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Capítulo 34

Estar enamorados era algo hermoso. Y aún más, cuando esa persona especial también le gustabas, también correspondía a ese sentimiento llamado amor. Estaba muy feliz, demasiado si por así decirlo. Aun me costaba creer que, el chico que acosaba con la mirada desde el momento en que mis ojos lo vieron, ahora, decía que me quería. Y sobre todo, que quería estar a mi lado de una manera romántica y no solo de amigos.

Ahora, estábamos abrazados, si, abrazados en la cama. Él sentado y yo a horcajadas, se sentía increíble tener sus brazos alrededor mío, y, sintiendo sus cálidos labios presionaban pequeños besos en mi cuello. Con los ojos cerrados disfrutaba cada una de sus caricias en mi espalda.

Estaba tan caliente, no dejaba de pensar en lo que estaba viviendo, temblaba de deseo. Sentía una necesidad inexplicable por él. ¿Cómo sería tenerlo dentro de mí? Ese pensamiento se volvía una fantasía. Mi cuerpo lo pedía, lo quería. Si yo estaba así, como estaría mi nuevo novio.

—Cariño, ¿Te pregunto algo? —consultó Caleb dejándome un beso en mi hombro y así sacándome del trance en el que estaba.

Me separe un poco para mirarlo y escuchar su pregunta.

—¿Qué talla de sujetador eres? —preguntó tocando mis pechos, haciendo que saltara al sentir sus manos tocarlas.

Fruncí el ceño y al mismo tiempo me lamí los labios. Igual no sabía porque había hecho lo último.

—¿Por qué? Deja de tocarme así, Caleb.

—Solo tenía curiosidad. Ya que encajan muy bien en mis manos— rió de manera coqueta— y, que por cierto...no estas usando uno ¿verdad?

—Soy... eso no importa. Y no, no estoy usando uno. Ya que cierta persona no me lo trajo de donde lo dejo— me defendí mientras agarraba mis lolas un poco avergonzada.

—¿Qué talla eres? —volvió a preguntar.

—No te lo diré.

—Vamos, dime por favor —rió mientras me hacía cosquillas.

—¡Basta, por favor! ¡Para! No me gustan las cosquillas —grité mientras Caleb dejaba de torturarme con las cosquillas y me miraba levantando las cejas. —No sé porque preguntas la talla de mi sujetador. Es igual si yo te preguntara ¿Cuánto mide tu pene? —cuestioné.

Caleb se echó a reír a carcajadas.

—¡Alina! No puedes ir por ahí y preguntar esas cosas —me respondió con una cara burlona— igual, si te pregunto es porque quiero saber la talla de mis lolas.

—¿Tus lolas?

—Sí, ¿no sabías el dicho ese? Todo lo tuyo es mío. Entonces eso quiere decir que tus lolas son mías, al igual que todo esto —declaro Caleb recorriendo sus manos por mi cuerpo—. Y, todo lo mío, es tuyo. Incluso mí querido pene del que tanto tienes curiosidad. Por qué sé que... mueres por saber el tamaño de...

Me reí interrumpiéndolo.

—Caleb, no me interesa... el tamaño de... tu... cosa —tartamudeé toda avergonzada.

—No deberías avergonzarte —indicó Caleb mientras me acariciaba la mejilla— de todos modos pronto lo sabrás, y, quiero decirte que con esta cosa, como tú lo estás llamando... te hará llegar al cielo. Y estoy seguro que, no querrás dejarla en mucho, mucho tiempo —susurró mientras me acercaba a él y me hacía frotar en su duro y grueso miembro.

Gemí y lo abracé disfrutando el placer que me hacía sentir, él seguía moviendo sus caderas provocándome, haciendo que sin pensarlo mi cabeza cayera hacia atrás y así él podría tener más acceso a mi cuello y siguiera dejando besos y una que otra mordidas. Mientras al mismo tiempo yo movía mis caderas para encontrarme con sus envestidas. A pesar que no era penetrada, se sentía muy bien. ¡Jesús!, ya podía imaginarme el tamaño de su miembro, a pesar de que no la había visto aún.

—C- Ca- Caleb...

No podía articular palabras, porque estaba gimiendo demasiado a causa de este hermoso hombre.

—Sí, lo sé. Ya habrá tiempo para hacer...

—¿Hacer qué? —lo interrumpí mordiéndome el labio inferior.

—Ya lo descubrirás, picarona. Cariño... me cautivas y haces que caiga una y otra vez —murmuró mientras sus manos acariciaban mis nalgas—. No sé, pero siento... ¡Oye! ¡No hagas eso! ¿Intentas seducirme? ¿Quieres que pierda el control y te folle ahora mismo?

—¿Qué? ¿Qué hice? —me reí nerviosamente y con un poco de vergüenza. Ya que me había vuelto a frotar el, y era por eso que Caleb gritaba y gemía a la vez.

—Estas roja otra vez. No te sientas tímida. Ya habrá oportunidad de hacerlo, pero de verdad, y lo más importante... que ambos queramos hacerlo sin presiones, ¿me entiendes?

—Tienes razón —hable dándole un pequeño beso en sus cálidos labios— Caleb... Mmm... tengo hambre.

Él me miró y una perruna sonrisa se extendía por sus dulces labios.

—¿Qué? ¿Podrías repetirlo, por favor?

¡Maldición! ¿Qué demonios estaba pensando ya? Le di un pequeño golpe en la cabeza con impaciencia.

—¡Sólo dije que tenía hambre!

—¿Mucha hambre?

Era un idiota. Ya había comenzado a divagar y para que su mente no girara al sexo le interrumpí.

—Me refería, que tengo hambre se comida ¿Me entiendes? TENGO HAMBRE. Recuerda, no desayunamos nada aun.

Caleb no pudo evitar reírse, y yo, quería golpearlo.

—Ruégame...

—¡Estás loco! —grité— ¿Qué no dijiste que, me llevarías a comer comida de verdad?

Caleb parecía divertirse con cada palabra que día. Levantándome de su regazo, y poniéndose de pie.

—De acuerdo... he perdido la cabeza desde anoche y todo que digas, hagas es tan encantador que... me vuelve loco.

—Deja de jugar... sino voy a golpearte. Mira que ya tengo listo mi puño.

—Está bien —Caleb los brazos en señal de que se rendía— si a la señorita, no le importa... primero iré al baño a aliviar a mi mejor amigo... y luego, la llevo a donde quiera ir ¿De acuerdo?

Me reí y asentí. Sabía como iba a aliviar a su amiguito, de solo pensarlo yo también necesitaba distraerme con otra cosa, para no caer en la tentación de la lujuria. Pero...

—¿No quieres que te ayude?

Caleb estaba de ida al baño, pero se detuvo en seco cuando escucho lo que le decía. Dándose vuelta me miro sorprendido.

—¿Enserio, quieres ayudarme?

Asentí.

—Es solo que... nunca he ayudado a nadie a liberarse... ya sabes —susurré nerviosa.

Caleb camino hacia donde estaba parada, coloco sus manos alrededor de mi cabeza y presiono su frente a la mía.

—Lo se... y no es necesario que lo hagas —indico alejando su rostro un poco para mirarme— ya practicaremos, a su debido tiempo.

Dándome un beso en la frente me sonrió y se fue al baño. Me quede parada unos segundos y luego decidí buscar otro cuarto de baño para poder quitar el calor que me recorría por todo el cuerpo. Encontrando uno en la primera planta al entrar, me sorprendí al ver mi reflejo en el espejo. ¿Esa era yo? Estaba toda desaliñada, ruborizada, con los labios rojos e hinchados, los ojos dilatados y una que otras marcas de besos y mordidas en mi cuello. ¡Mierda!, mi madre me iba a matar si viera esas pequeñas marcas.

Sé que no era bueno que tu novio te hiciera eso, pero en un momento de lujuria, no pudimos evitarlo. Tal vez también le había hecho lo mismo a Caleb. Y recién éramos consiente de tal echo. Me lavé el rostro y me acomode el cabello lo más posible. Salí del cuarto de baño y me dirigí a la cocina en busca de algo de comer, para aliviar un poco a mi estómago y a las mariposas que sentía aun.

Quince minutos después, Caleb apareció más relajado y sonriente. Se acercó dónde estaba y me dio un beso en los labios.

—No puedo creer aun que pueda hacer esto contigo.

—Tampoco yo... aun puedo creerlo. Me pellizcas —dije lo último bromeando.

Caleb me pellizco las mejillas, haciendo que saliera de su agarre y tratara de escapar. Pero él era más rápido que yo, y me atrapo presionándome en la pared dejándome sin escapatoria.

—Aun...no me dijiste la talla de tu sujetador.

Fruncí el ceño.

—¿Otra vez con eso?

—Es que quiero saber... para que pueda reponer el que perdimos.

—No es necesario.

—Claro que sí —dijo Caleb mientras me besaba la mejilla— no quiero que mi dulce novia... ande sin sujetador por ahí.

—Caleb, ¿quién se daría cuenta que no estoy llevando sujetador? no seas un idiota.

—¡Idiota!

—Sí.

—Está bien, de cualquier manera... ya lo descubriré. —Diciendo eso me besó en los labios— ahora, ¿Vamos?

Caleb me tomo de la mano y me llevo a su garaje, donde se encontraba una colección de autos, y no cualquier autos. Mientras miraba esas preciosuras, se me ocurrió una idea. Así que decidí hacerle una pequeña broma a mi nuevo novio ya que le tocaba pagar un poquito a todas las cosas que me había hecho dese que había despertado.

—¿En qué auto desea mi CHICA, que la lleve a pasear?

Mire los autos que se encontraban en el garaje y no podía creer lo increíbles que eran. Estos autos debían costar una fortuna, tuve la oportunidad de estar en unos de esos una vez y fue fantástico. Ahora tenía la oportunidad de estar en otro y era increíble.

—Wow... todos se ven increíbles —susurré con la boca abierta.

—Aquí hay Audi, Bugatis, Lamborghini, Mercedes, Ferraris, en fin... ¿Cuál quieres que usemos?

—¿Todos estos autos son tuyos?

—La mayoría... y mis amados padres me los regalaron —contestó con una mueca de desprecio— entre otras cosas, ya sabes para compensar que no están en casa todo el tiempo y que con esa forma de amar crean que yo voy a olvidar el abandono.

No sabía que era así su vida de solitaria. Mi madre a pesar que era un poco gruñona, o que se la agarraba con migo a causa de mi hermana, jamás nos había dejado sola y menos nos había descuidado de tal manera. Tal vez la vida de los ricos era así de complicada. ¿Era así como los doramas que veía por televisión? ¿Sus padres los obligaría a casarse con otra niña como en las series? ¿Sufriría con la niña de la serie coreana BOYS OVER FLOWERS? Sacudí ese pensamiento tonto de mi cabeza, porque no podría soportar vivir de la manera en la que él tal vez estaba viviendo. Pero ahora me tenía a mí, y eso bastaba. Bueno, eso esperaba.

—Lo siento... no sabía... yo...

No termine porque Caleb me interrumpió.

—No lo sientas, es la verdad aunque me cuesta admitirlo. Sean como sean, son mis padres... en fin —agregó aplaudiendo y sacándonos de la tensa atmósfera—. No es momento para lamentarse. Así que... ¿Cuál decides?

Lo mire y asentí.

—Mmm... ¿Qué tal ese rojo?

—Buena elección.

No tenía idea que marca de auto era ese. Así que me acerque a él y lo abrace torpemente, que en el acto nos golpeamos, yo en su pecho y Caleb con mi cabeza. Parecía cómico todo esto.

—Alina, ¿Quieres matarme? —bromeó Caleb frotando su labio por el golpe que recibió accidentalmente.

—No tengo la culpa que me haya tropezado.

—Pero me golpeaste en la cara... y, con tu hermosa cabecita.

—!Y qué!

—¿Y qué?

—Pero solo te quedo un pequeño enrojecimiento, nada más —le dije mientras señalaba su labio y le daba un pequeño golpe en su cabeza bromeando.

—No me...

—No es nada del otro mundo.

—¿Nada del otro mundo? Alina, estás viendo este rostro —Caleb señalo su rostro con sus manos— es un rostro de modelo, de una persona exitosa e importante. Además, tengo miedo de salir a la calle, de la gente y que me vean así.

—¿Me estas tomado el pelo verdad? —pregunte batiendo la cabeza y no pudiendo creer lo que hablaba este chico. No sabía si reírme o golpearlo de verdad para que así no pueda salir a ningún lado. —¿Qué clase de hombre eres tú? —chillé empujándolo un poco.

Me miro sorprendido.

—Eso mismo iba a preguntarte yo ¿Qué clase de mujer eres? —pregunto mientras extendía sus brazos de par en par y luego las ponía en su corazón mostrando un rostro indignado— haber, porque no buscamos en tu corazoncito un poquito de suavidad, amabilidad...

—¡Ya!

—Te hace falta...no quiero que aprendas a no ir por la vida, lastimando personas inocente, guapas y tiernos como yo —siguió molestando Caleb mientras hablaba giro a mi alrededor.

Suspire y lo mire un poco cansada de sus bromas que me hacía. Viendo las llaves en las manos de Caleb se la arrebate en su descuido y empecé a caminar.

—Alina, dame las llaves —exclamó Caleb mientras corría tras mío queriéndome quitar las llaves. Levante mis manos evitando que me quitaras las llaves del carro, él e bromeaba, pues ahora era mi turno.

—Te gusta jugar conmigo, eh —grité mientras giraba e evitaba que me quitara las llaves.

Caleb me miro y levanto las cejas.

—Cálmate, mira que en toda la casa hay cámaras...dame las llaves —me pidió estirando las manos.

—Y tú... ubícate Caleb...

—Te recuerdo que tú provocaste esto.

¡Maldición! Quería golpearlo...

—...

—Vamos. Dámelas.

Se me había ocurrido una idea.

—¿Quieres las llaves? —dije mientras las tirabas. Bueno en realidad me hacía de tirarlas en dirección a su grande jardín.

Caleb pego un grito angustiado al pensar que había tirado sus llaves. Era graciosa ver su cara. Al verlo distraído corrí al auto.

—¿Vienes? O me voy sola.

—No se te ocurra...

Me reía a carcajadas al ver su reacción. Si pudiera grabaría este momento. Aunque él dijo que había cámaras por toda la casa. Una vez que me subí al auto le puse seguro y lo mire triunfante y sacándole la lengua y haciéndole gestos graciosos para que se rindiera. Caleb me miraba todo ceñudo mientras intentaba abrir la puerta del conductor.

—Cariño, baja del auto. Mira que no es como cualquier otro vehículo que hayas conducido —dijo suspirando, mientras yo seguía burlándome dentro de su hermoso carro— ¿Tienes idea de cuánto cuesta este...

Caleb no termino de decirme la fortuna que costaba este auto. Agarrándose los cabellos y suspirando sin ganas ya de seguir convenciéndome de bajarme. Era tan gracioso. Al final se rindió haciéndome muecas, sacándome la lengua también y gritando al final. Esto era tan gracioso que me dolía el estómago de tanto reírme de sus gestos graciosos que hacia cuando estaba fastidiado.

—¿Subes o te quedas? —pregunte mientras encendía el auto. ¡Era increíble! Cale se dirigió hacia la puerta de copiloto.

—¡Hey! Espérame.

Estaba por abrir la puerta cuando avance para atrás el auto evitando que subiera. Otra vez quiso subir y volví a avanzar pero hacia adelante. Caleb estaba prácticamente saltando de la rabia de la broma que le estaba haciendo. Me preguntaba si se enojaría por lo que le estaba haciendo. Pero por nada me perdería esta oportunidad de molestarlo hasta la muerte. Ojo por ojo amor.

—¿Qué haces? ¿Qué haces?

Volvió a querer abrir la puerta y volví a repetir la acción que hace unos momentos. Caleb prácticamente gritaba.

—¡Ya! Abre la puerta por favor, cariño. No estoy jugando.

Dando retro salí de la casa a la calle y lo esperé mientras él salía caminando con el ceño fruncido, aun así no podía dejar de reírme a carcajadas. Está bien, creo que lo había enejado demasiado. ¿Ahora qué haría para compensar esto?

Caleb llego y se paró en la puerta de copiloto y me miro esperando a que haga algo nuevamente, pero al verlo ya no quise molestarlo más. Por hoy era suficiente. Al ver que no haría nada más, abrió la puerta y se subió al auto mirándome serio. Así que simplemente arranque el carro, era increíble la velocidad que podías conducir esta belleza. Pero no me animaba a subir más la velocidad, tenía miedo de que por no poderlo controlar tuviéramos algún accidente.

—¡Alina , con cuidado! ¡Frena!!Maldición! ¿Qué no te enseñaron a conducir?!Disminuye la velocidad, por favor! O ¿De verdad quieres alcanzar a alguien en el cielo?

Lo mire por unos segundos y frene de golpe. Por suerte estábamos con cinturón de seguridad porque si no.

—Lo siento. ¿Estás enojado conmigo? —pregunte mientras lo miraba con cara de disculpa. Caleb suspiro y me miro de vuelta.

—¿Tú que crees?

Hola, espero les guste el capítulo... denle mucho amor... me gustaría que pudieran comentar  así sabría que les gusto y que no. Así par a mejorar aún más... Gracias...!!

Besos... se cuidan.

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