q u i n c e | Madrugada 🖤
No sé si Kyungyoo no se está tomando en serio mis amenazas por mensaje o simplemente le está resultando difícil hacer lo que le pido, pero hasta el momento no tengo el reporte que quiero y estoy entrando en un estado de paranoia en la que siento que todos me están vigilando.
Trato de mantener la calma y la compostura en público, pero poco a poco me está dando mucho pavor salir de casa; así como también me está asustando cuando voy en transporte a cualquier lado y un auto me sigue. Incluso con los números desconocidos que a veces llaman a mi casa.
Pero bueno, a veces hay cosas que uno debe de resolver a su manera.
Esperé a que fueran más de las once y media de la noche para salir de casa. Si Kyungyoo no se dignaba a contestar mis mensajes, entonces tendré que enfrentarlo cara a cara en su departamento. Antes de salir de mi casa pedí un taxi por aplicativo que me llevaría directo a la parte industrial de Seongnam, que es donde quedaba el edificio donde el pelinegro vive.
Llegué allí en menos de veinte minutos. Ingresé al edificio y saludé cortésmente al portero antes de subir al piso en el que Kyungyoo vivía. La semana pasada me tomé la molestía de investigarlo y seguirlo para saber en dónde vivía exactamente, además de preguntarle a personas que son cercanas a él. Llegué al piso cuatro, departamento 412-A y toqué la puerta repetidas veces. Esperé unos cuántos segundos para que abriera o para que dijera algo y así fue:
—¡¿Quién es?! —preguntó al otro lado de la puerta.
—Soy yo —respondo alzando un poco mi voz.
Rápidamente escucho el sonido de la cerradura de la puerta para quitar el seguro, después Kyungyoo abre y no puede evitar mostrarme su rostro de confusión mezclado con sorpresa. Yo solo me limito a sonreír de lado antes de autoinvitarme a pasar. Él se hace a un lado cuando empujo un poco más su puerta, la cual cierra una vez que estoy dentro.
Doy un vistazo por su sala mientras que lo único que se escucha son mis lentas pisadas provocadas por el taco grueso de mis botines negros. En el lugar predominaba la luz cálida, lo cual lo hacía ver acogedor. La sala estaba compuesta por un mueble de madera oscuro en donde estaban unos cuantos libros y adornos encima del televisor, los sillones —que eran dos: uno para tres personas y el otro para dos— son cremas y cada uno tenía cojines de color azul oscuro. Cerca a la entrada de la cocina estaba la mesa cuadrada de su comedor con seis sillas de madera en total. En medio de la mesa había un frutero de vidrio con racimos de uvas verdes y rojas.
Otra cosa que llama mi atención es que antes de que yo venga a interrumpir la tranquilidad de la casa de Kyungyoo, este se encontraba trabajando en su comedor mientras que comía de una rebanada de pizza y escuchaba música relajante de fondo desde su parlante inalámbrico.
—Parece que estoy interrumpiendo algo —me acerco a la mesa del comedor para saber qué estaba haciendo. Bueno, al menos sé ahora que hay una desaparición de un anciano de 74 años—. Darán una buena recompensa por ese viejo.
—¿Qué estás haciendo acá, Soo-hyun?
Una vez que escucho su pregunta, giro sobre mis talones y doy tres pasos hacia él. Curveo mis labios en una ligera mueca malévola.
—Ya que estás ignorando mis mensajes y correos, no me dejaste otra opción que venir a buscarte.
—Si es por lo de...
—Sí, es por eso —no dejo que termine de hablar porque hasta el momento estoy conteniendo toda la molestia que él me ha provocado ignorándome—. Yo estoy segura de lo que digo; y ese chico sabe de alguien que conoce a mis padres. Me has ignorado semanas, casi un mes, ni sé cómo he sobrellevado mis exámenes finales de este semestre con toda la paranoia que siento. ¿Acaso tengo que recordarte quién es mi padre y mi madre? Mi papá tiene una larga lista de personas que querrán verlo muerto y mi mamá es una diseñadora de moda, ¿no crees que ella también tenga a sus propios enemigos?
—Lo estás sobrepensando mucho —Kyungyoo pasa por mi lado para sentarse en una de las sillas de su comedor. Agarra su celular y detiene su música—. Ese chico solo quiso asustarte, ¿okey? Y estate tranquila que él está en prisión preventiva de tres meses.
—No me estás entendiendo, ¿verdad? —hablo con una voz más neutra. Me cruzo de brazos y vuelvo a caminar hacia donde él—. Te lo diré otra vez: mi familia está en peligro. Ayúdame a saber qué personas conoce Ji-hyuk para poder advertirles a mis padres.
—Es ridículo, Soo-hyun. No lo haré.
Mantengo por unos segundos más mi mirada con Kyungyoo antes de dar media vuelta. Otra vez empiezo a caminar con lentitud y con tranquilidad por su sala hasta llegar a un espejo ovalado que tiene colgado en la pared.
Miro cada parte de mi rostro. Hoy no me quise maquillar como siempre, ahora tengo un labial rojo con mis ojos más delineado que otros días. Tampoco traigo mis diademas de siempre, porque solo me he hecho una cola de trenza que tiene recogido todo mi cabello salvo por mis mechones de adelante. Mi ropa no la de siempre también, ahora solo traigo puesto un body negro de short, debajo mallas de red y encima una chaqueta negra; y por supuesto, mis botines que ya mencioné antes.
Arreglo mis mechones de cabello mientras que tengo puesta mi mirada en el pelinegro que también me está viendo a través de su espejo. Ambos con el mismo gesto serio.
Me estoy empezando a hartar de contener mi molestia. Es tiempo de explotar y mostrar de lo que soy capaz.
—Tú me ayudarás y me darás lo que te pido —le digo—. ¿Quieres saber por qué?
—A ver, dime.
—Te recuerdo que aún tú eres nuevo en el departamento en el que trabajas —empiezo—, ¿sabes lo que pasará si le digo a mi papá que me pusiste en peligro? —sonrío de lado cuando veo que el pelinegro ha dejado de tomarse a la ligera lo que digo—. ¿En serio crees que podrás mantener tu trabajo?
—Si le dices eso, tú también caerás —asegura.
—Lo más probable es que sí —me río. Dejo de mirarme en el espejo y volteo a verlo—; pero la diferencia que hay entre lo que me sucederá a mí comparado a ti es que papá me perdonará y seguiré siendo su hija. ¿Pero tú, seguirás con tu trabajo?
Kyungyoo se mantiene callado luego de escucharme hablar con tanta seguridad y determinación. Mira hacia otro lado mientras se va poniendo cada vez más nervioso.
—Entonces... ¿Cuento contigo para este favor? —digo. Él me observa para analizarme antes de asentir aún con preocupes—. Más te vale. Y esta vez quiero todo rápido, ¿vale? Por ti ya he perdido un mes.
—Va a ser difícil, pero lo intentaré. —Responde rendido—. Pero te vuelvo a preguntar una vez más, ¿estás muy segura?
—Mucho —alzo un poco mis cejas—. En fin, me iré antes de que se haga más tarde. Espero que te comuniques conmigo y no te desaparezcas porque ya sé dónde vives.
Dejo al pelinegro sentado donde estaba y camino directo a la salida. Tomo el ascensor otra vez para bajar al primer piso e irme cuanto antes.
Me siento feliz por haber conseguido lo que quería, aunque todavía tengo un raro presentimiento de que algo malo pasará.
Camino por las calles mojadas de Seongnam para salir de su zona industrial y llegar hasta la avenida donde es más transitada. Paso por un parque que más adelante tiene una cancha de baloncesto en donde había una persona jugando sola.
Intento seguir con mi camino una vez que paso por la cancha, miro las calles y hay varios autos estacionados afuera; pero un Jeep de color negro con una placa que ya he visto muchas veces últimamente me hacen parar y buscar por los alrededores al dueño del vehículo.
Miro hacia la cancha de baloncesto y ahí veo mejor a la persona que estaba jugando. Me acerco a la reja de la cancha y grito:
—¡Jimin-ah! —él deja de rebotar la pelota y fija su mirada en mí.
—¿Soo-hyun? —deja a un lado la pelota naranja y se acerca también a la reja para encontrarse conmigo—. ¿Qué haces aquí?
—Asuntillos míos —respondo alegre—. ¿Vienes a jugar por aquí?
—No quería estar en mi casa. Las vacaciones me aburren —dice con un deje de cansancio—. ¿Y tú, qué estás haciendo en vacaciones?
—Visitar los hospitales o estar en el departamento de homicidios con mi papá. —El rubio suelta una pequeña sonrisa que trata de ocultar agachando la cabeza—. ¿Me puedo quedar un rato contigo?
—Sí, ven.
La cancha de baloncesto estaba iluminada por los faroles, ofreciendo un refugio nocturno. Me acerqué a Jimin, quién ya había tomado otra vez la pelota de básquet para empezar a jugar.
Mientras que yo lo veía encestar, fuimos conversando un poco de lo que nos ha pasado en esta primera semana de vacaciones que tenemos. Jimin al principio se ve incómodo por la pregunta, pero poco a poco se empieza a abrir conmigo hasta contarme lo que realmente pasa con él.
—Mi padre no está de acuerdo con mi rendimiento en la escuela —confesó con voz ronca—. No pude salir bien en el curso de anatomía este semestre, y... bueno, lo que obtuve fue su castigo.
Me cruzo de brazos a la misma vez que doy unos cuantos pasos para estar más cerca de él.
—¿Te ha vuelto a pegar? —Jimin asiente. Desvía esa mirada llena de dolor y vergüenza a otra parte para que yo no la note—. Déjame ver.
El rubio se sube la manga de su polera negra para mostrarme esos moretones de no más de cinco centímetros que tenía bordes oscuros y en el centro era una mezcla de morado rojo. Estos golpes habían sido recientes, como de hace dos o tres días. Luego, Jimin se alza un poco su polera por el lado derecho para mostrarme la marca de una correa que tiene por las costillas.
—Lo siento tanto, Jimin —murmuré, consciente de la difícil situación—. Nadie debería tener que pasar por esto.
Jimin compartió su lucha académica y los castigos que enfrentaba por ello. Las marcas en su piel eran un recordatorio palpable de la presión que soportaba. La rabia bullía dentro de mí, pero traté de canalizarla hacia el apoyo.
—No estás solo en esto. —Cambio inmediatamente mi gesto por una pequeña sonrisa. Él me mira y asiente nervioso—. En el siguiente semestre te ayudaré para que le cierres la boca a tu papá. Mi ayuda vino tarde hacia ti, pero solo recuerda que en los controles y práctica fuiste subiendo de a pocos tus notas. Iremos paso a paso.
Jimin asintió, sus ojos reflejando la complejidad de su relación con su padre.
—Es complicado, Soo-hyun. Mi padre es complicado.
Decidimos cambiar el tono de la conversación y dirigirnos hacia la canasta. Mientras jugábamos, las palabras más ligeras y las risas surgieron de manera natural.
Los sonidos de la pelota chocando contra el suelo también rompían la tensión en el aire. A medida que encestábamos, tratábamos de dejar atrás por un momento los problemas que el rubio enfrentaba.
—Mira, Jimin, sé que las cosas están difíciles ahora, pero no estás solo. Puedes contar conmigo —le dije con sinceridad, mientras lanzaba la pelota hacia la canasta.
Jimin sonrió, aunque la sombra de preocupación aún persistía en sus ojos.
—Aprecio eso, Soo-hyun. Realmente lo hago. A veces, solo necesito un respiro de todo esto; mejor dicho, necesito un respiro de mi casa.
Asentí, comprendiendo la necesidad de un escape.
A medida que continuábamos jugando, la complicidad entre nosotros crecía. Jimin se abría más, compartiendo anécdotas divertidas y recuerdos de tiempos más ligeros. Cada risa era como un pequeño paso hacia adelante.
En un momento de nuestra diversión, Jimin notó que tenía un poco de difícil para encestar como él lo hacía desde tan lejos, así que él decidió ayudarme y guiarme para saber cómo debía de hacer mis movimientos con los brazos para que la pelota ingresara sin rebotar en los bordes.
Luego de que pude encestar, mire a Jimin de regreso y él ya me tenía con la palma de su mano extendida para que chocara los cinco con él.
Después de un buen rato, nos sentamos en el borde de la cancha, exhaustos pero con una sensación reconfortante. Jimin rompió el silencio, cambiando nuevamente el tono de la conversación.
—Soo-hyun, ¿por qué llevas este atuendo tan diferente hoy? —preguntó con curiosidad—. Pareces Minji y Seo-yeon.
Sonreí ante su observación.
—Bueno, pensé que necesitaba un cambio. Quiero ser parte de tu mundo, Jimin, ¡así que aquí estoy, lista para mi transformación completa!
Jimin soltó una carcajada, y la risa resonó en la cancha vacía.
—La verdad es que esta ropa es heredada de Blake —extiendo mis brazos para lucir mejor la chaqueta negra—. Solo la uso en casos especiales.
—¿Y qué has estado haciendo antes de encontrarnos? Dices que usas esa ropa en casos especiales.
Asiento ligeramente.
—Estuve descuartizando un cuerpo para meterlo en un contenedor de basura. Lo común —el rubio deja sonar otra risotada. Veo un pequeño detalle de él que ahora me parece lindo, el cual es que Jimin no puede mantener los ojos abiertos mientras ríe.
Después de un rato, Jimin miró hacia el cielo oscuro y sugirió tímidamente:
—Oye, ¿qué te parece si vamos por unas hamburguesas? Conozco un establecimiento de Burger King que aún está abierto.
Sonreí ante la idea.
—Vayamos por esas hamburguesas. La verdad es que se me abrió el apetito.
Jimin es el primero en levantarse para luego darme su mano y ayudarme a levantarme. Juntos nos dirigimos hacia su Jeep y nos subimos.
Mientras él conducía, la radio resonaba con música suave, creando un ambiente relajado. Sin embargo, por ratos atrapaba a Jimin mirarme con cierta curiosidad y diversión.
Lo miré de soslayo cuando ví que estaba haciéndolo de nuevo y poco a poco dejo aparecer una pequeña sonrisa mientras mis cejas se curvean.
—¿Pasa algo?
—Soo-hyun, ¿qué haces en la calle a estas horas de la noche? Ya casi serán la una de la mañana.
Mi respuesta fue acompañada por una sonrisa traviesa.
—Ya te lo dije, descuartizaba un cuerpo. La vida nocturna tiene su encanto mientras que otros duermen, ¿no crees?
Jimin rió, pero su expresión indicaba que no estaba totalmente convencido.
—¿Debería de tomar está declaración como algo serio y llevarte a la estación de policías?
Con una mirada misteriosa, respondí con un tono juguetón:
—Quizás sí, quizás no. A veces es divertido mantener las cosas en secreto, ¿no crees? —digo con cierto ánimo petulante.
El rubio intentó indagar más, pero cada pregunta que lanzaba encontraba una respuesta hábil y evasiva. Las luces de la ciudad parpadeaban a medida que avanzábamos, y entre risas y respuestas ingeniosas, llegamos al establecimiento de hamburguesas.
El aroma tentador nos recibió al entrar. Pedimos nuestras hamburguesas favoritas y nos sentamos en un rincón acogedor. Mientras disfrutábamos de la comida, la charla animada continuó, dejando de lado momentáneamente las preocupaciones de la noche.
En medio de las risas y el bullicio del lugar, Jimin volvió a la carga con la curiosidad.
—En serio, Soo-hyun, ¿qué estabas haciendo por ahí tan tarde? Debe ser algo interesante para mantenerte fuera a estas horas.
Sonreí enigmáticamente y le di un sorbo a mi refresco antes de responder:
—Jimin, a veces es bueno mantener un poco de misterio en la vida.
Él se rió, aceptando la respuesta con una mezcla de diversión y complicidad. Entre bocados de hamburguesa y secretos guardados, la noche avanzaba lenta y serenamente.
Después, Jimin y yo quisimos terminar de comer nuestras hamburguesas en su auto, por lo que nos regresamos a su Jeep y nos quedamos unos minutos más en el estacionamiento del establecimiento escuchando la playlist favorita del rubio.
—¿Puedo preguntarte qué te hace tan reservada con los demás? —inquiere.
Desde que escucho otra vez ese tono de voz un poco más grave, sé que Jimin quiere que le comparta un poco más de mí y que nuestra conversación sea algo más íntimo para los dos.
Le doy un mordisco a mi hamburguesa antes de beber de mi refresco y pasar con mayor rapidez la comida.
—Si de algo me ha enseñado mi papá, y que valoro mucho, es que siempre habrán personas que no me lograrán comprender del todo —es lo primero que digo. Fijo mi mirada en mi hamburguesa para irle quitando un poco más la envoltura—. A mí se me hizo un poco difícil hallar amigos de verdad. Tuve suerte de hallar a Sol cuando éramos niñas, porque sino ahora estaría sola... Tampoco es que me preocupa estar sola. Me gusta estarlo, pero tener amigos tampoco es tan malo —confieso con una sonrisa tímida.
—Cuando decidiste acercarte a mí... No lo sé, te veía más suelta y pensé que eras así con todos, pero luego ví que eres muy reservada. ¿Por qué conmigo fue distinto?
—A ti te iba a tratar como a los demás —respondo con sinceridad—. Sin embargo, fue esa vez con el doctor que te vio cuando te accidentaste que demostraste respeto por mí.
Jimin parece hacer una retrospectiva de lo que pasó esa noche para entender mis palabras, el ambiente queda en silencio mientras tanto.
—No, no entiendo. —Dice luego de unos segundos.
—«Increíble», eso fue lo que dijiste —contesto, ladeando mi cabeza, y sonrío de manera amistosa—. Ese doctor me llamó extraña y tú solo lo dijiste. Cuando tuvimos la partida de ajedrez también lo hiciste.
Jimin asiente con convicción, haciéndome saber que sí recuerda esos dos momentos.
—Otra cosa que me hizo querer acercarme a ti es que tú notaste esa inteligencia mía, mis habilidades las halagaste, pero nunca buscaste aprovecharte de mí para tu beneficio —añado mientras juego con la caña de mi refresco—. Otros en tu posición hubieran fingido ser mis amigos para que los ayudara académicamente, ya sea con las tareas o exámenes.
—Es que yo tengo esa mentalidad de que puedo solo.
—Claramente no es así —murmuro con una pequeña sonrisa—. Como muestra de mi aprecio, me ofrecí a enseñarte anatomía.
—Gracias por eso —Jimin forma una pequeña sonrisa que me deja con un gran orgullo en el pecho—. Si me lo permites, quisiera ser uno más de tus amigos para seguir conociéndote.
—Auch —digo, fingiendo dolor—, pensé que ya lo éramos.
Mi amigo abre sus ojos e intenta salvar la situación con palabras que contradicen lo que antes había dicho. Yo solo me río de él y le aseguro que todo estaba bien entre nosotros.
Continuamos un rato más charlando entre nosotros en lo que terminábamos de comer e íbamos escuchando música. Casi cuando estaba por hacerse las dos de la mañana, Jimin enciende el auto para llevarme a casa.
El regreso lo siento como la típica escena de cualquier teen movie en donde la protagonista apoya su cabeza en la ventana mientras que ve caer la lluvia y de fondo hay una música pop —guion balada— de los 2000 que va acorde al momento; solo que en mi caso, en lugar de una música de los 2000, escucho I can't be myself de Justin Bieber. No me quejo, no suena como una balada.
Nunca me había gustado mucho una compañía de una persona que no sea la de Sol, pero ahora este espacio relajado que comparto con Jimin luego de haber tenido una charla amena que en ningún momento de la madrugada me ha incomodado, ha hecho que le dé la razón al viejo de Aristóteles.
Me gusta leer mucho de la filosofía, siento que es una parte esencial para comprender ciertas cosas de la persona y la sociedad. Precisamente hace unos meses leí algo de Aristóteles en relación a la amistad.
Para iniciar, hay que entender que Aristóteles tiene una visión comunitarista, no por nada ve al ser humano como un hombre político. Esto quiere decir que para él, la persona tiene que vivir en sociedad (comunidad) y, además, debe de aportar algo político; por ello, Aristóteles piensa que todos los hombres se necesitan entre sí debido a que está en su naturaleza política buscar el bienestar para todos, o como otros lo llaman: el bien común. Hago una pequeña aclaración de que yo, al ser una persona independiente y que se considera autónoma, no estaba de acuerdo con lo que Aristóteles considera el bien común; porque yo digo que no todos los bienes existentes en este mundo deberían de ser compartidos y no se debería de hacer al hombre dependiente de un colectivo para que pueda sobrevivir. Hay veces en las que es necesario la individualidad de la persona y que se ponga en primer lugar sus intereses personales antes que el de los demás.
Continuando con Aristóteles, esta visión que tiene del ser humano precisamente lo lleva a hablar sobre la amistad para considerarla como una virtud de la persona que descansa en el amor recíproco y se regula con la virtud. Este amor de la amistad, lleva consigo correlación de libertades en donde se dice que hay que velar por el bien del amigo. Otra vez el bien común. Ante esto Aristóteles dice que sin amigos, nadie querría poseer bienes, porque la prosperidad no sirve de nada si se está privado de la posibilidad de hacer el bien.
Cito: «La presencia de los amigos en la buena fortuna lleva a pasar el tiempo agradablemente y a tener conciencia de que los amigos gozan con nuestro bien. [...] Con todo, debemos llamarlos a nuestro lado cuando han de sernos de ayuda, y recíprocamente está bien acudir de buena voluntad a los que pasan alguna adversidad aunque no nos llamen, porque es propio del amigo hacer bien, sobre todo a los que lo necesitan y no lo han pedido, lo cual es para ambos más virtuoso. De todos modos, no es noble estar ansioso de recibir favores, por más que igualmente hemos de evitar ser displicentes por rechazarlos».
Tal vez yo he encontrado en Jimin la amistad que tanto describe Aristóteles. De esto me surge la pregunta: ¿La amistad verdadera será así como Aristóteles la plantea?
—Ya llegamos a tu casa —Jimin me saca de mis pensamientos cuando me habla. Veo a través de la ventana de su puerta para confirmar que ya había llegado a mi casa.
—Gracias por traerme —aplano mis labios en una sonrisa que luego se convierte en un bostezo.
—¿Te estabas durmiendo? —inquiere el rubio con un tono burlesco a lo que yo niego—. Bueno, nos vemos pronto.
—Si un día te aburres, puedes venir a mi casa —digo sin pensarlo mucho mientras me voy quitando el cinturón—. ¿O sabes qué? Mejor háblame y salimos.
—Entendido.
—Adiós Jimin —digo con una voz aguda antes de bajarme del Jeep.
Camino hasta la puerta principal de mi casa para ingresar mi llave en silencio y poder abrirla. Por suerte, esta no hace ningún crujido que pueda alarmar a mis padres.
Por dentro la casa ya estaba sumergida en la oscuridad, lo que provoca que yo encienda la linterna de mi celular para que pueda subir las escaleras hasta mi habitación.
Sentada en mi cama, con mi pijama puesta, me doy un momento para pensar en la madrugada que he pasado. Definitivamente ha sido una de las más filosóficas que he podido tener.
Tal vez es cierto lo que dicen algunos: en las madrugadas se piensa mejor.
*****
Me hice todo un estudio de la amistad con Aristóteles, repasé mis clases de filosofía para conectar las ideas y tuve que pensar muy bien en todo para ver si todo tenía sentido.
Juro que antes de este capítulo no sabía la visión de Aristóteles con respecto a la amistad y que sorpresa que lo que considera como amistad sea lo que Soo-hyun hace con Jimin en compartir su inteligencia y su saber para el bien de él ;)
En fin, mucha filosofía por hoy 🚬
¿Se dieron cuenta que el atuendo que usa Soo en este capítulo es el que usa Jennie en Solo?
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