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Capitulo 22

Aún no lo podía creer que Caleb me hubiera traído a un lugar como este, no lograba entender como un chico que lo tenía todo podía frecuentar estos lugares, para lo peor ilegales. Definitivamente esto estaba mal, no, esto me causaría muchos problemas y sinceramente ya tenía demasiados y no quería sumar uno más a la lista. No podía quejarme, ya que nunca en mi aburrida vida había estado en un lugar como este, tenia miedo de que nos metiéramos en problemas pero a la vez me emocionaba y llenaba de una adrenalina que no entendía. Pero Caleb siempre me sorprendía de una manera increíble y tenía que admitir, que cada vez que hacía algo tonto me gustaba más.

Obviamente no diría que estaba emocionada y a la vez cabreada por el simple hecho que no me había dicho donde nos estábamos dirigiendo y sobre todo a que habíamos venido a este lugar. Pero con solo mirar a Caleb con una sonrisa en la cara mi cuerpo comenzaba a vibrar con emoción y con deseo de portarme mal, pero obviamente tenía que pensar con la cabeza fría y no hacer algo que nos perjudicara a los dos.

—¿Qué significa esto? —pregunté.
—Significa, que vinimos a divertirnos —contestó.

—¡Para el carro Caleb! —dije un poco demasiado fuerte.

—Tranquila, no va a pasarte nada, de hecho vas a divertirte —bromeó.

Eso me molestó aún más y aún peor por su enorme sonrisa que tenía en la cara.

—¡Que pares el maldito carro! —grité.

Eso hizo que Caleb frenara de golpe y me mirara algo sorprendido por la forma brusca que había gritado. No espere a que parqueara bien el auto o que me dijera algo por que me estaba bajando de su carro y caminando a grande zancadas en medio de la multitud. Escuchándolo maldecir y gritar mi nombre.

—¿Qué demonios te pasa Alina? ¡Regresa! ¿Dónde demonios crees que estas yendo? —llamó.

—¡Vete a la mierda!

Con eso seguí caminando sin tomar atención a lo que me decía Caleb o la gente que estaba aglomerada en este lugar. Esto estaba mal, muy mal, y francamente no quería meterme en problemas por culpa de Caleb, mi madre me castigaría de por vida y no deseaba eso. Ya que estaba agarrada de un hilo, por no haberme cuidado del asma, y por venir a este lugar. Seguí caminando entre la multitud cuando sentí una mano agarrando mi brazo haciéndome voltear para encontrarme cara a cara con Caleb que estaba con el ceño fruncido y al parecer molesto.

—¿Por qué demonios haces eso?

¿Estaba gritándome? ¿Quién demonios se creía que era?

—¡Por que se me da la gana! —dije hablándole más fuerte— ¿Algún problema?

—Claro que hay un puto problema —contestó.

—¿Enserio? ¡No me había dado cuenta!

—Alina, deja de ser sarcástica y volvamos a mi carro. —dijo tomándome de la mano y llevándome nuevamente hacía su carro. En el camino todo el mundo lo saludaba o le tendía la mano, se notaba que lo respetaban o al menos eso demostraban.

—Quiero irme a casa —pedí.

—Primero terminaré lo que tengo que hacer, luego te llevaré a casa.

—¿Estás loco? —exclamé haciéndome soltar el brazo ante su respuesta.

—No, no estoy loco —respondió volviéndome a tomar la mano ahora y comenzando a  caminar nuevamente.

¡Diablos! ¿Cómo era posible que permitiera esto? Caleb definitivamente era un completo imbécil. Así que yo también me comportaría como tal, haber cual de los dos ganaba.

—¿Y que se supone que viniste a hacer Caleb?

Se paró de golpe haciendo que chocara contra él mientras se daba vuelta para mirarme con una sonrisa divertida.

—Lo que vienen a hacer estas personas a este lugar Alina —contestó sonriendo aún. Lo miré con cara de pocos amigos, por que sabia cual era su respuesta antes de que la contestara. — Vine a correr una carrera— admitió— creí que te habías dado cuenta cuando llegamos.

Creí que habíamos venido a ver alguna carrera, no que él  competiría contra los otros tipos. Definitivamente Caleb había perdido la cabeza, aunque esta no era la primera vez que lo hacía.

—¡Estás loco! —grité haciendo que algunas personas me miraran con el ceño fruncido, lo cuál no me importaba una mierda— ¿Sabes que puede ser peligroso?

—Alina, peligroso es si no corro esta carrera —contestó— además, este deporte es mi segunda cosa favorita que me gusta disfrutar. Así que no debes preocuparte porque soy un profesional en esto.

Guau, con su respuesta quede calladita y sorprendida haciendo que Caleb se riera al verme en ese estado. ¿Desde cuándo hacia esto? Y ¿Por qué?

—Oh, vamos nena, te divertirás —dijo mientras me volvía a tomar de la mano para seguir caminando hacia su carro.

—¿No tienes miedo que puedan descubrirte tus padres? O ¿Qué te puedan arrestar en este lugar?

—No —contestó. Pero lo sentí tensarse y a la vez me apretaba más fuerte mi mano—. No deberías preocuparte Alina, mientras estés conmigo no te pasara nada, y tampoco deberías preocuparte por mis padres, ellos no sabrán nunca lo que hago —ahora ¿Confías en mi?

Caleb era increíble, si sus padres se enterarán lo que hacía al venir a este lugar, no sé como actuarían. Pero viéndolo como me miraba esperando mi respuesta, hizo que quisiera abrazarlo fuerte y decirle que si confiaba en él.

—Confió en ti, pero no en este lugar —confesé.

—Solo, relájate y disfruta.

—¿Crees que es fácil relajarse y disfrutar cuándo estas en un lugar como este?

—Claro que sí. No pasara nada.

No me había dado cuenta que había caminado lejos, hasta que llegamos a su carro donde Caleb me soltó la mano dándose vuelta y mirándome a los ojos,  luego a nuestro alrededor y por ultimo volviéndome a mirar.

—¿Puedes esperarme unos minutos? —preguntó.

¿Quedarme sola aquí? Claro que no, no pensaba quedarme sola en este lugar.

—¿A dónde iras?

—Los chicos están por allá —dijo señalando donde estaban estacionando un carro casi parecido al de Caleb— puedes esperarme dentro del carro, si quieres.

—Estoy bien así, solo… ve —dije.

Caleb me miró un poco  indeciso y al final asintió y se dirigió hacia el otro carro, del cual salía Cam con cara de pocos amigos y del lado del pasajero salía Colín sonriendo y golpeando a su amigo en el hombro. No sabía de que demonios hablaban porque Caleb empezó a hacer caras y a batir la cabeza mirando cada segundo hacía mi dirección, al parecer yo era la razón de su ceño fruncido. Estaba tan concentrada en ellos, que alguien me había chocado y no sabía si era por accidente o lo habían hecho a propósito. Así que me di vuelta para preguntarle cual era su problema.

—¡Oye! Ten mas cuidado —dije mirando a la persona que me había golpeado al pasar. El chico se dio vuelta con el ceño fruncido y no pude evitar reconocerlo, ¡Mierda! Era nada más ni nada menos que Benjamín el primo de Valentina.

¿Qué demonios hacía el aquí? ¿Cómo rayos le explicaba por que me encontraba en un lugar como este? Dios, no sabia donde esconderme y lo peor ya no lo podía hacer ya que Benjamín al darse vuelta me reconoció al instante.

—¡Alina! ¿Qué haces aquí?  —preguntó sorprendido de verme.

Dios, ahora ¿cómo explicaba esto? No sabía que decir, estaba avergonzada.

—¿Tú que haces aquí? —me la arreglé para hablar, respondiéndole con otra pregunta. Haciendo que Benjamín sonriera y asintiera.

—¿No sabía que te gustaban estos lugares? —dijo sonriendo.

—Yo tampoco —respondí.

Con mi respuesta Benjamín no pudo seguir ocultando la sonrisa y empezó a reír a carcajadas. No entendía nada, ¿Cuál era el chiste?

—Si deseas, puedo mostrarte el lugar antes que empiecen las carreras —sugirió Benjamín, analizando mi reacción.

Yo no conocía este lugar y me agradaba su proposición, ya que estaba aquí, porque no conocer este lugar en vez de estar parada como una idiota aquí. Pero recordando que había venido con Caleb me hizo preguntar ¿Dónde se había metido? Ya que no estaba donde lo había visto la última vez.

—Me encantaría, es solo que… ya estaba por irme —dije. Eso era mentira, no me iría hasta que Caleb quisiera llevarme a casa.

—Si deseas, puedo llevarte a casa.
Benjamín era determinado. Le daba eso. Iba a decirle que no cuando me di cuenta que Caleb iba a estar ocupado y definitivamente no quería estar con sus amigos a solas. Me hacia falta una distracción y Benjamín me la estaba ofreciendo.

—Como te decía podría mostrarte el lugar y luego llevarte a casa, no se si es buena idea que estés aquí sola —dijo, la linda sonrisa de Benjamín se hizo mas grande mientras se acercaba más a mi.

—¿En serio? No lo sé. No quisiera que por mi…te perdieras la diversión de este lugar.

—Claro, soy un chico con buenos modales —reconoció haciendo una pausa y estirando la mano para rozar su pulgar por mi mejilla—. Me quedaré contigo. No deseo dejarte sola y menos en este lugar. Y que mejor diversión que contigo. No ¿Crees?

Él estaba definitivamente coqueteando fuertemente. Me sentía fuera de mi liga. Se notaba, mejor dicho era un experto y yo necesitaba espacio.

—¿Estas solo o… viniste con tus amigos?  —pregunté.

Benjamín se encogió de hombros.

—Vine con algunos amigos para poder disfrutar de las carreras y a divertirnos un poco —respondió mientras deslizaba una mano detrás de mi espalda— sin embargo, debo admitir que los e perdido, pero si deseas una vez los encuentre te los puedo presentar.

—No creo que sea necesario.

Benjamín frunció el ceño.

—¿En serio? Podrían agradarte, son chicos increíbles.

—No lo dudo, es solo que…

No pude terminar lo que estaba diciendo por que alguien había gritado el nombre del chico sexy que estaba hablando conmigo.

—¡Benja! Estas aquí —habló un chico de pelo castaño mientras se hacia paso donde estábamos. Él volvió su cabeza para ver a la persona que le había hablado.

Esta era mi distracción para comenzar a caminar hacía donde había estado Caleb o para empezar a buscarlo, pero Benjamín cerró la mano sobre mi cadera, sosteniéndome en el lugar. ¡Mierda!

—Tyler —fue todo lo que dijo Benjamín en respuesta. Sus grandes ojos del tal Tyler pasaron de su amigo a mí.

—¿Quién es ella?  —preguntó analizándome.

—Ella es Alina. Amiga de Valentina —respondió Benjamín en un tono aburrido.

Tyler se echó a reír. Y la verdad no sabía que era tan gracioso. Esto estaba empezando a incomodarme un poco.

—¿En serio? Hola, soy Tyler un gusto conocerte —me saludó el chico.

—Hola.

—Me alegro de conocerte, se nota que mi amigo siempre ha sido débil cuando se trata de una niña de cara bonita ¿No es así Benja?

¿Cara bonita? ¿Qué onda con los chicos de ahora? Lo único en que se fijaban ¿Era en una cara bonita? Enserio, ahora sí lamento no haberme quedado dentro del carro de Caleb. ¿Y donde demonios se había metido? ¿Qué no serian solo unos minutos?

—¿Por qué no regresas con los demás chicos Tyler? Dile que luego les alcanzo.

—Muy bien, solo date prisa, tenemos mucho que planificar —dijo Tyler— y Alina, fue un gusto conocerte.

—Gracias. Igualmente Tyler.

Una vez Tyler se fue, Benjamín se movió hacia la multitud con sus manos todavía firmes en mi cadera forzándome a ir con él.

—Creo que debería quedarme aquí. Estoy esperando a alguien  —dije tratando de detener a que me llevara  más lejos.

—¿A alguien?  ¿Con quién viniste? ¿Sabes qué? Me gustaría ver a la persona que te dejo sola aquí.

Sacudí la cabeza en negación a que supiera que había venido con el idiota de mi compañero.

—¿Para qué? No es necesario.

Benjamín se echó a reír e inclinó su cabeza para decirme algo al oído haciéndome temblar mientras mis ojos se encontraban  con la mirada azul de Caleb. Él me estaba mirando fijamente. No parecía feliz y no parecía hacerle casos a lo que decían sus amigos.

—Solo vuelve con tus amigos Benjamín —dije girándome y levantando la mirada hacia él y saliendo de su abrazo.

—Dale Alina, no pienso dejarte sola aquí —suplicó— es un imbécil el que te dejo aquí sola. Yo jamás haría algo así, jamás.
Estaba de acuerdo que Caleb era un imbécil, pero no pensaba admitir eso ahora ya que la persona a la que estábamos cuestionando estaba observando cada uno de mis movimientos.

—Yo, uh, dije que lo esperaría —susurré forzando una sonrisa, esperando que Benjamín me dejara sola, ya que no quería problemas.

—Eres increíble Alina —dijo acercándose a mi otra vez mientras yo me alejaba. — me alegro mucho de haberte conocido.

—Ven aquí Alina —el tono demandante de Caleb provino detrás de mi mientras su mano se deslizaba alrededor de mi brazo y me jalaba contra él— te pedí que me esperaras en el carro — la advertencia en su tono me decía que estaba molesto y no sabía el porque estaba actuando así.

—Lo siento, solo estaba conversando con Benjamín —susurré avergonzada de que el primo de mi amiga pensara algo equivocado.

—¿Viniste con él? —preguntó Benjamín un poco molesto y decepcionado.

¿Diablos que pasaba con estos dos ahora? Pero Caleb no le prestó la mínima atención ya que estaba mirándome fijamente.

—No esperé que estuvieras hablando con él —respondió con una mortal calma y sus ojos ahora se habían posado en Benjamín ¿Qué estaba mal con este idiota? Solo estaba conversando con un amigo mientras él me había dejado sola para irse a charlar con sus amigos. Era un completo idiota, que se vaya al infierno.

—Lo lamento —le dije a Benjamín.

Me solté de Caleb y me dirigí  hacia la multitud. No pensaba aguantar las tonterías de esos dos ¿Cuál era su problema? Si no quería que pasara esto ¿para qué demonios me había traído? O ¿Por qué me había dejado sola? En su lugar, me había hecho sentir como una idiota.

—¿Cuál es tu jodido problema? —preguntó Benjamín con furia. No miré atrás. Solo esperaba que Benjamín le rompiera toda su perfecta cara de Caleb, aunque lo dudaba, ya que mi estúpido Dios griego podía  ser un genio en defensa personal.

—Alina, espera —grito alguien, inmediatamente me di cuenta que era Colín— ¿Dónde vas? Lo que paso allá no es lo que tú crees — dijo Colín viniendo detrás de mi.

—¿Por qué demonios actúa de esa forma? No lo entiendo, no debería haberme traído. Debí haber sabido que esto iba a pasar. No entiendo su juego —espeté y seguí caminando.

—Está nervioso, pero…Caleb es así, él es impredecible —dijo Colín.

—¿Impredecible? Por favor Colín, sigue pensando lo mejor de él, eso es lo que hacen los buenos amigos —respondí y caminé más de prisa.

No quería escuchar nada de lo que me decía Colín, solo quería volver a casa y que nada de esto estuviera pasando. Me odiaba a mi misma por ser una completa idiota.
Esto no era lo mío, nunca debí haber aceptado su invitación esta noche, lo odiaba y ¿Quién era él para decidir con quien debía o no hablar? Y ¿Qué si estaba nervioso? Yo no tenía la culpa de que se pusiera a querer competir en una carrera. Aunque en el fondo yo también estaría nerviosa, pero no trataría a la gente como basura.

Seguí caminando cuando me agarraron del brazo haciendo que me diera vuelta viendo a Caleb, de hecho un muy furioso Caleb.

—¿Cómo es que  ese idiota esta aquí? —gruñó.

¡Lo que esperaba! A él que le importaba de todos modos. Acaso yo iba preguntándole de donde paraban o se encontraban sus amigos.

—No lo sé, simplemente me lo encontré aquí.

—¿Por qué permitiste que te tocara? —preguntó con voz fría y dura.

—Eso a ti que te importa.

—Eso es cierto, pero ese tío es un idiota.

—¿Idiota? ¡Tú eres el idiota! Sabes ¡Déjame en paz! —Grité— ¿Para qué me trajiste a este lugar? Para dejarme plantada e ¿irte con tus amigos? Y para luego venir y reclamarme con quien estoy hablando. No me vengas a decir que ese chico es un idiota. Ya que se comporto mucho mejor que tú. ¿Sabes que? A ti no debería importarte si deseo que Benjamín me toque, soy yo, no eres tú. Tú y tu estúpida carrera pueden irse al diablo.

Empuje su pecho con mi dedo y lo miré retándolo a decir una palabra más sobre quien debería o no tocarme. Caleb abrió la boca y luego sus ojos se apretaron y sacudió la cabeza.

—¡Joder! —gruñó.

Entonces abrió de golpe los ojos y sus manos estuvieron repentinamente en mi cabello y su boca sobre la mía. No sabía como reaccionar. Sus labios eran tan suaves pero demandantes mientras lamia y mordisqueaba mi labio. Dios, había fantaseado con esto todos los días desde que llegué aquí, pero esto era mucho mejor a mis locas fantasía. Caleb estaba besándome y yo no sabía como poder reaccionar o seguirle el beso por la emoción y adrenalina que sentía.

—He deseado probar este dulce labio desde que te conocí —murmuró antes de profundizar el beso.

Mientras yo suspiraba, él sabía delicioso. Mis rodillas se debilitaron y me estiré para agarrarme de sus hombros para mantenerme firme. Reaccionando del show en el que estaba empecé a seguir el beso pasando mi lengua por su boca y entonces mordisquee gentilmente su labio. Un pequeño gemido salió de su garganta haciendo que Caleb me atrajera hacía él, agarrando mi trasero y la dureza que sabía era su erección presionó entre mis rodillas. Haciendo que saliera un indefenso gemido. 

—Increíble —susurró Caleb contra mis labios antes de retirar su boca y alejarse de mí. Sus ojos se enfocaron en todo mi cuerpo y luego nuevamente en mi rostro— ¡Carajo! — maldijo, agarrándose su cabello y caminando de un lado a otro.

No podía moverme. No podía. Mi corazón latía rápidamente y tenía un familiar dolor entre mis piernas. Verlo así todo frustrado dolía, el latido entre mis piernas lentamente desapareció cuando la realidad se instaló.

—¿Por qué me besaste?  —pregunté.

Caleb dejó de caminar y me miró.

—Para que dejaras de seguir gritando —contestó alzándose de hombros.

No esperaba esta respuesta, pero sabía muy bien que no le interesaba, pero ni por eso tenia derecho de haber echo lo que hizo.  Estaba tan molesta  que sin pensarlo le pegué una cachetada y solo después de hacer aquello, me sentí fatal. Escuche un gruñido salir de sus labios lo cual hizo que me sintiera bien al golpearlo, ya que se lo merecía por atreverse a tocarme.

—Me sorprendes Alina. Tienes cara de ángel, pero se nota que eres ruda —esperó con una sonrisa en su rostro—. Me gusta esa parte de ti.

—Yo… Yo lo lamento —tartamudee.

Genial, era la primera vez que el chico que me gustaba me besaba y yo aquí golpeándolo. Pero es que no podía evitarlo ya que a veces actuaba como un idiota. Caleb sonrió y caminó hacia mí logrando acortar la distancia.

—¿Te gustó el beso? —preguntó.

Lo miré sorprendida y con la boca abierta, negué con la cabeza no pudiendo creer su pregunta.

—¿Qué?

Volvió a reír esta vez de manera burlona y a carcajadas. ¿Qué demonios?  ¿Acaso había dicho algo gracioso? Era un idiota.

—No voy a contestarte —dije mirándolo a sus hermosos ojos que tanto me gustaban.

—Claro que te gusto —dijo— ¡Mírate! Estas toda ruborizada.

Mierda… talvez podías mentir con las palabras pero no con tu cuerpo. Odiaba a Caleb por hacerme sentir esto, por ponerme así.  Abrí mis ojos por la sorpresa de sus palabras  ¿Y que si me había gustado? No pensaba admitirle.

Bajé la mirada hacia mis pies y me quedé callada sin saber que más decir.

—Eres tan ingenua Alina, ¿En verdad creíste que no lo notaría?

—¡Cállate! —le grité —. Estas actuando como un idiota.

—¿Idiota? Alina por favor, aquí sabemos que desde que llegaste, siempre has deseado esto.

Volví a quedarme callada, no sabía que decir, todo lo que estaba diciendo dolía y tenía que admitir que eran verdad. Todos los días desde que llegué me la pasaba mirándolo, cada paso que daba, hacía, decía, me hacia pensar que algún día iba a poder ser yo la persona que estaría en su corazón. Pero todo era una mentira, una locura, aunque lo del beso fue el quien me había besado, no yo a él.

—¿Qué no es de mala educación no contestar una pregunta? —volvió a reír, claramente burlándose de mi. Lo cuál hizo que me dieran ganas de golpearlo, golpearlo hasta que me sintiera satisfecha.

Lo odiaba por como era él, arrogante, egocéntrico y que se sentía superior a los demás solo por tener un rostro lindo y de ser un maldito millonario. Pero eso no le daba derecho de querer humillar a alguien, no se lo permitiría. De todos modos fue él quien me trajo aquí, fue él quien me beso, ahora no le iba a permitir que quiera humillarme. No señor.

—Tienes razón, debería ser educada —dije alzando un poco la voz— ¿qué puedo decir? —repuse alzándome de hombros—. Tuve mejores besos que este Caleb.

Esperaba que eso lastimara su maldito ego.

—¿En serio? Ahora si me siento ofendido —anunció Caleb que sabía cómo molestarme. —En todo caso Alina, si te dieron mejores besos que este, yo podría darte un buen sexo… pero de los buenos —dicho aquello no pude evitarlo que lo golpee fuertemente su rostro.

Sus palabras me dolían. Quizá porque venían de él o quizá comprendía lo que estaba dicéndome. No es que no pensara en el sexo, pero odiaba que Caleb lo dijera de esa forma, me esforzaba mucho por mantener la compostura, por parecer tranquila, cuando en realidad estaba asustada. Haciéndo puños a mis costados con tanta fuerza que los nudillos se me pusieron blancos. Caleb intentaba hacerme enfadar, y estaba haciendo un trabajo fantástico, que hasta lo había golpeado dos veces en menos de cinco minutos. Me contuve para no mirarle ya que la conversación y la acción habian ido en una dirección  que no me gustaba. Así que suspiré y me decidí a mirarlo. Caleb volteó lentamente su rostro hacía mi, lo cual ahora tenía la marca de mi mano, se acerco más a mi de manera brusca  haciendo que nuestros cuerpos se rozaran. Me recordaba a un ángel caído, bajo la luz de la luna que hacía replandecer su pelo rubio.

—¡Que sea la última vez que vuelves a tocarme! ¿Me escuchaste?  —gritó enojado.

Mierda, ¿Ahora él era el que estaba enojado? Sin duda estaba actuando como un demente. Se merecía esto y mucho mas, uno por besarme sin mi consentimiento y dos por ser un idiota. ¿Quién se creía para gritarme? O ¿para faltarme el respeto?  Aparte de ser un maleducado se enfadaba por haberlo golpeado... Era un imbécil y ya me estaba cansando de sus tonterías. En su rostro se dibujó una sonrisa, tenía un brillo en sus ojos que decía que no pensaba dejar pasar esto. Sin poder adivinar su movimiento tomo mi rostro entre sus manos haciendo que nuestros ojos se encontraran. Dios, estaba temblando por su cercanía.

—¿Sabes que? —habló cerca de mi rostro sintiendo su aliento y rozando sus labios en los míos—. Mereces un castigo por golpearme Alina.

Empuje a Caleb con todas mis fuerzas logrando así alejarlo un poco para que dejara de hacerme esto.

—¡No vuelvas a tocarme nunca mas! ¡Entendiste!—Grité muy enojada ahora.

Caleb volvió a tomarme en brazo y volvió a besarme de manera posesiva y desesperada, traté de empujarlo pero no podía. Caleb me presionó con sus manos en mi cintura y besándome esta vez más lento y calmado haciendo que dejara de seguir peleando, y que de a poco vaya respondiendo a su beso.
¡Mierda! ¿En que demonios estaba pensando? Se suponía que estaba enfadada con él, por la forma en que me había hablado, actuado. Pero estar entre sus brazos me sentía viva, feliz, tal vez para él esto no significaba nada, para mí significaba todo lo que había estado sintiendo por él todo este tiempo. La verdad, me sentía contenta de haber venido a este lugar por que este momento lo recordaría toda mi vida. Y eso me hacia desear que este momento nunca se terminase.


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Espero que les guste este capitulo, muchas gracias... y sigan disfrutando.

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