Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3. Es un piloto

📅 DE CAMINO AL RESTAURANTE

- Puedes poner lo que quieras de música –Marc me hace un gesto señalando el equipo de música de su coche y por rellenar el silencio que nos invade, decido buscar una canción que poner. 

- ¿Algo en especial? –le pregunto mientras pulso los botones.

- Menos reggeton, pon lo que quieras. Soy más de pop-rock, pero tengo muchas canciones variadas en mi play list.

Paso una a una su lista de música, sorprendiéndome porque algunas de las que tiene, también son mis preferidas. ACDC, Imagine Dragons, Linkin Park y sobre todo, Eminem, del que escojo "Lose yourself" para escucharla. Al sonar las primeras notas, Marc, suelta una pequeña carcajada motivada por la elección de la canción.

- ¿De qué te ríes? –le pregunto moviendo mi nariz de arriba abajo.

- Que has escogido mi canción favorita –un pequeño gemido sale de mi garganta, porque también es una de las mías, pero, si se lo dijera, pensaría que quizás lo hago por darle la razón. 

- Buen gusto. Buena película. Se llevó un Oscar por esta canción -le informo sacando mi lado cinéfilo a relucir.

- Oscar que no recogió, por cierto –me recuerda él, queriéndome hacerme ver que se sabe toda la historia de Eminem.

- Y luego, años después, hizo una actuación de la hostia en los Oscar -le señalo yo también, porque a día de hoy, siempre busco ese vídeo en Youtube y lo sigo flipando.

- Cierto -me dice dándome la razón para volver a fijar la vista en la carretera. 

 Ambos volvemos a estar en silencio. Odio estar así. Con lo habladora que soy, no me gusta nada estar callada.

- ¿Lo de las tartaletas era verdad? –le pregunto intentando romper este silencio que nos invade.

- No, pero hubiera buscado algún sitio donde llevarlas –me contesta medio riéndome, algo que me halaga, pues que muestre tanto interés por mi, me gusta.

- Así que, ¿eres de Barcelona? -le sigo preguntando para no estar los dos en silencio. 

- De un pueblo que se llama Cervera. Aunque nací allí, por trabajo, vivo en Madrid, pero, siempre que puedo, regreso a casa. ¿Tú eres de la capital?

- Si. Nací cerca de Valdebebas, aunque ahora vivo por la zona de La Moncloa, por culpa de Iria –le cuento viendo que realmente está interesado en lo que le digo.

- ¿Y eso? -me pregunta haciendo un mohín con sus labios.

- Nos conocimos en la escuela de cocina. Aunque ella es de fuera, decidimos irnos a vivir juntas, pero, a condición de que ella eligiera el barrio. Para eso es un poco exquisita, pero bueno, yo la dejo.

- Eso si que es una buena amistad -me señala con su cabeza hacia el frente antes de volver a hablar- ya llegamos.

Marc aparca el coche en una calle no muy concurrida. Antes de quitarse el cinturón, ambos nos miramos como si quisiéramos decirnos muchas cosas y ninguno se atreviera a hacerlo. Contengo el aliento mirando fijamente sus labios. Gruesos. Suaves y muy besables. Así es como los recuerdo. Y las ganas de volver a probarlos, son infinitas.

- Espero que te guste la comida asiática. Este sitio es pequeño, pero se come bastante bien –su penetrante mirada casi me quita la respiración, dificultándome hasta el poder pronunciar palabra.

- Perfecto, entonces. A mi me gusta comer de todo –le respondo sin ser consciente de las últimas palabras que he pronunciado.

- ¿De todo, Sunny? –su burlona sonrisa hace que mis mejillas ardan en este momento, debido al doble sentido de su pregunta.

- Casi, de todo.

