Miró con escepticismo su casillero cuando abrió la puerta viendo como cada día, aquellos podridos huevos rotos, papel higiénico, frases en las que lo llamaban maricón, suicida, y otras cosas que francamente le bajaban la moral porque él no era homosexual, pero sus compañeros le habían agarrado un asco terrible sin entender bien el porqué, guiados por un rumor ridículo de algo que pasó ya hace tiempo atrás.

Sacó todos sus libros y pertenencias preciadas que tenía allí y las limpió, después sacó todo lo de su casillero. Limpió el mismo y lo tiró todo en una basura cercana, encontrándose con un papel doblado con un dibujito azul en el centro, lo miró con extrañeza y le dió la vuelta solo para ver un reverso blanco, después lo desdobló y ladeó la cabeza hacia un lado... Lo dobló sin llegar a leer nada y caminó hacia su casillero, finalmente guardó sus libros no sin antes limpiarlo. Suspiró y cerró la puerta, cargó su mochila y casi arrastró los pies hacia su clase, donde se sentó y volvió a mirar la carta que llevaba en su mano.

La desdobló y comenzó a leer lentamente...

Arrugó el ceño ligeramente con disgusto, ya tenía suficiente con sufrir bullying por culpa de uno de sus amigos que ahora también le mandaban cartas de mierda, chasqueó la lengua y caminó hacia la basura para tirar la carta con indiferencia, seguramente sería una broma estúpida. No tenía tiempo para esas tonterías, ya tenía suficiente con su tonto amigo marica.