16. 23 Rosas Rojas y Una Azul
📅 JUEVES
El ramo de rosas que le he enviado a Alba le ha gustado mucho más de lo que pensaba. De hecho, lo ha puesto en Instagram.
Pienso en nuestra conversación, y una parte de ella hace que me lleve las manos al pelo algo fastidiado. Muevo mis dedos por la pantalla para ver que, efectivamente, las fotos de Alba y Carlos están por todas las redes sociales. No sé lo que siento al verlas. Solo sé que no me gustan. Ella está disgustada. Y diría que algo descolocada.
Compartió su vida con un cabrón durante casi un año y ahora tiene que verlo otra vez. Si, una parte de mi tiene cierta inseguridad. No por ella, sino por él. Carlos es capaz de todo. Por lo menos el Carlos de ahora, ese que yo no conozco, porque el que era mi amigo, no haría estas cosas.
Siempre me he preguntado que le llevó a volverse así. Que cambió tanto en él para convertirse en un cabrón. Solo recuerdo que dejó a una novia que tenía, por las mismas absurdas razones que a Alba, y a partir de ahí, todo cambió en él.
- ¿Qué haces, hormiga? –Robert aparece por la puerta que separa nuestras habitaciones quedándose en el marco de esta.
-Alba ha subido la foto del ramo a Instagram.
-Eso es que le ha gustado mucho -Rober me sonríe y cruza sus brazos dándome una de esas miradas que él da, esperando que yo hable- ¿y qué más?
- Que me jode no poder pasar mañana mi cumpleaños con ella –le confieso sentándome en la cama algo entristecido.
- ¿Y porqué no vas a estar? –Robert camina hasta sentarse frente a mí en uno de los sillones que hay.
- Estoy aquí, ¿tú que crees?
- ¡Madre mía! Un tío que es millonario, que puede permitirse el lujo de alquilar un avión para ir a ver a su novia a Barcelona y organizarle un cumpleaños que no olvide en la vida...y está aquí sentado lamentándose de su desgracia –Robert mueve su cabeza de un lado a otro regañándome de camino- pues sí, yo lo que creo es que eres gilipollas.
Robert me da una sonrisa burlona y acabo rodando mis ojos en su dirección. Apoyo mis manos en el colchón procesando sus palabras e ideando un plan en cuestión de segundos.
- ¿Te ayudo? Tienes cara de maquinar algo y dos cerebros piensan más que uno. Y ya sabes que de los dos, yo soy el más inteligente -mi amigo me da una burlona sonrisa, a la vez que admito que necesito su ayuda.
-Estoy pensando en ir mañana a Barcelona. Pero, me gustaría hacer algo especial. Algo que no espere, aunque sea un pequeño detalle que sepa que la voy a sorprender.
-Pues... no sé. Piensa en los momentos que habéis vivido durante estos meses juntos y en algo que creas que a ella le gustaría mucho hacer. Eso si, tiene que ser en Barcelona.
Sopeso el consejo de Rober, pensando que puede haber en la ciudad condal que a ella le guste y que pueda ser una sorpresa. Me llevo la mano a la cara pensando en esos momentos.
Y es entonces cuando sonrío, al recordar, nuestro primer beso. De día, claro.
📅 AL DÍA SIGUIENTE
📅 VIERNES
📍 BARCELONA
La suerte de ser un piloto de élite es que no me ha resultado difícil poder acceder al circuito de Montmeló. Es cierto que me he tenido que parar un montón de veces para hacerme fotos y saludar a los aficionados, pero, en cuanto he llegado al paddock, la cosa se ha relajado un poco.
Camino con decisión hacia el Club Vip. Me hubiera gustado venir antes, pero, tenía que encargarme de preparar todo para la sorpresa que le tengo a Alba. No se lo espera, y sé que le va a gustar. Estoy bastante nervioso. Tengo muchas ganas de verla. De poder darle esas felicidades que solo he podido decirle por teléfono.
Cojo aire en cuanto llego a la entrada del Club. Se están sirviendo las últimas bandejas, algo que sé por Iria, a quien ya le he avisado que estaba llegando. Me quito las gafas de sol y saludo a algunas personas que conozco. Esto está lleno de famosillos, siendo una gran mayoría, los que no les gusta la Fórmula Uno y están aquí por la foto.
Espero algo apartado hasta que ella sale por uno de los laterales de la barra. Lleva el pelo recogido en una coleta alta. Sin apenas maquillaje y con un vestido negro por mitad de muslo que está disparando mi imaginación a niveles insospechados.
Me acerco a ella lentamente. Esperando que se percate de que estoy aquí. Le da indicaciones a uno de los camareros y cuando desvía su mirada y se cruza con la mía, todo su semblante cambia. Pasa de la sorpresa a la alegría en cuestión de segundos. Alba se lleva su mano a la boca y empieza a caminar hacia donde estoy. Sus pasos son lentos y cautelosos y sé que lo hace por la gente que nos rodea.
Algo que a mí me importa una buena mierda.
- Pero... ¿Qué haces aquí?
No la dejo casi acabar la frase cuando la estrecho entre mis brazos presionando mis labios con los suyos. La beso sin importarme nada ni nadie. Solo ella. Tomo su boca, disfrutando del sabor a menta que invade la mía al besarla. Mi lengua atraviesa el interior de su boca, para buscar la suya y juguetear con ella. Cuando ambas se encuentran, una explosión se desata en mis labios solo con tocarla. Estaría besándola hasta que los labios me ardieran, pero creo que por el momento es suficiente.
- Feliz cumpleaños, preciosa.
- Oh, Marc –Alba vuelve a abrazarme. Siento los latidos acelerados de su corazón en mi pecho. Cierro mis ojos disfrutando de la cercanía de su cuerpo y del aroma a moras que desprende- ay, joder, ¡que contenta estoy de que estés aquí conmigo!
-Tenía que venir. No me hubiera perdonado por nada del mundo no estar a tu lado este día.
La separo de mi pecho, pero no de mí, pues mantengo una de mis manos sobre su cintura. Su sonrisa se ha ensanchado aún más y se muestra bastante entusiasmada con mi presencia.
- Anda, ven, que allí hay tres cotillas que se mueren por conocerte -Alba tira de mí, aún abrazada a mi cintura, llevándome hacia una de las mesas que hay en la parte del fondo.
No me pasan inadvertidas las miradas de algunas personas sobre nosotros, dándome bastante igual que lo hagan. Dos chicos y una chica morena nos miran sin perderse detalle de nuestros movimientos, aunque disimulan un poco cuando estamos frente a ellos.
- Max. Drea. Lando. Este es Marc, mi novio –el orgullo en la voz de Alba se refleja al decir en voz alta que soy su novio, algo que a mí también hace que se me hinche el pecho. Saludo a la chica en primer lugar, y al corredor británico el siguiente.
- Ya nos conocíamos, Márquez –Max y yo nos damos un amigable apretón de manos- enhorabuena. Estás con una de las mejores chicas que he conocido en mi vida.
- Bueno, comparto eso contigo –le contesto afirmando sus palabras. Alba se refugia en mi pecho poniendo su cabeza en mi cuello mostrándose algo tímida al hacerlo.
- ¿Vais a ver la qualy? –nos pregunta Drea haciéndole un gesto a uno de los camareros para que nos traiga algo de beber.
- No tenía yo muchas intenciones, y menos ahora que está aquí Marc –contesta Alba abrazándome aún más.
- Bueno, si te apetece, podemos verla –le contesto fijando mi mirada en Max- aunque tendremos que ir a Red Bull.
- ¿A Red Bull? ¿y eso por qué? –Alba me mira bastante confundida sin entender por qué tenemos que ir al box azul.
- Porque Max y yo compartimos el mismo patrocinador y estaría muy feo que nos vieran en otro sitio –le contesto respondiendo a sus dudas.
-Marc Márquez quedaría muy guay en el mío -Lando arquea una de sus cejas proponiéndome algo que es imposible. Hay unas reglas no escritas con los patrocinadores, y deben cumplirse.
- Pues si tú quieres, a mí no me importa -me dice Alba manteniéndome una bonita sonrisa.
- Lo que tú quieras. Es tu cumple Alba, tú mandas –mi novia se muerde el labio superior dirigiéndome una bonita sonrisa que me corta la respiración. Porque ella lo hace. Tiene esa capacidad. La de dejarme sin aliento.
- ¡Qué monos sois, por favor! -. Lando Norris, el británico, se hace aire con la mano de manera teatral mientras nos mira, ganándose un gesto airado por parte de Alba.
- Eres un envidioso, Norris –le acusa ella señalándolo con uno de sus dedos.
- Pues mira, si, no te voy a mentir. Hace tanto tiempo que no echo un polvo, que ahora mismo me da igual si es un tío o una tía. Así que, si conocéis a algún tío bueno, presentádmelo, que el pequeño Norris quiere darle su amor.
Estamos unos minutos más hablando con ellos, hasta que los dos pilotos se preparan para la prueba de ésta tarde. Un par de chicas me piden hacerse fotos conmigo y accedo, firmándoles también sus camisetas. Al terminar, agarro la mano de Alba, cruzando el Club para llevarla fuera. Ella se agarra a mi brazo mostrándose bastante emocionada por mi presencia aquí.
- ¡Aún no me creo que hayas venido! –Alba se pone de puntillas buscando mis labios. Los rozo unos segundos para abrazarla de nuevo y caminar con ella de esta manera, para salir de aquí.
Estamos tan ensimismados el uno con el otro, que no somos conscientes de que nos cruzamos con el mismísimo Carlos, una vez fuera, en el paddock. El que era mi amigo. El que sabía todo de mí y era la persona que más confiaba en el mundo. Él me da una larga mirada y suelta una carcajada al ver quien me acompaña. Alba le rehúye la mirada y ni siquiera le presta atención, ignorándolo de esta manera.
Puedo notar, una vez que caminamos dejándolo atrás, que la mirada de Carlos sobre mí es fría, carente de emociones, como si le incomodara que estuviera con Alba. Curioso, cuando fue él quien nos jodió a los dos.
Mi novia se aprieta aún más a mi cuerpo sin ser casi capaz de hablar, hasta que segundos después, lo hace.
- Dime que ese idiota no va a estropear mi cumpleaños, Marc.
-No lo hará. Porque pasamos de él y eso debería ser suficiente para dejarnos en paz -le aseguro entrelazando mis dedos con los de ella.
Sabía que venir aquí, era encontrármelo, pero, aquí el que tiene mucho que esconder es él. Yo, por suerte, puedo caminar con la cabeza bien alta. Algo que Carlos Sainz si que no puede hacer.
📅 MÁS TARDE
- ¿No me vas a dar una pista? –Alba frunce sus labios haciéndome de nuevo la misma pregunta.
- Ya te he dicho que no. Es una sorpresa –pongo una de mis manos en su muslo derecho y la acaricio subiéndola de arriba abajo. Me gusta sentir su tersa piel con las yemas de mis dedos. Y también porque siempre tengo la necesidad de tocarla.
- No tenías que hacer nada, Marc. El mero hecho de haberte molestado en venir, ya es suficiente.
- Nada es suficiente para ti en este día –desvío solo unos segundos mi mirada de la carretera para sonreírle. Me concentro de nuevo en el camino escuchando salir un suspiro de su garganta.
- Ay, Marc, me tienes muy tonta hoy –Alba pone su mano encima de la mía acariciando mis dedos con los suyos.
- Y lo que te espera, mi Sunny.
Le sonrío de nuevo para ver como ella se sonroja de manera bastante evidente. Aprieto su muslo y sigo concentrado en la carretera. Minutos después, llegamos a nuestro destino. Me acerco a la verja de entrada y después de bajar la ventanilla, un guarda se acerca.
- Hola, soy Marc Márquez –le digo enseñándole mi carnet. El guarda hace un gesto con su mano y me hace una señal para que avance mientras él vuelve hacia la entrada.
- Marc –Alba me agarra el brazo mientras mira hacia el frente- ¡no me jodas! Estamos en El Tibidabo.
- Así es –lo he reservado toda la noche para nosotros. Entramos dentro del parque dirigiéndome hacia el parking. Apenas hay coches aquí.
- ¡Dios! Es que no sé ni lo que decir. Estoy en shock.
Me quito el cinturón una vez dejado aparcado el coche. Ella me mira bastante emocionada y puedo ver que sus ojos se están aguando. Pongo mis manos a ambos lados de sus mejillas, atrayéndola hacia mi boca.
- Te quedaste con las ganas de montarte en la noria –le digo rozando sus labios solo unos segundos.
- Es cierto. Te acuerdas.
- Claro que lo hago. Esa tarde fue muy especial para mí. Al día siguiente fue mi cumpleaños y tú hiciste de ese día algo inolvidable. Y eso quiero que sea hoy para ti.
Beso sus labios con calma. Con toda la lentitud que busco en ella. Su boca me recibe abriéndose para mí. Me deleito en su sabor y en como ambos nos besamos cada centímetro de nuestros labios. Me separo de ella acariciando su mejilla.
- Venga, vamos, que te esperan muchas sorpresas hoy.
Ambos nos bajamos del coche casi a la vez. Ella viene hacia donde estoy entrelazando sus dedos con los míos mientras caminamos por el parque. Al pasar por uno de los carruseles, la pongo delante de mi agarrándola de la cintura. Le quito el pelo del cuello para poder dejar un beso ahí. Me voy desplazando con ella delante de mi, hasta llevarla a la noria. Me contó que cuando nos vimos en Barcelona, se quedó con las ganas de montarse en ella, y he querido que por lo menos pueda cumplir su deseo.
- La noria –me dice, medio riéndose- me encanta, Marc.
Uno de los trabajadores nos recibe en la puerta. Nos abre la barra de seguridad y ambos entramos dentro. Sujeto a Alba de la mano para ayudarla a sentarse, en cuanto lo hace, yo hago lo mismo, sentándose a mi lado. Pasan solo unos minutos, cuando la noria comienza a moverse, hecho este, que hace a mi novia dar un pequeño grito. No puedo evitar mirarla. Ver como su rostro muestra tanta emoción y si, felicidad. Y eso es lo único que quiero. Verla y hacerla feliz.
- Gracias, Marc –ella voltea su cabeza hasta que sus ojos se clavan en los míos. Mueve una de sus manos hasta posarla en mis mejillas. Se moja sus labios uno con otro y se va acercando lentamente hasta a mí. El roce de su boca con la mía me produce un ligero estremecimiento- gracias por todo esto.
- Quería ser un poquito original contigo –le confieso sin poder ni querer apartar mi mirada de la de ella- aunque aún mantengo todo lo que te tengo preparado para cuando mañana volvamos a Madrid.
- No me hace falta nada más, Marc. Esto es suficiente. Has hecho que este día sea perfecto.
Alba se acerca un poco más hacia mí. Su cabeza acaba en mi hombro, así como unas de sus manos buscan rodear mi cintura. Mis brazos atrapan su cuerpo mientras ambos permanecemos en silencio mirando las luces de la ciudad que se alzan frente a nosotros. Nos limitamos simplemente a disfrutar del paisaje y del paseo.
Dice que esto es perfecto para ella. Se equivoca, ella si que es perfecta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro