8. ¿Porqué tienes esa sonrisa tan bonita?
📅 UNA SEMANA DESPUÉS
📅 ÚLTIMA SEMANA DE FEBRERO
Se supone que Marc debería estar en Madrid desde hace un par de días, pero, tuvo que viajar a Aalst, Bélgica, donde está la sede de su equipo, para una puesta a punto de su moto. En menos de un mes comienza la nueva temporada de Moto GP, y con ello la locura de entrenamientos, test... En los últimos días hemos hablado a diario más de una vez. De hecho, mi teléfono está constantemente cargándose debido a que agoto la batería con nuestras conversaciones.
Estoy ilusionada. Lo estoy, y mucho. Marc lo ha hecho. El que ya no tenga ese miedo racional a volver a sentir algo por una persona y empezar algo con ella. Sigo siendo cautelosa, eso es algo que no va a cambiar en mi. En mi cabeza, de vez en cuando aún suenan esas estúpidas palabras pronunciadas por Carlos No eres tú, soy yo. Indudablemente, claro que era él. O más bien, eran ellas. Pero bueno, he decidido que no voy a pensar más en mi pasada relación y disfrutar de lo que tengo ahora. Centrarme en el presente, el cual, acaba de mandarme un mensaje diciéndome que mañana viene, algo que me hace sumamente feliz.
- ¿Ya echaron a Carlos de Ferrari? -la voz medio adormilada de Iria me hace dejar mi teléfono en la mesita y centrarme en mi compañera de piso, la cual lleva toda la mañana enganchada a su móvil.
- ¿Por? -le pregunto bastante extrañada por su pregunta.
-Por como sonríes ahora mismo -Iria me saca la lengua y se sienta en la silla que hay frente a mi. Su rostro cambia hasta ponerse algo más serio, signo inequívoco de que algo le pasa- tenemos que hablar.
- ¡Oh, dios! ¿vas a dejarme? -le pregunto realzando el dramatismo en mi voz, para ganarme que ella ruede sus ojos y niegue con su cabeza.
- No, no te voy a dejar, amor de mi vida. Pero lo que voy a decirte, no te va a gustar -me advierte en un tono de voz bastante más serio de lo que pretende.
- Bueno, lo afrontaremos, sea lo que sea -le respondo de la misma forma dramática que antes.
- Me han ofrecido, bueno, a la empresa. Nos han ofrecido un trabajo que es la hostia. Cuatro días. Solo sería una sesión, la de media mañana. Aperitivos. No sería comida. En un sitio con mucho glamour y estilo. Y eso también nos ayudaría a ser más conocidas, por las personas que asistan.
- Suena bastante bien. Un gran reto. Cuatro días. Cuatro menús de aperitivos. No lo veo complicado, pero, espero tú PERO... -le digo sabiendo que ella siempre me cuenta lo bueno, para endulzarme la boca, y lo malo siempre lo deja para el final.
- Es para el primer fin de semana de Junio. En Barcelona -sus palabras llevan algo de cautela al hablarme, algo que me comienza a desesperar- para el Gran Premio de Fórmula Uno.
Cierro mis ojos uno segundos y me concentro en los latidos de mi corazón. Se incrementan a casa segundo que pasa, consiguiendo que la ansiedad se instale en él. Y yo pensando que lo tenía superado. Ilusa de mi. Siento la mano de Iria como agarra la mía. Abro mis ojos y me concentro en su mirada y en la forma en como sus dedos acarician la palma de mi mano.
- Voy a rechazarlo -me informa con determinación.
- ¡No! -le grito queriendo impedir que lo haga.
- Alba... la empresa es mía, pero, somos un equipo y si tú...
- Yo nada, Iria -le rebato de la misma forma que ella quiere convencerme- estas cosas es algo que me voy a encontrar en mi vida, por desgracia. No voy a ignorar el hecho de que él existe y está por ahí. Es inevitable que alguna vez nos volvamos a encontrar. Y no seré yo la que huya. El que tiene que estar avergonzado es él, no yo. Además, seguro que es mucha pasta.
- Como para no coger ningún encargo de bodas indeseadas por lo menos este año y el siguiente -me informa ella haciéndose aire con la mano.
- Di que si, Iria. Es lo que estabas buscando. Algo grande. Hablarán de la empresa y de la comida, porque les vamos a dar una comida fabulosa, algo que no olviden en su puta vida -le digo muy convencida de mis palabras.
- ¿Y tú vendrás? -su pregunta es algo que yo me hago también. Ir a un Gran Premio, con todo lo que ello conlleva. Recordar de nuevo todo lo que viví en ellos. Encontrarme a gente que no quiero ver y a otras a las que me muero por abrazar.
- Soy tu repostera. Claro que iré.
El grito de Iria hace eco en las paredes de nuestra cocina. Se levanta de su silla y corre a abrazarme apretándome bien fuerte. Sé lo importante que es esto para ella, y como quiere que la gente la conozca por ella misma y no por ser la hija del cocinero vasco Martín Berasategui. De hecho, ella usa el apellido de su madre para que nadie la relacione con él.
- ¿Dónde está mi amiga y que has hecho con ella? -me pregunta besándome repetidas veces en la mejilla.
Bueno, yo sigo estando aquí, y la culpa, es de Marc, eso lo tengo cada día más claro.
📅 MÁS TARDE
A veces cuando vengo a cenar a casa de los padres de Marcos, me quedo a dormir. Viven en la Sierra de Guadarrama, en una casa estilo rural que adoro. Suelo quedarme hasta bien avanzada la noche y después me da mucha pereza irme. Por eso siempre tengo un pijama aquí.
- ¿Me vas a contar ya porque tienes esa sonrisa tan bonita en tu cara? -ayudo a María Ángela, o Angie, como yo la llamo, a pelar patatas para el puré que quiere hacer para la cena. Me conoce como nadie, no en vano, ella fue mi refugio cuando mis padres se marcharon a Brasil y sobre todo, después de la muerte de mi abuela.
- Eso, cuéntale porque sonríes tanto -añade Marcos guiñándome un ojo.
- Estoy en algo con alguien -le confieso mordiendo mis labios de forma algo nerviosa. Porque a Angie la quiero como si fuera algo mío, que lo es.
- Vaya, eso es genial, cariño -ella deja lo que hace para coger mis manos y mirarme de esa manera tan dulce que ella tiene- ya sabía yo que algo era. Estás más radiante.
- Anda, dile quien es -le gruño al Marcos, el cual aún sigue chinchándome sentado al otro lado de la encimera.
- Mejor te enseño una foto y me dices que te parece.
Cojo mi móvil y después de desbloquearlo, busco la foto que le hice la otra noche en mi habitación de hotel. Se le ve tranquilo, relajado y con una sonrisa increíble. Vuelvo a morder mi labio cuando se lo enseño a Angie, esperando su reacción. Una media sonrisilla aparece en su rostro a la vez que asiente con su barbilla.
- Es muy guapo. Bueno, guapo no, está bastante bueno -me señala riéndose de manera cómplice conmigo- ¿Cómo se llama?
- Es Marc Márquez, mami. El piloto de motociclismo. Ha ganado más campeonatos que yo la Champions -Marcos. El oportuno. El no lo cuentes tú porque lo cuento yo.
- ¿Piloto? -la extrañeza en el gesto de Angie es algo que esperaba. Supongo que si todo sigue como hasta ahora, muchas de las personas que me rodean, tendrán esta reacción.
- Si, lo sé -le contesto algo azorada porque aún no soy capaz de lidiar con este tipo de situaciones- sé lo que me vas a decir...
- No, cariño, no lo sabes -Angie pone sus dos manos en mis mejillas acariciándomelas con mucha ternura, a la vez que me sonríe de esa manera que tiene ella cuando quiere tranquilizarme- a mi me da igual que sea piloto, o marinero o albañil de la obra. Yo solo quiero que te respete y que te trate bien. Por el mero hecho de poner esa sonrisa en tu rostro, ya me cae bien. ¿A ti te gusta?
- Mucho. Por primera vez en mucho tiempo estoy muy cómoda con otro chico. Desde que lo conocí, solo quería estar con él y seguir sintiendo esto que me provoca. No pienso en nada. Solo en él. Ni en las repercusiones que tendrá, ni lo que pensará la gente. Estoy con Marc y es lo único que me importa -le confieso muy segura de cada una de mis palabras.
- Pues no hay nada más que decir. Tampoco tiene que importarte lo que piensen los demás. Al cabrón del Innombrable no le ha importado. Tú eres una reina, Alba, y las reinas no se arrodillan ante nadie.
Ésta última frase me llega al alma. Angie me acoge entre sus brazos y permanezco abrazada a ella un buen rato. Estoy en calma. Estoy tranquila, porque ella siempre fue mi casa.
- ¿Y a mi porque no me dices esas cosas, mami? -la entrometida voz de Marcos nos hace separarnos y a mi limpiarme una lágrima.
- Porque tú eres un porculero, Marcos -le dice su madre poniéndose de nuevo a pelar patatas- anda, iros de aquí. Ya os llamaré cuando esté la cena.
Marcos pasa sus brazos alrededor de mis hombros y me saca de la cocina a pesar de mis protestas, pues, yo quería ayudar a hacer la cena. Caminamos por el pasillo hasta dirigirnos a la puerta que da al patio. Él coge un par de mantas de lana, de las que usamos para taparnos, y salimos fuera. La noche ha refrescado bastante. Hace frío de casi nevar, y más aquí en la Sierra. Pero, el cenador bajo el que estamos, es algo más cálido. Nos sentamos ambos en uno de los sofás. Apretujados. Uno junto al otro.
- ¿Te hace feliz? -es lo único que a Marcos le importa. El verme bien. Sé que sufrió mucho después de mi ruptura al verme tan apagada.
- Ahora mismo, si -le confieso encogiendo mis hombros- me estoy dejando llevar por alguien que me gusta mucho y que me hace sentir muchas cosas.
- Y que además está muy bueno... -me señala él alzando una de sus cejas.
- Lo está.
- Dime que lo estás disfrutando y que la tiene tan grande como dicen -le doy un codazo a Marcos que le hace quejarse un poco, pero, no en exceso.
- Si, lo estoy disfrutando mucho, y de lo otro no te contesto, pero, si tiene fama de eso, merecida se la tiene.
Una enorme carcajada sale de su boca en cuanto le respondo. Permanecemos en silencio disfrutando de los sonidos de la noche.
- No te puedes imaginar lo que me alegra verte así, Alba -mi amigo me abraza aún más, entrelazando sus dedos con los míos- ¿Cuándo me lo vas a presentar?
- Solo llevamos una semana, Marcos. No me lo asustes. Quiero ir despacio con él.
- Oh, si, despacio -se burla de mi en un tono bastante irónico- primero folláis en los baños y luego salís juntos... despacio, dice.
- Ya me entiendes, Marcos. A ti no hace falta que te explique nada.
- ¿Se lo has contado? ¿lo de Carlos?
- Aún no -le admito suspirando algo fastidiada porque sé que es algo que tendré que hacer tarde o temprano.
- Tendrás que hacerlo -me sugiere pendiente de cada una de mis reacciones.
- Lo sé. Pero, como todavía no ha surgido, no lo haré. No voy a contarle el primer día, con los tíos con los que he salido.
- Ya, pero resulta que Carlos, no es cualquier tío. Imagínate que vas a verlo a una carrera...
-Si es que quiere que vaya... -le recuerdo porque a Carlos no le hacía mucha gracia que fuera a verlo y que me "luciera " por el paddock, según él. Aunque después comprendí, que lo que no quería es tenerme cerca mientras él se pavoneaba por los circuitos.
- Si Marc no te lo pide, tampoco pasa nada, Alba. Lleváis poco tiempo y no querrá exponerte aún a la prensa. Y esta vez, si que lo hace por tu bien, porque si te ven con él, la gente empezará a airear tu pasada relación. -sentencia Marcos de esa manera que tiene él de dar por zanjada las cosas.
- Ay, Marcos, ¡de verdad! solo llevamos una semana juntos y ya estás dando por sentado cosas que aún no han pasado.
Mi tono de voz es molesto. Lo es porque Marcos me está haciendo las preguntas que yo me hago. Sé que en algún momento tendré que contarle lo de Carlos. No es algo que tenga que esconder por ser él quien es. A veces desearía no haberlo conocido, porque parece que él condiciona con quien esté. Y sino, a la vista está que la prensa aún me sigue relacionando con Marcos por el simple hecho de salir juntos a algunos sitios.
- Perdóname, Alba. No quiero que te enfades. No te decía las cosas sin mala intención -los brazos de Marcos me rodean y me dejo llevar por él hasta estar acostada sobre su pecho.
- No estoy enfadada. Solo molesta. Quiero vivir el día a día con Marc. Estoy a gusto con él. Me siento viva y feliz. No quiero pensar en nada más por ahora -le digo más para que deje de preguntarme que por otra cosa.
- Pues eso es lo único que a mi me importa. Y si te hace llorar, ésta vez, no me voy a estar quieto.
Recuerdo perfectamente el día que Carlos me dejó. Salí de la casa que solo me dio tiempo a compartir dos meses con él, con todas mis cosas, y mi único destino era la casa de Marcos.
" En cuanto abrió la puerta y me vio deshecha en un mar de lágrimas, sabía que había pasado algo.
- ¡Alba! ¿Qué pasa? ¿Porqué lloras?
Marcos estaba preocupado, pues no sabía el motivo de mis sollozos. Apenas era capaz de balbucear un par de palabras coherentes, pero al fin, y después de muchos minutos y una tila, pude contarle lo que había sucedido.
- Dice que no es culpa mía. Que no soy yo, que es él porque está agobiado -le expliqué como pude.
- ¡Pues claro que no eres tú! ¡Será hijo de puta! Agobiado. ¿De qué? Si apenas os veis.
- Tiene que centrarse en el campeonato. Quiere ganar este año. Y según él, es en lo único que piensa. No puede estar pendiente de mi tanto como quisiera.
Marcos apretó su mandíbula farfullando miles de improperios no muy agradables. Aquella noche, la primera tras mi ruptura con Carlos, la pasé en sus brazos. Llorando y dormitando cuando las lágrimas me dejaban. Mi amigo quería ir a pegarle. Pero, lo detuve diciéndole que no valía la pena y solo empeoraría las cosas.
Pero cuando dos semanas después, salieron las primeras fotos de Carlos con esa modelo italiana... me arrepentí de no haberlo dejado darle una buena hostia. "
*** Muchas gracias a las chicas de HEA_Editorial por el mockub tan bonito que me han hecho. Si aún no las seguís, no sé a que estáis esperando porque suelen hacer unas dinámicas muy chulas de escritura, a parte de dar muy buenos consejos a los escritores ***
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