08: cuarto mes
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Los ojos de Jungkook se habían iluminado cuando miró el pastel de cajeta entrar por la puerta de nuestra casa, y casi se desmaya cuando lo abrí para partirlo.
— ¡Por Dios, jamás había probado algo tan delicioso!
—Eso dijiste la primera vez que nos besamos...
—Pues me equivoqué, yo no sabía nada de la vida hasta ahora... — reí y lo miré mal, él sólo se concentró en comer gustoso su plato de pastel. —Está buenísimo, muchas gracias Yoongi.
—No hay de qué.
Jungkook siguió comiendo y yo lo miraba mientras lo hacía. Me había dicho que no estaba molesto pero lo conozco muy bien como para saber que algo ocurre con él.
— ¿Ya me vas a decir qué es lo que tienes? — pregunté serio. Recargué mi barbilla en mi mano sobre la mesa y lo miré serio, esperando que entendiera que quería la verdad y nada más.
—¿De qué?... — murmuró con la cuchara entre sus labios, mirándome un poco asustado de la seriedad que tomó el ambiente.
—Ya, Kookie. No me gusta que me ocultes las cosas, y creí que ya teníamos la confianza suficiente como para contarnos todo... — Jungkook sacó la cuchara de sus labios y bajó la mirada conforme hablaba. —Hasta el más mínimo e insignificante detalle, porque nos amamos, y por eso estamos juntos.
—Lo siento, hyung... Es que... — Jungkook lamió sus labios y tomó aire. —Lo que pasa es que... Taehyung me contó que él y Hoseok ya tuvieron sexo, y llevan medio año de relación. Entonces... Tu y yo, tenemos dos años...
—Oh, Jungkook... ¿Es por eso?... — iba a ponerme a recriminar su amistad con Taehyung pero él me lo impidió.
— ¡No, no! No es por eso, hyung. No es porque Taehyung me haya metido esa idea o porque yo esté muy necesitado, es que...
—Vamos, Jungkook... — Jungkook suspiró. Se miraba triste evitando poner su mirada en la mía. Odio eso.
—Yo pedí que lo hiciéramos, porque pensé que ya era mucho tiempo esperando para ti, y no es justo. Pero entonces te negaste y yo... Bueno, sentí que en realidad era más por mi... No sé, quizá algo de mi no te gusta mucho...
—Jungkook, ya, no me digas más.
Me levanté de la silla y con su mirada angustiada siguiéndome lo tomé de la mano y lo guíe conmigo hasta nuestra habitación. Una vez ahí lo abracé con fuerza, dejando que escondiera su rostro en mi cuello.
—Sabía que eras idiota, pero no tanto. Jungkook, por favor, ¿Cómo puedes pensar que algo de ti no me gusta? Eres perfecto y amo cada jodida parte de ti, y no quiero que vuelvas a cuestionarlo nunca. Así que quiero que te saques esas ideas estúpidas de la cabeza porque te amo.
Jungkook asintió sobre mi cuello, aferrándose a mi con sus brazos y sonriendo como niño consentido.
—Yo también te amo, hyung... Y a nuestro hijo también, ¿No?
—Oh sí, claro. También a nuestro bebé.
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