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El chico castaño con mechitas verdes estaba sentado en su escritorio, en medio del salón de clases. Había llegado temprano, como era habitual en él. Su puntualidad, su desempeño y su determinación lo habían convertido en el mejor alumno de su generación. Kim Taehyung era un chico excepcional y con una mente rápida, no se le dificultaba aprender las materias, y siempre se levantaba para dirigir al grupo. Quizás, para algunos, podría resultar algo mandón, pero él no dejaba su destino en manos de otros.

Llegaba temprano para poder leer y estudiar un poco más, él se esmeraba, realmente se esforzaba y anhelaba pasar los exámenes para una BECA en la Universidad.

Venía de una familia humilde, aunque sumamente cariñosa. Pero sus padres no podían permitirse pagar sus estudios una vez que se recibiera del Instituto. Es por eso que tanto él, como su hermano mayor, tenían un trabajo de medio tiempo para costearse la universidad y poder cumplir sus sueños.

Aunque, desde pequeño, el gran sueño de Kim Taehyung había sido actuar, y era por eso que siempre se apuntaba a las clases de teatro que presentaban en la escuela. Aunque ser actor era su sueño anhelado, él era realista y sabía que jamás podría dedicarse a ello profesionalmente.

Él quería sobresalir, quería tener la oportunidad de ganarse esa BECA por su desempeño y cambiar su futuro.

El destino no tenía nada escrito para él, era él quien tenía escrito su propio destino.

Él solo tenía un camino que seguir en su vida: Acabar el bachiller, entrar a esa universidad y tener un buen trabajo que le permitiera vivir con el otro pedazo de su alma, con su mejor amigo, a quien adoraba inmensamente.

Pero esta vez, Taehyung no estaba perdido en sus libros ni en sus deberes como todos los días. Esta vez sus ojos estaban clavados en su celular, leyendo la nueva noticia que sacudía las redes del país y admirando la fotografía adjunta al artículo.

Se sentía emocionado, sentía que explotaría en cualquier momento y saldrían chispas por todo su cuerpo. Pero intentaba disimularlo al encontrarse rodeado de algunos de sus compañeros. Él podía ser un chico serio por fuera, pero en el fondo, en realidad, era demasiado empalagoso y cariñoso. Por supuesto que solo dejaba ver su verdadero ser con su mejor amigo.

Nadie más que Jimin conocía a la perfección a Kim Taehyung. 

Estaba tan ensimismado, leyendo en la pantalla, tanto que no sintió cuando una persona se acercó a él y dejó su mochila negra sobre el escritorio que compartían, sentándose a su lado y acercando la silla para posar la cabeza en su hombro.

—¿Qué lees? —Preguntó.  

Taehyung no demoró en percibir el dulce perfume de su mejor amigo, y se dejó abrazar mientras el pelinaranja levantaba la cabeza del hombro para observar con curiosidad el celular del castaño y descubrir por qué tenía aquella expresión de emoción en el rostro.

—¡Hey, llegaste a tiempo! —Comentó Taehyung observando la hora en la esquina de su teléfono, antes de bloquearlo y girarse hasta su amigo para darle toda su atención. Jimin sonrió y asintió varias veces acomodándose en el asiento. —¿Cómo fue esta vez?

—¡Fue asombroso! ¡Hoy incluso vi a un ángel! —El castaño lo observó con la ceja encorvada, analizando cada palabra, antes de que Jimin retomara —Espero volverlo a ver mañana. —Suspiró, colocando el codo en su mesa y recostando su cabeza sobre su palma.

Taehyung afiló la mirada al instante al oír aquel tono con el que lo dijo, y se concentró en el suave rubor en las mejillas de Jimin. Se acercó un poco más a él, lentamente, tocando su cachete con el dedo índice, antes de tomarlo por la barbilla y obligarlo a que lo mirara.

—Tú... estás sonrojado. —Aquello aumentó el tono en las mejillas del pelinaranja —¿Quién es? —Preguntó serio ésta vez.

—Ya te lo dije... un ángel. —Jimin guiñó un ojo sin intención de mencionar mucho más.

Taehyung estuvo a segundos de lanzar otro comentario cuando la profesora de matemáticas hizo acto de aparición entrando al salón, interrumpiéndolo. Se acomodó en su sitio, dejando de lado aquella conversación y sacó sus materiales para comenzar con la clase.

No pasaron muchos minutos cuando el castaño ya había terminado totalmente sus ecuaciones y había decidido sacar su celular, a escondidas de la profesora, para seguir con la noticia que había leído.

Jimin se había quedado atascado en la tercera ecuación, mordiendo la punta de su lápiz. No era como que Jimin no fuera listo, por supuesto que lo era. Él se esforzaba a diario por mantener su promedio. Era realmente bueno en otras cosas, pero simplemente las matemáticas no eran su punto fuerte.

Acortó la distancia entre ellos, disimuladamente, y se aproximó al cuaderno de su mejor amigo, con intención de copiar. La mano de Taehyung rápidamente viajó hasta la cabeza de Jimin y lo golpeó, con un suave zape. El pelinaranja soltó un chillido mientras su amigo cerraba su cuaderno.

—Si tienes alguna duda, pregúntamelo. No copies. —Lo miró fijamente mientras sobaba la cabeza de Jimin, en la parte que acababa de golpear, y bajó la mano hasta su nuca, acariciándolo —Quiero que lo aprendas, no que seas un burro. —Habló esta vez mirándolo con dulzura.

—Odio matemáticas. —Musitó —No lo entiendo en absoluto.

—Ah, Jiminie, ¿cuando dejarás de ser tan despistado?  —Taehyung estiró el cuaderno del naranjita para analizarlo y una leve sonrisa se esbozó en sus labios cuando descubrió el error en su ecuación. Tomó el lápiz de su acompañante y comenzó a marcar los signos antes de concentrarse nuevamente en su teléfono. —Nunca olvides que los signos iguales se suman y los contrarios se restan. Un simple error puede cambiar todo el resultado.

Jimin bufó retomando sus ejercicios, esta vez haciendo lo que le había dicho el castaño con mechas verdes.

—A veces quisiera ser tan inteligente como tú. —Soltó, borrando su error y comenzando de nuevo.

—Pero tú también eres inteligente, Jimin, simplemente yo presto atención, algo que tú nunca haces. Las cosas más obvias pasarían frente a tus narices y tú no lo notarías.

—Eso es verdad, porque odio las indirectas, prefiero que sean directos y concretos. —Respondió con una sonrisa al observar su ecuación esta vez ya correcta gracias a la ayuda de su mejor amigo.

Taehyung siguió su lectura con una sonrisa, olvidando responder a Jimin, este volvió a acercarse a su hombro para descubrir, por fin, qué era aquello que tanto había captado la atención del castaño. La fotografía de un guapo chico abarcó en toda la pantalla, con unas pequeñas líneas que él no alcanzaba a leer. Pero Jimin sí pudo reconocer al joven del artículo.

—Seokjin... —Murmuró su nombre. Taehyung giró la cabeza hasta su mejor amigo con una sonrisa.

—¡Volverá a actuar! —Exclamó con emoción. —¡Después de dos años, por fin volverá a actuar!

Jimin se mantuvo pensativo antes de hablar.

—¿Dos años? ¿Han pasado dos años?

El pelinaranja recordaba haber visto dramas con Taehyung cuando iba de visita a su casa. Su mejor amigo siempre había admirado la manera de actuar de Kim Seokjin, decía que algún día quería llegar a ser un gran actor como él. Tanto, que se convirtió en su fan número uno, llenando su habitación de posters y fotos de su ídolo.

Hace dos años, cuando la lamentable noticia de que el guapo Seokjin había dejado de actuar se propagó, Taehyung siempre tuvo la esperanza de que algún día éste volvería, y él casi nunca se equivocaba. Durante la ausencia del actor, el castañito seguía viendo sus antiguos dramas, imitando cada una de sus expresiones y mejorando sus gestos frente al espejo.

Jimin lo había visto tantas veces, habían crecido juntos y había visto como el pequeño Taehyung le improvisaba una escena, mientras reían y jugaban. Pero ya no eran unos niños, ni tenían quince años, como hace dos años. Jimin había cumplido dieciocho hace dos semanas, y Taehyung estaba a punto de cumplir su mayoría de edad en un par de meses. Sin embargo, ver a su mejor amigo ahora tan ilusionado por el regreso del actor, hacía que Jimin sonriera de ternura. Porque Taehyung podría tener sus objetivos fijos actualmente, pero en el fondo, Jimin sabía que "el pequeño Taehyung" en su interior estaba saltando de emoción y soltando chispas.

—¿Por qué Seokjin dejó de actuar? —Preguntó de repente.

Taehyung ya le había comentado el motivo anteriormente. Sin embargo, la vida del actor no era algo que le interesase demasiado al naranjita, a diferencia de su mejor amigo. Y debido a su despiste natural, Jimin ya había olvidado por completo aquella historia.

El castaño hizo una mueca antes de soltar un suspiro. Estuvo a punto de reprocharle, pero cuando sus ojos se encontraron con esa mirada curiosa que tanto quería, no pudo enfadarse con él. Sin poder resistirse, se dispuso a contárselo una vez más.

—Bueno, no es algo que esté confirmado, pero las lenguas hablan... —Comenzó, susurrando para evitar que todos los escuchen. —Él... una noche, se había quedado más tiempo que los demás para ensayar un guión, en su camerino. De repente, ya a altas horas, escuchó un ruido que venía del set de grabación. El ruido fue como un golpe seco acompañado de un crujido. —Jimin lo miró atento, como nunca antes. —Dejó su guión de lado y se dirigió al lugar, saliendo al pasillo que estaba a oscuras. Él pensó que estuvo solo todo ese tiempo... pero no fue así. —Desvió la vista de los ojitos atentos de Jimin y la posó sobre la pantalla, sobre la foto del joven actor, quien lucía radiante, como si nada hubiera pasado. Soltó otro suspiro antes de proseguir y el pelinaranja supo, por la reacción de su amigo, que lo que seguía no podía ser bueno. —Encendió la luz y lo único que pudo hacer fue gritar horrorizado. Una chica que trabajaba en el set... se colgó. Seokjin estuvo todo ese tiempo con el cadáver balanceándose sin que él lo supiera, y aquel sonido que escuchó, eran los pies de la chica golpeando la pared de su camerino, con la cuerda moviéndose.

A Jimin le entraron escalofríos de repente, tuvo que abrazarse a sí mismo para entrar en calor. Se había quedado atónito ante la historia, ¿cómo era posible que había olvidado algo así? Ahora entendía por qué siempre le recalcaban que vivía en las nubes y no prestaba atención a los detalles, lo estaba comprobando, porque a pesar de haber oído la misma historia miles de veces, sentía que ésta era la primera vez que comprendía la magnitud de la situación y se estremeció de solo ponerse en el lugar de aquel joven actor.

—Él dejó de actuar días después y... desapareció. Nadie ha sabido nada de él desde que se fue. Nadie sabe dónde ha estado ni qué ha estado haciendo. Fue como si la tierra lo hubiese tragado por dos años.

Jimin asintió, comprendiendo que el aislamiento del actor fue serio. Debió haber vivido un trauma bastante grave y, quizás, aquel era el motivo de su desaparición. Si ni siquiera Taehyung, su más grande fan, sabía con certeza; significaba que casi nadie tenía idea de la vida del actor antes de su regreso.

—Pero él ha vuelto. —El castaño esbozó una sonrisa, genuinamente contento. —Y tengo el presentimiento de que esta vez le irá de maravilla, y ya sabes que yo nunca me equivoco. ¡La noticia en las redes anuncian su regreso y la reapertura del estudio! —Añadió lo último volviendo a mirar la foto sonriente de Kim Seokjin en su pantalla. —Ésta vez le irá mejor, porque él es un gran actor.

—¡Park, Kim, silencio! —La profunda voz de la profesora resonó por todo el salón, riñéndolos.

Ambos chicos bajaron la cabeza hasta sus cuadernos nuevamente, a pesar de que Taehyung ya había terminado sus deberes. Solo disimuló para poder seguir ayudando a su amigo.

No pasó mucho tiempo hasta que volviera a desbloquear su teléfono y continuara con su lectura, a escondidas de la profesora. Si Kim Seokjin había vuelto, entonces él debía leer todo sobre su regreso y asegurarse de que, esta vez, todo saliera bien.

"Kim Taehyung casi nunca se equivocaba... casi nunca"

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El golpeteo de unas botas contra el cemento, subiendo las escaleras, anunció su llegada. Dos guardias frente a la entrada lo saludaron al verlo, como todos los días. Él solo pasó de largo, con las manos metidas en sus bolsillos. No era un acto de mala educación, simplemente, era un chico reservado y distante. Tenía siempre aquella expresión seria y de pocos amigos que dejaba claro que prefería evitar cualquier tipo de interacción social.

Cuanto menos interactuara con el mundo, mejor era para él.

En el centro, todos conocían su carácter. Ya nadie se ofendía ni se lo tomaba personal. Sabían que Min Yoongi era así, simple. Ya estaba haciendo su mayor esfuerzo solo por estar ahí, cada día. No valía la pena presionarlo con más carga social.

Sacó su pálida mano del bolsillo y empujó el gran portal lentamente, abriéndolo. El aire fresco y aromatizado del lugar lo relajaron al instante, mejorando su estado de ánimo con un solo paso dentro.

Avanzó tranquilo hasta la recepción. Una chica rubia se encontraba detrás del escritorio, quien lo recibió con una sonrisa y de inmediato posó una hoja sobre el escritorio para firmar su llegada. Al principio, Yoongi evitaba firmar su asistencia cada día, pasaba de todo. Pero la rubia había sido paciente con él, y después de que le explicara lo importante que era que firmara, empezó a hacerlo todos los días sin falta.

No lo hacía por sí mismo, solo lo hacía para no perder a su hermanita. Cada acción, cada decisión de su vida, ahora, era ejecutada solo para el bienestar de Min Lalisa.

—¡Oh! ¡Buenos días, Yoongi oppa! —Saludó Wendy al verlo, con una amigable sonrisa. El susodicho tomó el bolígrafo situado en el lapicero y firmó la hoja que le pasó la muchacha. —¿Cómo está Lisa? —Preguntó antes de estirar el papel hacia ella y guardarlo nuevamente.

Yoongi suspiró profundamente y colocó el codo en el escritorio de la recepción, dejando descansar su mentón en su palma. Él era un chico bastante reservado, por lo que contar acerca de sus problemas o de su familia no era una opción factible. No obstante, la rubia le había demostrado una confianza genuina en estos dos años y parecía realmente querer mucho a su pequeña hermana. En este momento, Wendy podía ser la única persona en el mundo en la cual Yoongi podía confiar para hablar sobre Lisa. Le había costado, pero Wendy se ganó ese puesto, después de todo... la rubia era una chica, y por mucho que Yoongi deseara cuidar de su hermana él solo, a veces, necesitaba una mano femenina, una opinión que le ayudara a forjar la infancia más natural para su hermanita, —si es que eso era posible—. Por eso podía fiarse de Wendy, porque ella había sido la única persona en apoyarlo y en no juzgarlo por lo que había pasado hace dos años.

—A ella no le gusta su nueva guardería —Comentó con pesar— Los niños... constantemente se burlan y se empieza a preguntar qué anda mal en ella.

—Los niños pueden ser muy crueles —Wendy frunció el ceño sintiéndose decaída. Yoongi asintió fugazmente. —Pero deberías traerla un día nuevamente, quizás eso la alegre un poco ¡Tengo muchos juegos para ella! —Dijo esta vez con entusiasmo.

Yoongi la miró con los ojos cansados, denotando agradecimiento total. Él sabía que el cariño de Wendy era desinteresado, y se sentía afortunado de haber encontrado una amiga como ella, sobre todo después de que la palabra amistad había sido arrancada de su diccionario.

Él pensaba que después de la pelea que había tenido con el que se suponía era "su mejor amigo de toda la vida" no volvería a confiar en nadie más, pero entonces conoció a Wendy, y la chica había sido demasiado amable con él desde el primer día en el que había pisado ese centro. Agradecía de corazón a la joven, agradecía que quisiera tanto a su hermanita, porque él y Lalisa estaban pasando por una difícil y pésima situación.

—Gracias, Wendy. —Asintió con la cabeza, y se reincorporó— La traeré un día. —Wendy le sonrió con ternura y Yoongi giró, dirigiéndose al pasillo en busca de su sala de reuniones. —Nos vemos más tarde.

La rubia lo despidió y volvió su vista a la computadora siguiendo con su trabajo. El pálido llegó a la sala y la abrió sin tocar la puerta, aquella expresión indiferente estaba por todo su rostro otra vez. La seriedad, el desinterés, incluso una pizca de amargura, que todos en el grupo lo notaron al girar hacia la puerta y ver al recién llegado.

Pronto, unos bajaron la mirada, otros lo miraron con cierto cuidado, otros con desagrado... Estaba claro que Min Yoongi no era el chico más deseado de su grupo de reunión, pero poco le importaba. No obstante, del gran grupo formando un círculo con las sillas, había solo una persona que se alegraba de verlo.

—¡Yoongi Hyung! ¡Llegaste!—Sonrió abiertamente —Toma asiento, aquí. —Pidió parándose para darle el suyo, el pálido caminó despreocupado por las miradas sobre él y cuando estuvo frente al joven, éste llevó una mano a su cabello, tocándolo. —¿Nuevo color de pelo?

—¡No me toques, Minhyuk! —Gruñó y el rubio apartó la mano rápidamente cuando éste le dio un manotazo. Los asientos se movieron un poco más lejos del chico de pelo azul menta, tras el sobresalto de las personas, pero aquello simplemente no le importó. Yoongi se sentó y exhaló cuando se fijó que todos tenían su atención puesta en su nuevo cabello. —¿Qué mierda ven? —Volvió a gruñir causando que todos carraspeen y alejen la vista hacia cualquier otro sitio.

¿Por qué no podían hacer como si no lo notaran? Wendy no había hecho comentario al respecto porque sabía que lo molestaría. ¿Era tan difícil para el resto saber qué lo molestaba? Era demasiado odioso tener que aguantar las vistas y los comentarios de los demás. Pero sabía que eso iba a  suceder y de todos modos lo hizo, porque ella se lo había pedido y él simplemente no podía negarse a la petición de su hermanita.

"Oppa, ¿puedes pintarme el cabello de rosa?

Cuando crezcas, Lisa, todavía eres muy pequeña.

—¡No soy tan pequeña! Ya soy grande y sé ir al baño sola.

—JAJAJA ¡SÍ, y lo haces muy bien! Pero debes ser más grande para pintar tu pelito.

—¿Y cuando seré más grande?

—Cuando cumplas cuarenta.

—Pero, oppa, yo quiero el cabello rosa como la muñeca que vi en la tienda. ¡Ella era tan bonita!

—Pero tú ya eres bonita.

—Pero no como la muñeca...

—Tienes cinco años, Lisa. Es malo para ti... pero prometo que te compraré esa muñeca y, cuando crezcas, te podrás pintar el pelo, ¿sí?

—Está bien... ¿pero entonces te lo podrías pintar tú por mí?

—Mmh... no lo creo.

—¡Por favor, por favor, por favor!

—Lalisa, a mí no me g-

—¡Por favor, por favor!

—Ahg, está bien... lo haré por ti, pero olvida el rosa. Elige otro color.

—¡Ya sé! ¡Azul mentolado!

—¿Azul mentolado?

—¡Sí! Porque me encantan las mentitas y porque tú eres mi príncipe azul, oppa.

—Ah~ y tú siempre serás mi princesita. Pero está bien, entonces azul menta será"

Yoongi sonrió inconscientemente mientras recordaba que él sería capaz de todo por su pequeña hermana, aunque hiciera cosas que no le gusten. A pesar de saber que algún día eso podría salir mal, el lo haría de todas formas. Porque no podía decirle que no.

Porque era incapaz de negarse a esos lindos ojitos y a esa pequeña carita simpática con la cicatriz de la mitad del rostro quemado por completo.

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—¿Qué harás esta tarde? —Preguntó Taehyung, colocándose su mochila por su hombro en tanto esperaba que su mejor amigo lo imitara.

—No lo sé. —Respondió con una mueca —Quizás salga a husmear por mi nuevo barrio, o solo me quede en casa a hacerle compañía a mi mamá. —Jimin se encogió de hombros, aquello no le sonaba tan mala idea, sobre todo porque amaba pasar el tiempo con su madre —¿Qué hay de ti?

—Yo trabajaré toda la tarde. —Contestó exhausto de solo pensar en todas las cosas que le esperaba.

Ambos salieron del salón, dirigiéndose hasta la salida del colegio a paso tranquilo. Taehyung aprovechó para tomar la mano de Jimin, como habitualmente lo hacían, y el pelinaranja se acercó más a él sintiendo comodidad. Ambos mantenían una relación bastante sólida de confianza y complicidad, era tan natural para ellos sentirse todo el tiempo. El contacto físico era una de las muestras de amor más grande que ambos podían compartir. Incluso podrían quedarse horas sin decir nada, simplemente abrazándose y durmiendo juntos. Tanta era la cercanía, que Taehyung estaba volviéndose loco en solo una semana tras la mudanza de Jimin, porque ya no lo veía todas las tardes, ni pasaba mucho tiempo con él en la cafetería donde trabajaba.

—Deberías quedarte a dormir en mi casa un fin de semana —Comentó — Ahora que no puedo verte todas las tardes, te extraño más.

—¡Estaría genial! —Habló Jimin con los ojos brillantes. —Tal vez le pida permiso a mamá para quedarme este fin de semana, si ella mejora.

Llegaron hasta la salida del instituto, en medio de la gran puerta, se detuvieron antes de bajar la pequeña escalera que daba hasta la calle, cuando Taehyung posó sus ojos en una persona alta, de cabello pálido, desteñido, que se encontraba recostado sobre una motocicleta estacionada frente a su colegio.  

—También te extraño mucho. —Dijo Jimin enterrando la cabeza en el hueco del cuello del castañito.

Un repentino bocinazo hizo que se exaltara, pegando un pequeño brinco y mirara por todas partes, alarmado, alejándose de su mejor amigo inmediatamente, asustado.

—¡Deberían ir a un motel! ¡Si quieren yo pago! —La insinuante sonrisa del mayor llegó a sus ojos en el momento en el que dirigió su atención a aquel bocinazo.

—¡Hyung! —Jimin sonrió, entrecerrando sus ojitos, al ver al hermano mayor de su mejor amigo. Soltó la mano de Taehyung para acercarse y éste levantó una ceja antes de imitarlo. —¡Es bueno verte por aquí!

—Me alegra verte también, Minie. —Contestó el pelirosa con una sonrisa enseñando sus tan característicos hoyuelos. —¿Cómo está tu mamá?

—Mejorando. —Respondió plantándose frente a él. —El tratamiento está dando resultados, esta semana le toca su segunda quimio.

—¿Qué haces aquí, Nam? —Preguntó el castaño frunciendo el ceño.

Su hermano mayor casi nunca pasaba por su instituto, a menos que sea para algo sumamente importante. Quizás, había ocurrido alguna urgencia. ¿Había pasado algo malo? La mente analítica de Taehyung ya lo hacía sobrepensar en posibles problemas y posibles soluciones, incluso antes de conocer el motivo. Su tono de voz, sonó algo preocupado. Namjoon Hyung nunca aparecía sin avisar.

—¿Qué falta de respeto es esa? ¡Debes usar los honoríficos! ¡Respetame! —En cambio, la respuesta de Namjoon lo tranquilizó de inmediato. A pesar de que el mayor lo regañó, mientras le pasaba el casco, Taehyung suspiró aliviado al ver que nada urgente había ocurrido.

Pero, entonces, ¿qué hacía Namjoon ahí en lugar de estar trabajando?

Jimin sonrió al verlos, extrañaba tanto verlos discutir, pelear, bromear o simplemente reír. Él quería demasiado a los Kim, prácticamente había crecido jugando con ellos y ahora echaba mucho de menos la dinámica y jugueteos de los hermanos.

—¿Pasó algo, Hyung? —Preguntó esta vez Taehyung, enfatizando en el honorífico, mientras tomaba el casco que su hermano le había dado.

—Solo salía del trabajo y pasaba por aquí, así que decidí acercarte a casa. Sube. —Comentó el mayor, dando unas palmadas al asiento de su motocicleta. —Oh, Minie, ¿quieres que te acerque a tu parada?

—No es necesario, Hyung. Muchas gracias~. —Respondió Jimin educadamente, con una reverencia.

Taehyung frunció el ceño, acercándose a su hermano mayor.

—¿Acabas de salir del trabajo? —Preguntó, estudiando sus palabras. —Pero si no sales hasta las ocho de la noche.

Ahora se le hacía mucho más extraño la presencia de su hermano en ese horario, ¿acaso lo habían despedido? ¡No, eso no! ¡Ellos necesitaban trabajar para seguir estudiando!

—Ah, sobre eso... —Levantó una ceja, sus hoyuelos se hundieron en sus mejillas morenas. —Felicita a tu hermano, porque acaba de conseguir un trabajo extra.

—¡Enhorabuena, Hyung! —Fue Jimin quien lo felicitó con una sonrisa, golpeando suavemente el hombro del mayor.

El pelinaranja estaba al tanto de los problemas económicos de la familia Kim. Tal el motivo por el que Taehyung, a pesar de ser menor de edad e ir al instituto, tenía un trabajo de medio tiempo como camarero de una cafetería. Y Namjoon trabajaba como dependiente en una gasolinera para poder pagar su universidad. En tanto sus padres casi nunca estaban en casa, también por cuestiones laborales. Y le alegraba de verdad que el mayor consiguiera un segundo empleo, porque había oído que la universidad era demasiado costosa y que ya no le alcanzaba el dinero para pagarla.

—¿Otro trabajo? —Sin embargo Taehyung no parecía muy contento con eso. —¿En qué momento iras a la universidad? Porque no pretenderás dejarla, ¿no?

Namjoon negó con la cabeza fugazmente.

—¡De ninguna manera! —Exclamó con tono firme. —Precisamente por eso decidí aceptar otro empleo para poder seguir estudiando. Si puedo con dos trabajos y la universidad, sin volverme loco, sé que podré convertirme en un buen psicólogo algún día.

—¿Cómo lo harás? ¡Ni siquiera tendrás tiempo libre para respirar! Casi no te veré... —Los labios de Taehyung se encorvaron ligeramente hacia abajo, sin poder disimularlo. Su mirada descendió hasta sus zapatos, evitando el contacto visual.

El podía pelear día y noche con su hermano mayor, pero lo cierto era que lo amaba inmensamente, y si ya estaba siendo difícil para él no ver a Jimin todos los días, si sumaba que tampoco vería a su hermano... todo su mundo se le vendría abajo, y el camino que había planeado se tambalearía bajos sus pies. ¿Cómo podría resolver ese problema?

—Haré todo lo que tenga que hacer para que eso no pase —Namjoon resolvió las dudas de su hermanito, sacudiendo el cabello castaño de mechas verdes con dulzura, despeinándolo.

Taehyung sonrió un poco, más aliviado, volviendo a peinarse con los dedos mientras oía la voz de su mejor amigo.

—Hyung —Habló Jimin captando la atención de ambos. —¿Y de qué va tu segundo trabajo?

La sonrisa del mayor se ensanchó y ambos amigos se miraron por un segundo cuando comenzó a hablar.

—No tienen idea de quién me ha propuesto el trabajo. —Dijo, acomodando el cuello de su polo, en un claro gesto de superioridad, bromeando. —¡Hoy debe ser mi día de suerte!

—¿Quién? —Preguntó Taehyung notando la emoción de su hermano mayor.

—Kim Sukchoi.

El castaño con mechas verdes abrió los ojos casi atragantándose con su propia saliva. En un segundo, tuvo que golpear su pecho repetidas veces para recuperar el aliento por la emoción.

—¡Eso... eso... No estas hablando en serio!

—En realidad, hermanito, jamás he hablado con tanta seriedad en mi vida.

—¡No me jodas! —Exclamó con los ojos casi saliéndose de sus órbitas.

Jimin parpadeó varias veces procesando la información. Él no lo tenía muy seguro, pero creía haber oído aquel nombre algunas veces salir de la boca de su mejor amigo. Taehyung siempre hablaba de ellos. Kim Sukchoi era el director y productor de k-dramas más reconocido de la generación y, si había entendido bien, también era padre del famoso y guapo actor... Kim Seokjin.

—¿¡Como!? ¡Imposible! —Taehyung se veía seriamente afectado pero emocionado a la vez. Daba vueltas alrededor de la motocicleta sin dejar de hablar y estironearse del cabello suavemente —El que quiere ser actor desde que era un mocoso, soy yo, no tú. ¿Por qué Sukchoi te pediría que trabajes para él? ¿Desde cuando te gusta la actuación? ¿Al menos sabes actuar? ¿Cómo lo conseguiste? ¿Conoces a Sukchoi?  ¡¿Conoces a Seokjin?!

Namjoon levantó el brazo, obstruyendo el paso del castaño, lo cual hizo que se detuviera en seco, y colocó ambas manos en los hombros del menor, situándolo frente a él para tranquilizarlo.

—No voy a actuar, baboso. —Soltó. Su hermano pequeño frunció el ceño en señal de confusión. Jimin ladeó la cabeza prestando atención a lo siguiente. —Escucha atentamente. Kim Sukchoi es cliente habitual de la gasolinera, me ha tocado atenderlo un par de veces. Él y mi jefe en realidad son buenos conocidos, así que ésta mañana Sukchoi estuvo en la gasolinera y oí una conversación cuando llenaba su auto. —Suspiró pesadamente antes de continuar — Al parecer tiene pensado dirigir un nuevo drama en su antiguo set, pero éste estuvo abandonado por tantos años y simplemente comenzó a buscar gente que lo limpiara, sin embargo, estos renunciaron al día siguiente, dejando la mitad del trabajo. Y mi jefe... él me recomendó porque hago un buen trabajo cuidando de la gasolinera, así que acepté inmediatamente cuando el mismo Sukchoi se acercó a proponermelo con la autorización de mi jefe. —Sonrió esta vez más calmado —Un empleo extra nunca viene mal. Así que ustedes, niños, sean responsables, la recomendación es muy importante en la vida de los adultos.

—Entonces... ¿seras el limpiador del set? —Preguntó Taehyung conteniendo una risa. Su rostro recuperó color, como si su alma volviera a su cuerpo tras la explicación. — ¡Ah, y yo pensando que serias un actor! JAJAJAJAJA —Ésta vez carcajeó. Jimin lo codeó con fuerza y el castaño se enderezó en su sitio, carraspeando.

—Me alegra mucho, Hyung~ —Manifestó el pelinaranja cerrando los ojos con una dulce sonrisa. —Deseo de corazón que todo salga bien.

—Gracias, Minie. —Le devolvió la sonrisa antes de volverse serio y dirigir su vista a su hermano menor. — ¿Y tú de qué te reías? Un trabajo nunca es malo, desde personal de limpieza hasta empresario. Deberías estar agradecido de que puedo pagar la universidad y ayudar a la casa, ¡no burlarte!

—No me estaba burlando... —Respondió con la cabeza agachada —Me reí del pensamiento precipitado que tuve y... olvídalo. —Sacudió su cabeza, avergonzado. —Lo siento, Hyung.

Namjoon rodó los ojos y atrajo a su hermanito en un abrazo, para que entendiera que todo estaba bien.

—Agh, ven aquí, baboso.

Jimin sonrió al ver a los hermanos tan unidos. Y dejó que compartieran ese momento antes de que se apartaran y el mayor le pidiera al castaño que subiera a su moto, detrás de él.

Namjoon no tenía demasiado tiempo que perder, debía llegar puntual. No quería dar una mala impresión el primer día de trabajo, sobre todo si iba recomendado por su primer jefe.

Taehyung miró a su mejor amigo, sin querer dejarlo solo. Desde que se mudó, el castaño acompañaba a Jimin hasta su parada, todos los días, caminando, y esperaba a que subiera al tren para luego marcharse a su casa y después a la cafetería. Era la primera vez que Jimin iría caminando solo hasta la estación, y se sentía desanimado por dejarlo. Pero el pelinaranja comprendía la situación de Namjoon, e insistía en que se fueran sin preocupaciones, sin perder más tiempo.

—Me avisas cuando llegues a tu casa, ¿va? —Taehyung sacó unas monedas de su bolsillo y se las tendió a Jimin, para que las tomara.

Al principio, Jimin no quiso aceptarlas, sabiendo perfectamente que esas monedas eran propina que le costaba obtener al meserito en la cafetería. Pero el castaño insistía, no se le había olvidado el comentario de su amigo; de haber dejado su billetera en casa por el apuro y que, por eso, un misterioso "ángel" lo había ayudado a pagar su boleto de tren.

Mientras Taehyung existiera, él no permitiría que Jimin aceptara nada de otras personas, mucho menos si era un desconocido que sonrojaba al otro pedazo de su vida.

El menor de los Kim subió a la motocicleta, detrás del mayor. Desde su asiento, extendió los brazos y abrazó a Jimin, depositando un beso en su mejilla antes de, finalmente, ponerse el casco.

—¿Entendiste? —Preguntó con la voz distorsionada por la protección, pero Jimin podía ver los filosos ojos de su mejor amigo a través de la abertura. —Me avisas cuando llegues, Park Jimin. Que no se te olvide.

El pelinaranja asintió efusivamente con una sonrisa y se alejó un poco cuando el motor se encendió. Hizo una reverencia para el mayor y lo despidió con la mano cuando los hermanos avanzaron su camino, dejándolo en la calle solo.

Suspiró cuando desaparecieron de su campo de visión. Observó por un momento alrededor, el instituto ya había cerrado sus puertas y no se había dado cuenta de que todos los alumnos ya se habían marchado a sus hogares. Se encontraba completamente solo a mitad de la calle.

Giró sobre sus talones y decidió caminar calmadamente hacia la estación donde se encontraba su parada a unas cinco calles de ahí.

Mientras andaba, un eco en su mente se repetía sin cesar, sin dejar de pensar en lo que Namjoon Hyung había dicho.

"Al parecer tiene pensado dirigir un nuevo drama en su antiguo set, pero éste estuvo abandonado por tantos años y simplemente comenzó a buscar gente que lo limpiara, sin embargo, estos renunciaron al día siguiente, dejando la mitad del trabajo"

Seguidamente, recordó lo que su mejor amigo le había contado horas antes.

"Una chica que trabajaba en el set... se colgó"

Jimin frotó sus brazos dándose calor a sí mismo tras sentir un escalofrío subir por la columna vertebral. Él no era demasiado supersticioso, sin embargo, su mente no pudo evitar imaginar aquello.

El pensamiento de el "fantasma de aquella chica, asustando en el antiguo set" invadió su mente al instante. Soltó una risa nerviosa y negó con la cabeza. No, eso no podía ser real. Esperaba que no fuese real. El motivo por el cual todos habían renunciado así sin más debía ser otro diferente y más lógico. Pero aún así, una ligera sensación de preocupación se hizo presente.

Esperaba, con toda sinceridad, que a su Hyung le fuera bien, sea cual sea el problema con ese set. Pero lo que Jimin no sabía era que en aquel set había algo mucho peor que un supuesto espectro apareciéndose en los pasillos. Había algo real, algo concreto, que atormentaba y causaba pesadillas a todos los trabajadores del lugar y el causante de las miles de renuncias.

Namjoon tampoco supo en lo que se estaba metiendo al haber aceptado aquel empleo. Pero, ¿como iba a saberlo? Si Namjoon era un simple estudiante de psicología, no un adivino.

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