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28. Con un cocktail de plátano

📅 FINALES DE MARZO

📅 DOS SEMANAS DESPUÉS

Mirar por la ventana y ver como pasan los días, se está convirtiendo en mi deporte favorito. Lo único que ahora en vez de ver la noche caer desde mi casa, lo estoy haciendo en el coche y de camino a un restaurante donde Marc me va a llevar a cenar. Llevamos un buen rato los dos en silencio. Mis manos aún siguen sobre mi vientre y de vez en cuando me las retuerzo para aplacar mis nervios.

-Aún estás a tiempo, Alba -ladeo un poco mi cabeza para prestar atención a las palabras de Marc, quien luce algo ofuscado mientras me las dice- doy la vuelta y...

-Marc, para -pongo una de mis manos en su muslo para que deje de sentirse tan mal. Suya fue la idea de salir a cenar y más parece que el que no quiere es él en vez de yo- vamos, cenamos y a casa. Tengo que salir. La psicóloga lo dijo. No es bueno que esté encerrada. Cuando antes intente volver a la normalidad, mejor.

-De acuerdo, pero si te sientes agobiada o lo que sea, nos vamos y le dan por culo a todo.

Sonrío tras las palabras de Marc y asiento para que se quede tranquilo. Tengo que recuperar mi vida poco a poco. Enfrentarme a lo que hay fuera de las paredes de casa. Y aunque sé que me va a costar, estoy poniendo todo de mi parte para que así sea. Y salir hoy a cenar es un gran paso. He dejado alguna de la medicación que me recetaron pues por suerte, ya no la necesito. Por la noche si tomo una pastilla para dormir pues me encuentro bastante inquieta y tengo que mantener a raya las pesadillas. Es una dosis muy baja, pero a mi me sienta de maravilla porque duermo del tirón. Y mi objetivo es suprimirlas también en un futuro.

-Eres muy valiente, mi Sunny -esbozo una sonrisa al girar mi cabeza y mirar a Marc. Me la devuelve de igual manera y todo esto hace que mi corazón lata aún más fuerte. 

-Te quiero, Marc. Gracias por cuidarme tanto -alzo una de mis manos y la deslizo por su pelo. Se lo revuelvo un poco ganándome un par de protestas suyas.

-No me des las gracias, mi vida. Es la única meta que tengo en la vida. Cuidarte y hacerte feliz. Lo demás me la suda.

No puedo evitar reírme porque sé que lo dice muy en serio. Sé lo mal que él lo ha pasado. Lo que ha sufrido pensando que podía haber evitado lo que pasó. Y eso es algo con lo que también he tenido que lidiar. Con su sentimiento de culpa y como a veces, no quería acercarse a mi de lo mal que se sentía. Por suerte, tengo una psicóloga muy buena que me ayudó a hacer frente a esta situación, y puedo decir que por lo menos, él ya no se agobia tanto. 

-¿Marc? -llamo su atención al ver que dirige el coche hacia la puerta principal de un Hotel. Pero no un hotel cualquiera. Se trata del Four Seasons Hotel Madrid. Y lo conozco porque estuve de prácticas aquí.

-¿De verdad pensabas que te llevaría a un sitio normal y corriente? esta noche es para celebrar, y tú, mi pequeña Sunny, te mereces lo mejor.

Los labios de Marc tocan los míos dejándome sin palabras. Agradezco el haberme vestido algo más formal, pues tengo claro que lo que voy a encontrarme allí dentro lo va a ser. La puerta de mi lado se abre, y un chico uniformado me da las buenas noches. Le contesto, bajándome del coche y esperando a Marc, quien le entrega las llaves de su BMW y se coloca a mi lado deslizando sus manos por mi cintura.

-Lo bueno de venir aquí, es que la gente no nos mirará porque seguro que hay alguien más famoso al que prestar su atención -me dice Marc mientras me acompaña hacia la entrada del hotel- pero si todo esto te incomoda...

-¡No por dios! adoro este sitio -siempre me ha fascinado este sitio. Antes era el Banco de España y ahora es un hotel de lujo, pero con palabras bien grandes.- además, creo que Dani García sigue siendo el chef ejecutivo.

-Bueno, pues esta noche, nos olvidamos de todo y a disfrutar, ¿te parece bien?

Marc me lleva hacia los ascensores aún cogidos de la mano. En cuanto estos se abren, nosotros entramos y hasta la decoración de dentro me sorprende. Las puertas se cierran y tardo poco en acercarme a mi novio, poniendo mis manos en su cuello para perderme en su mirada. Él pone la suyas en mi cintura, moviéndose lentamente mientras subimos a la azotea.

-Te quiero, Marc -mis labios ocupan los suyos en cuestión de segundos. No quiero besos lentos. Quiero besos que me inflamen los labios y que me quiten la cordura. Mi lengua se abre paso a través de sus dientes. Una explosión se desata en mi cuerpo cuando toca la suya, rozándola una y otra vez de manera provocativa. Mis dedos se enredan en su pelo y tiro de este para profundizar aún más el beso.

-Aún reservo una habitación y hago que nos lleven la cena -el tono ronco de su voz, hace que todas mis terminaciones nerviosas se disloquen. Lo deseo y mucho. Desde que pasó lo del robo, no hemos vuelto a estar juntos y todo es por culpa de los sentimientos que a ambos nos rodean y que nos tienen atrapados.

Quiero contestarle y besarle otra vez, cuando las puertas del ascensor se abren. Me separo de Marc y mi mano busca la suya mientras dejo que él me guíe hacia el restaurante. Me pongo de puntillas y me acerco a su oído para susurrarle algo que lo pone algo nervioso, y que a mi me encanta. 

-Yo que tú, señor Márquez, no descartaría lo de la habitación.

📅 MÁS TARDE

- Entonces, ¿Iria está bien en Las Vegas? -asiento a la pregunta de Dani García, quien en cuanto se enteró de que Marc y yo estábamos cenando en su restaurante, salió a saludarnos. El tener una amiga que es hija de un gran cocinero, hace que tus amistades culinarias, se amplíen, algo que es de agradecer.

-Al parecer, si -le contesto encogiendo mis hombros- en un mes y el restaurante ha doblado sus reservas. Todo el mundo quiere comer cocina española.

-Joder, lo que me alegro por ella. Se lo merece. Siempre ha odiado estar a la sombra de su padre y mírala, ha conseguido brillar por luz propia. Bueno, tengo que volver y recoger -Dani se acerca para despedirse de mi con dos besos y a Marc con un apretón de manos- te recuerdo que tienes que venir a hacer las tartaletas.

-Oh, tranquilo. Que en cuanto me encuentre bien, iré -le prometo alzando una de mis manos.

-Chicos, lo que tomen ellos, va a mi cuenta. Todo -Dani le hace un gesto al camarero de la barra y aunque Marc y yo protestamos, nos ignora largándose con un movimiento de su mano.

-Es un buen tío -me dice Marc en cuanto nos quedamos a solas. Agarro mi cocktail de plátano y le doy otro sorbo.

-Esto está delicioso -mi novio moja sus labios uno con otro y se acerca hasta tener sus labios cerca de mi cuello.

-Tú si que eres deliciosa -su boca se posa en mi hombro consiguiendo que todo mi cuerpo se estremezca a causa del contacto de sus labios con mi piel.

-¿Tienes muchas ganas de probarme? -mis palabras se han vuelto insinuadoras porque yo si que le tengo ganas. 

-De comerte entera -el tono de su voz y su intensa mirada me demuestran el deseo que Marc siente por mi. Estoy a punto de besarlo, dándome igual donde estamos, cuando veo que mi novio se endereza y su rostro se torna algo más serio.

-¿Marc? -llamo su atención y él está estático mirando un punto fijo tras de mi. Me doy la vuelta para comprobar que está mirando, y entonces lo entiendo todo.

-Carlos -dice Marc siendo él quien saluda a mi ex-novio.

Tomo aire lentamente para poder dejarlo salir de igual manera. No es que me ponga nerviosa tenerlo delante de mi, lo que me puede llegar a molestar, es lo que sienta Marc al verlo. Aunque él me contó que Carlos llamó unas cuantas veces interesándose por mi estado, y eso es algo de agradecer. Me fijo en la chica que lo acompaña. Debe ser su prometida pues desde que está con ella no se lo ha visto con más chicas. Me sorprende la mirada de color gris de ella y también que es una chica guapísima. 

-Marc -Carlos le estrecha la mano a mi novio con bastante educación-. Alba. Me alegro mucho de verte, ¿Cómo te encuentras?

-Bueno. Ahí voy. Estoy mucho mejor, gracias por preguntar -le respondo de forma educada sin querer entrar en muchos detalles, pero él alza una de sus cejas, pues el estar tanto tiempo juntos hace que casi no pueda mentirle, así que, acabo claudicando- vale si, me duele de cojones de vez en cuando y resulta que ahora soy propensa a sufrir infecciones y tengo que tomar una pastilla diaria. Por lo demás, bien.

-Cuando no se queja, está todo bien -añade Marc ante mi indignación. Alzo mi mano y le golpeo en el hombro, recibiendo una divertida mueca por su parte.

-Me han disparado, ¿Cómo coño quieres que esté? ¿te bailo una sardana? -le contesto en un tono de voz algo molesto.

-¿Sabes bailar la sardana? -ahora es Carlos quien me pregunta luciendo una expresión en su rostro, algo más relajada.

-No. Es un decir -me fijo en la chica que acompaña a Carlos quien no ha abierto la boca, pero, en cuanto he dicho lo del disparo, me ha mirado algo horrorizada- hola, soy Alba, tú debes ser la prometida de este inútil, ¿verdad?

La chica abre mucho sus ojos sorprendida por mis palabras. Marc empieza a reírse y Carlos me mira con el ceño fruncido. La morena por fin esboza una sonrisa y se acerca hasta a mi para darme dos cariñosos besos en la mejilla que me parecen de lo más dulce.

-Soy Karisa -responde ella, acercándose a Marc para hacer lo mismo- y coincido en lo de inútil. Me alegro mucho de que estés mejor. Había escuchado en las noticias lo que te pasó y ya me dijo Carlos que fuisteis novios.

Miro a Carlos bastante perpleja porque le haya contado a Karisa que salíamos juntos, cuando nunca le había contado a nadie tan abiertamente que lo éramos. No puedo evitar sonreírle a la chica porque la primera impresión que tengo de ella, es que me gusta. Y a Carlos también, a juzgar por como la mira.

Solo hablamos un par de minutos más, siendo Marc y Carlos los que lo hacen en una conversación de la que no me alcanza a escuchar lo que dicen. 

-Cuídate, Alba -me dice Carlos agarrándome de los hombros y dándome dos cariñosos besos- hemos estado todos muy preocupados por ti.

Las palabras de Carlos me dejan algo confundida, pero, decido no darle más importancia. Los vemos alejarse y salir del restaurante, cuando, siento las manos de Marc en mi cintura y su boca de nuevo en mi cuello.

-Si reservo una habitación para pasar la noche aquí, ¿me vas a dejar que te haga el amor, Sunny?

Me muerdo los labios sintiendo como cada palabra de Marc se clava en mi vientre, así como el deseo empieza a acrecentarse. Ladeo mi cabeza hasta tener sus labios a pocos centímetros de los míos y niego con mi cabeza.

-No quiero hacer el amor -le digo viendo como su rostro se muestra algo confundido tras mis palabras- quiero follar.

📅 UN RATO DESPUÉS

Cuando Marc quiere hacer algo especial, tengo que decir que lo consigue. La habitación donde estamos, es una suites con inmejorables vistas al centro de Madrid. Es increíble la cantidad de dinero que se ha gastado, por querer que pasemos una noche especial. Aparto mi mirada de la ventana al escuchar como él sale del baño. Me doy la vuelta lentamente para atrapar su mirada. Está sobre todo mi cuerpo. Dándome un repaso mientras se moja los labios muy despacio.

-Hacía mucho que no te veía en ropa interior -esbozo una sonrisa satisfecha, feliz de que el estar en tanga y sujetador le provoque la expresión de deseo que tiene en su rostro.

-Y hace mucho que no me la quitas.

Una sonrisilla se forma en sus labios mientras se acerca hacia donde estoy. El que esté sin camiseta también hace que todo mi cuerpo se estremezca y que incluso mi vientres sufra un doloroso espasmo por su causa. Él no pierde el tiempo y atrapa su boca contra la mía en un brutal beso que casi me deja sin respiración. Nuestros dientes chocan el uno con el otro y es su lengua la que los separa. Su boca es adictiva. Suave. Dulce, y codiciosa de lo mucho que me gusta besarlo. 

Marc me agarra de las caderas y me alza sentándome en la robusta mesa de roble que hay en el comedor. Sus manos aprietan mi culo y la deslizan hasta arriba perdiéndose en mi cintura. Abro mis piernas para que él pueda colarse entre ellas, y al hacerlo, su pene roza mi vientre produciéndome un cosquilleo. 

-Joder, que ganas tengo de follarte, Alba -mi boca se curva en una sonrisa pues mis ganas por él crecen a cada segundo. 

Él desabrocha mi sujetador, dejándolo a un lado para poner sus manos en mis pechos. Los retuerce y masajea hasta juntarlos. Nuestras miradas están fijas la una sobre la otra. Es deseo. Es las ganas que nos tenemos y que ambos queremos saciar. Marc me levanta los pechos llevándolos a su boca besándolos y lamiéndolos alternativamente. Su lengua juega con mis pezones, dándoles pequeños toques para después, succionarlos de forma muy ávida. El frescor de sus labios provocan en mi que oleadas de placer se apoderen de mi cuerpo, produciéndome pequeños temblores. Cuando se cansa de hacerlo, lleva sus manos hacia mis bragas, deslizándolas por mis piernas hasta quitármelas del todo. 

-Marc. No quiero esperar más -mi ruego es recibido por él con una leve y sensual sonrisa que aumenta mi anticipación.

-Quizás debería llevarte a la cama -su sugerencia resulta ser bastante molesta pues no quiero interrumpir este momento por nada del mundo. 

Lo agarro del cuello y tiro de él para buscar su boca y presionar sus labios con los míos. Su lengua, me busca chupando mis labios y repasándolos centímetro a centímetro. Llevo mis manos hasta la cinturilla de sus pantalones y se los voy bajando poco a poco, hasta liberar su erección, esa que tanto deseo tener dentro de mi.

-Aquí y ahora, Marc.

Él lleva su mano a su pene y lo va acercando hacia mi abertura. Abro más mis piernas y me muevo hasta ponerme casi al borde de la mesa. Siento la punta rozándome y provocándome con ella. 

-Mi niña está impaciente -Marc me agarrar de las caderas, estando a punto de entrar en mi, algo que deseo tanto y que me lleva a contener el aliento. Todo mi cuerpo quiere tenerlo dentro.

Marc afianza el agarre de sus dedos en mi cintura y de un empujón, su pene se entierra dentro de mi tan profundamente que ambos gemimos a la vez. Me agarro a su cuello haciendo que mi lengua se deslice por su piel. Saboreándolo y probándolo cada vez que él entra y sale de mi de una forma tan errática que mis jadeos son tan incontrolables como las acometidas de su pene. 

Sus frenéticos movimientos están siendo una locura, pues me está embistiendo tan profundo que siento que roza mi matriz cada vez que se mueve. Pongo mi boca en su cuello deseando mordérselo. Le ayudo a penetrarme moviendo mi cuerpo de delante a atrás mientras sigo sujeta a su nuca.

- ¡No pares, Marc! -le exijo cada vez que él sale de mi para penetrarme aún más fuerte y profundo. 

Mi exigencia se topa con una sonrisa de suficiencia por su parte. Él me agarra de las caderas y aún dentro de mi, se desplaza un par de pasos, hasta acabar tirado en el sofá. Intento recuperar el aliento que he perdido por su causa. Siento su pene hinchándose dentro de mi y como aún estoy dolorida por no haber alcanzado mi liberación. Marc me aparta el pelo de la cara para besar mi boca, esta vez, de una forma lenta y placentera que hace que todo mi cuerpo se estremezca.

- Muévete, Alba -sus dedos se clavan en mis caderas, instándome a que lo haga. 

Pongo mis manos en sus hombros para subir todo lo que puedo hasta que su pene, casi sale de mi. Me dejo caer con fuerza, a la vez que jadeo su nombre cuando de nuevo está profundamente clavado en mi. Su lengua recorre mis dos pechos, intentando morderlos cuando están al alcance de su boca. 

-Así, muévete, preciosa. Haz que me corra.

Mis movimientos se aceleran ayudada por él. Sus manos me guían a subir y bajar. El roce de nuestros cuerpos es demasiado placentero. El choque de mi cadera con la suya y mis gemidos, hacen eco en la habitación. Arqueo mi espalda hacia atrás, lo que Marc aprovecha para morder uno de mis pechos produciéndome un ronco jadeo.

- Me voy a correr, Marc.

Sus manos sujetan mi cintura ayudándome a moverme. Siento en todo mi cuerpo ese inevitable cosquilleo. El que hace que todo estalle a mi alrededor. Marc hunde su cabeza entre mis pechos, y segundos después, lo escucho gruñir mientras busca mi boca para besarme con ansiedad.

Me dejo caer sobre su pecho con los latidos desbocados de mi corazón, aún locos perdidos en mi pecho. Sus manos están sobre mi espalda, acariciándome muy despacio e intentando aplacar mi agitada respiración. 

-Y ahora, pequeña, te voy a llevar a la cama y te voy a hacer el amor. Que de eso también tengo muchas ganas.

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