v e i n t i o c h o | Científicamente enamorados 🖤
Esperaba en las afueras del laboratorio de química a la hora de salida de Soo-hyun. Dentro de unos pocos minutos sonaría la campana del segundo receso y le tenía un presente a la bajita como muestra de mi agradecimiento por ser el soporte principal en este momento de mi vida. Además, le tenía buenas noticias de Woo-hee que le van a gustar escuchar.
Tamborileo con mis dedos la caja blanca con un lazo negro que tengo entre manos mientras que mi mirada está puesta en el gran reloj de pared que está a unos metros de mí. Luego, centro mi mirada en el interior de la clase de química, donde veía a Soo-hyun, vistiendo la bata blanca con los lentes de protección y guantes de látex, mezclando peróxido de hidrógeno con levadura junto a Songyi. Esta última se emocionó con la reacción química que hubo mientras que la castaña sonrió de lado y apuntaba en su ficha química la reacción que obtuvieron.
Mediante mis clases de anatomía con Soo-hyun, me he dado cuenta que el cuerpo humano es la mejor herramienta y el peor traidor que el alma puede tener. Por un lado, es la mejor herramienta porque, gracias a que tenemos un cuerpo, podemos sentir a través de nuestros cinco sentidos, y el más importante es el tacto. El contacto humano es nuestra primera forma de comunicación: tranquila, seguridad y confort es lo que siento cuando puedo entrelazar mi mano con la de Soo-hyun a pesar de que ella pueda estar distraído; o incluso el roce de mis labios en su mejilla suave, donde mi nariz también aprovecha para captar su aroma dulce y guardarlo en mi memoria. Sin embargo, por el otro lado, también es un traidor en el sentido de que es la fuente para que personas como Soo-hyun se den cuenta de cuando te emocionas, te pones ansioso, estás con miedo o cuando estás en un momento de excitación donde demuestras lo eufórico que te sientes. Por mi parte, todos estos sentimientos los he experimentado desde que estoy saliendo con la castaña.
Nunca antes me había sentido de este modo con alguien más. Por supuesto que me atrajeron otras chicas en su momento, pero ninguna logró causar lo que Soo-hyun causa en mí cuando me sonríe, me habla o me trata como un niño. Ahora mi corazón se siente cada vez más cálido que antes cuando la tengo cerca de mí y la abrazo o ella me abraza. Mis manos sudan cuando ella actúa tan bien conmigo que me dan ganas de besarla y pellizcarle sus mejillas, pero solo por mi cobardía no lo hago.
El amor es como una reacción química que, una vez iniciada, es difícil de detener. La combinación de emociones, como los reactivos en un experimento, puede resultar en un efecto explosivo y fascinante, impredecible en su totalidad. La campana finalmente suena, resonando en los pasillos y despertándome de mis pensamientos. La clase de química comienza a dispersarse, y veo a Soo-hyun y Songyi quitándose los guantes y guardando sus materiales.
Mi corazón late con fuerza mientras me acerco a la puerta del laboratorio. Soo-hyun levanta la vista y sus ojos se encuentran con los míos. Una sonrisa se dibuja en su rostro, iluminándolo. Con pasos rápidos, se dirige hacia mí, y cuando está lo suficientemente cerca, le entrego la caja blanca.
—Esto es para ti —digo, sintiendo cómo mis palabras se atropellan ligeramente en mi boca.
—¿Para mí? —pregunta, sorprendida y curiosa, aceptando la caja con cuidado.
—Sí, quería agradecerte por todo lo que has hecho por mí. Y también... tengo noticias de Woo-hee que creo que te gustarán.
Soo-hyun abre la caja con delicadeza, revelando unos guantes de lana blanco con bordes negros y una boina del mismo material con el mismo diseño.
—Están muy bonitos —susurra, levantando la vista para encontrarse con la mía—. Gracias. Pero, ¿por qué me lo das? —y así como antes podía tener una sonrisa en sus labios, esta desapareció al instante para fruncir el ceño.
—Porque sabía que te iban a gustar —respondo, sintiendo el calor en mis mejillas—. Y porque es mi forma de agradecerte por el apoyo que me das.
—Pero sabes que lo hago desinteresadamente —replica—. No es necesario regalos así.
—Solo acéptalo y no digas nada más —determino. Songyi, quien está a nuestro lado, sonríe de lado al vernos.
Saco los guantes de la caja para colocárselos seguido de sacarle la diadema que tiene puesta ahora y sustituirla por la boina. Ella dirige su mirada hacia arriba para observarme y no puedo evitar pensar en lo linda que se ve así; además, la boina le había quedado muy bien.
Hoseok y Sol aparecen detrás de Soo-hyun y se asoman para verla con lo que le he regalado. Todos estamos de acuerdo que le queda muy bien y combina con el uniforme.
Después de ello, todos caminamos hacia el comedor de la escuela para alcanzar un poco de comida. Soo-hyun y yo vamos de la mano mientras que sus amigos van delante de nosotros como si fueran nuestros guardaespaldas.
—Por cierto, ayer hablé con mi madre. —Ella regresa a mirarme atenta. Sus amigos también giran su cabeza hacia nosotros, pero solo por unos segundos—. Me dijo que Woo-hee ha reaccionado bien a las primeras semanas del tratamiento y el médico dice que hay una gran probabilidad de que los tumores que tiene se hayan reducido un poco.
—Eso es muy bueno. Me da gusto por ella —responde con una sonrisa—. Igual le queda mucho para que esos tumores se reduzcan, pero esperemos que el médico no se esté equivocando. ¿Cuándo le harán su próxima radiología?
—En enero. Quieren que todo este mes sea únicamente para las quimioterapias y luego hacerle ese examen —Soo-hyun asiente—. Mi madre también me dijo que ya tiene un boleto de avión para mí: pasaré navidad y año nuevo en Chicago.
—¿En serio? Entonces hay que salir un día. Quiero comprarle algo a tu hermana por navidad. —De pronto, Soo-hyun se detiene abruptamente—. Espera, ¿y cómo harás con los exámenes?
—La secretaría de la escuela ya lo sabe y entre esta semana y la otra me darán mi horario de exámenes; aunque lo más probable es que dé dos exámenes por día.
Soo-hyun frunce el ceño al escuchar esto último. —Eso suena agotador —dice, con una nota de preocupación en su voz.
—Lo sé, pero vale la pena para poder estar con mi familia durante las fiestas —respondo, apretando suavemente su mano.
Llegamos al comedor y encontramos una mesa libre. Dejamos nuestras cosas sobre esta antes de ir a hacer la fila para la comida. Hoseok y Sol se adelantaron y nos guardaron un espacio para nosotros. Pasan unos diez minutos, aproximadamente, hasta que Soo-hyun y yo obtenemos nuestras charolas de comida.
Regresamos a la mesa en donde Jisung y Minji ya estaban almorzando su comida rápida. Songyi está al lado de Jisung degustando un poco de lo que este le invita de su hamburguesa. La castaña y yo tomamos asiento juntos. Luego, Hoseok y Sol se unen a nosotros, empezando a charlar animadamente sobre sus planes para el fin de semana. Soo-hyun, aún con la boina y los guantes puestos, parece perdida en sus pensamientos por un momento antes de sonreír y unirse a la conversación.
Mientras comemos, no puedo evitar mirarla de reojo, admirando cómo la boina le queda perfectamente y cómo sus ojos brillan cuando se ríe. Me hace querer abrazarla muy, muy fuerte.
Después de un rato, la conversación gira de nuevo hacia Woo-hee y mis planes para las vacaciones.
—Entonces, ¿cuánto tiempo estarás en Chicago? —pregunta Hoseok, tomando un sorbo de su jugo.
—Aproximadamente tres semanas —respondo—. Volveré a mediados de enero, justo a tiempo para el inicio del nuevo semestre.
—Te vamos a extrañar en las carreras —dice Sol con una sonrisa—. Pero lo importante es que puedas estar con tu hermana y tu familia.
Soo-hyun asiente, apretando mi mano bajo la mesa.
—Sí, lo más importante es que estés allí para apoyarla —añade, sus ojos llenos de ternura.
El resto del almuerzo pasa rápidamente entre risas y conversaciones ligeras. Cuando terminamos, nos levantamos y nos dirigimos juntos hacia la salida del comedor.
—Hablando de exámenes, ¿quieres que estudiemos juntos esta tarde? —propone Soo-hyun mientras caminamos por el pasillo.
—Por favor —respondo—. Además, necesito toda la ayuda posible para estos exámenes intensivos.
Horas más tarde, llegado el momento de salida, Soo-hyun y yo nos encontramos en los pasillos de los salones. La ayudo a cargar con su bolso mientras que se dirige con sus amigos a su casillero. Luego, nos despedimos de Hoseok, Songyi y Sol en medio del pasillo, prometiendo vernos al día siguiente. Soo-hyun y yo caminamos hacia la biblioteca, otra vez, de la mano.
Nos acomodamos en una mesa tranquila, sacamos nuestros libros y comenzamos a estudiar. A lo largo de la tarde, la atmósfera es tranquila y concentrada, pero de vez en cuando intercambiamos sonrisas y pequeños gestos de cariño que hacen que el tiempo pase volando.
Cuando la luz del sol comienza a desvanecerse y las sombras se alargan, Soo-hyun cierra su libro y me mira con una sonrisa.
—Creo que por hoy ya es suficiente —dice, estirándose un poco—. No quiero que te agotes antes de tus exámenes.
Asiento y guardo mis cosas. Nos levantamos y salimos de la biblioteca, caminando juntos hacia el estacionamiento de la escuela. Nos subimos a mi Jeep y empiezo a conducir hasta su casa.
Conduzco por las calles tranquilas de nuestra ciudad, mientras Soo-hyun y yo conversamos sobre todo y nada al mismo tiempo. Las luces de los postes pasan como destellos suaves a través de las ventanas del Jeep, creando un ambiente acogedor y relajante.
—¿Sabes? Me encanta cómo pasan volando las horas cuando estoy contigo —comento, echando una rápida mirada en su dirección.
Soo-hyun sonríe, acomodándose en el asiento y mirándome con sus ojos brillantes.
—Es porque cuando te concentras al estudiar sientes que todo pasa muy rápido—responde con una risa suave. Vuelco los ojos con una media sonrisa al escucharla.
A veces Soo-hyun acepta mis palabras cariñosas y las continúa; mientras que otras veces se va muy a lo objetivo, como si lo que yo dijera tiene que tener mucha lógica.
Llegamos a su casa, la cual ya está iluminada tanto en el interior como en el exterior. Por la ventana podemos ver a Blake, quien parece estar limpiando los trastes. Aparco el Jeep y apago el motor, pero no salimos de inmediato. Ambos permanecemos en silencio por un momento, disfrutando de la compañía mutua.
—Gracias por traerme —dice Soo-hyun, rompiendo el silencio.
—Siempre es un placer —respondo, inclinándome un poco hacia ella—. ¿Nos vemos mañana?
—Por supuesto —responde, y en un impulso, se inclina y me da un beso en la mejilla—. Buenas noches.
—Buenas noches —digo, sintiendo un cosquilleo en el lugar donde me besó.
La veo entrar a su casa, asegurándome de que esté a salvo antes de arrancar el Jeep de nuevo.
****
Ingreso a mi casa y voy directamente a ver a mamá. Ella se encuentra tarareando una canción mientras está lavando algunos sartenes y ollas. Al parecer hubo almuerzo hecho en casa esta tarde.
—Hola mamá —saludo mientras me dirijo a la nevera para hurtar un poco de comida.
—Hola amor, ¿cómo te fue en la escuela? —responde sin mirarme. Solo regresa a verme cuando me escucha destapar el tarro de mermelada—. ¿Y esa boina?
—Jimin me las regaló como muestra de su agradecimiento por mi apoyo. Eso a palabras de él.
—Ahw, eso es muy...
—Aunque no sé muy bien por qué. Digo, es lindo el regalo, pero él sabe que mi apoyo se lo doy de manera desinteresada.
—Bueno, a veces las personas quieren expresar su gratitud de diferentes maneras...
—¡Lo sé, pero fueron unos guantes y una boina! —Insisto. Mamá solo se ríe y niega con la cabeza—. ¿Y si está esperando que yo le dé algo a cambio?
—No creo que Jimin sea de ese tipo de chicos, bebé.
—¿Cómo puedo saber todo lo que piensa Jimin? —digo un poco pensativa. Muy bueno sería si pudiera leer las mentes—. ¿Habrá que hacer un estudio de psicología conductistas?
Mamá suelta una carcajada suave y amorosa.
—No necesitas hacer un estudio de psicología conductista, cariño. Solo tienes que confiar en tus instintos y en lo que conoces de Jimin.
Me detengo un momento, masticando lentamente mi pan con mermelada mientras considero sus palabras.
—Sí, supongo que tienes razón. Es solo que, no sé, a veces me cuesta entender sus motivos.
—Eso es normal en cualquier relación, ya sea de amistad o algo más —responde mamá, acercándose para darme un abrazo rápido—. Lo importante es que ambos se valoran y se apoyan mutuamente.
Termino de comer mi pan con mermelada para dirigirme a la oficina de papá y examinar su biblioteca. A veces, sin que mamá o yo lo sepamos, él se compra libros a finales del mes y los va acomodando de tal modo que pasen de desaparecidos; o eso al menos con Blake, porque yo sí logro darme cuenta y siempre echo un vistazo.
Todo parecía estar en orden esta vez: los mismos libros de antes están ahí y no hay ninguno nuevo a la vista. Pero cuando ya me acerco más y veo entre los libros de psicología criminal, me encuentro con un libro sobre el atlas de la psicología humana.
Saco el libro del estante y me siento en el sillón de papá, sintiendo el peso del volumen en mis manos. La cubierta es oscura, con letras doradas que brillan bajo la luz de la lámpara de escritorio. Lo abro con cuidado y empiezo a hojearlo, buscando cualquier capítulo o sección que hable sobre las motivaciones y el comportamiento humano en las relaciones interpersonales.
Pasaron unos minutos antes de que finalmente encontrara un apartado que me llamara la atención: "Expresiones de Gratitud y Reconocimiento en las Relaciones Humanas". Sonrío, sabiendo que este es el tema que necesito. Empiezo a leer detenidamente, absorbiendo la información sobre cómo y por qué las personas muestran agradecimiento de diversas maneras.
"Las muestras de gratitud no siempre se corresponden con la magnitud del favor recibido, sino con la necesidad del donante de expresar su reconocimiento y aprecio. A veces, estos gestos pueden ser vistos como innecesarios por el receptor, pero para el donante, son una forma esencial de comunicar su aprecio y construir una conexión más fuerte."
Esto tiene sentido. Para Jimin, regalarme los guantes y la boina puede haber sido su manera de fortalecer nuestra relación, de decirme lo mucho que valora mi apoyo, incluso si yo no siento que sea necesario. Me reconforta entenderlo desde esta perspectiva.
Sigo leyendo un poco más hasta que escucho la voz de mi papá llamándome desde el pasillo. Me levanto rápidamente, coloco el libro de vuelta en su lugar y salgo de la oficina para encontrarme con él.
—Hola, papá. —Lo saludo con una sonrisa.
—¿Qué estabas haciendo en mi oficina? —pregunta con una ceja levantada, aunque su tono es más acusador que curioso.
—Nada, solo curioseando un poco —respondo con naturalidad—. Vi un libro interesante y pensé en echarle un vistazo.
—Ah, ¿el atlas de la psicología humana? —dice, adivinando correctamente—. Es un buen libro. Muy completo.
—Sí, lo es. Gracias por tener siempre buenos libros a mano —digo, dándole un rápido abrazo.
—Tú nunca lees libros de psicología —Jungkook entrecierra sus ojos mientras que se cruza de brazos—. ¿Algo que quieras decir?
—Estoy reuniendo datos para una investigación conductista que haré. Luego te alcanzaré mi informe.
Papá me deja irme a mi habitación luego de quedarse confundido por mi comportamiento. Estando dentro, reúno toda la información relevante que tengo hasta el momento y me pregunto si es necesario hacer de Jimin mi rata de laboratorio para descubrir con claridad sus intenciones.
Yo digo que toda esa locura mía proviene del corazón roto. Pero resulta entendible, mi último noviazgo me hizo dudar mucho sobre mí misma; y que ahora venga Jimin regalándome pulseras, guantes o boinas hace que todo esto me parezca muy raro y me hace querer encontrar una razón lo suficientemente lógica para este tipo de regalos.
Antes me consideraba una chica muy libre con respecto a los asuntos del amor. Consideraba a este asunto como un fenómeno natural que no debía de estudiarse exhaustivamente, pero con Jimin siento esa necesidad de que sí es necesario.
Respiro profundamente y miro la boina que me regaló Jimin, que ahora descansa sobre mi escritorio.
¿Será que me he vuelto demasiado cautelosa? ¿O es que realmente hay algo más que no estoy viendo?
Decido dejar de pensar tanto en el asunto y me concentro en mis estudios. Después de unas horas, termino mis deberes. Guardo la boina y los guantes en mi armario antes de pasar a mi baño para cambiar de ropa y finalmente descansar.
Al día siguiente, vuelvo a la escuela con una nueva actitud. Decido dejar de darle vueltas a los sentimientos de otros como si fueran un problema de matemáticas y me dispongo a que mi mente esté despejada. Pero desde ahora advierto que si recibo otro regalo del rubio me volveré loca.
Y hablando de él, me lo encuentro en el pasillo, y cuando me sonríe, le regreso el gesto un poco menos expresivo de lo que Jimin fue.
—Buenos días, Soo-hyun —saluda Jimin, con su típica sonrisa brillante.
—Buenos días, Jimin —el mencionado se acerca para abrazarme a medias y dejar un beso en mi frente—. ¿Hay alguna novedad?
Él niega con la cabeza y nos dirigimos a mi casillero. Jimin se recuesta sobre la puerta del casillero de la derecha con una sonrisita de lado. Lo examino unos cuantos segundos y lo dejo pasar. No es como si en mi casillero pudiera haber otro regalo...
Una vez abro la puerta, cae un sobre amarillo entre mis pies. Me inclino un poco para recogerlo y abrirlo con extrañeza.
—"Eres mi analgésico en esta afección. Una dosis de tu amor, mi mejor prescripción." —Leo sin ninguna expresividad en mi voz. También leo lo que está más abajo y eso me hace reír—. "De Jimin-ie para Soo-hyun-ie babo. Perdón, lo intenté."
—¿Te gustó?
—¿Qué es esto? —inquiero aún riéndome.
—Un poema, ¿no es obvio?
—Poema, claro —digo, levantando una ceja—. Si esto fuera un poema, habría que revisar su métrica y ritmo. Aunque no está mal para un aficionado.
Jimin se ríe y se encoge de hombros.
—Hice lo mejor que pude. Te gusta la medicina, así que intenté hacer algo relacionado.
—Aprecio el esfuerzo —digo, guardando el sobre en mi casillero—. Pero no hace falta que sigas regalándome cosas. Tu compañía ya es suficiente.
—Pero me gusta verte sonreír cuando te sorprendo con algo. —responde, con un brillo travieso en sus ojos.
—Sí, pero ten cuidado o terminaré diagnosticándote con un síndrome de generosidad compulsiva —respondo, tratando de mantener una expresión seria, pero fallando miserablemente cuando ambos nos echamos a reír.
Mientras guardo mis libros en el casillero, no puedo evitar mirarlo de reojo. Jimin tiene esa habilidad especial para hacerme sentir bien, incluso cuando mis inseguridades intentan nublar mi juicio. Sin embargo, mi mente analítica no puede evitar cuestionar sus motivaciones.
—¿Sabes, Jimin? —digo, cerrando el casillero y girándome hacia él—. La gratitud es una emoción compleja. Según estudios psicológicos, se manifiesta en diversas formas, desde simples agradecimientos hasta gestos más elaborados, como los regalos o... poemas improvisados.
Jimin me mira con una mezcla de diversión y curiosidad.
—¿De verdad? Cuéntame más, doctora Soo-hyun.
—Bueno, por ejemplo, las muestras de gratitud no siempre corresponden con la magnitud del favor recibido, sino con la necesidad del donante de expresar su reconocimiento y aprecio. A veces, estos gestos pueden parecer innecesarios para el receptor, pero para el donante son una forma esencial de comunicar su aprecio y fortalecer la relación —explico, citando mentalmente el libro que leí la noche anterior.
—Vaya, eso suena profundo —responde Jimin, asintiendo lentamente—. ¿Eso significa que mis regalos son innecesarios para ti?
—No, no es eso —digo rápidamente, sintiendo un poco de culpa—. Solo que... me cuesta entender por qué sientes la necesidad de darme cosas. Pero estoy empezando a darme cuenta de que es tu manera de mostrarme que te importa.
Jimin sonríe, esta vez con más suavidad.
—Exactamente. Es mi forma de decirte que eres importante para mí. Y no necesito que me des nada a cambio.
Su honestidad me desarma. Asiento, sintiendo que una parte de mi inseguridad se eleva.
¿Y si él quiere que yo también le dé algo pero lo disfraza con el desinterés? Para mí tiene mucha lógica. Más allá que ambos seamos distintos y tengamos una forma distinta de expresar nuestro cariño, cuando una persona da algo espera que se lo devuelvan del mismo modo u otro.
Nos dirigimos a clase, y aunque mi mente sigue analizándolo todo, trato de concentrarme en disfrutar del momento. En el aula, me siento junto a Songyi, que me mira con curiosidad.
—¿Qué fue todo eso en el pasillo? —me susurra.
—Oh, nada, solo Jimin siendo... Jimin —respondo con una sonrisa.
—Ese chico tiene una paciencia infinita contigo —dice Songyi, riendo—. Pero parece que finalmente estás empezando a entenderlo.
—Estoy tratando —admito, sacando mis libros—. Es solo que... no sé, a veces siento que estoy analizando todo como si fuera un experimento científico.
—Relájate, Soo-hyun. No todo necesita ser analizado —dice Songyi, dándome un ligero empujón en el brazo—. A veces, las cosas son simples, y eso está bien. El amor no es una ciencia, no necesitas licencia —ella comienza a cantar una canción de su repertorio de canciones favoritas.
Espero a que el maestro cruce la puerta para poner mi dedo índice en sus labios y callarla.
La clase comienza y trato de concentrarme, pero las palabras de Songyi y Jimin rondan en mi cabeza. Quizás tienen razón. No todo necesita ser diseccionado y examinado al detalle. A veces, los gestos amables son simplemente eso: gestos amables.
Al final del día, Jimin y yo volvemos a encontrarnos en el pasillo. Esta vez, cuando me sonríe, le devuelvo una sonrisa sincera.
—Gracias por el poema, Jimin. Me hizo reír y eso es lo que más importa.
Él asiente, satisfecho.
—Me alegra saberlo. ¿Te parece si vamos por un café después de clase? Solo tú y yo.
—Claro —respondo, sintiendo un cálido alivio en mi corazón.
Mientras caminamos juntos hacia la salida, decido que por una vez, dejaré de lado mi análisis exhaustivo y simplemente disfrutaré del momento.
Espero a que estemos solos dentro del auto para hacer en lo que he estado pensando todo el día:
—Oye, quiero decirte algo —empiezo, sintiendo un pequeño nudo en el estómago.
—¿Qué pasa? —pregunta él, girándose hacia mí con una expresión preocupada.
—He estado pensando mucho en todo esto —digo, tomando una profunda respiración—. Y escribí algo para intentar explicar cómo me siento. ¿Te gustaría escucharlo?
Jimin asiente, mirándome con curiosidad y atención.
—Claro, adelante.
Tomo aire y empiezo a recitar el poema que he estado elaborando en mi mente:
—Con cada regalo, un nuevo trayecto, me siento perdida en este desvarío. Tal vez es mi motor roto el que detecto, que acelera y frena sin tener motivo.
Jimin me mira con intensidad, sus ojos fijos en los míos. Continúo:
—Estos guantes y boina, paradas en mi ruta, quizás son solo faros en la noche de un sendero. Mi corazón da vueltas, como un coche en disputa, buscando una señal en este amor certero.
Veo a Jimin asimilar mis palabras, una mezcla de sorpresa y comprensión en su rostro. Sigo adelante, sintiendo que cada palabra me libera un poco más:
—¿Será por mis grietas de amores pasados? ¿Por qué me encuentro en este cruce enredado? Y tal vez hagamos más cosas por los dos, pero solo es porque estamos científicamente enamorados.
Termino de recitar y miro a Jimin, esperando su reacción. Él me observa con una expresión mezcla de sorpresa y ternura.
—Lo siento si a veces parezco complicada. Solo es que... después de lo que me pasó, me cuesta entender las intenciones de las personas.
—No tienes que disculparte por nada. Entiendo que necesites tiempo y espacio para sentirte segura. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, sin ninguna expectativa.
Sus palabras me tranquilizan, y en ese momento, siento que todo el análisis y la duda valieron la pena. Decido dejar que las cosas fluyan y disfrutar del viaje, sin intentar desmenuzarlo todo.
—Y solo para que lo sepas, yo gano en la creación de poemas —añado con un tono de voz petulante.
Jimin solo se ríe, intentando que los ojos no se le cierren por completo antes de que choquemos con algún auto.
*****
Yo para la creación de poemas soy un asco, pero lo di todo
VIERON QUE CAMBIÉ LA PORTADA Y TMB EL BANNER? LES GUSTA? Porque a mí me encantaaaa
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