Me quito el cinturón de seguridad y me dispongo a salir del coche, escuchando otra carcajada suya por mi causa. Tomo aire antes de que él se sitúe justo a mi lado. No sé porqué estoy tan nerviosa. Se supone que solo es una cena y nada más. Pero es que ese nada más me está matando. Cruzo mis brazos a la altura de mi pecho porque la noche es más fresca de lo que pensaba. Siento su mano en la parte baja de mi espalda y me giro para ver como esboza una sonrisa mientras caminamos hacia el restaurante.

- ¿Tienes frío? –me pregunta deslizando su mano de arriba a abajo, como si quisiera darme ese calor que me falta.

- Un poco. Yo pensando que el clima en Barcelona es más cálido y hace un frío de la hostia -le confieso riéndome de forma nerviosa.

Marc abre la puerta del restaurante en cuanto estamos delante de él. Me deja pasar primero y lo primero que hago, es agradecer la temperatura que hay dentro. En cuanto entramos, un camarero viene hacia nosotros saludando afectuosamente a Marc. Nos pide que le acompañemos a nuestra mesa y me llama la atención que algunas personas se giren un poco para mirarnos.

- En seguida les traigo la carta, ¿Qué quieren beber? -nos pregunta el camarero en cuanto nos acomodamos. Nuestra mesa, está al fondo del local, en una especie de habitación privada que al parecer, es el hueco de la escalera, pareciéndome algo muy curioso y original.

- Para mi un agua con gas, ¿y tú? -Marc se dirige a mi mientras me quito el abrigo. Lo dejo sobre la silla y al girarme para responder, puedo ver su intensa mirada sobre mi cuerpo, dándome un buen repaso que casi hace que me quede sin respiración. Si, Marcos tenía razón, este vestido es un escándalo.

- Lo mismo -le respondo sentándome por fin. Las cartas están encima de la mesa y cojo una para poder disimular mis nervios, pues él, aún sigue mirándome. Me muerdo el labio inferior decidiendo lo que comer.

- Alba -el tono de su voz me hace dejar de prestarle atención a la carta, para, poder mirarlo a él- estás preciosa con ese vestido.

Preciosa. Solo una palabra y ya hace que mi corazón se vuelva loco perdido por su causa. Le sonrío agradeciéndoselo y aprovecho para preguntarle que pedir. Ambos compartimos una de las cartas y después de unos segundos, decidimos pedir varias cosas para los dos. En cuanto el camarero nos trae las bebidas, nos toma nota de lo que queremos cenar y vuelve a dejarnos solos.

- ¿Qué tal llevas el evento? -me pregunta alejando mis lascivos pensamientos sobre él y esos brazos, fuera de mi cabeza.

- Bueno, a partir de mañana, será estresante. Lo que yo hago se tiene que hacer en el mismo momento y soy demasiado perfeccionista. Así que... de puta pena -le confieso riéndome.

- ¿Y qué tienes que hacer?

Durante varios minutos le explico las 10 variedades de postres que tengo que servir. Marc se muestra bastante sorprendido cuando le cuento todas las raciones que tengo que preparar. Hablo con entusiasmo y él parece realmente interesado en lo que le cuento. Pero, a veces me pasa que cuando estoy nerviosa, no paro de hablar, y no quiero tener la sensación de que lo estoy aburriendo o algo.

- ¿Hasta cuando te quedas? -me pregunta echándose hacia atrás en la silla. Durante toda la noche, llevo mirándole los labios sin disimulo, pues, de vez en cuando se los moja, y creo que es porque también está nervioso por ésta cena.

- Hasta el lunes por la mañana. Por mi me hubiera ido antes, pero, el domingo voy a ver el clásico -le doy un sorbo a mi copa de agua viendo su inesperada reacción ante mis palabras. Los primeros platos comienzas a servirse en nuestra mesa, y no pierdo tiempo en probar uno de ellos. 

- ¿Vas a ver el Barcelona- Real Madrid? ¿es que eres del Barcelona? -su perpleja mirada me llama la atención pues supongo que no esperaba que otro de mis objetivos en este viaje fuera ir a Camp Nou. 

- ¡Nooo! si lo hiciera, mi mejor amigo me mataría. Voy a ver el clásico porque él me lo ha pedido. Marc sigue mirándome esperando que le cuente algo más, pero, nunca me gustó alardear de mi amistad con Marcos, y si él no pregunta nada más, no se lo contaré.

- Entonces, ¿irás con tu amigo a ver el partido? -Marc sigue insistiendo siendo algo que no voy a poder eludir.

- No exactamente... -retuerzo mis labios algo nerviosa, pensando como le voy a contestar. 

- No me lo quieres contar -una pequeña sonrisa sale de su boca afirmando algo que es bastante evidente. 

- No es eso. Bueno, si lo es -titubeo antes de responderle, pero, su sonrisa y sus gestos me demuestran que puedo confiar en él. No sé, es un presentimiento que tengo con Marc -Marcos, mi amigo, va a jugar el partido.

- ¿Marcos? -veo como un gesto extrañado se forma en su rostro.

- Si, mi mejor amigo juega en el Real Madrid -Marc abre mucho sus ojos sorprendido por mi confesión.

- ¿Marcos Llorente? ¿tu mejor amigo es Marcos Llorente? -me pregunta casi sin poder creérselo.

- Así es -suspiro lentamente después de contárselo- no es algo que suela contar a nadie. No me gusta presumir de él.

- Es un buen lateral -me señala mientras le hacemos sitio al resto de la comida.

- Lo es. Y yo su mayor fan.

Le cuento a Marc como nos conocimos Marcos y yo. A su vez, él me cuenta cosas de sus mejores amigos diciéndome que aunque conoce a mucha gente, tiene amigos de toda la vida, en los que puede confiar. La conversación fluye de manera sorprendente entre nosotros. Tenemos gustos parecidos por la comida y algunas aficiones similares.

La cena transcurre bastante cómoda, pues es lo que él me hace sentir. No ha dejado de mirarme en ningún momento, poniéndome en ocasiones, bastante nerviosa. Casi estamos terminando de comer, y decidiendo que postre tomar.

- ¿Y cómo acabaste siendo repostera? y una muy buena, por cierto -Marc pone sus codos encima de la mesa, dándome una buena vista de sus antebrazos, pues el jersey que lleva puesto, le resalta cada músculo de estos. Si aún no babeo, es porque me da vergüenza ajena.

- Por mi abuela. Tenía una pastelería en el pueblo donde vivía, así que, me he criado entre azúcar y harina -le cuento bastante entusiasmada, porque hablar de mi abuela y de lo que hace siempre me emociona- cuando estaba en el último año de instituto, no me apetecía hacer una carrera ni ninguna especialidad, así que, decidí entrar en la Escuela de Hostelería.

- Sabía decisión entonces -Marc se lleva su copa de agua a la boca, y yo, sin poder evitarlo, miro como moja sus labios al beber. Y recuerdos de esos labios en mi cuello y en mi boca, producen un pequeño espasmo en mi vientre.

- Supongo que si. Allí conocí a Iria, y encontré mi vocación. No me arrepiento de mi decisión -y luego cuando dicen que el destino no existe, o algo así, me río. Porque está claro que mi morena y yo estábamos destinadas a conocernos.

- Se nota lo mucho que te gusta tu trabajo -me señala él, siendo esto bastante evidente, debido a la elocuencia de mis palabras.

- Así es, y bueno, ¿tú a que te dedicas? no he parado de hablar de mi, y apenas sé nada de lo que tú haces -Marc pone de nuevo sus codos encima de la mesa, flexionando estos al hablar. El color café de sus ojos es lo que siempre me llamó la atención de él, y ahora que puedo observarlos de más cerca, tengo que decir que me tienen loca perdida.

- Creo que jamás lo adivinarías -el tono burlón de su voz hace que mueva mi boca de un lado a otro pensando a qué podría dedicarse.

- Estás en forma, y te cuidas, tienes pinta de profesor de gimnasio, aunque bueno, por el coche seguro que el gimnasio es tuyo -Marc ladea un poco su cabeza y niega de un lado a otro fijando de nuevo su atención en mi.

