t r e i n t a | Los superpoderes de papá (I) 🖤
Jungkook
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La noche había caído, pero no tenía intención de dormir. La revelación sobre Kyungyoo y su insólito beso a Soo-hyun me mantenía en vilo, un torbellino de pensamientos recorriéndome la mente. Sentado en mi estudio, rodeado de informes y documentos, encendí la computadora con una resolución férrea. Necesitaba respuestas, y las necesitaba ahora.
Mientras la pantalla se iluminaba, me incliné hacia adelante, mis dedos volando sobre el teclado. Comencé a cruzar datos, investigando cada movimiento de Kyungyoo y su historial en la fuerza policial. Los primeros resultados no mostraban nada inusual, pero sabía que las apariencias podían engañar.
De repente, un nombre llamó mi atención: Wang Min-seok, un antiguo compañero de Kyungyoo en la academia de policía, ahora retirado pero con una reputación de ser un investigador sagaz y de confianza. Decidí que Min-seok podría tener las respuestas que buscaba.
Escribí rápidamente un correo para acordar una reunión urgente. Asimismo, me contacté con Namjoon, Jin y Joo-kyun para reunirnos y saber qué medidas se pueden tomar.
Desde la puerta entreabierta del estudio, vi a Soo-hyun observándome con preocupación. Sabía que estaba involucrado en algo grande, pero no quería interrumpir. Finalmente, decidió entrar y ofrecer su ayuda.
—Papá, ¿en qué estás trabajando? —preguntó, intentando sonar casual mientras se acercaba a mí.
Levanté la vista, mis ojos llenos de determinación. La mirada de inocencia y preocupación de Soo-hyun me hace sentir una extraña mezcla de emociones. Ella sabe que esta es la primera discusión fuerte que tenemos y busca la manera de obtener mi perdón. Pero, por mi lado, estoy preocupado por ella y por la difícil situación en la que se encuentra, además, siento una profunda decepción por su falta de confianza en mí.
—Estoy investigando a Kyungyoo. Hay algo en su comportamiento que no me cuadra. ¿Quieres ayudarme?
—Claro, papá. ¿Qué necesitas que haga? —ella asiente con un atisbo de alivio y ansiedad.
—Subiendo a tu habitación y no entrometiéndote más. Eso sería perfecto. —Respondo con frialdad, dejando que mi desilusión se refleje en mis palabras y en mi mirada.
Veo cómo sus ojos se llenan de tristeza, como si mis palabras la hubieran herido profundamente. Me siento mal por hacerla sentir así, pero al mismo tiempo no puedo evitar sentirme decepcionado por su falta de confianza en mí.
—Lo siento, papá —susurra, y puedo escuchar la sinceridad en su voz—. No fue mi intención herirte. Cometí un error, lo sé, y me arrepiento. Solo quiero ayudar a resolver esto.
Aunque quiero creer en sus palabras, la herida sigue ahí, latente en mi mente. No puedo evitar sentirme distante de ella en este momento. Antes de que se vaya, me pide perdón una vez más, y aunque quiero perdonarla, sé que tomará tiempo reconstruir la confianza que se ha perdido entre nosotros.
El teléfono vibró sobre la mesa. Era un mensaje de Wang Min-seok, confirmando una reunión para esa misma noche. Mi corazón latía con fuerza; el tiempo apremiaba y cada segundo contaba.
—Jungkook —Blake toca la puerta de mi oficina y se queda en el umbral. Su mirada es igual a la de Soo-hyun; y cómo no, si ella es una amante de la unión familiar—, ¿estás bien?
—Blake, ahora no. ¿Sí? —contesto sin intentar sonar tosco—. Tengo que salir y encontrarme con Namjoon.
La pelinegra se acerca hasta donde estoy yo y me ofrece un abrazo por detrás de la espalda. Su gesto hace que me detenga y exhale profundamente. Sus manos acarician mi pecho mientras que tiene su cabeza recostada en mi espalda.
Tomo una de sus manos y la llevo a la altura de mi boca para darle un beso.
—Entiendo que tienes cosas importantes que hacer, pero antes de irte, quiero saber cómo te sientes —dice suavemente, buscando conectarse conmigo en un nivel más profundo.
Me permito bajar un poco la guardia ante el amor y la preocupación en su voz. Me siento vulnerable, pero también protegido por su abrazo. Sus palabras me hacen reflexionar sobre mi estado emocional, algo que he estado evitando enfrentar.
—Blake, estoy preocupado. Siento que todo se está complicando más de lo que pensaba —confieso, mi voz cargada de ansiedad—. Y me duele que Soo-hyun me haya ocultado cosas importantes. No sé si podré confiar en ella de la misma manera después de esto.
Sus caricias en mi espalda me reconfortan, recordándome que no estoy solo en esta lucha. Me siento agradecido por tenerla a mi lado, incluso en los momentos más difíciles.
—Sé que esto es difícil para ti, amor. Pero no estás solo. Somos una familia —me asegura con ternura—. ¿Qué podemos hacer ahora para resolver esta situación?
Sus palabras me hacen reflexionar sobre nuestras próximas acciones. Tomo un momento para pensar. Primero, tenemos que hablar con Soo-hyun, pero ahora no.
—¿Quieres que hable con Soo-hyun? —inquiere a lo que yo asiento—. Bien, entonces subiré a hablarle.
Hago que Blake se suelte de mí y me giro para mirarla y darle un profundo beso que no dura más de cinco segundos. Ella me sonríe un poco y limpia mis labios para no tener residuos de su labial.
—Ahora vuelvo. Te amo.
—Yo también —nos volvemos a besar antes de que me marche de la casa.
En mi auto, mi teléfono sonó de nuevo. Esta vez era Namjoon. Decidí contestar y ponerlo en altavoz.
—¿Jungkook? —preguntó Namjoon, su voz transmitiendo preocupación—. Jin y yo nos preguntamos qué debemos hacer ahora. ¿Nos reuniremos en mi casa?
—Sí. Yo demoraré unos minutos, porque tengo que pasar por alguien antes —respondo. Namjoon me da una respuesta afirmativa y cuelga.
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Soo-hyun
El lunes, pasé por el pasillo de los casilleros para sacar los libros que necesitaba y guardar los que no. De reojo, vi a un chico rubio, quien, al verme, se distrajo de su conversación con Minji, mientras mantenía los brazos cruzados. Su expresión se volvió seria y comenzó a parpadear mucho, como si esperara que, después de haberlo ignorado el domingo, hoy todo estuviera bien.
Cerré mi casillero con fuerza y me dirigí directamente a mi salón, manteniéndole una mirada poco amistosa que hizo que se encogiera en su lugar y agachara la cabeza.
Está más que claro que sigo molesta con Jimin por haberle contado a mi papá lo que le pedí que guardara en secreto. Esto solo demuestra que el rubio no es de confiar y es un traidor. Mejor haberlo descubierto así antes de cometer la tontería de ser su novia.
Entré al salón de clases y me dirigí a mi asiento sin mirar a nadie más. Mis compañeros estaban charlando y riendo, pero yo solo quería que la clase comenzara para distraerme de mi enojo. Encendí mi tablet y fingí repasar las notas de la clase anterior, aunque mi mente seguía enfocada en Jimin y su traición.
A los pocos minutos, la profesora entró y todos se sentaron en silencio. Empezó la lección, pero yo apenas podía concentrarme. Cada vez que miraba hacia la puerta, temía ver a Jimin aparecer por los pasadizos. No estaba lista para enfrentarme a él, no después de lo que hizo.
Sol me tuvo que dar un codazo cuando me perdí el llamado de la maestra para pasar a hacer un ejercicio de matemáticas a la pizarra. Sonrío con pena y me levanto de mi asiento. Mis pasos son seguros aunque por dentro esté más confundida por lo que estábamos viendo.
Miro la función que está escrita en la pizarra y pareciera que estuviera escrito en ruso. Miro a la profesora, quien está con una sonrisa amistosa y alardeando de mí delante de mis compañeros. Si algo he aprendido es que siempre es mejor irte con la cabeza en alto que humillada, por eso, digo:
—Discúlpeme, estuve distraída y me siento incapaz de realizar este problema en estos momentos. —Hablo con honestidad. La maestra se sorprende, queda boquiabierta, y titubea mucho—. Regresaré a mi asiento.
Finalmente, sonó el timbre que anunciaba el receso. Recogí mis cosas rápidamente y me dirigí al patio, buscando un lugar tranquilo para estar sola. Mientras caminaba, sentí una mano en mi hombro. Me giré y ahí estaba Jimin, con una expresión arrepentida en su rostro.
—¿Podemos hablar? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Lo miré, intentando controlar el torrente de emociones que me inundaba. Asentí, sabiendo que, aunque me enojara, necesitábamos aclarar las cosas.
Nos alejamos del bullicio y encontramos un rincón tranquilo. Jimin comenzó a hablar, explicando sus motivos, pero sus palabras solo confirmaban lo que ya sabía: había roto mi confianza. Cuando terminó, lo miré a los ojos y, con firmeza, le dije:
—No sé si podré confiar en ti de nuevo, Jimin.
—¿Al menos estás razonando? —me pregunta con un tono de voz áspero. Bien, eso me sorprendió mucho—. Soo-hyun, le conté a tu papá porque...
—Porque solo querías protegerme —repito su única excusa. Aferro mi tablet contra mi pecho y lo miro con el ceño fruncido—. Ya sé eso. Pero yo no necesito que me cuides o protejas.
Veo a Jimin relamerse sus labios y haciendo su cabello hacia atrás. Corporalmente me estaba comunicando que mi actitud lo estaba desesperando, pero no puedo evitar dar mi punto de vista con que sus gestos lo hicieron ver un poco sexy.
Dejando a un lado los encantos del rubio, recobro la percepción de la realidad cuando siento sus manos en mis hombros para acercarme más a su pecho.
—Pequeña —«ese apodo es nuevo», pienso—, por favor, solo entiende que, aunque tú no me lo pidas, yo buscaré la manera de protegerte. Ódiame todo lo que quieras por contarle lo de Kyung-yoo a tu padre, pero en el fondo de tu cabecita inteligente sabes que tengo razón.
—Es mejor que aceptes el hecho de que ya no confío en ti. Y te repito, no necesito que me cuides o protejas. No quiero que intervengas en mi vida de esa manera —respondí con firmeza, mirándolo a los ojos con determinación—. Ahora por ti mi papá está vigilándome las 24 horas.
Jimin bajó la mirada, asintiendo lentamente, resignado a aceptar las consecuencias de sus acciones. Nos quedamos en silencio por un momento, cada uno perdido en sus propios pensamientos.
Finalmente, me alejé de él, dejando atrás nuestra conversación sin resolver. Sabía que necesitaba tiempo para sanar y decidir si alguna vez podría perdonarlo por romper mi confianza de esa manera.
Me regresé a mi salón ya que no tenía ganas de socializar en la cafetería de la escuela. Tenía suerte de que había guardado una manzana antes de salir de mi casa, así ya no tendría que asomarme por los pasillos corriendo el riesgo de que mis amigos me encuentren y me lleven con ellos a ese lugar que no quiero pisar.
La piel crujiente y el sabor dulce eran un consuelo frente al torbellino de emociones que me invadía. Cerré los ojos un momento, tratando de calmarme.
El timbre sonó, indicando el inicio de la clase otra vez. Me obligué a enfocarme en los apuntes y en las explicaciones del profesor, aunque mi mente seguía divagando hacia la conversación con Jimin. ¿Cómo podía cambiar tanto una persona en tan poco tiempo?
El resto del día transcurrió lentamente. Evité a propósito los lugares concurridos y las miradas curiosas. Necesitaba espacio para procesar lo sucedido y decidir cómo manejaría las secuelas de la traición del rubio.
Al final de las clases, papá vino por mí para llevarme a casa. Entré al auto, me puse el cinturón y me sumergí en mis pensamientos. A medida que avanzaba por las calles conocidas, las palabras de Jimin resonaban en mi cabeza una y otra vez. ¿Podría alguna vez confiar en él de nuevo?
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunta mi papá solo para que la tensión en el auto no sea tan incómoda.
—Bien.
—Que bueno —y la conversación muere. Al tener su mismo carácter, él mismo sabe cuándo hay que parar—. ¿Y las clases? ¿Estuviste atenta?
—Sí.
—¿Estuviste atenta? —insiste mi papá, con su tono tranquilo pero firme que siempre usaba cuando quería asegurarse de que todo estaba bien.
—Sí, papá, estuve atenta —respondí automáticamente, tratando de mantener la calma en mi voz.
Él asintió, satisfecho con mi respuesta, pero su mirada perceptiva indicaba que notaba algo diferente en mí. Durante el resto del trayecto, el silencio se instaló de nuevo en el auto, solo interrumpido por el suave murmullo del motor y el sonido de los autos que pasaban.
Llegamos a casa y bajé del auto con un "gracias" mecánico hacia mi papá. Me dirigí directamente a mi habitación, deseando estar sola para procesar todo lo que había sucedido ese día. Cerré la puerta con cuidado y me dejé caer en mi cama, mirando el techo mientras las emociones se agolpaban en mi pecho.
Realmente no me importaba hacer huelga de hambre. Lo he estado haciendo desde que todo esto ocurrió el sábado y mis papás ya se han dado cuenta de que lo único que deben de hacer es: comer ellos dos, meterse a su cuarto y permitir que baje a comer sola.
Por la tarde hago mis tareas, bajo a la cocina solo cuando mi tripa no aguanta más un segundo sin comida; luego, vuelvo a subir y sigo con mis deberes para ponerme a estudiar al menos dos horas. Finalizado mi día, me tomo un baño y me voy directo a la cama.
Despierto cada mañana con la sensación de estar atrapada en un bucle interminable. La luz del sol se filtra a través de las cortinas de mi habitación, pero no me trae ningún consuelo. Me levanto lentamente, intentando sacudir la pesadez que se ha instalado en mi pecho desde el sábado. Cada movimiento es automático: me visto, recojo mis cosas y salgo sin apenas intercambiar palabras con mis padres.
En la escuela, me deslizo por los pasillos como un fantasma. Ignoro los saludos y las miradas preocupadas de mis amigos. Sol me detiene una y otra vez, preguntándome si estoy bien, pero no tengo la energía para responder. Simplemente la miro con una sonrisa forzada y sigo adelante. La cafetería, antes un lugar de risas y conversaciones animadas, ahora es un campo minado de recuerdos dolorosos y traiciones. Prefiero pasar mis recesos sola, refugiada en un rincón del patio, con mi música como único escape.
Las clases pasan en un borrón. La voz del profesor es solo un murmullo distante mientras mis pensamientos vagan. Cada vez que intento concentrarme, la imagen de Jimin traicionando mi confianza vuelve a invadir mi mente. Aún no encuentro la respuesta a la pregunta de cómo pudo contarle todo a mi papá cuando le pedí que guardara silencio. Esa pregunta me persigue constantemente, socavando cualquier intento de mantener la calma.
En mis tiempos libres, leo los mensajes que me llegan de mis amigos preguntándome hasta cuándo estaría ignorándolos. Además, me decían que debía de hablar con el rubio porque este también empezaba a alejarse de ellos y no sabían a dónde puede ir. Por supuesto que no respondo ninguno, y todos aquellos que mencionan a Jimin son directamente borrados; por eso, borro la mayoría de conversaciones.
***
De vuelta a casa, la situación no mejora. Mis padres intentan acercarse, pero cada intento de conversación se siente como una invasión. Mamá me pregunta si quiero cenar con ellos, pero yo siempre encuentro una excusa para evitarlo. Prefiero comer sola en mi habitación, donde puedo perderme en mis pensamientos sin sentir las miradas preocupadas de ellos. No estoy en huelga de hambre exactamente, pero la comida no tiene sabor y mi apetito es escaso.
Los días se suceden de la misma manera, uno tras otro, hasta que pierdo la noción del tiempo. Me refugio en la música y en mis libros, buscando cualquier distracción que me aleje del dolor. Mis amigos siguen intentando contactarme, pero sus mensajes permanecen sin respuesta. No tengo la fuerza para enfrentar sus preguntas ni para explicarles por qué me siento tan traicionada.
Una tarde, mientras me pierdo en mis pensamientos, escucho los pasos familiares de papá acercándose a mi habitación. El sonido es inconfundible, una mezcla de firmeza y cuidado. La puerta se abre lentamente, y él entra sin decir una palabra al principio, observándome con preocupación.
—Soo-hyun —dice finalmente, rompiendo el silencio que se ha vuelto habitual entre nosotros.
Levanto la mirada, encontrándome con sus ojos llenos de una mezcla de determinación y ternura. No quiero tener esta conversación, pero sé que no puedo seguir evitándola.
—Papá —respondo, mi voz fría y distante.
Él se sienta en el borde de mi cama, dejándome espacio pero manteniendo su presencia firme.
—No podemos seguir así, hija. Ignorar a tus amigos y a tu familia no te está haciendo ningún bien —comienza, su tono firme pero comprensivo—. No estás comiendo, estás acostándote tarde, y de seguro estás muy distraída en las clases. Tu mamá y yo hemos visto que has bajado de peso y necesitas fuerza para estas semanas que se vienen en la escuela. ¿No empiezan los exámenes finales del semestre?
Desvío la mirada, sintiéndome incómoda bajo su escrutinio.
—No necesito que me cuides, papá. Puedo manejar esto sola —replico, aunque una parte de mí anhela su apoyo.
Él suspira, su expresión suavizándose.
—Sé que eres fuerte, Soo-hyun. Pero todos necesitamos ayuda a veces. No tienes que enfrentarlo todo sola —dice con suavidad.
Mis defensas comienzan a desmoronarse, pero aún me aferro a mi orgullo.
—¿Por qué Jimin tenía que decirte todo? Confiaba en él y me traicionó —murmuro, dejando que mi dolor se filtre en mis palabras.
Papá asiente, entendiendo el origen de mi sufrimiento.
—Lo hizo porque estaba preocupado por ti. Todos estamos preocupados por ti, Soo-hyun. Queremos ayudarte, no controlarte —responde con sinceridad.
La lucha interna en mi pecho se intensifica. Sé que tiene razón, pero aceptar su ayuda se siente como una derrota; y yo nunca estoy dispuesta a perder.
—No quiero que te preocupes por mí. Solo quiero que todo vuelva a la normalidad —digo finalmente, mi voz temblorosa.
Él aprieta mi mano con ternura.
—Entiendo cómo te sientes, pero ignorar a todos y cerrarte no es la solución. Somos una familia y estamos aquí para apoyarnos mutuamente —dice, su voz llena de amor y determinación.
Las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas, liberando la tensión acumulada. Me dejo llevar por su apoyo, sintiendo por primera vez en días un rayo de esperanza.
—Lo siento, papá. No debí alejarme de todos así —admito, mi voz quebrada por la emoción.
Papá me envuelve en un abrazo cálido y protector.
—Está bien, hija. Lo importante es que estamos juntos en esto. Aprenderemos y creceremos de esta experiencia —me asegura con suavidad.
Poco a poco, comienzo a sentir que la pesada carga en mi pecho se aligera.
—Me gustaría que iniciemos otra vez —dice papá en mi oreja. Luego de unos minutos en los que mis sollozos se escuchaban por toda mi habitación, me separa de su pecho y limpia mis lágrimas con cariño—. Cuéntame exactamente lo que pasó con Kyungyoo y cómo llegaron a esa situación. No omitas ningún detalle.
Tomo una respiración profunda, intentando ordenar mis pensamientos. La mirada de papá es paciente, sus ojos reflejan una mezcla de preocupación y amor incondicional. Sé que no será fácil, pero necesito ser honesta con él.
Empiezo a contarle todo. Le explico cómo Kyungyoo me ayudó a deshacernos del enemigo de Jimin y cómo terminé en deuda con él. Cuando Kyungyoo me pidió infiltrarme en el campeonato de soccer para atrapar al líder de la pandilla "Big Bang sin Theory", acepté sin pensarlo mucho. A través de las redes sociales, conseguí que Ji-hyuk se interesara en mí y acordamos encontrarnos en un partido.
Papá escucha atentamente, su rostro inmutable pero sus ojos reflejan preocupación. Le cuento cómo en el partido Ji-hyuk mencionó a Blake, algo que me desconcertó y asustó. Utilicé la palabra de seguridad que Kyungyoo me dijo y la policía intervino, arrestándolo. Sin embargo, el hecho de que Ji-hyuk supiera sobre mamá me dejó inquieta.
—Kyungyoo me dijo que Ji-hyuk había investigado a nuestra familia y visitado a alguien en un centro psiquiátrico que los conocía. Eso fue lo que utilizó para amenazarme —le digo, viendo cómo papá frunce el ceño y su mandíbula se tensa.
—¿Y Kyungyoo? ¿Qué papel ha jugado en todo esto? —pregunta, su voz firme pero calmada.
—Él me ha apoyado, pero también ha cruzado algunos límites... —murmuro, recordando el beso inesperado y cómo eso complicó las cosas entre nosotros.
Papá asiente, procesando toda la información. Su expresión es una mezcla de preocupación y decepción.
—Hija, sé que querías ayudar, pero meterte en situaciones tan peligrosas no es la solución. Deberías haber venido a mí o a mamá desde el principio. Siempre es mejor enfrentar estas cosas juntos —dice, su voz llena de sinceridad.
Siento una punzada de culpa y bajo la mirada.
—Lo sé, papá. Pensé que podía manejarlo, pero las cosas se salieron de control —admito, mi voz temblando.
Papá me abraza de nuevo, más fuerte esta vez.
—Lo importante es que estás bien y que aprendiste de esto. No tienes que cargar con todo sola. Estamos aquí para ti, siempre —me asegura, besando mi frente.
La tensión en mi pecho comienza a disiparse mientras me doy cuenta de que, a pesar de todo, tengo a mi familia a mi lado. Aprenderemos de esta experiencia y saldremos más fuertes.
—Papá... —digo, levantando la mirada para encontrarme con sus ojos.
—Dime, ratoncita.
—Siempre he admirado tu trabajo como agente. La manera en que enfrentas el peligro, proteges a las personas y haces justicia. Quise hacer lo mismo, por eso acepté la misión de Kyungyoo. Pensé que podría manejarlo sola, que con lo que me has enseñado podría lograrlo. Quería ser como tú —confieso, sintiendo un peso más aligerarse de mis hombros.
Papá me mira, sorprendido y conmovido a la vez. Su expresión se suaviza y una pequeña sonrisa se forma en sus labios.
—Soo-hyun, entiendo que quieras seguir mis pasos y me honra que me admires así. Pero ser un agente no es solo cuestión de valentía y habilidades; también es saber cuándo pedir ayuda y trabajar en equipo. Lo que hiciste fue valiente, pero también muy arriesgado. Nunca dudes en venir a nosotros, en pedir consejo y apoyo. Estamos aquí para guiarte y protegerte.
Asiento, sintiendo una nueva determinación florecer en mi interior.
—Lo entiendo.
Papá me abraza una vez más, sus brazos fuertes y reconfortantes.
En ese momento, siento que hemos dado un paso importante hacia la reconciliación y el entendimiento.
Papá se separa un poco y me mira a los ojos, su expresión seria pero llena de determinación.
—Soo-hyun, quiero que seas mi ayudante en esta investigación. Quiero que trabajes conmigo como una colega más, pero habrá condiciones. Tendrás que seguir mis instrucciones al pie de la letra y no actuar por tu cuenta. Esto no es un juego y las consecuencias pueden ser graves. ¿Entendido?
Mi corazón da un vuelco de emoción y gratitud. Asiento con firmeza.
—Entendido, papá. Acepto las condiciones.
Papá asiente, su mirada más suave ahora.
—Bien. Mañana empezaremos. Y recuerda, siempre estaremos juntos en esto.
Por primera vez en mucho tiempo, siento que estamos en sintonía. La brecha entre nosotros se está cerrando.
—Otra cosa, deberías de hablar con Jimin también. Ese chico no hizo nada malo —añade, levantándose de mi cama para dejarme descansar—. Odio decirlo, pero es bueno y se ve que te quiere.
—Vayamos de a pocos —contesto—. Jimin y yo somos un asunto aparte.
—Okey —él alza sus dos manos en señal de rendimiento—. Yo solo decía.
Papá se dirige hacia la puerta, pero se detiene y se gira, con una expresión traviesa en su rostro.
—Ah, y una última cosa... Si alguna vez te atrapo haciendo algo parecido a fumar, aunque sea por una misión, te juro que te pondré a limpiar todas las ventanas de la casa durante un mes. ¿Entendido?
No puedo evitar soltar una risa, a pesar de todo lo que ha pasado.
—Entendido, papá. Lo prometo.
—Bien. —Asiente satisfecho—. Ahora descansa, mini agente Jeon. Mañana tenemos un largo día.
—Sí, señor —respondo, saludando de manera exagerada.
Papá sonríe y cierra la puerta tras él, dejándome sola en mi habitación. Me tumbo en la cama, sintiendo una mezcla de alivio y emoción por lo que vendrá.
Un pensamiento divertido me cruza la mente y no puedo evitar sonreír. Me pregunto cómo será trabajar con papá, y si él también tendrá que seguir alguna de mis condiciones, como no contarle a mamá cada pequeño detalle de nuestras investigaciones o del hecho que me ha ofrecido ser partícipe.
Mientras mis pensamientos divagan, empiezo a planear cómo hablar con Jimin y arreglar las cosas entre nosotros. Pero eso, como dije, lo haré de a pocos. Por ahora, me permito disfrutar este momento de reconciliación con papá y el bienestar que eso me ha generado.
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Voy a dividir el capítulo en tres partes porque sí está larguito, xd
Creo que me demoraré en subir los otros dos dado que estoy en mi semana final de la universidad antes de iniciar con mis evaluaciones finales
Así que, nos vemos después del 8 (si todo me sale bien c':)
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