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t r e i n t a y t r e s | ¿Llamas gemelas o almas gemelas? 🖤

No estaba segura de por qué había aceptado quedarme aquí, en la casa de Chang-gyu, después de todo lo que habíamos pasado. Quizás porque, a pesar de todo, era un lugar familiar, un rincón de mi vida que aún no había cerrado del todo. Me encontraba sentada en el sillón de cuero que tanto odiaba por lo incómodo, mientras él estaba en la cocina preparando jugo de naranja. Todo era tan... normal, pero a la vez no podía ignorar el nudo que se formaba en mi estómago. Los recuerdos me golpeaban con fuerza.

La sala no había cambiado mucho, pero había pequeños detalles que me recordaban que ya no era bienvenida en su vida como antes. Aún así, trataba de mantenerme relajada, fingiendo que estar allí no me afectaba. Cuando Chang-gyu volvió con dos vasos de jugo, me sonrió de esa manera despreocupada que siempre había tenido.

Nos quedamos en silencio durante unos minutos, escuchando el murmullo lejano del televisor desde la otra habitación. No podía evitar sentirme incómoda, como si en cualquier momento algo fuera a romperse.

—Sol y Jisung me han dicho que te han visto mucho con Jimin últimamente —dice de repente, rompiendo el silencio. Su tono era casual, pero sus ojos me observaban con una curiosidad que no pude ignorar.

Levanté la vista y lo miré directamente.

—¿Por qué te interesa? —Respondí con una pregunta, un poco a la defensiva. No quería que pensara que mi vida era algo que él podía analizar.

—Es solo que me asombra mucho —Titubea un poco antes de continuar—. Jimin es mi amigo, y tú... bueno, tú y yo tenemos historia.

Una parte de mí quería evitar esa conversación, pero la otra, la que aún sentía las heridas que Chang-gyu me había dejado, no pudo resistir el impulso de devolverle la inquietud.

—¿Y tú? ¿Qué tal van las cosas con Minji?

Su expresión cambió por un instante, como si no se hubiera esperado la pregunta. Luego, una sonrisa apareció en su rostro, esa sonrisa que siempre me había parecido encantadora y que ahora sentía que era para alguien más.

—Con Minji es todo increíble. No sé cómo explicarlo, Soo-hyun, pero estar con ella es como encontrar mi lugar en el mundo.

No pude evitar arquear una ceja, aunque traté de mantener mi tono neutro.

—¿En serio? ¿Así de intensa es la cosa?

Chang-gyu asiente con entusiasmo.

—Sí, es algo que nunca había sentido antes. Es como si ella entendiera cada parte de mí sin que yo tenga que decir nada. Es tan fácil, tan natural. Con Minji, todo es diferente, ¿sabes? No tengo que esforzarme para ser alguien que no soy. Ella me acepta tal y como soy, y yo la quiero... la quiero como nunca he querido a nadie.

—¿Sí recuerdas que soy tu exnovia y eso suena un poco cruel? —interrumpo con una voz un poco molesta.

—Lo siento.

Sentí un nudo en el estómago. Escucharle hablar así, con tanto fervor, me hacía sentir como si estuviera escuchando algo que no debería. Pero no podía evitar preguntarme por qué nunca había hablado así de mí. ¿Había algo en mí que simplemente no podía amar de la misma manera?

—De todos modos, me alegro por ti —logré decir, aunque por dentro me estaba destrozando. Esa maldita noche me tiene así—. Parece que realmente has encontrado lo que buscabas.

Chang-gyu sonrió aún más, como si no notara el filo en mis palabras.

—Sí, ella es todo lo que siempre soñé. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, lo que sea para hacerla feliz. Es como si todo en mi vida hubiera llevado a este momento, a estar con ella. Nunca he estado tan seguro de algo en mi vida.

Mientras hablaba, su rostro se iluminaba con una pasión que nunca había visto en él, al menos no cuando estábamos juntos. Cada palabra era como una puñalada, pero una parte de mí no podía evitar sentirse atraída por su sinceridad. Era tan evidente que Minji había despertado algo en él que yo nunca había logrado, y aunque me doliera admitirlo, no podía ignorar lo feliz que parecía.

—Espero que seas feliz. —Murmuré, aunque mis palabras se sentían vacías.

—Gracias, Soo-hyun —respondió con una calidez que me hizo querer escapar de la habitación. ¿Quién demonios tiene este tipo de conversaciones con su exnovio?—. Ahora tú cuéntame de ti y Jimin. ¿Cómo es que terminaron siendo tan linda pareja?

Quise que su forma de preguntarme tuviera alguna pizca de ironía para responderle con las palabras más groseras del mundo y salir de ese lugar lo antes posible. Sin embargo, él las dijo de todo corazón y realmente se veía con ganas de escuchar mi historia con el rubio. No sé si sea porque puede que sepa que Jimin y yo aún no somos pareja como tal o qué-sé-yo.

El silencio volvió a caer entre nosotros, pero esta vez no era incómodo. Estaba lleno de pensamientos no dichos, de sentimientos que se arremolinaban en mi interior. La manera en que Chang-gyu hablaba de Minji me hizo pensar en Jimin y en la conexión que estábamos formando.

Me quedé en silencio por un momento, dándole una mirada reflexiva.

—Nos conocimos en una fiesta de Jisung; luego, nos volvimos a ver en una de las carreras ilícitas a las que Jisung nos invitó —empiezo a recordar cómo inició todo. Mis ojos están puestos en el techo blanco para revivir correctamente esos tiempos—. Jimin terminó accidentado ese día por su rival y lo ayudé. Después, Jisung me dijo que Jimin estaba mal en el curso de anatomía; así que yo me ofrecí a ser tutora de él para que suba sus calificaciones. Con la convivencia nos volvimos muy cercanos hasta ser lo que hoy somos.

—Entonces ahora son novios —niego al instante. Chang-gyu frunce el ceño antes de darle un trago al refresco de naranja—. ¿Todavía no son novios?

—Yo le declaré primero mis sentimientos a Jimin, él sentía lo mismo; pero como nosotros éramos amigos, queremos estar seguros de que de verdad queremos al otro como pareja. Aún estamos en el proceso de aceptación.

—Que chistoso —esboza una ligera sonrisa—. Mientras que yo siento que Minji y yo somos almas gemelas, tú y Jimin parecen ser todo lo contrario. Algo así como llamas gemelas.

Definitivamente no sabía qué signficaba eso, pero lo sentía muy ofensivo para mí relación con Jimin; y eso, precisamente eso, y más de él, no lo permitiré. Ese era el margen de error que necesitaba de él para retirarme en este instante.

—Bueno, de todos modos nunca te pedí que etiquetaras nuestra relación —bebo todo el refresco que me ofreció y me levanto del sillón para caminar hacia la salida de su casa con las hojas de las cartas en mis manos—. Ya me tengo que ir a casa.

El dueño de la casa va detrás de mí con la intención de retenerme un poco más, pero yo ya no me encuentro dispuesta a seguir un minuto más aquí. Por eso, solo le doy una sonrisa de lado y abro la puerta para salir de aquel lugar.

El aire fresco de la tarde me envuelve, y mientras me alejo, reflexiono sobre todo lo que ha pasado. Las palabras de Chang-gyu sobre las almas y llamas gemelas me siguen dando vueltas en la cabeza. Mi relación con Jimin, aunque aún no está completamente definida, se siente como algo real y valioso. No quiero etiquetarlo ni apresurarlo, pero tampoco quiero que nadie, ni siquiera Chang-gyu, minimice lo que siento.

***

El fin de semana, luego de acabar con mis exámenes y estar totalmente libre de la escuela, mamá y yo salimos en la mañana a realizar las respectivas compras navideñas para la cena que siempre organiza con mis tíos y mis abuelos. Paseamos por todo el mall, del primer piso al cuarto, visitando cada una de las tiendas para hacer una lista de los obsequios que se les daría a cada uno en Noche Buena; pero lo primordial era comprar decoraciones para la casa.

El ambiente en el centro comercial era vibrante, con luces brillantes y villancicos sonando en cada rincón. Mamá, como siempre, estaba llena de energía, entusiasmada por encontrar la decoración perfecta que haría que nuestra casa se sintiera aún más acogedora y festiva. Nos detuvimos en una tienda de adornos, donde ella examinaba minuciosamente cada guirnalda y adorno de árbol.

Mientras mamá inspeccionaba una serie de luces de colores, mi mente seguía divagando, volviendo una y otra vez a la conversación que había tenido con Chang-gyu. Sentía que aún llevaba ese peso en el pecho, esa incómoda sensación de no saber si estaba en el camino correcto con Jimin o si simplemente me estaba dejando llevar por las circunstancias.

—¿Qué te parece este? —me preguntó mamá, sosteniendo una estrella dorada que se iluminaba al encenderla.

—Está bonita —respondí automáticamente, aunque apenas había prestado atención.

Ella me miró de reojo, notando mi distracción.

—Has estado muy callada hoy, ¿todo está bien?

Asentí rápidamente, sin querer preocuparla con mis pensamientos.

—Sí, solo estoy cansada por los exámenes.

Mamá sonrió, una sonrisa que me recordaba lo perceptiva que podía ser.

—Bueno, después de esto, podemos ir a tomar algo caliente y descansar un poco. Seguro que te vendrá bien.

Asentí de nuevo, agradecida por su oferta. Después de recoger algunas decoraciones adicionales, nos dirigimos a una cafetería en la esquina del cuarto piso. El lugar estaba decorado con luces cálidas y adornos navideños, creando un ambiente acogedor. Pedimos dos tazas de chocolate caliente, y mientras esperábamos, observaba a las familias y parejas que llenaban el lugar, todos inmersos en el espíritu festivo.

—¿Y cómo van las cosas con tus amigos? —preguntó mamá de repente, rompiendo el silencio.

—Bien, todos están ocupados con los preparativos para las fiestas —respondí, dándole un sorbo a mi chocolate.

—¿Y Jimin? —preguntó ella, esta vez con un tono más curioso.

Suspiré, sabiendo que eventualmente tendría que hablar de ello. Luego de mí y papá, Blake ha tomado a Jimin como una de sus personas favoritas, se ha encariñado mucho con el rubio; y de cierto modo la comprendo, porque este se deja querer fácilmente.

—Él está bien en Chicago. Me dice que su hermana parece estar mejorando cada vez más —empiezo—, pero que está perdiendo peso por sentirse inapetente. Después de ello, me dice que por las noches están llegando a temperaturas un poco más bajas que aquí.

—¿Y cuándo regresa?

—No lo sé —respondí, dándole un sorbo a mi chocolate caliente. Sabía que Jimin prefería acompañar a su hermana hasta donde pudiera, y aunque me costara admitirlo, no tenía idea de cuándo volvería. Mamá me observaba con esa mirada que sabía leer más allá de mis palabras.

—Debe ser difícil para él estar lejos en esta época del año, con todo lo que está pasando —dijo, en tono comprensivo.

Asentí, jugando con la servilleta que estaba sobre la mesa.

—Sí, lo es. Woo-hee sigue recibiendo sus quimioterapias y no quiere dejarla sola. Es comprensible, pero... lo extraño.

Mamá sonrió con suavidad, tomando un sorbo de su propio chocolate.

—Eso es natural, cariño. Las relaciones a veces requieren sacrificios, y es en esos momentos cuando se muestran más fuertes.

Sus palabras resonaron en mi mente. Sabía que tenía razón, pero el vacío que sentía era innegable. Jimin y yo habíamos compartido tantas cosas juntos en esta segunda mitad del año, que ahora me parece un tipo de castigo el no poder estar con él en este mes en el que podíamos hacer más cosas juntos sin que una de esas fuera estudiar en casa.

—Sé que lo extrañas, pero también sé que eres fuerte. Y si Jimin es tan especial para ti como parece, sabrás esperar y apoyarlo desde aquí. No es fácil, pero el tiempo y la distancia también pueden ayudarnos a ver las cosas con mayor claridad.

—Tienes razón —admití, con una sonrisa pequeña—. Cuando tú y papá salieron, ¿les sucedió algo parecido?

—Tu papá y yo nos dimos un tiempo, que es más agobiante que una separación temporal por la distancia. —Blake sonríe como si estuviera recordando esos tiempos mientras que mira su taza de chocolate—. Luego de que tu papá cerró el caso del asesinato de tu mamá, decidimos tomarnos un tiempo... Bueno, yo se lo propuse primero y luego él aceptó. De cierto modo nos ayudó, tu papá tenía que aprender a ser un buen padre para ti, estabas bajo su cuidado ahora. Por suerte tu abuelo lo ayudó. Mientras que yo... Quise volver a reencontrarme conmigo misma. Conseguí mis prácticas soñadas, aprobé mis cursos en la universidad, y pude volver a compartir mis momentos con las personas que se quedaron a apoyarme en mis redes a pesar de estar desaparecida. Cuando tu papá y yo volvimos a vernos, nuestras vidas ya estaban en orden otra vez y podíamos estar juntos.

Las palabras de mamá me sorprendieron, no porque me lo contara, sino por la forma en que hablaba de ese tiempo con una serenidad que yo no sentía capaz de alcanzar. Siempre había visto su relación con papá como algo sólido, pero nunca había pensado en los sacrificios y los desafíos que tuvieron que enfrentar para llegar a ese punto.

—¿Y nunca te arrepentiste? —pregunté, mi voz apenas un susurro.

Blake negó con la cabeza, sus ojos encontrándose con los míos.

—No, nunca. Fue difícil, pero necesario. A veces, cuando amas a alguien, es importante dar espacio para que ambos puedan crecer y encontrar su propio camino. No fue fácil, pero al final, nos hizo más fuertes como pareja y como individuos.

Sus palabras resonaron en mi mente mientras tomaba un sorbo de mi chocolate, dejando que el calor del líquido me reconfortara.

Media hora después, mamá y yo fuimos a darle una visita a papá al hospital para saber cómo iba con su sanación. Él, ni bien vio a mamá, la llamó por uno de esos apodos le tiene —“Nena, ven aquí...”, fue precisamente lo que le dijo—; ella sonrió y fue directo a sus brazos para reencontrarse, se dieron un beso y siguieron con el abrazo en un silencio no incómodo.

Yo los miraba desde el umbral de la puerta con una sonrisa de lado, imaginándome que de ese mismo modo fue el reencuentro que tuvieron hace muchos años.

Mientras observaba a mis padres abrazados, no pude evitar recordar lo que Chang-gyu había dicho sobre las almas gemelas y las llamas gemelas. Desde mi visita a su casa, había estado investigando sobre esos conceptos, y ahora, al ver a mis padres juntos, todo empezaba a tener más sentido.

Almas gemelas. Personas destinadas a encontrarse, a complementarse y a crecer juntas, superando los desafíos que la vida les ponga en el camino. Eso era lo que veía en mis padres. Habían pasado por tanto, se habían dado espacio cuando lo necesitaban, y habían vuelto más fuertes y unidos que nunca. Su amor era profundo y constante, un ancla en medio de cualquier tormenta.

Ver a mis padres me hizo reflexionar sobre lo que realmente quería. ¿Podría Jimin y yo llegar a ser como ellos algún día? ¿O estábamos destinados a ser una relación más intensa y efímera, que quizás no duraría para siempre?

Papá levantó la mirada, notando mi presencia en la puerta, y me llamó con un gesto de la mano.

Me acerqué a ellos, sintiendo el calor de su abrazo cuando me incliné para besar a papá en la mejilla. En ese momento, supe que, sin importar lo que pasara con Jimin y conmigo, quería encontrar un amor como el de mis padres.

Pasamos unas cuantas horas ahí en la habitación de papá contándole lo que sucedió en esta semana en nuestras vidas. Luego, le dijimos lo que hicimos hoy y Jungkook no paraba de mirar con cierto destello y una sonrisa de lado cada vez que Blake abría la boca para hablar de las decoraciones que encontró por las tiendas.

Así nos la pasamos todo el tiempo de visita que papá tenía. Con la promesa de vernos mañana, Blake y yo nos regresamos a casa para iniciar con la decoración navideña.

***

Una vez que las fiestas de fin de año pasaron y un nuevo año comenzaba, mis amigos y yo nos reunimos en casa de Sol para saber lo que había pasado en nuestras vidas durante este tiempo que hemos estado un poco distanciados. El primero en hablar fue Hoseok para decirnos que con Se-young hicieron muchas cosas por Navidad y por Año Nuevo, que realizaron un viaje en pareja a la playa para disfrutar de los fuegos artificiales.

Luego, Sol nos habló sobre la fiesta que realizó con Jisung y Taehyung el 31 de diciembre luego de las carreras de autos, donde ganaron mucho dinero para las bebidas alcohólicas, y nos confesó que otra vez se había besado con Taehyung para recibir el nuevo año y esta vez no huyó cuando el pelinegro le confesó que aún sus sentimientos por ella seguían ahí, así que se puede decir que Sol está en su primera relación amorosa.

Por otro lado, y para finalizar, Songyi nos contó sobre el viaje que hizo con sus padres y sus abuelos a Japón por las fiestas navideñas, también aprovechó en entregarnos a cada uno nuestros regalos. Estos eran unas cajas personalizadas con muchos caramelos y una pulsera de hilo que tenía piedritas con símbolos que, según la menor, nos representaba a cada uno. Claramente, yo obtuve el símbolo de calavera.

—¿Y tú qué hiciste, Soo-hyun? —mw pregunta Hoseok luego de probarse su pulsera con el símbolo de sol.

—No hice mucho. Papá salió del hospital y mamá ha estado muy al pendiente de él —encojo mis hombros mientras caigo en cuenta lo aburrido que han sonado mis días. Claro, eso sin contar que en mis tiempos libres me he encargado de seguir con mi plan de venganza contra Kyungyoo—. Y bueno, también papá me dijo que a mediados de enero tendría un juicio para culpar a Kyungyoo de abuso sexual familiar para que puedan sentenciarlo de cadena perpetua.

Mis amigos cambiaron de ánimo casi al instante que terminaron de escucharme. A pesar de no vernos mucho en este tiempo, ellos sí han logrado enterarse de lo que le sucedió a mi papá, lo que me hizo Kyungyoo y quién es él dentro de mi familia. Sus miradas incómodas reposan sobre mí, pero los evito a toda costa para no sentirme afectada.

—¿Y has hablado con Jimin? —inquiere Sol.

—Hablamos todas las noches. Me cuenta mucho sobre la situación de Woo-hee y lo feliz que se siente del mejoramiento lento de ella —vuelvo a contestar con el mismo desinterés de antes—. Ahora, si me preguntan si lo extraño, pues sí, lo hago.

—Yo también quiero tener un novio —Songyi abulta sus labios mientras que deja descansar sus codos sobre sus rodillas y su cara es sostenida por la cuna de sus manos—. Todos ustedes tienen a alguien... ¿Y yo cuándo?

—Jimin y yo aún no somos novios —contesto con la mirada baja—; así que no eres la única.

El ambiente en la habitación cambió tras mi comentario. Mis amigos, aunque a menudo llenos de bromas y risas, sabían cuándo dejar el tema y pasar a algo más ligero. Sin embargo, era evidente que todos sentían el peso de lo que había dicho.

—Bueno, ¡al menos tienes a alguien con quien hablar cada noche! —dijo Hoseok, tratando de animar la conversación—. Yo creo que es cuestión de tiempo, Soo-hyun. Ustedes dos están destinados a algo grande, lo sé.

Sonreí levemente, agradecida por su optimismo, pero no quise darle más vueltas al tema. Era más fácil así, mantener la distancia emocional hasta que Jimin regresara y pudiéramos enfrentar todo cara a cara.

—¿Entonces qué hacemos ahora? —preguntó Hoseok, cambiando de tema rápidamente—. ¿Película o karaoke?

—¡Karaoke! —exclamó Sol sin pensarlo dos veces, saltando del sofá con entusiasmo.

Mientras todos se levantaban para prepararse para una sesión de karaoke improvisada, me quedé un momento más sentada, observando a mis amigos y sintiendo un cálido agradecimiento por su compañía.

Cuando me uní a ellos, decidí dejar de lado las preocupaciones por un rato. Esta era una de esas noches en las que lo único que importaba era el presente.

—¡Vamos a cantar como si no hubiera un mañana! —dijo Songyi, tomando el micrófono con una sonrisa enorme.

La música comenzó a sonar, y por un momento, todas las preocupaciones se desvanecieron, dejándome solo con las risas y las voces desafinadas de mis amigos.

Horas después, regresé a casa un tanto cansada. Mis amigos y yo hicimos mucho esta tarde y los divertimos como hace mucho no lo hacíamos debido a la escuela o al nuevo grupo de amigos que hemos formado, donde su actividad principal eran las carreras de autos llenas de etanol y muchos conductores ebrios alrededor.

Ingresé a mi hogar y escuché la voz de mamá reírse animadamente con alguien. Rápidamente pensé que era una de sus amigas de la boutique o de dónde será que han venido a visitarla para ponerse al día con ella. No obstante, la idea de que fuese una amiga lo descarté a los segundos de escuchar una voz masculina que no le pertenecía a mi padre.

Sin poder tolerarlo más, me asomé a la sala y ahí ví a mamá tomando una taza de té y café con el rubio que había estado lejos de mí por varios días en una tal ciudad de Chicago. Jimin había llegado a la casa con la intención de sorprenderme, pues ese pequeño ramo de peonias que trató de ocultar atrás de su espalda lo hace muy evidente.

—Hola, pequeña —es lo único que me dice antes de apartarse de mí y extenderme sus brazos para que corra hacia ellos.

—¿Piensas que voy a correr hacia ti y decirte lo mucho que te extrañé? —pregunto con mis brazos cruzados y mi ceño fruncido—. No estamos en una película, Park Jimin.

—¿H-Hice algo malo? —su confianza de antes desapareció repentinamente para mostrarse ahora como un manojo de nervios.

Jimin se quedó quieto, mirando mi expresión con una mezcla de confusión y preocupación. Era evidente que no estaba seguro de cómo reaccionar, y eso solo me hizo querer mantener la fachada un poco más.

—Quizás —respondí, levantando una ceja, tratando de mantener mi tono serio—. ¿Acaso creías que podrías simplemente aparecer después de todo este tiempo sin decirme que llegarías hoy?

Él tragó saliva, dando un paso hacia mí, todavía sosteniendo las peonias con torpeza.

—No... Bueno, sí. Pensé que tal vez podría venir a tu casa de sorpresa... —Su voz se volvió más suave, casi suplicante—. Soo-hyun, lo siento.

Mantuve mi postura rígida por un segundo más, luego no pude evitarlo. Verlo ahí, tan preocupado, con el ramo en sus manos y la sinceridad en sus ojos, hizo que mi resolución se desmoronara.

—Tonto —murmuré, sintiendo cómo mi fachada se rompía por completo.

Dejé caer los brazos y di unos pasos rápidos hacia él, dejando que mi propio alivio de verlo se transformara en una cálida oleada de emociones. Antes de que pudiera reaccionar, me lancé a sus brazos, envolviéndolo en un abrazo apretado.

Jimin soltó una pequeña risa de alivio, rodeándome con sus brazos y apoyando su barbilla en mi cabeza.

—Te extrañé tanto —murmuré contra su pecho, mi voz amortiguada por la tela de su abrigo.

—Yo también te extrañé —responde él, suavemente—. Y no sabes cuánto quería regresar para estar contigo.

Siento que mamá se va de la sala para dejarnos a solas mientras que ambos comtinuábamos en el abrazo. Mantuvimos nuestros pies plantados sobre el piso y solo sentíamos el ligero vaivén de nuestros cuerpos. El rubio comenzó a acariciarme el cabello con delicadeza antes de separar mi cabeza de su pecho para dejar un casto beso en mi frente.

Mis manos se aferraron más a su su cuerpo, tanto así que los dedos llegaron a entrelazarse alrededor de su espalda para evitar que algún músculo suyo se aparte de mí. Justo en este momento me siento como Chang-gyu se siente hablando de Minji, como las miradas que papá le ofrece a mamá cuando ella habla de lo que le emociona, y sin duda alguna me siento como esos abrazos que solo se dan las almas gemelas luego de una separación temporal.

Jimin notó mi resistencia a soltarlo y, en lugar de apartarse, me sostuvo aún más cerca, como si entendiera exactamente lo que estaba sintiendo. Su calor y su presencia eran todo lo que necesitaba en ese momento, como si él fuera el ancla que me mantenía firme en medio de la tormenta.

—¿Sabes? —comencé, mi voz apenas un susurro—. Estuve pensando mucho en nosotros, en lo que significa estar tan conectados con alguien.

Él inclinó la cabeza, mirándome con curiosidad.

—¿Qué estuviste pensando?

Tomé aire, buscando las palabras adecuadas.

—Hace poco, investigué sobre las almas gemelas y las llamas gemelas —admití—. Leí que las almas gemelas son esas personas que están destinadas a encontrarse, a complementarse y a ayudarse a crecer. Y, aunque suene cursi, creo que mis padres son un ejemplo de eso.

Jimin se apartó ligeramente, manteniendo sus ojos fijos en los míos mientras esperaba que continuara. Aproveché el momento para recobrar el aliento y ordenar mis pensamientos antes de hablar.

—También leí sobre las llamas gemelas —empecé, notando cómo su expresión se volvía más curiosa—. Dicen que, a diferencia de las almas gemelas, las llamas gemelas son dos mitades de la misma alma que se encuentran en diferentes cuerpos. Es una conexión intensa, que te impulsa a crecer y a enfrentar tus sombras.

Jimin inclinó la cabeza, procesando mis palabras.

—¿Y eso cómo se relaciona con nosotros? —preguntó con suavidad, tratando de entender la dirección de mi pensamiento.

Suspiré, soltando mis manos de su espalda, aunque no rompí el contacto visual.

—Estos días que no estuviste, me sentí confundida —admití, mis palabras saliendo con dificultad—. No sabía si lo nuestro era más como lo que mis padres tienen, almas gemelas que se complementan y crecen juntas, o si somos como llamas gemelas, enfrentando desafíos y ayudándonos a crecer, pero de una manera más... intensa, más difícil de manejar.

Jimin guardó silencio, su mirada perdida en algún punto del espacio mientras asimilaba lo que le había dicho. Podía ver que estaba pensando, tratando de encontrar las palabras adecuadas, y eso solo aumentaba mi ansiedad. Me mordí el labio, esperando su respuesta, temerosa de que mi confusión pudiera haberlo afectado de alguna manera.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Jimin habló, su voz calmada y llena de afecto.

—No sé si somos almas gemelas o llamas gemelas, Soo-hyun —comenzó, tomando mis manos entre las suyas—. Para ser honesto, esas etiquetas no me importan mucho.

Lo miré, un tanto sorprendida, y él continuó, su tono más firme ahora.

—Lo que sé es que lo que tenemos es especial, único. Y sea lo que sea, no quiero perderlo. No importa cómo lo llamemos, lo que importa es cómo nos sentimos y cómo elegimos estar el uno para el otro.

Su respuesta me dejó sin palabras por un momento, pero luego sentí que un peso se levantaba de mis hombros. Tenía razón. Al final del día, las etiquetas no importaban tanto como lo que compartíamos.

Tal vez me obsesioné mucho con la idea de las llamas y almas gemelas luego de escuchar a Chang-gyu hablar tan maravillosamente sobre Minji y cómo él aseguraba que ella era su alma gemela.

Con esas palabras, nos envolvimos en otro abrazo, uno que me hizo sentir que, sin importar lo que sucediera, siempre encontraríamos el camino de regreso el uno al otro.

Seamos almas gemelas o llamas gemelas, Jimin y yo tenemos algo especial, único, creamos un espacio interhumano que no se compara a ningún otro. Un espacio al que llamamos "Nosotros".

*****
Una preguntita, ¿a ustedes les gustaría que Chang-gyu y Soo-hyun sean amigos? xd

Que se note que voy muy atrasada con las actualizaciones de la historia (se supone que este capítulo era para inicios de enero y lo estoy subiendo en agosto 0-o)
En fin, disfruten. No olviden comentar, votar y compartir :*

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