- Es cierto que en mi vida el deporte tiene mucha importancia, pero, no soy profesor, ni de gimnasio ni nada. Aunque no los visito porque tengo uno en casa -por sus palabras y por la forma en la que se expresa, se nota que Marc tiene una buena posición económica. Es algo que sé reconocer porque he estado rodeada de gente así, aunque él no parece ser de los que alardea de ella.

- ¿Abogado? ¿CEO de alguna empresa? ¿Modelo? -de nuevo él niega cada una de mis preguntas, pareciéndole hasta divertido mis suposiciones.

- ¿A ti te gusta el motociclismo, Alba? -su pregunta me pilla bastante en fuera de juego, sobre todo por los gestos que acompañan a su pregunta.

- No es un deporte que siga. No me llama la atención -le confieso encontrándome algo de decepción en su voz, a la vez que mi estómago sufre un vuelco acelerándose los latidos de mi corazón a cada segundo que pasa.

- Bueno, pues yo soy piloto de Motociclismo, o de Moto GP, como quieras llamarlo.

Trago saliva sintiendo la garganta seca y como el respirar me está costando. Llevo mi copa de agua a la boca para disimular mis nervios y mi desagrado. Un piloto. Otro puto piloto. De los que compiten en carreras. Con sus libres, clasificaciones y sus Grandes Premios. Me juré no volver a vivir esto nunca más, y el destino me odia, por ponerme delante a todo de lo que me quiero alejar.

- Oh, que bien -es lo único que se me ocurre decir, mostrándose él algo decepcionado por mi reacción- ¿y se te da bien?

- Algo. He ganado algunas carreras.

Esbozo una sonrisa intentando que no se me note mi desilusión. Ahora mismo estoy en un momento de mi vida que no quisiera involucrarme con un piloto, aunque sea de motos. Y aunque no vaya a pasar nada más entre nosotros, prefiero cortar de raíz, antes de arrepentirme luego.

- Oye, Marc, ¿te importaría llevarme al hotel? mañana tengo que levantarme súper-pronto -le pido algo más cortante de lo que quisiera. Pero, parece que él nota mi incomodidad y hace lo que le pido.

Marc no me deja pagar. A pesar de ser yo la que le propuse esta cena, él se ha empeñado en invitarme. El trayecto en el coche, lo hacemos en un pesado silencio generado por mi culpa. Tengo ganas de llorar de la rabia. Porque he conocido a alguien increíble, pero, ahora mismo no puedo lidiar con lo que él es. Casi estamos llegando al hotel, cuando él detiene su coche unos metros antes de la entrada principal. Quiero quitarme el cinturón y bajarme deprisa, pero, su mano en mi muslo me lo prohíbe.

- Supongo que el que te haya dado este bajón después de cenar está motivado por los nervios del viernes -me hace él saber, siendo consciente de que no es por eso por lo que yo estoy así.

- Algo así. Estoy un poco agobiada -le confieso siendo esto verdad, aunque no es por el evento- pero gracias por la cena. Me ha gustado verte otra vez, Marc.

- ¿Quieres que quedemos mañana otra vez? sé que estarás muy ocupada, pero comer, tienes que comer, ¿no?

Aprieto mis dientes y contengo las ganas de llorar que ahora mismo me atenazan. Me odio a mi misma por ser así, tan débil y tan desconfiada. Pero, dentro de mi, sé que no estoy preparada para esto. Para estar con otra persona pública. Nuestras miradas se cruzan y repaso su cara unos segundos. Como si me estuviera despidiendo de él, que es lo que voy a hacer en este momento.

- Lo siento. Pero voy a estar muy ocupada estos días. Si puedo, te llamo. Y si no, como vives en Madrid, ya nos veremos. Gracias por la cena.

Y sin dejarle replicar, salgo de su coche como alma que lleva el diablo, y si, acordándome de la puta madre que parió a Carlos Sainz, porque por su culpa, estoy así.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro