Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1. MISTERIO / LENCERÍA / JUEGO

—¡Buenos días, Isa! ¿Cómo va tu hermano? —preguntó Rosa desde su mesa al ver pasar a su compañera con un café en la mano. Sabía que habían operado al chico de apendicitis y que hacía poco le habían dado el alta.

—Muy bien, ya va mucho mejor. Gracias —respondió ella con una sonrisa cordial, pero sin detenerse—. Tengo mucho lío, luego hablamos, ¿vale?

—Claro, cariño —aceptó, sin poder esconder un tono receloso.

Rosa estaba segura de que a su compañera le rondaba algo desde hacía unas semanas. Siempre había sido muy sociable, le encantaba charlar con los compañeros, aunque lo que más echaba de menos es que las dos solían cotillear sobre cada uno del edificio sin piedad. Nadie escapaba a su escrutinio y se lo pasaban pipa inventando rollos entre los hippies de la ONG del primero y los pijos del ático. Pero, últimamente, Isabel consumía la jornada entera casi sin despegarse de la pantalla del ordenador, y aquel cambio de actitud la tenía la mar de intrigada. La observó un rato más mientras se acomodaba de nuevo en su puesto. La vio sonreírle al monitor antes de concentrarse para darle al teclado con una eficiencia bárbara y el cerebro se le iluminó: debía estar currándose un ascenso. Todo encajaba: iba más arreglada, se maquillaba con esmero y estaba supercentrada en su trabajo. Entonces, el teléfono sonó y la devolvió a sus obligaciones.

El caso es que ni Rosa «La Curiosa» ni nadie en aquella empresa tenía ni la más remota idea de lo que escondía la mojigata de Isabel. Hacía cerca de un mes que lo primero que activaba al entrar a trabajar era la aplicación de chat que mantenía constantemente abierta en un segundo plano.

TOM: Te he echado de menos, Meg.

MEG: ¡Pero si solo me he ido a por un café!

TOM: Imagínate lo colgado que me tienes por ti.

¿Cómo podía haber llegado al punto de sonrojarse por unas letras en un monitor? Cuando Isabel se observaba con cierta perspectiva pensaba que era una idiota por dejarse llevar por aquella tontería de relación virtual que seguramente acabaría fatal, pero no podía negarse a sí misma que estaba obsesionada con él. Se levantaba cada mañana con el único deseo de leer sus mensajes. Elegía su ropa y se planchaba el pelo por si aquel sería el día en el que al fin lo conocería o por si, tal vez, él sí que sabía quién era ella y la estaba observando.

TOM: Quiero proponerte una locura.

MEG: Miedo me das.

TOM: Llevamos casi un mes chateando de noche y de día, ¿no te apetece que pasemos a otro nivel?

MEG: Claro que me apetece, pero a la vez estoy cagada.

TOM: ¿Por si no te gusto?

MEG: ¡Qué va! ¡Por si soy yo la que te parece un callo!

TOM: Ya te he dicho que yo te he visto y eres preciosa.

MEG: ¡¿Cuándo me viste?! ¿Por qué no me lo quieres decir? Dame una pista, porfa, a ver si yo caigo en quién eres.

TOM: Ni de coña. De esta forma es mucho más emocionante. Prefiero que exprimamos este juego hasta el final. Así, si cuando me ves, te espanto... ¡Que nos quiten lo bailao!

MEG: ¡No es justo! Pero debo reconocer que tienes razón. Venir al curro con este gusanillo en la tripa no tiene precio.

TOM: Entonces, ¿aceptas mi locura?

MEG: A ver, sorpréndeme.

Todo había empezado por una simple errata. Isabel había recibido en el correo de la empresa un e-mail de un proveedor que se despedía diciendo: «Hasta huevo». Aquello le había hecho tanta gracia que no había podido evitar responderle con varios emojis sonrientes y confesando que había sido uno de los detalles más graciosos de su día. El desconocido contestó de nuevo disculpándose y, haciendo uso del tono irónico que pronto descubrió que era habitual en él, le había dicho que, si aquello era lo más gracioso del día, necesitaba añadirle con urgencia un poco de salsa a su vida. Ella le escribió un tanto picada por su insinuación de que fuera una aburrida, pero él enseguida le pidió perdón con estilo y, cada tarde, al finalizar la jornada le dejaba un mensajito con alguna broma, bajo la excusa de contribuir a alegrarle los días. 

Una cosa llevó a la otra y en poco más de 48 horas habían migrado sus conversaciones a un chat anónimo. Sus apropiados pseudónimos eran Meg y Tom, en honor a la comedia romántica de los 90 titulada Tienes un e-mail, protagonizada por los icónicos Tom Hanks y Meg Ryan.

TOM: Te propongo una cita a ciegas en un hotel.

MEG: Sugerente... y acojonante. ¿No serás un psicópata?

TOM: Si lo fuera, te hubiera citado en una cabaña apartada o algo así para que nadie escuchara tus gritos, ¿no crees?

MEG: No sé, la gente cada vez es más retorcida... Mejor escojo yo el hotel.

TOM: ¡Mira, eso no me lo esperaba! Pero me parece justo. Y se me ha ocurrido una cosa más.

MEG: A ver...

TOM: Cada uno va a comprarle una prenda al otro para que la lleve puesta esa noche. Algo sexi.

Isabel dudó unos minutos sobre qué responder. Nada de aquello era prudente, podía resultar un verdadero desastre... Se abanicó los calores que le subían cuello arriba, suspiró y pilló a Rosa observándola por detrás de sus enormes gafas, mientras hablaba por el móvil. Se despidió resoplando y, al colgar, le dijo en voz baja y vocalizando de forma exagerada:

—Era Fernando, que tiene almorranas y quiere que le compre su pomada... —Hizo una pausa dramática, miró al techo y lanzó su letanía—: ¡Maridos!

Su compañera tenía unos diez o quince años más que ella, estaba casada, con hijos mayores ya, y su vida era tan aburrida que la única salsa picante que le quedaba era la de alcahuetear los flirteos de los demás. Le daba una vergüenza tremenda hablarle de su idilio con Tom a nadie, Isabel era muy reservada, pero estaba segura de que, si se lo hubiera contado a Rosa, ella se hubiera dejado cortar un brazo por vivir una aventura como aquella, y se lanzó a la piscina.

MEG: Todo esto me da mucho palo, pero vale, acepto. ¿Cómo lo hacemos?

TOM: Muy sencillo, espera dos minutos y verás.

MEG: ¿Qué?


Continúa en el siguiente capítulo...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro