las clases. Mis visitas a su casa se habían vuelto rutinarias. Ahora le enseñaba sin cobrarle, consciente de la pesada carga emocional que ya llevaba. También, nuestros amigos habían mostrado su solidaridad, organizando una pequeña colecta para apoyar a la familia de Jimin, aunque ellos no necesitaban el dinero. Era un gesto para que supieran que no estaban solos en esta lucha.
Woo-hee, lamentablemente, había empeorado. La noticia de la metástasis cerebral había golpeado duro a Jimin. Ahora, su familia se dirigía a Chicago para buscar la ayuda de un pediatra oncólogo especializado. Jimin me había dicho que necesitaba tiempo a solas para procesar todo esto y que aprovecharía el fin de semana para acompañar a su hermana.
—¿Y cómo sigue Jimin? —preguntó Sol, mientras comíamos el arroz que la mamá de Hoseok nos había preparado. Estábamos reunidos para trabajar en un proyecto de ciencias, pero la preocupación por Jimin dominaba la conversación.
—No me ha respondido desde que abordó el avión. Debe estar todavía en vuelo o yéndose al departamento que sus padres han alquilado —respondí, sintiendo el peso de la incertidumbre. Todos asintieron, compartiendo la misma preocupación silenciosa.
—Espero que su hermanita pueda salir de eso —dijo Songyi con una voz llena de esperanza—. Me asustó mucho esa noche del partido.
—A todos —añadió Hoseok.
Sol y yo no respondimos, dejando que el silencio llenara el espacio mientras seguíamos comiendo. Era un silencio pesado, cargado de preocupaciones no dichas y de un dolor compartido.
Después de la cena, nos pusimos a trabajar en nuestro proyecto de ciencias. A pesar de la situación, logramos concentrarnos y terminamos el trabajo sin demasiada dificultad. Pero incluso mientras trabajábamos, mis pensamientos volvían una y otra vez a Jimin y su familia. Me preguntaba cómo estarían enfrentando todo esto, si Woo-hee estaba recibiendo la atención que necesitaba, y cómo estaría Jimin manejando toda esta presión.
De regreso a casa, la nieve seguía cayendo, y el frío se sentía más intenso que nunca. Me arropé en mi abrigo, deseando poder hacer más por Jimin y su hermana. La impotencia era una sensación que me resultaba difícil de soportar. Entré a mi casa y subí a mi habitación, donde revisé mi teléfono una vez más. Todavía no había noticias de Jimin. Le envié un mensaje de voz de apoyo, aunque sabía que quizás no lo vería inmediatamente.
—Estoy aquí para ti, Jimin. Espero que todo vaya bien con Woo-hee. Mantente fuerte.
Me acosté en mi cama, mirando el techo y pensando en todas las veces que el rubio había sido mi pilar de apoyo. Ahora, deseaba con todas mis fuerzas poder ser el suyo. La noche se hizo larga y pesada, cada minuto que pasaba sin noticias aumentaba mi ansiedad. Finalmente, agotada por la preocupación, caí en un sueño inquieto, esperando que el día siguiente trajera mejores noticias.
A la mañana siguiente, me desperté con el sonido de mi teléfono. Era un mensaje de Jimin:
Jiminie babo <3
Gracias por todo, Soo-hyun
5:45 a.m.
Woo-hee está estable por ahora. Los médicos dicen que el tratamiento aquí puede ayudarla
5:45 a.m.
Volveré el martes. LY ❤️
5:46 a.m.
Sentí una oleada de alivio y esperanza. Woo-hee estaba en buenas manos, y aunque el camino seguía siendo incierto, al menos había un rayo de luz. Respondí rápidamente, enviándole todo mi apoyo y asegurándole que seguiría aquí, esperando su regreso.
El lunes se pasó lentamente, cada clase y actividad escolar parecía una eternidad. Todos mis amigos estaban pendientes de las noticias sobre Woo-hee, y nos manteníamos en contacto constantemente, compartiendo cualquier actualización que llegara de Jimin.
En la hora del almuerzo, Hoseok nos compartió la noticia de que Se-young y él habían quedado para salir el fin de semana a patinar y luego ir a beber un chocolate caliente. Las chicas y yo nos alegramos por él y le deseamos suerte en su cita.
—Siendo sincero, tengo un poco de miedo —dijo Hoseok, esbozando una sonrisa tímida—. ¿Y si no le llego a gustar? ¿Y si pasa algo malo en la cita?
—Tienes de mejores amigas a tres chicas y nunca has hecho algo malo —aseguró Songyi—. Eres un buen chico y a Se-young le gustarás tal y como eres. ¡Puedes llevarle un regalo a la cita! Los chicos ya te dijeron que a ella le gustan los peluches, compra uno.
Hoseok no se veía muy convencido de la idea y buscó las opiniones de Sol y mía a través de nuestras miradas. Sin embargo, se concentró en mí cuando me vio un tanto perdida.
—¿Y tú qué opinas, Soo-hyun? —preguntó, buscando mi consejo.
—Me parece tierno el gesto de ir a patinar con ella, el chocolate caliente le da ese clímax a la cita y el peluche... También es lindo, puedes comprarle un peluche que esté relacionado con su cita para que así ella nunca olvide ese día —respondí, intentando enfocarme en la conversación.
Hoseok pareció considerar la idea por un momento antes de sugerir algo que me tomó por sorpresa.
—¿Qué tal si tú y Jimin vienen conmigo? —inquirió rápidamente.
—Eso ya no sería una cita. El propósito es que ustedes dos se conozcan; y tener a los amigos por ahí no funcionará —contesté, un poco sorprendida por su propuesta.
—Yo sé eso, pero ustedes podrían estar alejados de nosotros. Además, sería un buen motivo para distraer a Jimin de los problemas de su hermana —insistió Hoseok, su expresión seria y preocupada.
La idea de distraer a Jimin era tentadora. Sabía cuánto le afectaba la situación de Woo-hee y quizás una salida con amigos podría ayudarlo a despejarse un poco. Pero también sabía que convencerlo no sería fácil.
—Lo intentaré, pero no prometo nada —le dije a Hoseok—. Hablaré con Jimin cuando vuelva y veré si está de acuerdo.
Hoseok asintió, agradecido. Seguimos conversando sobre otros temas, pero mi mente seguía volviendo a Jimin y a cómo podría convencerlo de unirse a nosotros para la salida del fin de semana.
Cuando finalmente terminó el día escolar, volví a casa con la sensación de que las cosas estaban a punto de cambiar. Al día siguiente, Jimin regresaría, y aunque sabía que su situación seguía siendo difícil, esperaba que nuestra amistad y apoyo pudieran darle algo de alivio.
El martes llegó, y con él, la esperanza de ver a Jimin de nuevo. Me aseguré de estar en la escuela temprano, esperando con ansias su regreso. Cuando finalmente lo vi entrar por las puertas de la escuela, su rostro cansado pero determinado, supe su ánimo ha mejorado un poco desde la última vez que estuvimos juntos.
—Jimin, ¡me alegra verte! —le dije, acercándome rápidamente para darle un abrazo.
—Gracias, Soo-hyun. Me alegra estar de vuelta —respondió, aunque su voz delataba el cansancio y la preocupación que aún lo abrumaban.
Pasamos el día juntos, poniéndolo al día con las clases y tratando de hacerle sentir que todo volvería a la normalidad. Durante el almuerzo, le entregué unos dumplings que Blake había hecho el día anterior. El rubio se alegró mucho y comió conmigo aquella comida.
Me contó muchas cosas que pasaron en Chicago con respecto a Woo-hee y sus padres. Luego, y de manera sorpresiva, Jimin saca de su mochila un regalo que trajo para mí. Este era una pulsera de Pandora que tenía un charm en forma de corazón, hecho de oro rosado y con una piedrita en forma de corazón en el centro.
—Lo vi y pensé rápidamente en ti —me dice cuando me va colocando la pulsera—. ¿Sabes por qué?
—¿Por qué? —pregunto con una gran sonrisa. Este es el primer regalo que me da y me siento tan feliz.
—Porque me trajo como recuerdo esa clase del sistema cardiovascular donde confesamos nuestros sentimientos —Jimin termina de colocarme la pulsera y, seguido de ello, besa mi mejilla derecha—. Te extrañé. Y extrañé nuestras clases.
Correspondí a su muestra de cariño antes de contarle sobre la cita de Hoseok y Se-young, y cómo Hobi había sugerido que fuéramos también para distraerlo.
—Podría ser una buena idea, Jimin. Sería una manera de despejarte un poco, aunque sea por unas horas —le dije, observando su reacción cuidadosamente.
Jimin se quedó pensativo por un momento, luego asintió lentamente.
—Tal vez tienes razón. Podría usar un poco de distracción —dijo, mostrando una pequeña sonrisa—. ¿Quieres que esa salida también sea nuestra primera cita?
—No. Hay que tomarlo como una ayuda a nuestros amigos. Luego, tú y yo sí tendremos nuestra cita.
***
El fin de semana llegó rápidamente, y lo primero que hice al despertar fue desayunar con mis padres para anunciarles sobre mi salida en la tarde. Mamá estuvo muy contenta con la idea mientras que mi padre estaba batallando para que no le estallara la vena de su frente.
—Ya dime de una vez que estás saliendo con el hobbit —reclama papá.
—Pues sí, estoy saliendo con él —contesto de la manera más relajada posible—. Incluso el martes me regaló esta pulsera con el dije.
Mamá se acercó a inspeccionar mi accesorio que hasta el momento no me lo he quitado para nada. Ella no para de decir lo bonito que es el corazón que escogió Jimin y el bonito gesto que ha tenido para mí.
—Yo te podría comprar diez de esos —dice con recelo mi papá—. Eso es un simple regalo barato.
—Tu padre está celoso —Blake anuncia lo obvio—. No le prestes atención, hija; sólo teme que Jimin pueda quitarle a su princesa.
—Esa traidora no es mi princesa. Ya no.
—¿Ah, no? —respondo, entre divertida y desafiante—. Pues creo que eso depende de a quién le preguntes.
Mi padre me lanza una mirada severa, pero puedo ver la chispa de humor que intenta esconder. Mamá, por otro lado, le da un suave golpe en el brazo.
—Ya, cariño, déjala. Jimin parece un buen chico y, además, ella está feliz. Eso es lo que importa.
Papá resopla, pero finalmente se rinde y me sonríe con algo de resignación.
—Está bien, está bien. Pero estaré observándolo de cerca.
—Lo sé, papá. —Le doy un rápido beso en la mejilla, aliviada de que al menos no esté completamente en contra.
El resto del desayuno transcurre en una mezcla de charlas triviales y algunas advertencias más de papá, que trato de tomar con la mayor paciencia posible. Finalmente, me levanto de la mesa para prepararme para la tarde.
—Voy a salir a las tres. No esperen que vuelva temprano —les anuncio.
Subo a mi habitación escuchando las nuevas preguntas de mi padre para saber a qué me refería con lo último que dije; luego, escucho las advertencias que mamá le da para que se calme. Estando en mi habitación, aprovecha en realizar primero mis deberes y tratar de estar desocupada antes de la una de la tarde.
Horas después, me pongo a escoger la ropa adecuada para mi salida. Las temperaturas siguen bajando y hay una probabilidad de que hoy caiga nieve; así que opto por un atuendo similar a Blair Waldorf: pantis blancas con una falda acampanada a cuadros, una blusa marrón con cuello de tortuga, una capa a cuadros que hace conjunto con la falda y una bufanda blanca. En mi cabeza me coloco una boina tejida de color blanco y termino por ponerme mis pensamientos de perlas.
Me miro en el espejo y sonrío, satisfecha con mi elección. El atuendo es elegante y me mantiene abrigada, perfecto para la salida de hoy. A las tres en punto, estoy lista y esperando en la sala. Jimin llega puntual, como siempre, y cuando entra, saludo a mis padres con una mezcla de nervios y emoción.
—Hola, Jimin —dice mamá con una sonrisa cálida—. Qué bueno verte de nuevo.
—Hola, señora, señor —saluda Jimin, respetuoso pero con su habitual alegría—. ¿Cómo están?
Papá lo mira con ojos escrutadores, pero finalmente asiente con la cabeza.
—Cuídala bien —es lo único que dice.
—Lo haré, señor Jeon. Puede contar con ello —responde Jimin con seriedad—. ¿Ya sabe de lo nuestro? —esa pregunta va dirigida hacia mí en voz baja.
Yo solo muevo mi cabeza para asentir antes de despedirme de mis padres una vez más. Salimos de la casa y, una vez en el coche, suspiro aliviada.
—Bueno, eso no fue tan mal, ¿verdad? —comento, buscando la aprobación de Jimin.
—No estuvo mal. Pero sí, tu papá me da un poco de miedo —admite, riendo ligeramente.
—Oh, no te preocupes. Es solo una fachada. En el fondo, es un osito de peluche.
Jimin me lanza una mirada dudosa, pero decide no discutirlo. El resto del viaje transcurre con nosotros conversando sobre cosas sin importancia hasta que llegamos a nuestro destino. El parque está lleno de vida y energía, con familias y amigos disfrutando de la temperatura fría con vasos de café y chocolate caliente. Por otro lado, están los que ya se encuentran dentro de la pista de patinaje.
Jimin y yo nos adentramos al hielo buscando con la mirada a nuestros amigos. Los encontramos a unos metros de distancia. Hoseok fue el primero en vernos antes de soltar un suspiro de alivio; por otro lado, Se-young no se dió cuenta de ello porque estaba más al pendiente de tratar de no perder el equilibrio y caer.
Por mi lado, con Jimin empecé a patinar de un extremo a otro con cuidado. A veces me tomaba de las manos para guiarme y ser él quien me lleve, pero otras veces solo me agarraba de una mano mientras que íbamos charlando de lo bonito que se ve la cuidad con los restos de nieve.
Pasamos el tiempo paseando, riendo y tomando fotos. El rubio, como siempre, es atento y cariñoso, y me siento cada vez más a gusto con él.
—¿Chicos? —escuchamos una voz femenina a nuestras espaldas—. ¿Qué hacen por aquí?
Se-young patina unos cuantos centímetros y se acerca a abrazarme en lo que Hoseok aprovecha en saludar a Jimin.
—Ahm... Sí. Jimin y yo quisimos salir y venimos a patinar —intento hablar con naturalidad, como si mi amigo no hubiese sido el de la idea de que el rubio y yo estuviéramos aquí ahora—. ¿Ustedes están en una cita?
—Sí, Hoseok me invitó a salir —responde la pelinegra con una alegría etérea—. Me regaló este peluche de pingüino y una bolsa de dulces. Justo ahora nos íbamos a una cafetería para tomar algo caliente, ¿no quieren acompañarnos?
—Creo que iremos después —responde apresuradamente el rubio.
Se-young nos mira de manera interna antes de aceptar y marcharse con Hobi a la salida de la pista de patinaje.
Jimin y yo los observamos alejarse, y no puedo evitar sonreír al ver la felicidad en los rostros de Hoseok y Se-young. Me giro hacia Jimin y veo que él también está sonriendo.
—Son una pareja muy linda, ¿no crees? —digo, sintiendo una calidez especial al ver a nuestros amigos tan contentos.
—Sí, lo son. Hoseok realmente se preocupa por Se-young. —Jimin me mira y sus ojos brillan—. Igual que yo me preocupo por ti.
Mi corazón se acelera un poco ante sus palabras. Le doy un apretón suave en la mano y juntos continuamos patinando por la pista. La nieve empieza a caer lentamente, cumpliéndose el pronóstico climatológico, y el ambiente es tan perfecto que parece sacado de una película.
Después de un rato más de patinar, decido que necesito un pequeño descanso. Nos dirigimos a un banco junto a la pista y nos sentamos, disfrutando de la vista mientras recuperamos el aliento.
—Gracias por traerme aquí, Soo. Esto ha sido increíble —dice. Yo apoyo mi cabeza en su hombro para mejor comodidad.
—Me alegra que te guste. Quería que pudieras distraerte un poco del estado de salud de tu hermana —respondo, acariciando su mano suavemente. Jimin asiente ligeramente sin decir algo más.
Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la compañía del otro. Luego, Jimin rompe el silencio.
—¿Te gustaría ir a la cafetería ahora? Podríamos encontrarnos con Hoseok y Se-young, o simplemente disfrutar de un chocolate caliente los dos solos.
—Me parece una gran idea. Vamos a tomar algo caliente. —Le sonrío, sintiendo que no importa qué hagamos, mientras esté con él.
Nos quitamos los patines y nos dirigimos a la cafetería cercana. El lugar está decorado con luces navideñas y adornos festivos, creando un ambiente acogedor y cálido. Encontramos una mesa junto a la ventana y pedimos dos chocolates calientes y unos pasteles.
Mientras esperamos, miramos a través de la ventana y observamos a las personas que pasan, riendo y disfrutando de la temporada invernal. Jimin toma mi mano por encima de la mesa, y me siento más conectada a él que nunca.
—¿Te has dado cuenta de lo rápido que ha pasado el tiempo desde que nos conocimos? —pregunta, con una mirada pensativa.
—Sí, parece que fue ayer cuando empezamos con las clases. —Sonrío, recordando lo que antes pensaba del rubio y su ridícula moda de estar con lentes de sol en una casa techada de noche.
—Eres de las mejores maestras que he tenido... ¿Cómo es esa canción? La de enamorarse de tu maestra —Jimin me mira con ternura antes de sonreír, lo cual provoca lo mismos en mí.
Nuestros chocolates calientes llegan, y brindamos con nuestras tazas, riendo y disfrutando del momento. La conversación fluye con naturalidad, y me doy cuenta que el mayor es la mejor compañía que puedo tener ahora.
Después de un rato, Hoseok y Se-young entran en la cafetería y nos saludan con entusiasmo. Se unen a nuestra mesa y comenzamos a compartir historias y risas, disfrutando de la compañía de nuestros amigos.
Miro de soslayo a mi mejor amigo y él no puede evitar dejar de sonreír por cada cosa que Se-young cuenta con un entusiasmo sin igual. Le doy un codazo debajo de la mesa para que regrese a verme y subo un pulgar como mi forma de felicitarlo por su gran trabajo como próximo novio. Hoseok eleva sus cejas mientras señala a Jimin y repite mi gesto con el mismo significado.
La noche se va acercando, y finalmente decidimos que es hora de regresar a casa. Nos despedimos de Hoseok y Se-young, prometiendo volver a salir todos juntos pronto.
Jimin me acompaña hasta la puerta de mi casa y, antes de despedirnos, me da un abrazo cálido y un beso en la frente.
—Me ha gustado esta salida de ahora —digo, sintiendo una mezcla de emoción y tranquilidad—. Hay que repetirlo.
—Tú dime cuándo y vengo por ti —Jimin baja un poco su mirada para verme fijamente antes de acercarse de a pocos a mí. Entre nosotros solo nos quedan unos cuantos milímetros de distancia—. Nos vemos pronto, ¿vale?
—¿No quieres pasar a mi casa? De seguro Blake ya empezó con su repostería navideña. Hoy dijo que tenía ganas de preparar galletas.
—¿Jungkook no va a tener ningún problema? —inquiere con cierto temor—. Aún me da miedo tu padre, Soo.
—Mientras esté Blake cerca, él no te puede hacer nada —digo con mucha seguridad.
¿Qué tan imponente debe ser papá para que hasta Jimin tome sus amenazas como unas verdaderas? Papá siempre lo amenaza con secuestrarlo o matarlo, pero él mismo sabe que ser el asesino no es tan divertido como cuando tú tienes que hallarlo.
Entramos en casa, y el aroma a galletas recién horneadas nos recibe, envolviéndonos en una nube de dulce calidez. Blake está en la cocina, canturreando una canción navideña mientras saca una bandeja de galletas del horno. Al vernos, sonríe ampliamente.
—¡Hola, chicos! Justo a tiempo para las galletas.
—Hola, señora Jeon —responde Jimin con una sonrisa nerviosa, lanzando una mirada rápida a mi padre, que está en el salón leyendo un libro de psicología inversa. Él levanta la vista y nos observa con una expresión severa.
—Hola, papá —digo, tratando de sonar casual—. Jimin va a quedarse un rato para probar las galletas de Blake.
Papá no dice nada por un momento, solo asiente lentamente.
—Está bien. Pero no se queden hasta muy tarde. Mañana hay cosas que hacer.
—Lo prometo, señor —responde Jimin con firmeza, aunque puedo notar su nerviosismo.
Nos dirigimos a la cocina y Blake nos ofrece unas galletas aún tibias, con el chocolate derretido y el aroma a especias que llena la habitación.
—Están deliciosas —dice Jimin después de dar el primer mordisco—. Eres una genio de la repostería, señora Jeon.
—Gracias, Jimin. Me alegra que te gusten —responde mamá con una sonrisa satisfecha.
Nos sentamos alrededor de la mesa de la cocina, disfrutando de las galletas y hablando sobre lo que ha tenido que pasar el rubio en Chicago. Jimin se relaja poco a poco cuando mamá le da sus felicitaciones por el regalo que me hizo. Los tres nos reímos por lo bajo antes de que esté agarrara mi mano sobre el mesón de la isla y explicara el significado del charm de corazón.
Papá se une a nosotros después de un rato, y aunque su presencia es intimidante para Jimin al principio, pronto se da cuenta de que está más relajado de lo habitual.
—¿Cómo les fue en la pista de patinaje? —pregunta papá, tomando una galleta y probándola.
—Fue increíble. La nieve, las luces, todo fue perfecto —respondo, mirándolo con una sonrisa.
—Me alegra oír eso. Solo asegúrense de cuidarse. —Papá lanza una mirada significativa a Jimin, pero hay una ligera sonrisa en sus labios.
Pasamos un rato más en la cocina, hablando y riendo. La atmósfera es cálida y siento que todos estamos disfrutando del momento. Incluso Jimin parece más cómodo, compartiendo historias y riendo junto con nosotros sobre las cosas que él acostumbraba a hacer durante las fiestas, la cual mayormente las pasa en Nueva York con su familia.
Finalmente, llega la hora de despedirse. Acompaño a Jimin hasta la puerta, y él me da un abrazo cálido.
—Gracias por invitarme a quedarme. Me he divertido mucho hoy —dice, mirándome a los ojos.
—Yo también. Me alegra que hayas venido. —Le doy un beso en la mejilla y sonrío—. Nos vemos pronto, ¿vale?
—Nos vemos pronto, Soo. —Jimin se despide con una última sonrisa antes de dirigirse a su coche.
Vuelvo a entrar a la casa, sintiendo una satisfacción serena. Papá y Blake están recogiendo la cocina, y me uno a ellos, aún sonriendo por el maravilloso día que he tenido.
Papá está guardando los utensilios con su habitual expresión seria, pero hay algo en su mirada que parece más suave esta noche.
—Parece que lo pasaste bien —comenta papá sin levantar la vista.
—Sí, fue un día perfecto. Gracias por entender, papá.
Papá asiente, luego se gira ligeramente para mirarme. Hay una pausa, y entonces dice con su tono habitual, sin mucha emoción pero con un trasfondo de sinceridad.
—Ese chico... parece un buen muchacho.
Me quedo sorprendida por un momento, luego sonrío ampliamente.
—Lo es, papá. Realmente lo es.
Papá me da un breve asentimiento, como si ese fuera su modo de dar su aprobación. Luego, vuelve a su tarea de limpiar.
—Solo recuérdale que si te hace algo, que se cuide las espaldas —añade papá con su habitual tono pasivo-agresivo; porque él sin sus advertencias psicópatas, no sería él mismo.
Blake se ríe suavemente mientras guarda los ingredientes que ha estado usando. La calidez de la cocina y el aroma a galletas nos envuelven en un ambiente acogedor, y siento una profunda gratitud por este momento.
Blake y yo subimos las escaleras hacia nuestras habitaciones una vez que acabamos con nuestra parte. Antes de entrar en la suya, se gira hacia mí con una sonrisa cómplice.
—Tu papá y a mí nos da gusto verte feliz. —Me dice antes de meterse a su habitación—. Buenas noches, bebé.
—Adiós, mamá —correspondo a su despido en lo que ingreso a mi cuarto.
Me cambio y me meto en la cama, el día pasa por mi mente como un carrusel de momentos felices y risas. Mientras me acomodo bajo las mantas, miro por la ventana. La nieve cae suavemente, iluminada por la luz de la farola. Hay algo mágico en la tranquilidad de la noche invernal, algo que me hace sentir llena de alegría.
Los días de invierno no siempre significan que los ánimos estén por el suelo. A veces, son el momento perfecto para sentir el calor que alguien te puede dar. Cierro los ojos, dejando que esa calidez me envuelva, y me duermo con una sonrisa en los labios, soñando con más días perfectos como este.
*****
Creo que Soo-hyun y Jimin entrarán en una competencia con Hoseok y Se-young para ver quién es la pareja más tierna xdd
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro