Capítulo 6
Los días pasaron, de vez en cuando iba a casa de Valentina o ella venía a la mía, ya que últimamente nos habíamos vuelto muy íntimas como para contarnos algunos secretos y aventuras, bueno ella a mí me contaba, ya que yo casi me reservaba en contar mis cosas, aunque la verdad no tenía casi nada que contar, solo algunas aventuras que hacíamos con Lucy cuando solíamos viajar para la Argentina a visitar a los abuelos. Prácticamente no tenía vida social más que acosar con la mirada a Caleb.
—No te estreses —señaló Valentina mientras resolvía que ponerme.
Estaba sentada en el suelo de mi habitación junto a la ventana con las piernas recogidas la viva imagen de una buena amiga asesorando. La cual me hacía extrañar a Sam mi amiga que había dejado en New York. Estaba ayudándome a escoger que ponerme para ir mañana al colegio realmente era muy mala en cuestión de vestirme, pero me agradaba como era, como me sentía y eso nadie podía cambiarme, pero agradecía su preocupación a que pudiera verme un poco mejor.
—¿Qué tal que me ponga esta camiseta? —pregunté enseñándole una negra de los Rolling Stone.
—¿Esa? No me gusta.
—¿Por qué?
—Hazme caso Alina.
Elegí una de mis favoritas, verde con una imagen de Bts que mi madre me había regalado el verano pasado.
Valentina respondió con un ruido evasivo.
—Esa se te ve bien... Aunque no sé qué le ves a esos chinitos.
—Gracias, pero no son chinos son Coreanos.
—Bien Alina, ahora sé que son coreanos y ya tendrías que dejar de hablar de ellos —comentó— estás grande para eso. Mejor deberías pensar en algunos chicos.
Me eché a reír por su comentario.
—¡En serio!, mi primo por ejemplo me ha preguntado por ti.
—Bueno, eso sí que es una sorpresa, pero ya deberías saber que no deseo conocer a nadie.
—No me extrañaría que dijeras eso.
—¿Podríamos cambiar de tema? ¿Por favor?
—Bien, pero deberías darte chance o pensártelo mejor en conocer a alguien.
—Eh, voy a pensarlo lo prometo.
Valentina se rio no creyendo que le daría un chance a su primo o algún chico, es más ni lo conocía y quería que tuviera algo que ver con él, solo estaba interesada en Caleb que ni volteaba a verme.
—Él es un chico muy encantador, ya lo veras.
Se quedó mirando por la ventana, sus mejillas sonrojándose ¿Acaso se había molestado?
—Entonces, que te parece ¿esta camiseta negra o está verde?
—Sí, claro... la negra —. Se reclinó contra la pared y estiró los brazos sobre su cabeza como si la conversación la hubiese agotado. — En realidad nadie se fijará en eso.
—Bueno, lo dices tú porque vives aquí desde siempre —le recordé— ya te han aceptado en cambio a mí.
—No exageres, te aceptarán.
—Sí, tú me has aceptado, pero todavía no entiendo por qué.
—Caray, me has pillado —se burló de manera teatral— has frustrado mi plan de hacerte creer que quería ser tu amiga.
—¡Lo sabía!
Valentina me caía bien, era una chica muy amable y definitivamente buena persona. Me salvó de que fuera una persona solitaria y sobre todo me había evitado la pena de extrañar a Sam que cada vez que la llamaba era como si ya no tuviéramos mucho de qué hablar ahora que estaba aquí. Le agradecería mucho porque era muy paciente conmigo a pesar de que la chica era una diabla.
(******)
A la mañana siguiente Lucy entró a la cocina con un Maxi Suéter gris de hombros al descubierto muy bonito que marcaban su figura, combinadas con unas Bucaneras negras hasta las rodillas y botas altas a los tobillos, sí que la chica sabía cómo impresionar a la gente, a diferencia de ella estaba vestida como siempre con Jeans, camiseta, más un suéter color Nude y mis zapatillas vans.
—Eh, ¿Cómo te encuentras hoy? —preguntó.
—Bien, ¿Por qué?
—Solo tenía curiosidad, ya que tienes una cara de que no hubieras dormido bien.
—Estoy bien.
Se encogió de brazos saliendo de la cocina, salí detrás de ella con mi batido de fruta que tanto me gustaba. Ya me imaginaba la cara que debía de tener, la verdad anoche me había quedado hasta tarde haciendo mis deberes unos ejercicios de matemáticas, resúmenes para Literatura e Historia. Le habíamos pedido a mamá que nos comprase un coche para las dos, porque sentíamos que ella se tomaba mucho tiempo en llevarnos y luego irse a su trabajo. Dijo que estaba pensando lo mismo, así que en uno de estos días tendríamos coche nuevo.
—¿Les puedo contar algo? —preguntó Lucy.
—¡Claro ¿Qué pasó cariño?
Encogí los hombros y asentí la cabeza. Un gesto que decía que la escuchaba.
—¡Pude entrar al equipo de animadoras!
—¿Cómo lo has conseguido? Si las pruebas fueron a inicio de año?
Se encogió de hombros como si no le diera importancia.
—Me estuve juntando con las chicas y como siempre me gané a la segunda capitana. Es un colegio grande y necesitan más chicas como yo.
—Me alegro por ti Lucy.
—Gracias mamá.
Por lo visto a mamá le agradaba mucho la idea de que estuviera en el grupo de las animadoras, de cualquier manera si no estuviera de acuerdo ella tampoco se lo prohibiría, a veces sentía que nos trataba muy diferente a las dos, el sentimiento que demostraba hacia Lucy era con más amor, cariño que conmigo. Tal vez interpretaba mal a mi madre.
—Ya... ¿Y? —dije algo inquieta porque sentía que iba a pedir algo.
—La cuestión es que necesito que alguien pudiera llevarme a los ensayos —comentó algo incómoda.
—¿A qué hora? —preguntó mamá.
—A las 6 de la tarde.
—¿En serio? ¿No es muy tarde?
—Oh, vamos.
—Lucy bien sabes que yo encantada te llevaría, solo que no podré, pero Alina puede llevarte —dijo mi madre.
—Por favor, serán solo unas semanas. Para entonces mi compañera Doris ya habrá cumplido dieciséis y pasará a recogerme.
—Vamos Alina, llevarás a tu hermana.
Rayos no podía negarme aunque no quisiera me obligarían, mamá y Lucy me miraban con una carita... ¡Dios!
—Está bien —acepté— pero con una condición.
—¿Cuál?
Empecé a hacer el gesto FINGER HEART y susurrando Bts, Bts, Bts.
—Escucharemos mi música. Y no solo lo digo por el Kpop. Toda mi música.
—¿De tus chinos?
—Coreanos —corregí.
Mirándola triunfante y moviendo las cejas de arriba y abajo la molesté, mamá comenzó a reírse a carcajada por el gesto la cual no podíamos resistirnos. Ya que era tan contagiosa la risa que terminamos a carcajadas en el auto. Pasados unos minutos mamá nos dejó en el estacionamiento y se marchó despidiéndose con besos lo cual a veces era divertido, Lucy se apresuró a entrar al colegio dejándome sola como todos los días y viéndola irse me preguntaba
¿Cómo diablos podía correr con zapatos de tacón?
Estaba caminando distraída cuando escuché un zumbido de algo por encima de mi cabeza, hasta que un cierto cuerpo cayó encima de mí. No se estrelló contra mí tan fuerte, pero grité como una niña pequeña, mis cosas cayeron al suelo mientras él luchaba por reposicionarse.
Estaba por decir unas cuantas palabrotas al idiota que se le había ocurrido tirarse encima de mío, cuando me di cuenta de que era Caleb quien me estaba mirando con esos ojitos increíblemente azules, estaba tan cerca que podía contar las pequitas que tenía en su rostro, bueno, ahora su mirada divertida estaba bajando y empezando recorrer lentamente mi cuerpo antes de detenerse de nuevo en mi cara. No era la primera vez que un chico me miraba de esa forma, pero nunca lo habían hecho como lo estaba haciendo él tan descaradamente, que sentía mis mejillas ruborizarse y mi cuerpo a temblar de una manera que no podía explicar.
—La próxima vez debes mirar bien por donde vas —dijo con un tono de voz fría. — ¿o tienes algo que contarme? ¿Crees que no me he estado dando cuenta cómo es que andas casi babeando y acosándome con la mirada todos los putos días?
¿Así de hermosa era su voz?, espera ¿Qué me acababa de decir?
¡Mierda! Estaba tan sorprendida por sus palabras que no esperaba que me lo recalcara en este momento tan incómodo que estaba viviendo. No dejaría que se saliera con la suya y que ganara este jueguito de intimidación, fue un accidente no lo había visto que venía, sentía el estómago dándome vuelta por los nervios de tenerlo demasiado cerca.
Así que le lancé una sonrisa de desprecio.
—No sé de qué estás hablando. Pero gracias por el consejo de mirar hacia donde voy, pero ¿No te vas a disculpar? —dije mientras trataba de levantarme, pero no sabía lo que había pasado, pero su pierna había capturado mi cadera mientras giraba y la siguió hasta rodearla.
De maravilla, Caleb se encontraba a horcajadas sobre mí, no tenía tiempo ni para poder molestarme, ya que mi corazón latía con una rapidez que tenía miedo que se me saliese. ¡A la mierda! Quedé petrificada ante aquella mirada azul que tanto me gustaba y de estar sintiendo su cuerpo encima de mí... Moriría feliz si pudiese... había soñado tantas veces de que me sostuviera y me mirase como lo estaba haciendo, aunque este no era como había fantaseado.
—Si alguna vez necesitas a alguien que te ayude a caminar, podría darte unas clases.
Me sonrió, en realidad era más una sonrisa llena de actitud y ego. Era demasiado sexy pues no iba a caer en la trampa de este Dios griego idiota. Las risas de sus amigos me sacaron de quicio, cuando lo miraba solo tenía ojos para él y lo demás me valía madres y ahora me daba cuenta de que Caleb definitivamente se estaba comportando como un patán.
—Si fueras inteligente te hubieras hecho a un lado para no chocar conmigo —le reproché enojada.
Traté de empujar su pecho, pero era como tratar de mover un tanque y cada vez que presionaba su cuerpo al mío me ponía nerviosa y con ganas de envolver mis piernas a su alrededor y acercarlo más a mí.
—Hazte a un lado. Como si me interesara tus cosas.
Se echó a reír.
—Pues sí parece que te importara. Debería denunciarte por ser acosado por ti todos los días.
Me quede callada porque era verdad lo que decía, ¿Cómo me justificaba? Pero la pregunta era ¿Podía ir a prisión, solo por mirar? Así que respondí con lo primero que se me vino a la mente.
—¿De verdad? No me había dado cuenta.
—Me gustan así toda salvaje y rebelde —dijo moviéndose un poco— solo tengo que decir que no me gusta ser acosado, me gusta más ser yo quien acose a alguien y con una follada me conformo. Como dice Grey no es un hombre de dar flores y corazones y yo tampoco. Si te gusta eso. Que esperamos.
Eso hizo que me hirviera la sangre, ya que se estaba burlando de mí y metía a Cristian Grey unos de mis personajes favoritos.
—¡Eres un cerdo!
Lo empujé tan duramente que mis manos golpearon su pecho, pero al parecer no le hacía daño.
—Está bien —dijo levantando las manos en señal de rendición. — Sabía que no pararías de mirar hasta que aprendieras la fría, dura verdad. Así que considérate advertida. Puede que no sea el tipo de chico que lees —señaló mirando mi libro de Cazadores de Sombras los Orígenes en el suelo— pero soy lo suficientemente inteligente para saber que chicas como tú, deberían permanecer lejos de chicos como yo.
—¿Cómo sabes eso? En fin, no será un problema una vez pares de mantenerme sujeta, puedes considerarte advertido, ya que estás invadiendo mi espacio personal.
No sé de dónde había sacado fuerza de voluntad para decir esas palabras, porque me moría de ganas de que se agachara, me abrazara muy fuerte y que me besara, pero eso es pura ilusión, puras tonterías. Ya que Caleb era un completo idiota.
—¿Te puedes levantar ahora? Todo el mundo está observando.
—¿Qué? —preguntó.
—Que te levantes —contesté echándole señas.
Todavía tenía esa sonrisa arrogante, oficialmente lo odiaba por hacerme pasar esto. Poco a poco fue levantándose, una vez parado y habiéndose sacudido la suciedad de sus pantalones comenzó a ayudarme a pararme, no acepté su mano, me agaché un poco molesta a recoger mis cosas y meterlas a mi mochila. Caleb se apartó del camino e hizo una reverencia para que yo siguiera caminando, el idiota se estaba riendo de mí, lo sabía y yo también. Moría de ganas de darle un puñetazo, pero sabía que sería inútil porque nunca podría llegar a su cara él era demasiado alto. Eché un vistazo al lugar, sus amigos seguían bromeando ante la situación que nos encontrábamos en especial el rubio de ojos azules que ya empezaba a odiarlo pidiendo que les cayese un rayo y los partieran...
—¡Madura un poco!
—¿Cómo tú? Deja que te diga algo listilla —contestó más serio—. Tú fuiste la que me intercepto, así que tu respuesta es tan falsa como tú.
—¿Qué yo había hecho que...? Sabes que, ¡Vete a la mierda, perdedor! —le espeté esperando que le doliera y me dejara tranquila, porque no quería pelear con él o que pensara que era una tonta.
Caminé hacia el colegio sin mirar atrás escuchando los silbidos y comentarios de sus amigos mientras corría dentro del colegio. Estaba muerta de vergüenza, miedo, sobre todo recordando lo bien que se había sentido que estuviera encima mí, me sujetara y de haberle tirado la contra. Pero no creyendo que fuera ese tipo de persona que no le importaba humillar o hablar mal a otros. Y hoy me había dado cuenta de cómo era realmente EL CHICO QUE CREÍA ERA PERFECTO.
Vi a valentina y salí corriendo hacia ella con la cara toda una llama.
—Hola —dijo Val.
—Hola —contesté.
—¿Estás bien?
—Sí, es solo que entre corriendo.
—El profesor de física no vendrá hoy, dijo que estaba enfermo.
—No me digas —le susurré mientras por dentro estaba que lo mataba por darnos muchos deberes de su materia que gracias a ellos no había dormido bien.
—Estás rara —afirmó— solo no quisiera que te dieras vuelta ahora, el príncipe de mi primo no para de mirarte.
—Cierra el pico Valentina.
—¿No te había dicho que era un buen chico?
—Tal vez tenías razón, pero por este momento no deseo conocerlo.
—"CALEB" es el causante de que no quieras conocer a nadie, ¿verdad?
—Si lo sabías, ¿Por qué me torturas así?
—Ya sé que te pondría de mejor humor.
La miré extrañada ante su mención, me agarró de la mano y comenzamos a caminar poco a poco me empecé a dar cuenta hacia dónde nos dirigimos, ¡Oh, no! Esto estaba mal. Me paré de golpe chocando con ella. No quería ir donde estaba él, no después de lo que había pasado en el estacionamiento esta mañana.
—¿Qué pasó?
—Valentina tú sí que estás demente.
—Vamos Alina, solo será ir a ver el entrenamiento del equipo del colegio, nada más.
—Es que no quiero ir.
—No seas una cobarde. Además ahí estará Ben.
La miré boquiabierta por lo que me acababa de decir, me miró desafiándome si me atrevía o no a ir al campo de entrenamiento. Entonces no tenía más remedio que ir con ella para que no pensara que era una cobarde.
Me mordí el labio de los nervios. Obvio que quería verlo, pero después de lo que pasó tenía vergüenza... llegamos a la gradería y nos sentamos a ver al equipo que estaban reunidos en la cancha, algunos estaban llegando al círculo de la mitad de la cancha, empecé a mirar de un lado a otro cuando mi mirada quedó fija en un cuerpo muy bien trabajado que no era necesario que tuviera que adivinar de quién se trataba, el entrenador estaba al medio del semicírculo que formaron los chicos explicando a los jugadores lo que se iba a hacer en la sesión. Eso lo sabía muy bien, ya que amaba el fútbol y me había aprendido todo de este.
Sabía que eso ayudaba al jugador a estar concentrado en el entrenamiento antes incluso de haber comenzado un partido, saber lo que se va a querer de él y que aspectos del juego se iban a intentar mejorar. No hacía falta invertir mucho tiempo en ella, en 1 o 2 minutos los jugadores ya tenían toda la información necesaria para comenzar el entrenamiento. Empezaron calentando con trote lento y carrera en toda la cancha, luego de 15 minutos se pusieron a mejorar en el estilo que el entrenador les ordenó que debían mejorar, por último empezaron con los estiramientos cortos y con una intensidad leve sin llegar nunca al dolor muscular sin duda alguna era una buena sesión de estiramientos dentro del calentamiento, según lo que había investigado se realizaba en 2 - 3 minutos, ¡Genial! Sin duda mi parte favorita de mirar el fútbol... Sí. Después de unos cuantos minutos estaban trabajando con el balón circulando la pelota alrededor de un círculo, él que no lograba quitar la pelota recibía un castigo de parte de los demás, era divertido observarlos como se divertían entrenando y se notaba que les encantaba.
—¡Empezarán a jugar! —aplaudió Valentina.
—Eso parece.
El entrenador comenzó a formar el equipo y empezaron a mover el balón, mientras iba observando, Caleb logro un amague y gambeteó haciendo un pase a su amigo, esté al número 14 luego este pasó al 11 que logró pasar a su rival gambeteando y pasándole al número 9 quien era nada más ni nada menos que el primo de Valentina, creo que su nombre era Benjamín, me quedé quieta, ya que eran muy buenos jugando con la pelota.
Benjamín le dio el pase a Caleb, este le devolvió a Benjamín que logró enganchar y hacer un golazo al ángulo del arco haciendo que el arquero no llega ni aunque fuera Spider - man. De la emoción salté de donde estaba sentada, pero rápidamente me senté de nuevo aplaudiendo, Valentina me miró sonriendo y moviendo la cabeza. (Dando ánimo a su primo). En fin los muchachos jugaron el mejor partido de fútbol que tuve el placer de ver y ahora más que nunca amaba más el fútbol.
Viéndolo jugar a Caleb me di cuenta de que era un ocho, es decir que jugaba en la posición de volante de creación o enganche, ya que se encargaba de recuperar balones, proporcionaba la creación de jugadas y explotar el juego ofensivo, es decir que se situaba entre la línea de los carrileros y delanteros. (En otras palabras eran el cerebro del equipo si ellos no estaban bien en un partido no había creación de jugadas) así de simple.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro